Según el gobierno argentino, en su defensa, el aludido transportador, al que todos creíamos hasta ahora un agente de Chávez por los hechos antes mencionados, en realidad se habría tratado por el contrario de alguien que trabajaba para el gobierno norteamericano.
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Por Marcos Ghio
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La concepción conspirativa de la historia, por la cual se considera la existencia de otras fuerzas actuantes por detrás de los operadores manifiestos, que en otras épocas fuera patrimonio exclusivo del pensamiento tradicional y contrarrevolucionario, hoy en cambio se encuentra a la orden del día cuando se trata de juzgar respecto de ciertos hechos de resonancia. Así pues, en relación al tema de la famosa valija con 800.000 dólares que le fuera descubierta en vísperas de las elecciones a un empresario venezolano que vive en los EEUU, pero que viajaba en un avión de su país acompañando a un funcionario argentino, se han abierto una serie de suspicacias dando lugar a diferentes elucubraciones dignas de la mencionada tesis conspirativa ante las cuales los redactores de los famosos Protocolos de los Ancianos Sabios de Sión deberían sentirse sumamente menoscabados en su capacidad inventiva.
Así pues, a la primera e indubitable impresión causada por una concatenación de hechos concurrentes en el sentido de que se trataba de una operación del régimen de Chávez para favorecer a alguno de los tantos sectores que en el país lo respaldan, luego de que el gobierno norteamericano lograra que el incriminado transportador de billetes confesara que ese dinero era para la campaña electoral de la actual presidente y que hiciera público que un grupo de agentes del venezolano lo había intentado presionar para que no lo difundiera, en forma inmediata se ha acudido al auxilio de la tesis conspirativa para explicar el entuerto. Según el gobierno argentino, en su defensa, el aludido transportador, al que todos creíamos hasta ahora un agente de Chávez por los hechos antes mencionados, en realidad se habría tratado por el contrario de alguien que trabajaba para el gobierno norteamericano el que, mediante una operación sucia, intentaba incriminar a dos países y gobiernos que lo estarían perjudicando en su política internacional.
Fiel a tal perspectiva, el parlamento argentino se hizo eco de tal postura votando en forma mayoritaria un repudio a tal intromisión política por lo que se establecía que en realidad ese dinero ilegal había sido plantado a propósito por los EEUU para ensuciar la reputación sea de Venezuela como de la Argentina. Amén de lo descabellada que a todas luces pueda resultarnos tal versión podríamos decir que hoy en día nuestra clase política oficialista y opositora discrepa simplemente por el hecho de determinar si el aludido Antonini, es decir el accidentalmente descubierto transportador de billetes, es en verdad un agente de Venezuela o de los EEUU. Nosotros, que venimos de una escuela que ha practicado por mucho tiempo la visión conspirativa de la historia, mucho antes de que nuestros liberales y marxistas la descubrieran y aplicaran con fines oportunistas, consideramos que puede existir también una tercera posibilidad. Que en realidad se haya tratado de alguien que, en vez de trabajar para un solo país, lo hubiera hecho para los dos al mismo tiempo puesto que desde nuestro punto de vista no discrepan en lo sustancial los intereses de las dos naciones que hubieran podido contratar sus servicios.
Nuestros montoneros, hoy en el parlamento, quienes han otorgado fundamentos a tal condena aludida, nos acaban de explicar que la maniobra se habría hecho porque se quiere sabotear el progreso de ese gran organismo antinorteamericano que hoy pretende consolidarse en Sudamérica a través del MERCOSUR ya que, según ellos, EEUU vería en el mismo un gran obstáculo para su dominio pleno en nuestro continente. Esto sería tan absurdo como decir que la Unión Europea, que previamente fue Mercado Común Europeo del mismo modo que nuestro Mercosur, no fue querida desde sus mismos inicios por los norteamericanos o también que el incremento del valor del euro es un peligro para la estabilidad de tal país mucho mayor de lo que pueda serlo la resistencia de los talibanes en Afganistán o de Al Qaeda en Irak. O también que el hecho de que Japón se haya convertido en un país competitivo significaría que estaría llevando por otro plano más exitoso aquel antagonismo que a mediados del pasado siglo le fuera desfavorable en un plano militar. Afirmar todo esto, tal como suele hacer el marxismo para el cual, del mismo modo que para el liberalismo, es la mera circunstancia del predominio económico lo que universalmente buscan los hombres y las naciones, es desconocer la naturaleza propia y esencial de los EEUU. Dicho país más que una simple nación que pretende dominar a otra a través de su poderío material es una civilización para la cual mucho más importante que el control del cuerpo es hacerlo con el alma de las diferentes comunidades. Todo lo dicho se basa en una concepción contrastante. Para el pensamiento tradicional a diferencia de las distintas versiones de la modernidad, son los principios y la concepción del mundo que se posea lo que determina en última instancia las acciones de los hombres y no los meros intereses. Que sea el Mercado y no principios espirituales y superiores, tal como ha sido el caso del MERCOSUR y como lo fuera con Europa antes, lo que determina que los pueblos se encuentren unidos, esto es lo esencial para tal civilización para la cual debe ser la economía el destino de todos los gobiernos y no principios trascendentes. Un mundo competitivo y de “mercados” que determine la organización de las diferentes comunidades ésta es pues la meta de la civilización norteamericana. Meta que es por supuesto compartida sea por Bush, como por Sarkozy, por Putin, por Chávez y los Kirchner.
