PUERTO IGUAZÚ: Argentina. Los presidentes Néstor Kirchner (i), de Argentina; Evo Morales, de Bolivia; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; y Hugo Chávez, de Venezuela, en mayo del 2006.
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Chávez y Lula representan las líneas radical y pragmática, respectivamente.
El viejo sueño de la izquierda latinoamericana de llegar al poder político en la región empieza a consolidarse en los últimos cinco años, aunque con discrepancias que, según analistas, dividen al continente en dos bloques que buscan liderazgo.
Para analistas de política internacional, hay dos tendencias en la izquierda regional: una radical, liderada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y otra pragmática en su relación con el capitalismo y el libre mercado, en la que están los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet.
Estas diferencias ideológicas se evidenciaron en la Cumbre Iberoamericana que culminó esta semana en Santiago de Chile, cuyo tema central era la “cohesión social”, concepto promovido por la socialista Bachelet, y que busca un sistema que asegure derechos básicos en educación, salud y pensiones a los más desposeídos, para superar los altos índices de desigualdad en América Latina, donde la pobreza golpea a 220 millones de personas, el 43% de la población.
Pero Chávez, desde su llegada a Santiago, mostró que su liderazgo en la región aumentó y lo usó para criticar el tema, afirmando: “la cohesión social no me gusta, es algo terriblemente malo. El infierno puede estar muy cohesionado”.
Sus críticas las secundaron el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para quien en Latinoamérica “se pueden encontrar pobres más pobres que en África y Asia, y ricos más ricos que en Suiza. Mientras haya esas diferencias insultantes y abismales, ¿de qué cohesión social vamos a hablar?”.
Daniel Ortega, gobernante de Nicaragua, aseguró que “la cohesión social “sigue siendo un sueño” y preguntó: “¿Dónde está la cohesión social cuando se negocia con el FMI?”.
El analista político chileno Patricio Navia, profesor del Cetro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York, destacó la gran influencia de Chávez, que “monopolizó el discurso de izquierda”, en tanto que otros líderes del continente “demostraron falta de protagonismo y miedo de defender sus posturas si eso implica cruzarse en el camino del venezolano”.
Michael Reid, editor para Latinoamérica del semanario inglés The Economist, afirmó en mayo del 2006 a BBCmundo.com que lo que existe en América Latina es “una batalla entre democracia liberal y populismo”, con una izquierda socialdemócrata que acepta el capitalismo y que está en el poder en Chile, Uruguay y Brasil, y la Revolución Bolivariana, de Chávez, populista, cuya relación con la democracia es muy ambivalente y su liderazgo se basa en el personalismo.
El ex presidente del Gobierno español, el derechista José María Aznar, advirtió la semana pasada durante un discurso en Bogotá que hay una “creciente amenaza del populismo en la región” y reconoció que para hacerle frente se necesitan “buenos programas de gobierno para generar acciones ganadoras frente a fórmulas que solo conducen al fracaso”.
“Brasil y Lula se consideraron siempre líderes naturales por el peso que tiene Brasil en América Latina, pero ahora le ha salido la competencia de Chávez con una política exterior dinámica, agresiva, y el respaldo de los petrodólares”, aseveró a BBCmundo.com Francisco Panizza, de la London School of Economics (LSE).
Bachelet esta semana relievó que Chile anda por su propio andarivel al rechazarle a Chávez la oferta de subsidiar la gasolina que consume el sistema de transportación Transantiago en Santiago.
Mientras, el presidente peruano, Alan García, reveló en la cumbre en Chile su aceptación a la propuesta de su colega venezolano de participar en la exploración petrolera en Perú.
Para Pilar Latasa, de la Universidad de Navarra, Chávez y Lula son versiones divergentes de la izquierda latinoamericana. “Lula personifica a la izquierda constructiva, con un programa reformista y pragmático que critica las desigualdades sociales y el sistema político, pero sin cuestionamientos radicales, y mantiene a Brasil en los foros internacionales”.
Chávez, según Latasa, “busca un pacto político y social entre pueblo y Estado para resolver las situaciones de injusticia. Su postura es marcadamente ideológica: lucha contra el imperialismo norteamericano y la opresión burguesa neoliberal”.
Carlos Malamud, experto del área de América Latina para el Instituto El Cano, de Madrid, sostuvo que no hay una lucha entre Lula y Chávez, y que aunque Venezuela está dispuesta a asumir el liderazgo, no lo podrá hacer por razones estratégicas, políticas o históricas.
Malamud argumentó que Brasil tiene un margen de libertad que no poseen otros países de la región, “pues no necesita ningún favor de Venezuela”.
