Instalación de Petrobas. El gobierno apuesta a que en una década, Brasil estará entre las diez potencias energéticas.
Foto: Douglas Engle/AP-
La aldea: Brasil/Energía
"Si el país sudamericano tiene fama de “milagrero”, el hallazgo de vastas reservas de crudo confirmaría la buena suerte de este gigante sudamericano “bendito por Dios”, según Lula."
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Darío Pignotti
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Brasilia - Marcio Pochman, un reputado intelectual brasileño, postula que la historia de este país es una sucesión de “milagros”. En el listado elaborado por el académico aparecen el “milagro” de la caña de azúcar en el siglo 17, el del café en el 19 y luego el de la industrialización vertiginosa impulsado por la dictadura militar en la década de 1970. Desde hace una semana, cuando se anunció el descubrimiento de gigantescas reservas de crudo en el fondo del mar, los brasileños se preguntan si están a las puertas de un nuevo milagro, esta vez petrolero.El lunes 12, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva confesaba, en un reportaje transmitido por cadena nacional de radio, que los brasileños están “bendecidos por Dios”, ya que cuando menos lo esperaban fue hallado un gigantesco yacimiento de petróleo que parece destinado a cambiar el destino nacional.“Autonomía”, ese fue el vocablo empleado por Lula en los últimos días para sintetizar las implicancias geopolíticas de las reservas que yacen en la plataforma submarina de un país que apenas produce 1.8 millones de barriles de petróleo al día.Después de más de dos años de sondeos, la empresa estatal Petrobras dio con un manantial viscoso de unos 8 mil millones de barriles de petróleo y gas en la Cuenca de Santos, ubicada frente al estado de Sao Paulo, la locomotora industrial que mueve poco menos que 40 por ciento del PIB. Según trascendidos alimentados por el propio Palacio del Planalto, el Campo Tupi podría albergar más recursos que los anunciados, otro elemento que hizo disparar las acciones de Petrobras, la que en pocos minutos logaron una valorización de 15 por ciento en la Bolsa de Sao Paulo y de unos 4 puntos en la de Nueva York.Con esos activos, dijo la ministra Dilma Rousseff, Brasil “entra en una nueva era”y en algunos años estará entre las diez potencias con mayores recursos energéticos del mundo, con reservas que, se estima, llegarán a los 23,000 millones de barriles, volumen próximo al de Nigeria, donde se encuentran las mayores reservas de África.Tres de cada cuatro analistas brasileños afirman que nada hubo de casual en el hecho de que el gobierno haya anunciado el hallazgo de una cuenca de 800 km de largo por 200 de ancho, apenas horas antes de que Lula da Silva se embarcara hacia la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, donde celebró diversas reuniones bilaterales, una de ellas con el presidente bolivian, Evo Morales.Fue el primer encuentro amigable entre los mandatarios desde el 1 de mayo de 2006, cuando el líder boliviano decretó la nacionalización del gas y ocupó las refinerías de Petrobras con efectivos del ejército, hecho que irritó a Lula y fue considerado como una “afrenta” por buena parte de la clase política y empresarial brasileñas.Los brasileños aún dependen de los 27 millones de metros cúbicos de gas importados diariamente desde Bolivia para el funcionamiento de los principales centros fabriles del país. Más: con un PIB que ya superó con holgura el billón de dólares, Brasil necesitará más gas boliviano si pretende crecer a tasas de 5 por ciento del PBI anual, como lo prometió Lula al lanzar el Programa de Aceleración del Crecimiento.Lo anterior explica el interés oficial en hallar un acuerdo con La Paz para garantizar el abasto de ese hidrocarburo. Pero la capacidad de negociación de Brasilia se robusteció tras el descubrimiento del Campo Tupi ya que el gobierno de Morales sabe que no puede tensar en demasía la cuerda de sus exigencias.El Financial Times reconoció que el milagro petrolero puede “catapultar” a Brasil a las grandes ligas del poder mundial:ocupar un sillón permanente en Consejo de Seguridad de la ONU o ser el nuevo miembro del Grupo de los Ocho. Pero el periódico londinense advierte sobre una posible “euforia” que habría tomado cuenta de la dirigencia verdeamarilla, que no parece haber reparado en algunos datos técnicos.Uno de ellos es que las inmensas reservas de crudo yacen a más de 7 mil metros de profundidad y debajo de una capa de sal, que en promedio mide unos 500 metros, factores éstos que encarecerán y mucho el costo de la extracción. Las plataformas que extraen crudo en la Cuenca de Campos, en Río de Janeiro, tienen un costo de poco más de 1.000 millones de dólares: las que se necesitarán en la Cuenca de Santos costarán más de 4.000 millones.Otro interrogante en boca de los inversores es cuál será el formato jurídico que Brasil aplicará en la explotación de las nuevas reservas. Hasta ahora el Estado convocaba a las empresas privadas, en gran parte extranjeras, para explorar y extraer los hidrocarburos, pero de aquí en más el libreto puede cambiar: al haber certeza de que existen recursos el gobierno ya anunció que revisará la legislación.
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Milenio - Mexico/16/11/2007
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