24/11/07

"Lo Viejo, lo Nuevo y el gusto por la Intransigencia Ideológica"

Por Walter Edgardo Eckart
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A un mes de las elecciones presidenciales, pareciera que los electores nos encontramos en mejores condiciones para intentar evaluar, en términos generales, lo sucedido en los últimos comicios. En este sentido cabe señalar algunas ideas que se instalaron, mayormente en forma mediática, a lo largo de algunas campañas partidarias. En primer lugar, es evidente la contraposición que se ha hecho entre “lo viejo” y “lo nuevo”. En general, aquí “lo viejo” designó principalmente a las propuestas de los partidos tradicionales de Argentina, como el Radicalismo o el Peronismo auténtico, “entre otros”; partidos éstos que, en realidad, con sus yerros y aciertos, de todos modos han “pensado, acompañado, orientado y gobernado” a la Argentina en la mayor parte de su vida democrática, y que fueron “semilleros” de un sin fin de militantes y dirigentes, incluso de quienes hoy se auto proclaman como parte de “lo nuevo” .
Y así, pareciera, a quienes se consideraron parte de “lo nuevo”, les pareció consistente la idea de presentar a “lo viejo” como estructuras partidarias que habían finalizado su “vida útil” en lo referente a la democracia argentina, pasándoseles por alto no sólo que éstos partidos, de vieja data en cuanto a su origen, contribuyeron grandemente a definir la “identidad” y “cultura” argentina, y que han promovido tanto el federalismo como el republicanismo, y que no han dejado de crecer –a pesar de sus bemoles- tanto en “sabiduría” como en “experiencia democrática”; sino que también se les pasó por alto que, aunque sean “antiguos en su origen” se fueron “agiornando”... “actualizando”, en sus ideas y en sus prácticas, entre otros factores por las “implicancias naturales” del “recambio generacional” producido a lo largo de la historia política Argentina. En segundo lugar, estos últimos tiempos han reflejado un fenómeno que habría que datarlo probablemente a partir del año ’95: la “incapacidad” de algunos militantes y dirigente de soportar las naturales, necesarias y “dignas” internas partidarias, que se podría resumir, a modo ilustrativo, de la siguiente manera: “Si la estructura orgánica de tal o cual partido no está de acuerdo conmigo.....me voy.... me sumo a otro, o ,eventualmente, crearé mi propio partido...” Un ejemplo de esto (entre tantos), pero por demás “singular” pareciera, lamentablemente, que se lo puede encontrar en Carrió, sin que por ello se niegue su capacidad de liderazgo y su alta formación intelectual. En efecto, Carrió conoció la política y sus avatares en el marco del radicalismo. Aprendió, obtuvo experiencia, pero cuando en Marzo del 2001 entraron en puja algunas ideas internas distintas, (propias de cualquier partido, por otra parte), se fue.... y tan sólo dos meses después, en Mayo del mismo año, ya presentó en sociedad a su propio partido, creado “a su gusto y paladar”: El Ari. Hasta aquí se podría pensar que tal decisión fue mas o menos entendible. Pero, increíblemente, después de haberse esforzado mucho para lograr la consolidación de su partido, después de hacer malabares para que éste tenga un alcance nacional, llegado el momento de algunas confrontaciones ideológicas internas.... todo se volvió a repetir.... : nuevamente, en julio de 2006, se fue....aunque esta vez bajo el disfraz de una supuesta “separación sólo simbólica”, contradiciéndose a si misma en posteriores declaraciones a la prensa, como cuando dijo, por ejemplo, a Página 12, (10/07/2006), y en relación a un grupo de integrantes del Ari que pensaban distinto a ella: “Ustedes pueden hacerlo, pero no conmigo....” Para que se entienda mejor se puede poner un ejemplo muy sencillo: puede ser que alguien diga “esta silla es cómoda pero es alta...” y entonces la descarte. Pero cuando alguien hace su silla en forma personal, a su gusto y paladar, con diseño propio, para luego también dejarla.... bueno... pareciera entonces que algo pasa.... no tanto con la silla.... sino más bien con la persona.... De todos modos, para seguir con el ejemplo, y en honor a la verdad, debe decirse que, hoy por hoy, ciertamente hay una silla en la que no sólo Carrió sino también muchos otros, se sentirían totalmente a gusto y no le encontrarían ningún defecto ni falla: la silla de Rivadavia.
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Datachaco.com - Argentina/24/11/2007

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