5/11/07

Movimiento piquetero: auge, reflujo y proyección política

Militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados
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Por Pablo Solana.
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Buenos días compañeros y compañeras. Mi nombre es Pablo Solana, soy militante del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) que integra el Frente Popular Darío Santillán, una herramienta político-social que construimos sumando distintos movimientos para proyectarnos más allá de nuestra lucha corporativa, en el plano de la lucha social y también en el plano político.
Integro el Movimiento de Trabajadores Desocupados de la localidad de Lanús, en el primer cordón suburbano de Buenos Aires, la Capital Federal de Argentina. A los movimientos que surgimos luchando contra la desocupación hace ya una década en mi país se nos denominó “piqueteros”, principalmente porque adoptamos el corte de ruta, el “piquete” en la ruta (en las carreteras), como medida central de lucha y la asamblea como método de decisión. Entonces, mi aporte a esta conferencia tendrá que ver centralmente con la experiencia de lucha que protagonizamos, y las reflexiones que hicimos como parte del movimiento piquetero. No voy a hacer un análisis académico; como militante de una organización popular, voy a transmitir una interpretación política del fenómeno piquetero, sus derivaciones actuales y su relación con otras experiencias de América. Los distintos movimientos y procesos organizativos que surgieron o se potenciaron en la lucha contra el neoliberalismo en Nuestra América, abarcan una diversidad de expresiones culturales, sectoriales o regionales muy distintas. En Argentina, si bien el fenómeno piquetero adquirió una visibilidad y un peso político muy importante durante los años de mayor crisis, también se desarrollaron en el mismo período movimientos campesinos, asambleas barriales, fábricas autoorganizadas bajo control de sus trabajadores y una diversidad de organizaciones y luchas novedosas. Si bien se trata de experiencias diversas, podemos afirmar que hay circunstancias y elementos comunes entre estos movimientos, que son comunes a otras tantas experiencias en distintos países de nuestro continente. Propongo entonces hacer primero un rápido repaso por las condiciones que explican el surgimiento de estas nuevas fuerzas sociales contestatarias, y cuáles fueron las características salientes de esos nuevos movimientos de resistencia. En segundo lugar, como no es bueno idealizar y quitarle sentido autocrítico a nuestras experiencias, puede ser útil para pensar también la situación de otros movimientos sociales que atraviesan distintas dificultades en distintos puntos del continente, explicar porqué el movimiento piquetero se debilitó y qué modificaciones sufrió después de haber tenido un gran protagonismo durante los años que previos y posteriores a la rebelión del 2001. Y por último, podemos abrir el debate sobre los desafíos que, en función de estas dificultades que atravesamos, nos caben a los movimientos sociales para superar la etapa de reflujo, potenciar la acumulación de fuerzas necesarias para pensar no sólo en la resistencia sino también en la necesaria ofensiva que haga posible la victoria que invocamos en nuestras consignas.
