En el segundo piso de un edificio tradicional tailandés de la Universidad de Chulalongkorn, situada en pleno centro de Bangkok (Tailandia), se ve una estatua del filósofo chino Confucio (-551, -479) a la entrada de una oficina de más de 150 metros cuadrados. Sobre la estatua un letrero que reza: "Instituto Confucio". En la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, el Instituto Confucio está asentado en el centro del complejo universitario, en una construcción de estilo europeo. El Instituto Confucio constituye el organismo de difusión de la cultura china con un desarrollo más veloz en el extranjero. Con el estudio de la lengua como piedra angular y cursos de iniciación a la cultura china como complemento, esta institución trabaja para que el mundo conozca mejor la realidad del país asiático.
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EL GRAN DESCONOCIDO
Debido a diferentes motivos, la cultura china sigue siendo una gran desconocida en el mundo, incluso en las regiones más cercanas. "El Sudeste Asiático, por ejemplo, está unido territorialmente a China, sin embargo, en muchos aspectos existen grandes diferencias", afirma el director chino del centro del Instituto Confucio de la Universidad de Chulalongkorn, Fu Zengyou. El sinólogo y traductor M. Chimedseyi, director del centro del Instituto Confucio de la Universidad Nacional de Mongolia en Ulan Bator es autor de la traducción de las Analectas al mongol. El libro no sólo figuró entre los más vendidos en 2005, sino que además va ya por la cuarta edición. El traductor reconoce que, debido a la proximidad geográfica y a cuestiones históricas, el pueblo mongol conoce la existencia de Confucio, aunque subraya que cuando se trata de los contenidos de sus enseñanzas y de la cultura confuciana tradicional, las lagunas son todavía considerables. En regiones distantes como América, Africa o Europa, el conocimiento es aún menor, e incluso, a veces, anclado en el pasado. Kang Yiqing, director ejecutivo del centro del Instituto Confucio en Hamburgo (Alemania), relata como "la imagen que los alemanes tienen de China es la de hace veinte años, con hombres y mujeres vestidos de azul y gris". "Con una imagen como ésta, ¿cómo pueden llegar a conocer la cultura china?", se pregunta. El director del centro de Maryland, Liu Quansheng, estadounidense de origen chino, ha enseñado en esta universidad durante treinta años. Destaca que los estadounidenses que han visitado China se encuentran con un panorama muy diferente del que habían imaginado. Liu achaca esta deficiencia, en parte, a las películas chinas que entran en el mercado estadounidense y reconoce que el conocimiento de China es ahora mucho mayor que hace una década y va más allá de lo que narran las cintas de Zhang Yimou. La incógnita de China en el resto del mundo responde a diversos motivos. Por una parte la lejanía geográfica, pero además de ésta hay que añadir la interrupción del diálogo cultural debido a razones políticas, la escasa amplitud de miras de los medios de comunicación occidentales o el hecho de que la influencia política y económica de China en el pasado no era demasiado significativa. El centro del Instituto Confucio en México no sólo fue el primero de este país, sino además el precursor en toda América Latina. Su director, Tan Yi se encontraba dentro del primer grupo de estudiantes chinos que viajó a México, donde ha vivido durante más de veinte años. "La cultura china es una gran desconocida en México, podríamos decir que prácticamente no se conoce nada. No es de extrañar, dada la distancia geográfica", indica, y reconoce que tampoco en China se tiene una idea de México que concuerde con la realidad. "En China todavía se cree que los mexicanos llevan sombrero de paja y se pasan el día ociosos y tocando la guitarra", afirma. Además de la distancia geográfica, Tan destaca que durante mucho tiempo las iniciativas para hacer conocer la cultura china en México han sido insuficientes. Por su parte, Kang Yiqing, director del centro de Hamburgo, lo atribuye a la influencia de los medios de comunicación occidentales y su univocidad, y añade que muy pocos alemanes tienen la oportunidad de viajar a China y que aquellos que no albergan cierto interés por Oriente no conocen absolutamente nada de este país asiático. En Tailandia existe un gran número de descendientes chinos, hasta tal punto que se podría decir que corre sangre china en todos los estratos sociales. Es el caso de Ke Weizhi y Cai Suping, dos de los profesores del centro del Instituto Confucio en Bangkok. Antes de que China y Tailandia normalizaran sus relaciones diplomáticas, existió un margen de tiempo durante el cual las autoridades tailandesas cerraron los colegios y periódicos de emigrantes chinos, e incluso prohibieron el estudio de la lengua china. Cai Suping recuerda que cuando era pequeña, aprovechaba el tiempo libre que le dejaban las clases para estudiar con un profesor chino, de modo que cuando en 1984 ingresó en el Departamento de Sinología de la Universidad de Chulalongkorn, nueve años después de que se hubieran establecido los vínculos diplomáticos, la clase estaba formada por sólo cinco alumnos. Un trabajador del Centro de Sinología de la Universidad de Stellenbosh, en Sudáfrica destaca la distancia geográfica, la falta de intercambios históricos y la consecuente falta de interés de los africanos por China. En realidad, el desconocimiento se puede achacar en parte a la escasa influencia política y económica de la que China gozaba en el pasado, afirma, y añade que en el momento en el que un país consigue esta influencia, puede hacer brillar su cultura. La mejor manera de dar a conocer una cultura es a través de su lengua, por lo que el centro trabaja enseñando el idioma chino para lograr que los estudiantes conozcan mejor las culturas china y oriental.(Xinhua)
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Pueblo en linea - China/18/12/2007
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