Brasil y Lula cuidan que sus posiciones no se vean sobrepasadas por Chávez, cuyas propuestas le son cada vez menos atrayentes, lo que se demuestra con el abandono el pasado miércoles por Petrobras de un proyecto gasístico en Venezuela, un golpe para el Gasoducto del Sur, el megaproyecto impulsado por Caracas.
Antonio Cicioni, politólogo del Centro de Políticas Públicas para la Equidad, de Argentina considera que el predominio de Brasil es casi inevitable en la región, “por su tamaño, su población y su economía”.
En Chile Lula refirió que Brasil propone cambios a nivel mundial como las reformas en el Consejo de Seguridad de la ONU para que represente la geografía política actual y no la de la Segunda Guerra.
Divergencias
Biocombustibles
La cumbre energética de isla Margarita en abril pasado dejó ver dos planes: el petrolífero gasista del presidente venezolano, Hugo Chávez, y el de los biocombustibles del mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Chávez usa el petróleo en su política exterior y Lula promueve junto al presidente de EE.UU., George W. Bush, los biocombustibles.
Relaciones con Irán
Pese a las diferencias culturales y geopolíticas, pues tiene un gobierno fundamentalista religioso, Irán expande su influencia en la región por el desencanto de los gobiernos de izquierda con EE.UU. Han firmado acuerdos Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Argentina se opone porque acusa a Irán del atentado contra un centro judío en 1994.
Banco del Sur
En diciembre, Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay firmarán el acta que funda el Banco del Sur, pues Chávez dice que no se necesitan ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional. El mes pasado Chile dio $ 50 millones para proyectos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y consideró innecesario el Banco del Sur.
OEA
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, propuso que la Cumbre Iberoamericana se transforme en una institución que reemplace a la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que llamó “instrumento de los yanquis”. A esto se opuso el presidente brasileño, Lula da Silva, quien dijo que si el ente no funciona, “debe ser reformado, pero no cerrado”.
Política exterior
Chávez concentra su diplomacia en América del Sur: los principales proyectos que impulsa son Telesur, el Gasoducto del Sur, el Banco del Sur. Brasil comparte varios de estos proyectos, pero su principal objetivo es llegar al Consejo de Seguridad de la ONU y, como parte del G-20 de países en desarrollo, usar su influencia y liberalizar el comercio internacional.
Libre comercio
Los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Fidel Castro, de Cuba, proponen el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), contraria al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) de EE.UU. Brasil tiene TLC con India, Sudáfrica y otros, pero con EE.UU. aún no por diferencias en subsidios. Chile es después de México uno de los países con más TLC.
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Chávez y Lula representan las líneas radical y pragmática, respectivamente.
El viejo sueño de la izquierda latinoamericana de llegar al poder político en la región empieza a consolidarse en los últimos cinco años, aunque con discrepancias que, según analistas, dividen al continente en dos bloques que buscan liderazgo.
Para analistas de política internacional, hay dos tendencias en la izquierda regional: una radical, liderada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y otra pragmática en su relación con el capitalismo y el libre mercado, en la que están los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet.
Estas diferencias ideológicas se evidenciaron en la Cumbre Iberoamericana que culminó esta semana en Santiago de Chile, cuyo tema central era la “cohesión social”, concepto promovido por la socialista Bachelet, y que busca un sistema que asegure derechos básicos en educación, salud y pensiones a los más desposeídos, para superar los altos índices de desigualdad en América Latina, donde la pobreza golpea a 220 millones de personas, el 43% de la población.
Pero Chávez, desde su llegada a Santiago, mostró que su liderazgo en la región aumentó y lo usó para criticar el tema, afirmando: “la cohesión social no me gusta, es algo terriblemente malo. El infierno puede estar muy cohesionado”.
Sus críticas las secundaron el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para quien en Latinoamérica “se pueden encontrar pobres más pobres que en África y Asia, y ricos más ricos que en Suiza. Mientras haya esas diferencias insultantes y abismales, ¿de qué cohesión social vamos a hablar?”.
Daniel Ortega, gobernante de Nicaragua, aseguró que “la cohesión social “sigue siendo un sueño” y preguntó: “¿Dónde está la cohesión social cuando se negocia con el FMI?”.
El analista político chileno Patricio Navia, profesor del Cetro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York, destacó la gran influencia de Chávez, que “monopolizó el discurso de izquierda”, en tanto que otros líderes del continente “demostraron falta de protagonismo y miedo de defender sus posturas si eso implica cruzarse en el camino del venezolano”.
Michael Reid, editor para Latinoamérica del semanario inglés The Economist, afirmó en mayo del 2006 a BBCmundo.com que lo que existe en América Latina es “una batalla entre democracia liberal y populismo”, con una izquierda socialdemócrata que acepta el capitalismo y que está en el poder en Chile, Uruguay y Brasil, y la Revolución Bolivariana, de Chávez, populista, cuya relación con la democracia es muy ambivalente y su liderazgo se basa en el personalismo.