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I- Surgimiento de los nuevos movimientos sociales de resistencia en las últimas décadas
Tanto los piqueteros en Argentina, los zapatistas en México y gran parte de los nuevos movimientos sociales y políticos que se expanden por toda la geografía continental, surgimos de forma tumultuosa resistiendo la implementación de políticas del neoliberalismo que se aplicaron con brutalidad en nuestos países durante las últimas décadas.El experimento neoliberal convirtió a la Argentina, por largos años, en “país modelo” para la aplicación de las recetas del FMI y el Banco Mundial. Esta elección del “mejor alumno” del FMI está relacionada con las condiciones favorables para esta ofensiva del gran capital que dejó la pasada dictadura militar que gobernó el país hasta 1983. Con el exterminio de 30.000 compañeros desaparecidos, nuestro pueblo perdió a toda una generación de sus mejores hijos. Son contados los casos de compañeros y compañeras que asumieron la continuidad militante entre aquellos movimientos revolucionarios de los 70 y la necesidad de resistir al neoliberalismo en los 90. Si bien estos compañeros que transmitieron sus experiencias a las nuevas generaciones hicieron aportes importantes, en términos generales el hilo histórico estaba quebrado; el imperialismo aprovechó nuestra debilidad, y las resistencias tuvieron que empezar a estructurarse sin expresiones organizadas de continuidad histórica. Ante esta ausencia de expresiones políticas de peso, combativas y de izquierda, los partidos políticos que expresan a las distintas fracciones de la burguesía, en muchos casos inclusive los que se denominaron de “centroizquierda”, no hicieron otra cosa que acompañar o ser garantes de la aplicación del neoliberalismo en contra de los trabajadores y los sectores populares.A contrapelo de esta claudicación de la dirigencia política ante los mandatos imperialistas, en Argentina fueron los nuevos movimientos piqueteros surgidos en la segunda mitad de la década del 90, junto a algunas expresiones parciales del sindicalismo combativo, las puebladas que se sucedieron primero en el interior del país y después, en el 2001, en el propio centro del poder político, y una diversidad de nuevos movimientos y experiencias asamblearias, quienes impusieron un freno a las políticas neoliberales. Por medio de las importantes batallas libradas logramos, en distintos puntos del continente, hacer retroceder el impulso neoliberal, primero en los ámbitos de la cultura, la conciencia pública y la política. Sin embargo, en algunos casos los lineamientos económicos del neoliberalismo siguen vigentes, como en Argentina donde el actual gobierno sostiene las políticas funcionales al saqueo de los bienes naturales en manos de las multinacionales, o como aquí en Brasil, donde todos ustedes tendrán una mejor caracterización que yo de la política económica de Lula…Por otra parte, es preciso decir que el surgimiento de estos nuevos movimientos sociales y políticos, como las luchas piqueteras, se relaciona directamente con el quiebre de expectativas en la democracia formal, y de la mano de esto, de la crisis de las formas tradicionales de representación política, como los partidos políticos de la burguesía, aunque es preciso señalar también que esa crisis de representatividad abarcó, al menos en Argentina, a partidos de izquierda que quedaron anquilosados en prácticas “aparatistas” aislados de las demandas concretas de los distintos sectores populares. También recogieron el mismo desprestigio los grandes sindicatos que, en la mayor parte de los casos, fueron una pieza necesaria por su complicidad para las politicas de privatizaciones y el despido masivo de trabajadores. La crisis de los formatos tradicionales de organización política se relaciona, además, con las modificaciones en las estructuras económicas que produjo el neoliberalismo en nuestras sociedades: las modificaciones en el mundo del trabajo, con el avance del trabajo precarizado y la desocupación, el crecimiento de la marginación estructural en la periferia de las grandes ciudades y la explosión de múltiples identidades (étnicas, lingüísticas, de género, de opción sexual, etc.).Respecto a las particularidades de nuestros movimientos, y volviendo al enfoque que nos convoca, “las luchas sociales en nuestra América, de Chiapas a los piqueteros”, cabe señalar que la aparición del zapatismo generó algo más que la alegría por ver cómo reaparecía la rebeldía indigena en el sureste mexicano. Ante la crisis de representatividad de las dirigencias políticas tradicionales, el subcomandante del EZLN explicaba que la comandancia, el órgano máximo de conducción, no estaba en la estructura político-militar sino en las bases, en las comunidades organizadas, y que pregonaba la máxima de mandar obedeciendo. La dinámica asamblearia que caracterizó al movimiento piquetero y a las demás experiencias de lucha social que surgieron hacia fines de los 90, es en parte hereditaria de aquella máxima zapatista. Pero en Argentina el debate sobre las formas de organización más adecuadas para los nuevos desafíos que se avecinaban, se complejizó. En las experiencias barriales asamblearias y en algunos grupos piqueteros, se vio en el ejemplo zapatista un principio de horizontalidad que fue interpretado como rechazo a la organización. Muchos otros abrimos la mirada y nos encontramos, además del zapatismo, con el Movimiento Sem Terra, que con su importante práctica de lucha y su crecimiento como movimiento de masas nos ratificaba la validez de un principio inalterable, como es la necesidad de la organización. Así, en la medida que nuestros movimientos crecían en los barrios, empezamos a sistematizar la idea de la democracia de base, como síntesis de la voluntad de construir un movimiento democrático a la vez que dotado de una estructura orgánica que permitiera abordar desafios mayores, tanto en el plano de la lucha social como de la proyección política. De la misma forma esquivamos las definiciones que pregonaban el antipoder, la negación del poder, como si negándolo la opresión dejara de existir, para proponer la construcción del poder popular, una forma de definir al imprescindible proceso de acumulación de fuerzas que tenemos por delante, proyectando nuestros movimientos hacia la lucha política, entendiendo que, además de tener presente la necesidad de la “toma” del poder del estado, debemos construir poder desde ahora en el seno de la clase trabajadora y los sectores populares como única forma de ir alterando la correlación de fuerzas a nuestro favor, y de prefigurar con los espacios de construcción que vamos conquistando, los valores de la sociedad que queremos.
