Hong Kong está demostrando ser, tal y como se preveía, de gran importancia para China y para sus crecientes ambiciones económicas y geopolíticas. Además de destacar por su histórico dinamismo financiero y productivo, la ciudad, que desde hace diez años vuelve a estar bajo soberanía china, ocupa una posición estratégica importante. El esquema político interno adquiere forma lentamente tras las elecciones por distritos del pasado 18 de noviembre, en espera de las elecciones parlamentarias del 2008.
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Michele Tempera
Michele Tempera
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La evolución político institucional de Hong Kong ha adquirido connotaciones precisas, las cuales, aunque no son del todo definitivas, comienzan a dibujar el contexto geopolítico que caracterizará a la metrópoli a corto plazo. A las novedades surgidas durante los festejos organizados para celebrar los diez años de la restitución de Hong Kong a China por parte de Inglaterra (Véase: China: El difícil equilibrio de Hong Kong entre pasado, presente y futuro) se unieron los resultados de las elecciones por distritos celebradas el 18 de noviembre. Las parcial, cauta y reciente apertura por parte del presidente chino Hu Jintao al futuro democrático de la ciudad ha estado constantemente acompañada de la férrea intención, declarada públicamente, de afianzar la soberanía china en el territorio de Hong Kong.En el marco de una impresionante modernización económica, social y productiva, el Ejecutivo chino considera inoportuno e inconveniente imponer por la fuerza su modelo económico, en el que el Estado posee un papel principal. De hecho, Hong Kong posee una estructura financiera y una serie de tradiciones económicas radicalmente diferentes a las del gigante asiático. Por ello, Pekín está optando por dejar que las formas capitalistas que Hong Kong heredó de la colonización inglesa, se expandan y contribuyan al crecimiento productivo y financiero chino. Sin embargo, es esencial que los dirigentes de la República Popular mantengan a la metrópoli bajo vigilancia y control político institucional, con el objetivo de guiar a su favor su potencial tanto económico como geográfico-estratégico. Bajo este punto de vista, son comprensibles las concesiones dadas a la población de Hong Kong por parte de Pekín, por medio de las cuales se le ha concedido un mayor peso decisorio en el nombramiento de los poderes administrativos, legislativos y ejecutivos. Estas parciales y eventuales modificaciones democráticas del sistema electoral de Hong Kong no serán de momento significativas, al menos a corto plazo.
La evolución político institucional de Hong Kong ha adquirido connotaciones precisas, las cuales, aunque no son del todo definitivas, comienzan a dibujar el contexto geopolítico que caracterizará a la metrópoli a corto plazo. A las novedades surgidas durante los festejos organizados para celebrar los diez años de la restitución de Hong Kong a China por parte de Inglaterra (Véase: China: El difícil equilibrio de Hong Kong entre pasado, presente y futuro) se unieron los resultados de las elecciones por distritos celebradas el 18 de noviembre. Las parcial, cauta y reciente apertura por parte del presidente chino Hu Jintao al futuro democrático de la ciudad ha estado constantemente acompañada de la férrea intención, declarada públicamente, de afianzar la soberanía china en el territorio de Hong Kong.En el marco de una impresionante modernización económica, social y productiva, el Ejecutivo chino considera inoportuno e inconveniente imponer por la fuerza su modelo económico, en el que el Estado posee un papel principal. De hecho, Hong Kong posee una estructura financiera y una serie de tradiciones económicas radicalmente diferentes a las del gigante asiático. Por ello, Pekín está optando por dejar que las formas capitalistas que Hong Kong heredó de la colonización inglesa, se expandan y contribuyan al crecimiento productivo y financiero chino. Sin embargo, es esencial que los dirigentes de la República Popular mantengan a la metrópoli bajo vigilancia y control político institucional, con el objetivo de guiar a su favor su potencial tanto económico como geográfico-estratégico. Bajo este punto de vista, son comprensibles las concesiones dadas a la población de Hong Kong por parte de Pekín, por medio de las cuales se le ha concedido un mayor peso decisorio en el nombramiento de los poderes administrativos, legislativos y ejecutivos. Estas parciales y eventuales modificaciones democráticas del sistema electoral de Hong Kong no serán de momento significativas, al menos a corto plazo.
