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MOSCU (AFP) — El presidente ruso Vladimir Putin debe dejar el poder en 2008, pero nadie en su país cree seriamente que se irá, viéndolo más bien como jefe de la mayoría parlamentaria, "líder de la Nación" o, por qué no, nuevamente en la jefatura del Estado.
Las conjeturas acerca de su futuro político abundan. "Putin alimenta en forma deliberada la ambigüedad para tener las manos libres, mientras no haya encontrado una buena salida. Esto pone a la élite nerviosa, que intenta adivinar, influir o anticipar" su decisión, comenta la analista Maria Lipman del centro Carnegie de Moscú.
En el poder desde 2000, el presidente ruso ha afirmado varias veces que no cambiará la Constitución, que le prohíbe postular por un tercer mandato consecutivo de cuatro años en marzo de 2008, pero también ha dicho que seguirá siendo "influyente".
El primero de octubre sorprendió al anunciar que dirigirá la lista del partido Rusia Unida en las legislativas del próximo domingo 2 de diciembre. "Putin es nuestro para siempre", dice entonces una broma popular, que parafrasea una famosa sentencia sobre el poeta Alexandr Pushkin "que es nuestro todo".
A partir de entonces, las manifestaciones y congresos se multiplican en todo el país para pedirle que se quede.
Muchos analistas creen que Putin se mantendrá a la cabeza de Rusia Unida, que propondrá el gabinete ministerial y el presidente. El partido tendrá también el poder de destituir al jefe del Estado si obtiene una mayoría de dos tercios en el Parlamento, cosa que puede ocurrir en vista de los sondeos.
"El centro del poder de desplazará del Kremlin a Rusia Unida, dirigida por Putin y que no será más un partido de burócratas sino una estructura poderosa con una suerte de Politburó con los puestos claves ocupados por gente del entorno del actual presidente", estima la socióloga Olga Krychtanovskaia, especialista de las elites rusas.
El punto débil de este escenario es que la Constitución garantiza muy amplios poderes al presidente, quien dirige la política internacional, controla el código nuclear y nombra los "siloviki", los que dirigen la Defensa, el Interior, los servicios secretos y la justicia.
La lealtad del futuro jefe del Estado no está pues garantizada. "Putin ha dado el ejemplo. Escuchó (a su predecesor, Boris) Yeltsin durante un año o dos, pero luego aplicó su política", recordó el líder del Partido Comunista ruso, Guennadi Ziuganov, entrevistado por la AFP.
Alexandr Shojin, jefe de la patronal rusa y allegado del presidente, evocó hace poco en una entrevista al semanario Itogui un mecanismo que, aprovechando una falla de la ley electoral, permitiría a Putin volverse a presentar sin necesidad de cambiar la Constitución.
Se trata de una renuncia antes del término de su mandato, la que no debe producirse sino cuando la fecha de la presidencial haya sido fijada y antes que la misma sea publicada en el diario oficial (o sea un plazo de cinco días), explicó Shojin.
La fecha de definitiva de la elección, el 2 de marzo, fue fijado el lunes por el Consejo de la Federación (cámara alta del Parlamento).
Fuera de esta ventana de tiro de cinco días, su partida del Kremlin sería considerada una dimisión pura y simple y la elección una presidencial anticipada. La ley le prohibiría en este caso volverse a presentar.
En caso de que el actual mandatario renunciase, la presidencia sería asumida interinamente por el primer ministro, hasta la realización de las elecciones presidenciales. Putin podría entonces volverse a presentar, respetando la Constitución, y si gana, tras haber estado en el llano unas semanas, no estaría iniciando un tercer mandato consecutivo.
Esta salida "es contraria al espíritu de la Constitución", comentó Viktor Sheinis, uno de los autores de la Ley fundamental, interrogado por la AFP.
Según él, una solución "más decente, examinada por el Kremlin", sería la elección en marzo de 2008 de un nuevo presidente que dimitiría unos meses después por razones de salud, lo que llevaría a convocar elecciones presidenciales anticipadas, en las que Putin volvería a presentarse.