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II- Movimiento piquetero, crisis y reconfiguración
Pasemos ahora a ver la trayectoria del movimiento piquetero, desde el momento de mayor visibilidad e incidencia política, durante los años 2001 y 2002, hasta la situación que atraviesa en la actualidad. El movimiento piquetero en Argentina sufrió un considerable reflujo, y paradójicamente, a pesar de los intentos criminales en su contra, no fue una ofensiva represiva lo que lo debilitó. La cooptación por parte del actual gobierno, y por qué no reconocerlo, los errores propios y la falta de madurez de un movimiento conformado mayoritariamente por organizaciones jóvenes, logró lo que la represión no pudo. Como decía al principio, comentar brevemente esta experiencia puede resultar útil para alertar sobre riesgos y dificultades a quienes llevan adelante procesos de lucha similares en momentos de reflujo.Antes que nada vale aclarar que el movimiento piquetero nunca fue una identidad vinculada a una única organización, como sucede con el zapatismo y el EZLN, o los sin tierra y el MST. El movimiento piquetero siempre fue, en realidad, un mosaico de distintos movimientos, que en los momentos de más fuertes luchas logramos un importante nivel de unidad, pero que también esa unidad se nos fragmentó cuando comenzaron a perderse algunas batallas. Ahora les propongo ver un video, es una selección de imágenes que dura 8 minutos, de distintas luchas, del movimiento que integro y también de otros grupos piqueteros, para después avanzar en algunas conclusiones:
En la primera parte vimos imágenes de movilizaciones importantes, algunos piquetes y protestas que, en los años 2000-2003, expresaban altos niveles de confrontación, muchos de estos piquetes en el centro de la Capital Federal, frente a los Ministerios o sedes de las empresas multinacionales. También hay imágenes de un curso de formación política, más humilde que los que se desarrollan aquí en el MST, pero también en nuestros movimientos la formación es una prioridad. Como dice una compañera al principio del video, “la lucha alimenta nuestras conciencias, así como los frutos de nuestras huertas alimentan nuestros cuerpos”. Esta definición se completa con otra, que orienta nuestros criterios de formación de base en el movimiento: “el que lucha sabe, pero el que reflexiona sobre sus luchas, lucha mejor”.En la segunda parte, lo que se ve es una ocupación de tierras pertenecientes a la Policía Federal, para construir viviendas. Mientras las imágenes de las movilizaciones más grandes y las luchas más confrontativas eran de los años 2002 y 2003, la ocupación de tierras para construir viviendas en la Capital de Buenos Aires, es actual.En Argentina, en diciembre de 2001 se conjugaron una serie de protestas que derivaron en la caída de un gobierno, y en la imposibilidad de estabilizarse de los siguientes 3 presidentes que, apenas asumidos, debieron renunciar. Los piquetes a todos los accesos a la Capital (como sucedió también en Ecuador), los bloqueos permanentes de carreteras, fueron medidas que hicieron crecer al movimiento piquetero. También la represión dejó más de una decena de luchadores caídos resistiendo en los cortes de ruta. Es difícil saber si el movimiento piquetero, con ese dinamismo, podría haber madurado en un movimiento unificado, más sólido y con más proyección política estratégica. Lo cierto es que, para que esa situación no se diera, confluyeron al menos tres grandes motivos: una ofensiva política de cooptación y aislamiento social; la incapacidad, por parte de quienes sostuvimos la lucha, de reformular a tiempo métodos y objetivos de lucha; y por último, la falta de unidad entre las distintas tendencias del movimiento piquetero.Previo a la situación actual, un intento represivo de desmantelar al movimiento de desocupados en junio de 