El ex presidente del Gobierno español, el derechista José María Aznar, advirtió la semana pasada durante un discurso en Bogotá que hay una “creciente amenaza del populismo en la región” y reconoció que para hacerle frente se necesitan “buenos programas de gobierno para generar acciones ganadoras frente a fórmulas que solo conducen al fracaso”.
“Brasil y Lula se consideraron siempre líderes naturales por el peso que tiene Brasil en América Latina, pero ahora le ha salido la competencia de Chávez con una política exterior dinámica, agresiva, y el respaldo de los petrodólares”, aseveró a BBCmundo.com Francisco Panizza, de la London School of Economics (LSE).
Bachelet esta semana relievó que Chile anda por su propio andarivel al rechazarle a Chávez la oferta de subsidiar la gasolina que consume el sistema de transportación Transantiago en Santiago.
Mientras, el presidente peruano, Alan García, reveló en la cumbre en Chile su aceptación a la propuesta de su colega venezolano de participar en la exploración petrolera en Perú.
Para Pilar Latasa, de la Universidad de Navarra, Chávez y Lula son versiones divergentes de la izquierda latinoamericana. “Lula personifica a la izquierda constructiva, con un programa reformista y pragmático que critica las desigualdades sociales y el sistema político, pero sin cuestionamientos radicales, y mantiene a Brasil en los foros internacionales”.
Chávez, según Latasa, “busca un pacto político y social entre pueblo y Estado para resolver las situaciones de injusticia. Su postura es marcadamente ideológica: lucha contra el imperialismo norteamericano y la opresión burguesa neoliberal”.
Carlos Malamud, experto del área de América Latina para el Instituto El Cano, de Madrid, sostuvo que no hay una lucha entre Lula y Chávez, y que aunque Venezuela está dispuesta a asumir el liderazgo, no lo podrá hacer por razones estratégicas, políticas o históricas.
Malamud argumentó que Brasil tiene un margen de libertad que no poseen otros países de la región, “pues no necesita ningún favor de Venezuela”.
Brasil y Lula cuidan que sus posiciones no se vean sobrepasadas por Chávez, cuyas propuestas le son cada vez menos atrayentes, lo que se demuestra con el abandono el pasado miércoles por Petrobras de un proyecto gasístico en Venezuela, un golpe para el Gasoducto del Sur, el megaproyecto impulsado por Caracas.
Antonio Cicioni, politólogo del Centro de Políticas Públicas para la Equidad, de Argentina considera que el predominio de Brasil es casi inevitable en la región, “por su tamaño, su población y su economía”.
En Chile Lula refirió que Brasil propone cambios a nivel mundial como las reformas en el Consejo de Seguridad de la ONU para que represente la geografía política actual y no la de la Segunda Guerra.
Divergencias
Biocombustibles
La cumbre energética de isla Margarita en abril pasado dejó ver dos planes: el petrolífero gasista del presidente venezolano, Hugo Chávez, y el de los biocombustibles del mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Chávez usa el petróleo en su política exterior y Lula promueve junto al presidente de EE.UU., George W. Bush, los biocombustibles.
Relaciones con Irán
Pese a las diferencias culturales y geopolíticas, pues tiene un gobierno fundamentalista religioso, Irán expande su influencia en la región por el desencanto de los gobiernos de izquierda con EE.UU. Han firmado acuerdos Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Argentina se opone porque acusa a Irán del atentado contra un centro judío en 1994.
Banco del Sur
En diciembre, Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay firmarán el acta que funda el Banco del Sur, pues Chávez dice que no se necesitan ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional. El mes pasado Chile dio $ 50 millones para proyectos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y consideró innecesario el Banco del Sur.
OEA
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, propuso que la Cumbre Iberoamericana se transforme en una institución que reemplace a la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que llamó “instrumento de los yanquis”. A esto se opuso el presidente brasileño, Lula da Silva, quien dijo que si el ente no funciona, “debe ser reformado, pero no cerrado”.
Política exterior
Chávez concentra su diplomacia en América del Sur: los principales proyectos que impulsa son Telesur, el Gasoducto del Sur, el Banco del Sur. Brasil comparte varios de estos proyectos, pero su principal objetivo es llegar al Consejo de Seguridad de la ONU y, como parte del G-20 de países en desarrollo, usar su influencia y liberalizar el comercio internacional.
Libre comercio
Los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Fidel Castro, de Cuba, proponen el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), contraria al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) de EE.UU. Brasil tiene TLC con India, Sudáfrica y otros, pero con EE.UU. aún no por diferencias en subsidios. Chile es después de México uno de los países con más TLC.
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