Después de tres décadas alternando breves fases de crecimiento con colapsos económicos y estancamiento, muchos países del África Subsahariana, por primera vez en muchos años, experimentan niveles de crecimiento similares a los países desarrollados. Esta transformación, confirmada por un reciente informe publicado por el Banco Mundial, deja entrever nuevas perspectivas para el desarrollo del continente africano.
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Anita Boselli
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El informe del Banco Mundial
El pasado miércoles, el Banco Mundial (BM) publicó un informe titulado “Africa Development Indicators 2007”. El documento se basa en el análisis de más de un millar de índices que cuantifican el desarrollo no sólo económico, sino también humano y del sector privado, además del Gobierno de los países estudiados. Sin embargo, el dato que ha situado al informe en el primer plano de la actualidad, es de naturaleza económica. El informe del Banco Mundial ha revelado que, después de tres décadas de desarrollo “a trompicones”, la mayor parte de las economías africanas están ahora orientándose hacia una fase de crecimiento rápido y constante, capaz de reducir el nivel de pobreza de la región y atraer inversiones extranjeras.África, por tanto, habría aprendido a comerciar de modo más eficaz con el resto del mundo, dado mayor peso al sector privado y adoptado medidas para evitar nuevos colapsos como los que en los años 70, 80 y principios de los 90 sucedieron a las fases de crecimiento.John Page, economista principal de la Oficina Regional de África del Banco Mundial, ha declarado que, en cierto sentido, es como si África, a partir de 1995, hubiese aprendido de las duras lecciones vividas en los años anteriores, sobre todo en el campo de la economía. Gracias a este trabajo, reflejado en una mejor gestión macroeconómica, políticas estructurales e integración en la economía mundial, en conjunto de las economías subsaharianas está creciendo por vez primera a una tasa equivalente a la de los países más desarrollados. Los países africanos han mejorado su gobernabilidad e intensificado sus esfuerzos en la lucha contra la corrupción, una verdadera plaga en muchas de las naciones de la región. La situación general se está encaminando hacia la estabilidad, a lo que contribuye la disminución de conflictos armados en suelo africano. A pesar de ello, la inestabilidad todavía se percibe como alta, sobre todo en algunos países (los conflictos armados son una de las principales causas de la falta de desarrollo en los países africanos, véase; África: el coste de quince años de conflictos). Entre los principales obstáculos que siguen impidiendo el desarrollo se encuentra también la falta de infraestructuras y el escaso nivel de formación del personal, lo que influye sobre la productividad manteniéndola a niveles más bajos de los que podría llegar a alcanzar. El desarrollo de la escolarización y de los servicios sanitarios, además de ser necesaria en sí misma, tendría efectos extremadamente positivos sobre la productividad.Otra barrera a superar será la de los costes indirectos de las exportaciones. Estos costes resultan desorbitados (del 18 al 35% del total, dependiendo del país) si se comparan con otros países, como por ejemplo China, donde sólo tienen una incidencia del 8%. A pesar de este obstáculo, las exportaciones africanas entre 2003 y 2006 aumentaron en un 11%. Todo esto ha hecho posible registrar un crecimiento económico regional que en 2005 y 2006 fue igual al 5,4%, un porcentaje superior al de muchos países desarrollados, y similar al de otras naciones en vías de desarrollo, a excepción de los dos gigantes asiáticos India y China.Naturalmente, los países exportadores de petróleo son los que lideran este crecimiento. Las previsiones de 2007 y 2008 hablan de un crecimiento constante, del 5,3% y el 5,4% respectivamente. Evitar que la economía vuelva a caer es, por el momento, más importante que promover el crecimiento. Esto se hace aún más evidente en lo que respecta a los sectores más pobres de la población, que reciben menos ventajas proporcionalmente en épocas de crecimiento, que desventajas en épocas de recesión. La habilidad para apoyar, sostener y, sobre todo, diversificar las fuentes de crecimiento tendrá una importancia clave, no sólo para permitir que África avance hacia el cumplimiento de los Objetivos del Milenio (Millennium Development Goals), sino también para crear un campo más amplio para las inversiones de capital provenientes del resto del mundo.