2002, desató una represión en el principal puente de acceso a la Capital Federal, que terminó con las vidas de dos de nuestros compañeros, Darío y Maximiliano. Rescatando el ejemplo de lucha de Darío Santillán, uno de los referentes de nuestro movimiento, es que le pusimos su nombre a nuestra organización. Aquella represión fracasó en términos políticos, ya que el presidente de entonces tuvo que adelantar las elecciones por las protestas por el esclarecimiento de los crímenes de nuestros compañeros. Es importante señalar esto porque, con el antecedente de ese hecho, el gobierno de Kirchner sabía que no podría enfrentar la protesta social sin correr el mismo destino de los presidentes anteriores. En términos económicos en Argentina, como también reconoció Lula aquí en Brasil, a los empresarios les va muy bien con el actual gobierno. Sin embargo, forzado por el estado de luchas populares previo a que asumiera, un poco por necesidad y otro poco por oportunismo, el presidente Kirchner elaboró una estrategia política de cooptación de los movimientos populares en lucha, mostrándose amigo de Chávez y reivindicando los derechos humanos del pasado (aunque se sigan violando en el presente). Esta política fue vista por algunos sectores piqueteros como un retorno a posiciones nacionalistas y progresistas, y se sumaron al gobierno ocupando algunos cargos. La consecuencia de esto fue que, en forma premeditada o no, mientras accedían a cargos públicos se desmovilizaban sus movimientos. Ante esta fragmentación de los movimientos que años atrás sumábamos fuerzas en la lucha, las organizaciones de trabajadores desocupados que seguimos resistiendo y sosteniendo la movilización popular, replantemos nuestros objetivos. Del movimiento social con reclamos corporativos se pasó a la conformación de organizaciones político sociales que, si bien siguen priorizando la construcción desde las bases para las luchas reivindicativas, suman fuerzas junto a movimientos estudiantiles, agrupaciones de trabajadores, y otros movimientos, proyectándose políticamente. Es el caso de la conformación del Frente Popular Darío Santillán que integro, y también otros movimientos que se encuentran en un proceso similar.A la vez, al haber menos condiciones para niveles de confrontación política como los que se dieron años atrás, los movimientos estamos dedicando esfuerzos a la consolidación territorial, a las luchas locales, a la expansión como organizaciones, y a la formación de más militantes que multipliquen los brazos para seguir construyendo poder popular desde las bases y proyectar la organización.Volviendo a lo que veíamos en el video: mientras las luchas del 2000 apuntaban directamente al centro del poder político o los intereses de las empresas que saquearon el país con las políticas neoliberales, la toma de tierras actual en la lucha por viviendas expresa una lucha más barrial, más territorial, con menos incidencia en el curso de la política nacional. Las luchas más frontales contra el sistema lograban mucha repercusión mediática, mientras las ocupaciones de tierras y las luchas barriales, más allá de su importancia, difícilmente sean dadas a conocer por los grandes medios de comunicación de las empresas capitalistas. La reorientación de esfuerzos se percibe también en el desarrollo de emprendimientos laborales autogestivos, cooperativas de vivienda y servicios, talleres de arte y oficios para jóvenes, espacios barriales de género, educación y cultura… todo un tejido de organización territorial, más silencioso y más subterráneo que lo que se conoció años atrás del movimiento piquetero. Esa comparación que muestra el video entre luchas desafiando a las multinacionales y los gobiernos neoliberales 5 años atrás, y luchas barriales que no salen en los medios de comunicación en la actualidad, expresa en buena medida la actual situación.