El señor Antonini quien además de ser empresario chavista reconocido, vive en los EEUU, manifiesta en su persona esta coincidencia íntima en los objetivos. Por ello bien puede ser agente de ambos. De ser cierto lo que nos dice el régimen kirchnerista que el mismo fue un instrumento que a propósito trajo una suma de dinero para incriminar a tal gobierno ello puede significar también que a éste le conviene que el mismo, tal como también el Sr. Chávez, sean visualizados como sus enemigos. Es decir, en enemigos funcionales partícipes de su misma concepción del mundo que, mientras declaman proclamas antinorteamericanas, le venden a tal país su petróleo, hacen acopio de dólares sosteniendo su moneda y practican la economía de mercado que es su filosofía esencial. A diferencia de todos ellos, su verdadero enemigo, al cual obviamente no se le realizará una operación similar, sino de otro tipo a través de diferentes personeros que se han cansado de negarlo en su existencia, pretende destruirlo en su fundamento.
Así pues, a la primera e indubitable impresión causada por una concatenación de hechos concurrentes en el sentido de que se trataba de una operación del régimen de Chávez para favorecer a alguno de los tantos sectores que en el país lo respaldan, luego de que el gobierno norteamericano lograra que el incriminado transportador de billetes confesara que ese dinero era para la campaña electoral de la actual presidente y que hiciera público que un grupo de agentes del venezolano lo había intentado presionar para que no lo difundiera, en forma inmediata se ha acudido al auxilio de la tesis conspirativa para explicar el entuerto. Según el gobierno argentino, en su defensa, el aludido transportador, al que todos creíamos hasta ahora un agente de Chávez por los hechos antes mencionados, en realidad se habría tratado por el contrario de alguien que trabajaba para el gobierno norteamericano el que, mediante una operación sucia, intentaba incriminar a dos países y gobiernos que lo estarían perjudicando en su política internacional.
Fiel a tal perspectiva, el parlamento argentino se hizo eco de tal postura votando en forma mayoritaria un repudio a tal intromisión política por lo que se establecía que en realidad ese dinero ilegal había sido plantado a propósito por los EEUU para ensuciar la reputación sea de Venezuela como de la Argentina. Amén de lo descabellada que a todas luces pueda resultarnos tal versión podríamos decir que hoy en día nuestra clase política oficialista y opositora discrepa simplemente por el hecho de determinar si el aludido Antonini, es decir el accidentalmente descubierto transportador de billetes, es en verdad un agente de Venezuela o de los EEUU. Nosotros, que venimos de una escuela que ha practicado por mucho tiempo la visión conspirativa de la historia, mucho antes de que nuestros liberales y marxistas la descubrieran y aplicaran con fines oportunistas, consideramos que puede existir también una tercera posibilidad. Que en realidad se haya tratado de alguien que, en vez de trabajar para un solo país, lo hubiera hecho para los dos al mismo tiempo puesto que desde nuestro punto de vista no discrepan en lo sustancial los intereses de las dos naciones que hubieran podido contratar sus servicios.