Anita Boselli
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El informe del Banco Mundial
El pasado miércoles, el Banco Mundial (BM) publicó un informe titulado “Africa Development Indicators 2007”. El documento se basa en el análisis de más de un millar de índices que cuantifican el desarrollo no sólo económico, sino también humano y del sector privado, además del Gobierno de los países estudiados. Sin embargo, el dato que ha situado al informe en el primer plano de la actualidad, es de naturaleza económica. El informe del Banco Mundial ha revelado que, después de tres décadas de desarrollo “a trompicones”, la mayor parte de las economías africanas están ahora orientándose hacia una fase de crecimiento rápido y constante, capaz de reducir el nivel de pobreza de la región y atraer inversiones extranjeras.África, por tanto, habría aprendido a comerciar de modo más eficaz con el resto del mundo, dado mayor peso al sector privado y adoptado medidas para evitar nuevos colapsos como los que en los años 70, 80 y principios de los 90 sucedieron a las fases de crecimiento.John Page, economista principal de la Oficina Regional de África del Banco Mundial, ha declarado que, en cierto sentido, es como si África, a partir de 1995, hubiese aprendido de las duras lecciones vividas en los años anteriores, sobre todo en el campo de la economía. Gracias a este trabajo, reflejado en una mejor gestión macroeconómica, políticas estructurales e integración en la economía mundial, en conjunto de las economías subsaharianas está creciendo por vez primera a una tasa equivalente a la de los países más desarrollados. Los países africanos han mejorado su gobernabilidad e intensificado sus esfuerzos en la lucha contra la corrupción, una verdadera plaga en muchas de las naciones de la región. La situación general se está encaminando hacia la estabilidad, a lo que contribuye la disminución de conflictos armados en suelo africano. A pesar de ello, la inestabilidad todavía se percibe como alta, sobre todo en algunos países (los conflictos armados son una de las principales causas de la falta de desarrollo en los países africanos, véase; África: el coste de quince años de conflictos). Entre los principales obstáculos que siguen impidiendo el desarrollo se encuentra también la falta de infraestructuras y el escaso nivel de formación del personal, lo que influye sobre la productividad manteniéndola a niveles más bajos de los que podría llegar a alcanzar. El desarrollo de la escolarización y de los servicios sanitarios, además de ser necesaria en sí misma, tendría efectos extremadamente positivos sobre la productividad.Otra barrera a superar será la de los costes indirectos de las exportaciones. Estos costes resultan desorbitados (del 18 al 35% del total, dependiendo del país) si se comparan con otros países, como por ejemplo China, donde sólo tienen una incidencia del 8%. A pesar de este obstáculo, las exportaciones africanas entre 2003 y 2006 aumentaron en un 11%. Todo esto ha hecho posible registrar un crecimiento económico regional que en 2005 y 2006 fue igual al 5,4%, un porcentaje superior al de muchos países desarrollados, y similar al de otras naciones en vías de desarrollo, a excepción de los dos gigantes asiáticos India y China.Naturalmente, los países exportadores de petróleo son los que lideran este crecimiento. Las previsiones de 2007 y 2008 hablan de un crecimiento constante, del 5,3% y el 5,4% respectivamente. Evitar que la economía vuelva a caer es, por el momento, más importante que promover el crecimiento. Esto se hace aún más evidente en lo que respecta a los sectores más pobres de la población, que reciben menos ventajas proporcionalmente en épocas de crecimiento, que desventajas en épocas de recesión. La habilidad para apoyar, sostener y, sobre todo, diversificar las fuentes de crecimiento tendrá una importancia clave, no sólo para permitir que África avance hacia el cumplimiento de los Objetivos del Milenio (Millennium Development Goals), sino también para crear un campo más amplio para las inversiones de capital provenientes del resto del mundo.
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Tres grupos de economías africanas
A pesar de querer resaltar las dinámicas generales de la región y sus variaciones, el informe divide los países del África Subsahariana en tres grupos distintos: · Los grandes países exportadores de petróleo;· Los países con economía en fase de diversificación y expansión;· Los países pobres en recursos o en conflicto, que presentan tasas de crecimiento bajas o nulas. El primer grupo está constituido por siete países que juntos albergan al 27,7% de la población africana. Entre ellos se encuentran Nigeria y Sudáfrica, que conjuntamente producen cerca de la mitad del PIB de toda la región.En el segundo grupo se incluyen dieciocho países, como Mozambique, Ruanda, Botswana, Santo Tomé y Príncipe, y Uganda.El tercero, cuenta con diecisiete estados, cuya población representa el 36,7% del total continental. En este grupo se encuentran países pobres en recursos y con una gran inestabilidad, debido a la presencia de conflictos en curso o recientemente concluidos, que han influido negativamente en la economía durante años. Entre estos se encuentra Zimbabue, cuya tasa de crecimiento fue negativa durante 2005 -último año considerado en el informe-, así como para 2006 y 2007, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (Véase: Zimbabue: la involución político-económica). Esto hace que se considere la tendencia de crecimiento de forma individual, y que en realidad no implique a todos los países, sino que venga impulsado por un grupo restringido y por sus industrias extractoras, aunque en términos de población cubra a un tercio del continente.Por el contrario, una importante parte de África, la que podemos incluir en el segundo grupo y que engloba a otro tercio de la población, esta creciendo de un modo más equilibrado, diversificando la propia economía y expandiendo diferentes sectores. Por último, las naciones restantes se encuentran todavía en una situación de fuerte inestabilidad, económica y a menudo también política. Observando un subcontinente tan dividido, aparece la posibilidad de distinguir tres áreas, caracterizadas por otros tantos niveles de desarrollo. El riesgo que deriva de esto es una división del continente que corre el riesgo de hacerse más profunda, en caso de que las diferencias entre estos tres grupos de países no se compensara o al menos redujera. Si las tasas continuasen presentando tales diferencias, el continente se dividiría entre países en situación de atraer inversiones (y, por tanto, de lograr los Objetivos del Milenio), y los países estancados, con los mismos problemas del pasado.
