6/11/07

El pito del sereno.

Fermín Bocos
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El prestigio, el crédito y la imagen internacional de un país se refleja en la solvencia de su servicio exterior. Una diplomacia seria, eficiente, sobria -y, por lo mismo, alejada de gestos populistas o folklóricos- es la mejor prueba de la relevancia del país al que representa. La política exterior de un país que se rige con arreglo a parámetros de democracia parlamentaria y por lo tanto de alternancia partidista, la establece el gobierno de turno, pero hay lineas de fondo, estilo y reflejos a la hora de actuar que son inherentes a la propia escuela de la diplomacia de cada país. La diplomacia británica tiene fama de ser eficaz; Méjico o Brasil, países que se han incorporado tarde a la lista de estados democráticos,siempre han tenido el acierto de contar con un cuerpo diplomático de primera calidad. Ni que decir tiene que el peso economico, político y militar de un pais -como seria el caso de los EE.UU, Rusia, China o Francia -, supone un plus de salida para sus diplomaticos. Pero, además ,como digo, está la escuela, la tradición del servicio exterior de cada nación o Estado.En el caso de España, nuestros diplomáticos de carrera, tienen buen nombre como profesionales. Hablo de los diplomáticos de carrera porque la actuación de los embajadores extraídos del mundo de la política de partido, es otro registro, y, ahí, las opiniones se dividen. Como, hablando de diplomacia, dividida debe andar la opinión pública a la hora de enjuiciar la actuacion de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores en relación con las últimas crisis fechadas en el Africa. Me refiero a la abierta por Marruecos a raíz de la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, y, la que supone la detención en el Chad de varios ciudadanos españoles. Que haya sido el presidente de Francia, el señor Sarkozy, quien haya conseguido la liberación de cuatro de los siete españoles que retenían las autoridades chadianas, supone una quita de prestigio para nuestro servicio exterior. Lo de Marruecos es todavía peor: que Rabat llamara a consultas a su embajador en Madrid cuando el titular español de Exteriores, el señor Moratinos, y su segundo, el secretario de Estado, el señor Bernardino, estaban pasando el día en el país aluíta, supone un feo o un desprecio del que no hay precedentes. Algo va mal; algo falla en la sustancia, filosofía y definición de objetivos de la política exterior del Gobierno Zapatero cuando nuestros vecinos nos toman por el pito del sereno.
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Diario Siglo XXI - España/06/11/2007

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