Nuestros montoneros, hoy en el parlamento, quienes han otorgado fundamentos a tal condena aludida, nos acaban de explicar que la maniobra se habría hecho porque se quiere sabotear el progreso de ese gran organismo antinorteamericano que hoy pretende consolidarse en Sudamérica a través del MERCOSUR ya que, según ellos, EEUU vería en el mismo un gran obstáculo para su dominio pleno en nuestro continente. Esto sería tan absurdo como decir que la Unión Europea, que previamente fue Mercado Común Europeo del mismo modo que nuestro Mercosur, no fue querida desde sus mismos inicios por los norteamericanos o también que el incremento del valor del euro es un peligro para la estabilidad de tal país mucho mayor de lo que pueda serlo la resistencia de los talibanes en Afganistán o de Al Qaeda en Irak. O también que el hecho de que Japón se haya convertido en un país competitivo significaría que estaría llevando por otro plano más exitoso aquel antagonismo que a mediados del pasado siglo le fuera desfavorable en un plano militar. Afirmar todo esto, tal como suele hacer el marxismo para el cual, del mismo modo que para el liberalismo, es la mera circunstancia del predominio económico lo que universalmente buscan los hombres y las naciones, es desconocer la naturaleza propia y esencial de los EEUU. Dicho país más que una simple nación que pretende dominar a otra a través de su poderío material es una civilización para la cual mucho más importante que el control del cuerpo es hacerlo con el alma de las diferentes comunidades. Todo lo dicho se basa en una concepción contrastante. Para el pensamiento tradicional a diferencia de las distintas versiones de la modernidad, son los principios y la concepción del mundo que se posea lo que determina en última instancia las acciones de los hombres y no los meros intereses. Que sea el Mercado y no principios espirituales y superiores, tal como ha sido el caso del MERCOSUR y como lo fuera con Europa antes, lo que determina que los pueblos se encuentren unidos, esto es lo esencial para tal civilización para la cual debe ser la economía el destino de todos los gobiernos y no principios trascendentes. Un mundo competitivo y de “mercados” que determine la organización de las diferentes comunidades ésta es pues la meta de la civilización norteamericana. Meta que es por supuesto compartida sea por Bush, como por Sarkozy, por Putin, por Chávez y los Kirchner.
El señor Antonini quien además de ser empresario chavista reconocido, vive en los EEUU, manifiesta en su persona esta coincidencia íntima en los objetivos. Por ello bien puede ser agente de ambos. De ser cierto lo que nos dice el régimen kirchnerista que el mismo fue un instrumento que a propósito trajo una suma de dinero para incriminar a tal gobierno ello puede significar también que a éste le conviene que el mismo, tal como también el Sr. Chávez, sean visualizados como sus enemigos. Es decir, en enemigos funcionales partícipes de su misma concepción del mundo que, mientras declaman proclamas antinorteamericanas, le venden a tal país su petróleo, hacen acopio de dólares sosteniendo su moneda y practican la economía de mercado que es su filosofía esencial. A diferencia de todos ellos, su verdadero enemigo, al cual obviamente no se le realizará una operación similar, sino de otro tipo a través de diferentes personeros que se han cansado de negarlo en su existencia, pretende destruirlo en su fundamento.
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(1). No acepta su concepción secular del Estado y de la existencia, no cree en el “mercado” como ámbito de unión entre las personas, no le vende petróleo sino que le destruye sus oleoductos. A diferencia de los que cotidianamente amenazan con no aceptar más su moneda, pero siguen diariamente acopiándola, en estos días le proclamará una fatwa (mensaje de guerra condenatorio) a la misma. (2)
1) Nos referimos aquí a todos aquellos publicistas y políticos de diferentes sectores que han escrito obras enteras o emitido declaraciones manifestando que Al Qaeda y los Talibanes son agentes de los norteamericanos, no así ellos. Tales como Chávez, Graziano, Fidel Castro, Meyssan, Salbuchi, Petrosino, Alonso, etc.
2) Véase el artículo del día de la fecha del Daily Times titulado Al Qaeda declarará una fatwa contra el dólar.
Un envío del Centro de Estudios Evolianos
(1). No acepta su concepción secular del Estado y de la existencia, no cree en el “mercado” como ámbito de unión entre las personas, no le vende petróleo sino que le destruye sus oleoductos. A diferencia de los que cotidianamente amenazan con no aceptar más su moneda, pero siguen diariamente acopiándola, en estos días le proclamará una fatwa (mensaje de guerra condenatorio) a la misma. (2)
1) Nos referimos aquí a todos aquellos publicistas y políticos de diferentes sectores que han escrito obras enteras o emitido declaraciones manifestando que Al Qaeda y los Talibanes son agentes de los norteamericanos, no así ellos. Tales como Chávez, Graziano, Fidel Castro, Meyssan, Salbuchi, Petrosino, Alonso, etc.
2) Véase el artículo del día de la fecha del Daily Times titulado Al Qaeda declarará una fatwa contra el dólar.
Un envío del Centro de Estudios Evolianos
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Política y Desarrollo - Argentina/22/12/2007
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