Tres grupos de economías africanas
A pesar de querer resaltar las dinámicas generales de la región y sus variaciones, el informe divide los países del África Subsahariana en tres grupos distintos: · Los grandes países exportadores de petróleo;· Los países con economía en fase de diversificación y expansión;· Los países pobres en recursos o en conflicto, que presentan tasas de crecimiento bajas o nulas. El primer grupo está constituido por siete países que juntos albergan al 27,7% de la población africana. Entre ellos se encuentran Nigeria y Sudáfrica, que conjuntamente producen cerca de la mitad del PIB de toda la región.En el segundo grupo se incluyen dieciocho países, como Mozambique, Ruanda, Botswana, Santo Tomé y Príncipe, y Uganda.El tercero, cuenta con diecisiete estados, cuya población representa el 36,7% del total continental. En este grupo se encuentran países pobres en recursos y con una gran inestabilidad, debido a la presencia de conflictos en curso o recientemente concluidos, que han influido negativamente en la economía durante años. Entre estos se encuentra Zimbabue, cuya tasa de crecimiento fue negativa durante 2005 -último año considerado en el informe-, así como para 2006 y 2007, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (Véase: Zimbabue: la involución político-económica). Esto hace que se considere la tendencia de crecimiento de forma individual, y que en realidad no implique a todos los países, sino que venga impulsado por un grupo restringido y por sus industrias extractoras, aunque en términos de población cubra a un tercio del continente.Por el contrario, una importante parte de África, la que podemos incluir en el segundo grupo y que engloba a otro tercio de la población, esta creciendo de un modo más equilibrado, diversificando la propia economía y expandiendo diferentes sectores. Por último, las naciones restantes se encuentran todavía en una situación de fuerte inestabilidad, económica y a menudo también política. Observando un subcontinente tan dividido, aparece la posibilidad de distinguir tres áreas, caracterizadas por otros tantos niveles de desarrollo. El riesgo que deriva de esto es una división del continente que corre el riesgo de hacerse más profunda, en caso de que las diferencias entre estos tres grupos de países no se compensara o al menos redujera. Si las tasas continuasen presentando tales diferencias, el continente se dividiría entre países en situación de atraer inversiones (y, por tanto, de lograr los Objetivos del Milenio), y los países estancados, con los mismos problemas del pasado.
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Desarrollo humano
A pesar de los resultados positivos de las economías africanas publicados en el informe, no han faltado las críticas. Entre ellas, destacan sobre todo las que hacen hincapié en la disparidad con la que se han distribuido los beneficios del crecimiento económico entre la población. La riqueza se ha concentrado en unas pocas manos, sobre todo en los países ricos en petróleo y otros recursos mineros, donde el grueso de la población sigue viviendo en condiciones de extrema pobreza. El 41% de la población africana vive todavía por debajo del umbral de la pobreza y cuenta con menos de un dólar diario para sobrevivir, si bien la situación ha mejorado respecto al año 2000, cuando ese porcentaje alcanzaba a cerca del 47% de los africanos. Sin embargo, estas cifras están aún muy lejos de ser satisfactorias. Algunos países africanos y algunos de sus socios han puesto de manifiesto que son perfectamente conscientes de la necesidad de seguir avanzando, tal y como han afirmado en el Noveno Foro para la Cooperación con África (APF, por sus siglas en inglés) que se cerró el pasado 13 de noviembre, un día antes de fuera publicado el informe del BM. Se ha instado de nuevo a los países africanos a asumir sus propias responsabilidades, tratando siempre de mejorar su propia gobernabilidad y de continuar la lucha contra la corrupción, uno de los mayores obstáculos para el desarrollo, de cara a aproximarse cada vez más a los Objetivos del Milenio. Por otro lado, el APF ha llamado la atención de la comunidad internacional, sobre todo de los países del G8, sobre la necesidad de contribuir a la lucha contra la pobreza. Las indicaciones que aparecen en el informe del BM son un calco de las propuestas por el APF, foro del que es miembro el propio Banco Mundial, junto a otras organizaciones internacionales, entre ellas el FMI, la Organización Mundial del Trabajo, la Unión Africana, el G8 o la Unión Europea.