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III- Desafíos, ejes de trabajo
En función de esta caracterización, podemos compartir lo que nosotros creemos que son ejes de trabajo en esta coyuntura. Hago una sencilla enumeración, con el objetivo de abrir el debate, ya que en este aspecto desde los distintos movimientos sociales y políticos de Nuestra América todos tenemos una visión para aportar.- Al menos en mi país, uno de los desafíos de nuestros movimientos es construir una agenda programática positiva, a diferencia de lo que identificó el surgimiento de nuestras luchas: “que se vayan todos” fue la consigna que unificó las rebeliones de diciembre de 2001; nuestros movimientos se originan luchando “contra” la falta de trabajo, “contra” el FMI… La definición de lo que no queremos aglutinó las luchas de la resistencia. Es hora de comenzar a definir por la positiva, qué es lo que queremos, qué tipo de sociedad proponemos construir. En este aspecto, el debate sobre la construcción del socialismo del siglo XXI nos atraviesa; un socialismo que deberá ser, por supuesto, anticapitalista, igualitario y libertario. Sin caer en la creación de nuevos dogmas, buscando que nuestras construcciones no sean “ni calco ni copia, sino creación heroica”.- Otro eje importante en esta etapa será profundizar el trabajo de base. A pesar del reflujo, del surgimiento de otras tareas políticas de importancia más allá de la lucha sectorial o corporativa, más allá de las expectativas que puedan generar, en algunos países, alternativas de gobierno que se muestren más amigables hacia los movimientos sociales, es imprescindible desarrollar la organización y la consciencia crítica en el seno mismo del pueblo, en los lugares de trabajo, las comunidades campesinas, las barriadas populares, los lugares de estudio… Es en los ámbitos de organización de base donde construimos los cimientos del poder popular, la fuerza social y política imprescindible para garantizar una verdadera transformación social.- Otro aspecto fundamental, permanentemente enunciado pero, al menos en Argentina, muy mal llevado a la práctica, es la construcción de la unidad de los distintos sectores sociales y políticos que perseguimos un cambio social. Priorizar los acuerdos por sobre las diferencias, evitar las divisiones en las organizaciones populares, son conceptos que repetimos pero con los que no somos consecuentes a la hora de ponerlos en práctica.- Además, creemos necesario desarrollar la capacidad autónoma de los movimientos para proyectar política y no depender de instancias que puedan condicionar sus intereses. Durante muchos años los movimientos sociales fueron considerados brazos ejecutores o correas de transmisión de las políticas que se delineaban desde el Partido o el Estado. Aún para relacionarse y -en algunos casos, aunar esfuerzos- con experiencias partidarias o gestiones progresistas que puedan darse desde los límites del Estado, es imprescindible desarrollar, en las organizaciones que se estructuran desde los órganos de base de los trabajadores y el pueblo, la fuerza y la capacidad de elaboración política propias que sustenten la construcción estratégica de poder popular.- El legado antiimperialista que surge de toda Nuestra América, y que mantiene absoluta vigencia en los desafíos actuales y por venir, nos reafirma que no alcanza con escenarios locales o nacionales de lucha. Los propios objetivos de esta Conferencia, que apunta a construir centros activos de debate en torno al pensamiento crítico latinoamericano, para contribuir a la promoción de una integración cultural y política de los movimientos en lucha del continente en una perspectiva antiimperialista, anticapitalista y socialista, deben instalarse con fuerza en el seno de nuestros pueblos, en las bases de nuestros movimientos. En el mismo sentido, la convocatoria del MST y la Escuela Nacional Florestan Fernandes a un curso latinoamericano de formación para diferentes organizaciones campesinas y urbanas, sociales y políticas de todo el continente, es otro paso de suma importancia para nuestros movimientos, para avanzar colectivamente en la construcción del socialismo en todo nuestro continente como aporte a la lucha por una nueva humanidad. Muchas gracias.
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Prensa de Frente - Argentina/05/11/2007

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