Las conjeturas acerca de su futuro político abundan. "Putin alimenta en forma deliberada la ambigüedad para tener las manos libres, mientras no haya encontrado una buena salida. Esto pone a la élite nerviosa, que intenta adivinar, influir o anticipar" su decisión, comenta la analista Maria Lipman del centro Carnegie de Moscú.
En el poder desde 2000, el presidente ruso ha afirmado varias veces que no cambiará la Constitución, que le prohíbe postular por un tercer mandato consecutivo de cuatro años en marzo de 2008, pero también ha dicho que seguirá siendo "influyente".
El primero de octubre sorprendió al anunciar que dirigirá la lista del partido Rusia Unida en las legislativas del próximo domingo 2 de diciembre. "Putin es nuestro para siempre", dice entonces una broma popular, que parafrasea una famosa sentencia sobre el poeta Alexandr Pushkin "que es nuestro todo".
A partir de entonces, las manifestaciones y congresos se multiplican en todo el país para pedirle que se quede.
Muchos analistas creen que Putin se mantendrá a la cabeza de Rusia Unida, que propondrá el gabinete ministerial y el presidente. El partido tendrá también el poder de destituir al jefe del Estado si obtiene una mayoría de dos tercios en el Parlamento, cosa que puede ocurrir en vista de los sondeos.
"El centro del poder de desplazará del Kremlin a Rusia Unida, dirigida por Putin y que no será más un partido de burócratas sino una estructura poderosa con una suerte de Politburó con los puestos claves ocupados por gente del entorno del actual presidente", estima la socióloga Olga Krychtanovskaia, especialista de las elites rusas.
El punto débil de este escenario es que la Constitución garantiza muy amplios poderes al presidente, quien dirige la política internacional, controla el código nuclear y nombra los "siloviki", los que dirigen la Defensa, el Interior, los servicios secretos y la justicia.
La lealtad del futuro jefe del Estado no está pues garantizada. "Putin ha dado el ejemplo. Escuchó (a su predecesor, Boris) Yeltsin durante un año o dos, pero luego aplicó su política", recordó el líder del Partido Comunista ruso, Guennadi Ziuganov, entrevistado por la AFP.
Alexandr Shojin, jefe de la patronal rusa y allegado del presidente, evocó hace poco en una entrevista al semanario Itogui un mecanismo que, aprovechando una falla de la ley electoral, permitiría a Putin volverse a presentar sin necesidad de cambiar la Constitución.
Se trata de una renuncia antes del término de su mandato, la que no debe producirse sino cuando la fecha de la presidencial haya sido fijada y antes que la misma sea publicada en el diario oficial (o sea un plazo de cinco días), explicó Shojin.
La fecha de definitiva de la elección, el 2 de marzo, fue fijado el lunes por el Consejo de la Federación (cámara alta del Parlamento).
Fuera de esta ventana de tiro de cinco días, su partida del Kremlin sería considerada una dimisión pura y simple y la elección una presidencial anticipada. La ley le prohibiría en este caso volverse a presentar.
En caso de que el actual mandatario renunciase, la presidencia sería asumida interinamente por el primer ministro, hasta la realización de las elecciones presidenciales. Putin podría entonces volverse a presentar, respetando la Constitución, y si gana, tras haber estado en el llano unas semanas, no estaría iniciando un tercer mandato consecutivo.
Esta salida "es contraria al espíritu de la Constitución", comentó Viktor Sheinis, uno de los autores de la Ley fundamental, interrogado por la AFP.
Según él, una solución "más decente, examinada por el Kremlin", sería la elección en marzo de 2008 de un nuevo presidente que dimitiría unos meses después por razones de salud, lo que llevaría a convocar elecciones presidenciales anticipadas, en las que Putin volvería a presentarse.
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AFP/28/11/2007
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