Desarrollo humano
A pesar de los resultados positivos de las economías africanas publicados en el informe, no han faltado las críticas. Entre ellas, destacan sobre todo las que hacen hincapié en la disparidad con la que se han distribuido los beneficios del crecimiento económico entre la población. La riqueza se ha concentrado en unas pocas manos, sobre todo en los países ricos en petróleo y otros recursos mineros, donde el grueso de la población sigue viviendo en condiciones de extrema pobreza. El 41% de la población africana vive todavía por debajo del umbral de la pobreza y cuenta con menos de un dólar diario para sobrevivir, si bien la situación ha mejorado respecto al año 2000, cuando ese porcentaje alcanzaba a cerca del 47% de los africanos. Sin embargo, estas cifras están aún muy lejos de ser satisfactorias. Algunos países africanos y algunos de sus socios han puesto de manifiesto que son perfectamente conscientes de la necesidad de seguir avanzando, tal y como han afirmado en el Noveno Foro para la Cooperación con África (APF, por sus siglas en inglés) que se cerró el pasado 13 de noviembre, un día antes de fuera publicado el informe del BM. Se ha instado de nuevo a los países africanos a asumir sus propias responsabilidades, tratando siempre de mejorar su propia gobernabilidad y de continuar la lucha contra la corrupción, uno de los mayores obstáculos para el desarrollo, de cara a aproximarse cada vez más a los Objetivos del Milenio. Por otro lado, el APF ha llamado la atención de la comunidad internacional, sobre todo de los países del G8, sobre la necesidad de contribuir a la lucha contra la pobreza. Las indicaciones que aparecen en el informe del BM son un calco de las propuestas por el APF, foro del que es miembro el propio Banco Mundial, junto a otras organizaciones internacionales, entre ellas el FMI, la Organización Mundial del Trabajo, la Unión Africana, el G8 o la Unión Europea.
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Conclusiones
El estudio publicado por el Banco Mundial muestra a un continente africano en fase de continuo crecimiento, hasta el punto de que, por primera vez, puede equipararse al crecimiento de las naciones desarrolladas. Este crecimiento se basa sobre todo en los países que están explotando sus reservas petrolíferas y mineras, pero también en muchos otros países (menos ricos en recursos) que han diversificado y siguen diversificando sus economías. Nueve de los dieciocho países pertenecientes a esta categoría han conseguido en pocos meses superar la tasa de crecimiento del 7%, el mínimo necesario para poder conseguir una reducción de la pobreza.Por tanto, el momento actual puede considerarse positivo, aunque también son justificables los temores acerca de las posibles consecuencias que una brusca ralentización podría provocar en la situación de estos países, caracterizados por un elevado grado de inestabilidad. Las advertencias realizadas por el APF y los puntos débiles subrayados por el Banco Mundial tendrán que ser tenidos en cuenta por los Gobiernos de los países africanos, por su propio interés.
Conclusiones
El estudio publicado por el Banco Mundial muestra a un continente africano en fase de continuo crecimiento, hasta el punto de que, por primera vez, puede equipararse al crecimiento de las naciones desarrolladas. Este crecimiento se basa sobre todo en los países que están explotando sus reservas petrolíferas y mineras, pero también en muchos otros países (menos ricos en recursos) que han diversificado y siguen diversificando sus economías. Nueve de los dieciocho países pertenecientes a esta categoría han conseguido en pocos meses superar la tasa de crecimiento del 7%, el mínimo necesario para poder conseguir una reducción de la pobreza.Por tanto, el momento actual puede considerarse positivo, aunque también son justificables los temores acerca de las posibles consecuencias que una brusca ralentización podría provocar en la situación de estos países, caracterizados por un elevado grado de inestabilidad. Las advertencias realizadas por el APF y los puntos débiles subrayados por el Banco Mundial tendrán que ser tenidos en cuenta por los Gobiernos de los países africanos, por su propio interés.
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Traducción de Paula Martos y J. D. García
-Enlaces
África Oriental: el desarrollo de la energía en Tanzania, Kenia y Uganda en el marco de la CAO
Norte de África: el desarrollo demográfico y sus implicaciones
África: la amenaza del terrorismo internacional
África: competición económica entre China, Europa y Estados Unidos
África: el coste de quince años de conflictos
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Equilibri.net - Italy21/11/2007
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