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TIFLIS (AFP) — El presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, desafió el sábado a los países occidentales que piden que levante el estado de excepción en vigor desde el jueves y declaró esta situación se mantendrá hasta que su gobierno lo considere "necesario".
"El estado de excepción terminará en un futuro cercano, en los próximos días. Pero no porque nadie nos lo recomiende sino porque nosotros lo consideraremos necesario, una vez que los riesgos sean mínimos", declaró el mandatario en un encuentro con empresarios difundido por televisión.
El estado de excepción fue decretado el miércoles por la noche, después de varios días de violentos enfrentamientos entre la policía y miles de manifestantes que pedían la dimisión del presidente.
"Nosotros sabemos mejor que nadie lo que es bueno para Georgia a corto y largo plazo", agregó Saakashvili.
El mandatario georgiano, acusado de haber olvidado los ideales democráticos defendidos cuando llegó al poder, en 2003, preocupa a la comunidad internacional.
Tras la declaración del estado de excepción, los medios de comunicación del país se han visto amordazados y el derecho de reunión ha quedado prohibido.
Estados Unidos, aliado tradicional de Georgia en una región considerada bajo la influencia rusa, mostró su firmeza el viernes y anunció el envío de un emisario a Georgia para pedir que se levanten "inmediatamente" el estado de excepción y se respeten las libertades públicas.
Está previsto que el subsecretario del Departamento de Estado norteamericano para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Matthew Bryza, llegue durante el fin de semana a Tiflis para una visita de varios días.
Por su parte, la Unión Europea, vía su representante especial para el sur del Cáucaso, Peter Semneby, instó a Georgia a poner fin "lo más rápidamente posible" al estado de excepción y "reanudar el diálogo" con la oposición.
Y el gobierno de Georgia ya tendió la mano a la oposición, con la cual se reunirá este sábado para discutir los próximos comicios, después de que el jefe del Estado anunciara el jueves la realización anticipada de las elecciones presidenciales el 5 de enero para poner fin a la crisis.
El sábado, el oligarca Badri Patarkatsishvili, acusado por las autoridades de intentar un golpe de Estado durante manifestaciones reprimidas violentamente, anunció su candidatura a las presidenciales de enero.
"Mi eslogan electoral será: 'Georgia sin Saakachvili es una Georgia sin terror'. Y si soy elegido presidente, convocaré un referéndum sobre la transformación del país en república parlamentaria", anunció el líder opositor.
Este oligarca financia la oposición georgiana y controla, junto con el magnate Rupert Murdock, la cadena Imedi, el principal medio de oposición en Georgia, cerrado desde el miércoles por la noche.
La Fiscalía general de Georgia acusó el viernes a este hombre de conspirar para "derrocar" al actual gobierno, durante las manifestaciones de la oposición de los últimos días.
Mientras, en las calles de Tiflis, bañadas nuevamente por el sol, nada indicaba que el país estuviera viviendo una grave crisis política y la presencia policial se redujo al mínimo.
Las autoridades siguen argumentando que existe el riesgo de que el actual gobierno sea derrocado y se produzca un "baño de sangre".
"Había un riesgo de un baño de sangre, de que Tiflis fuera dominado por el caos y luego, ¿qué hubiera sucedido con el resto del país?", se preguntó Guiga Bokeria, diputado cercano al presidente.
La revuelta de los últimos días en las calles de Georgia fue la mayor protesta popular en el país desde la Revolución de la Rosa, en noviembre de 2003, que llevó a Saakachvili al poder.
"El estado de excepción terminará en un futuro cercano, en los próximos días. Pero no porque nadie nos lo recomiende sino porque nosotros lo consideraremos necesario, una vez que los riesgos sean mínimos", declaró el mandatario en un encuentro con empresarios difundido por televisión.
El estado de excepción fue decretado el miércoles por la noche, después de varios días de violentos enfrentamientos entre la policía y miles de manifestantes que pedían la dimisión del presidente.
"Nosotros sabemos mejor que nadie lo que es bueno para Georgia a corto y largo plazo", agregó Saakashvili.
El mandatario georgiano, acusado de haber olvidado los ideales democráticos defendidos cuando llegó al poder, en 2003, preocupa a la comunidad internacional.
Tras la declaración del estado de excepción, los medios de comunicación del país se han visto amordazados y el derecho de reunión ha quedado prohibido.
Estados Unidos, aliado tradicional de Georgia en una región considerada bajo la influencia rusa, mostró su firmeza el viernes y anunció el envío de un emisario a Georgia para pedir que se levanten "inmediatamente" el estado de excepción y se respeten las libertades públicas.
Está previsto que el subsecretario del Departamento de Estado norteamericano para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Matthew Bryza, llegue durante el fin de semana a Tiflis para una visita de varios días.
Por su parte, la Unión Europea, vía su representante especial para el sur del Cáucaso, Peter Semneby, instó a Georgia a poner fin "lo más rápidamente posible" al estado de excepción y "reanudar el diálogo" con la oposición.
Y el gobierno de Georgia ya tendió la mano a la oposición, con la cual se reunirá este sábado para discutir los próximos comicios, después de que el jefe del Estado anunciara el jueves la realización anticipada de las elecciones presidenciales el 5 de enero para poner fin a la crisis.
El sábado, el oligarca Badri Patarkatsishvili, acusado por las autoridades de intentar un golpe de Estado durante manifestaciones reprimidas violentamente, anunció su candidatura a las presidenciales de enero.
"Mi eslogan electoral será: 'Georgia sin Saakachvili es una Georgia sin terror'. Y si soy elegido presidente, convocaré un referéndum sobre la transformación del país en república parlamentaria", anunció el líder opositor.
Este oligarca financia la oposición georgiana y controla, junto con el magnate Rupert Murdock, la cadena Imedi, el principal medio de oposición en Georgia, cerrado desde el miércoles por la noche.
La Fiscalía general de Georgia acusó el viernes a este hombre de conspirar para "derrocar" al actual gobierno, durante las manifestaciones de la oposición de los últimos días.
Mientras, en las calles de Tiflis, bañadas nuevamente por el sol, nada indicaba que el país estuviera viviendo una grave crisis política y la presencia policial se redujo al mínimo.
Las autoridades siguen argumentando que existe el riesgo de que el actual gobierno sea derrocado y se produzca un "baño de sangre".
"Había un riesgo de un baño de sangre, de que Tiflis fuera dominado por el caos y luego, ¿qué hubiera sucedido con el resto del país?", se preguntó Guiga Bokeria, diputado cercano al presidente.
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