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La reciente evolución política interna y sus consecuencias
A diferencia de los altos cargos políticos de Hong Kong, nombrados directamente por Pekín, los distritos pueden elegir a la mitad de sus representantes, mientras que la otra mitad es nombrada por el Gobierno chino. El Consejo comprende 364 escaños. En la lucha electoral se enfrentaban las dos tendencias político-institucionales más importantes. Por un lado, los partidos pro-chinos aunados en la Alianza Democrática para la Mejora y el Progreso de Hong Kong, liderada por Donald Tsang, recién llegado al poder junto con su Ejecutivo. Éstos gozan del apoyo material de Pekín e insisten en que la situación actual se modifique de manera radical. Este grupo político podía utilizar los buenos resultados económicos obtenidos en los últimos años para conseguir el apoyo de la población. Además, cuenta a su favor con una buena organización logística conjunta y con un ambiente ideal para las operaciones productivas y de inversiones en las empresas locales y extranjeras, lo que le ha dado argumentos válidos para lograr la permanencia de representantes chinos en la cúpula política de la metrópoli. Al otro lado del entramado político se sitúa el Partido Democrático, que trabaja para conseguir profundas reformas democráticas capaces de garantizar plenos derechos políticos y civiles al pueblo de Hong Kong. Su propuesta, contraria al control institucional chino, incluía la obtención del derecho de los ciudadanos a elegir libremente al líder del Ejecutivo y al Parlamento local, un derecho que quería conseguir a través de reformas graduales, cuya finalización se preveía en el 2012.Los tres millones de electores apoyaron a la formación más cercana a Pekín, otorgándoles 115 escaños. El éxito para la Alianza Democrática fue total al conseguir doblar su número de parlamentarios con respecto al 2003. La caída del Partido Democrático también ha sido importante, habiendo conseguido 30 escaños menos que los 90 adquiridos en 2003. Teniendo en cuenta que la mitad del Parlamento es nombrado desde Pekín, China puede contar ahora con una mayoría aplastante en el Consejo de Distritos de la ciudad. Sin embargo, la importancia de este episodio no radica tanto en el poder (escaso) que ostenta este órgano local, sino en la elección tomada por los habitantes, que parecen perfectamente conscientes de su vínculo presente y futuro con Pekín. Aquellos que anunciaban el despertar de una conciencia democrática y la voluntad de rebelarse contra el dominio chino en Hong Kong, se han visto desacreditados. Lo que ha sucedido ha sido todo lo contrario, esto es, que ha sido sancionado el deseo de estabilidad institucional y económica de la población, que ha intuido las posibilidades de desarrollo ofrecidas por China, obteniendo así una posición privilegiada en sus relaciones con las autoridades centrales del gran país asiático. De los resultados electorales también aflora la superación, por parte de los ciudadanos, del temor, casi obsesivo en los últimos años, de una amplia limitación del libre mercado de Hong Kong por parte de los chinos. Sin embargo, a pesar de las enormes restricciones a la vida política de la ciudad, la República Popular ha demostrado su intención de no condicionar ni de manera despótica ni centralizadora, la economía de Hong Kong, dejando espacio al sistema mercantil y asegurando así a los ciudadanos y a los operadores económicos el futuro productivo y financiero local. Por tanto, el movimiento por la democracia surgido en Hong Kong ha experimentado en los últimos años un debilitamiento que ha quedado reflejado en las urnas. Además se ha producido un sensible descenso de la frecuencia, participación e intensidad de las manifestaciones organizadas por el Partido Democrático (DP) dirigidas a presionar a las autoridades y obligarlas a realizar reformas democráticas, rápidas y efectivas. Esta circunstancia repercutirá inevitablemente en una importantísima cita electoral que la metrópoli espera: las elecciones legislativas de 2008. Mientras los militantes del DP ven frustrados sus propios esfuerzos por reconstruir un movimiento grande y sólido con capacidad para oponerse a Pekín, la coalición pro-china está actuando claramente para tratar de hacerse con el dominio completo político-institucional. Todo ello es el resultado de la estrategia china dirigida a afianzar la soberanía política sobre Hong Kong.
La reciente evolución política interna y sus consecuencias
A diferencia de los altos cargos políticos de Hong Kong, nombrados directamente por Pekín, los distritos pueden elegir a la mitad de sus representantes, mientras que la otra mitad es nombrada por el Gobierno chino. El Consejo comprende 364 escaños. En la lucha electoral se enfrentaban las dos tendencias político-institucionales más importantes. Por un lado, los partidos pro-chinos aunados en la Alianza Democrática para la Mejora y el Progreso de Hong Kong, liderada por Donald Tsang, recién llegado al poder junto con su Ejecutivo. Éstos gozan del apoyo material de Pekín e insisten en que la situación actual se modifique de manera radical. Este grupo político podía utilizar los buenos resultados económicos obtenidos en los últimos años para conseguir el apoyo de la población. Además, cuenta a su favor con una buena organización logística conjunta y con un ambiente ideal para las operaciones productivas y de inversiones en las empresas locales y extranjeras, lo que le ha dado argumentos válidos para lograr la permanencia de representantes chinos en la cúpula política de la metrópoli. Al otro lado del entramado político se sitúa el Partido Democrático, que trabaja para conseguir profundas reformas democráticas capaces de garantizar plenos derechos políticos y civiles al pueblo de Hong Kong. Su propuesta, contraria al control institucional chino, incluía la obtención del derecho de los ciudadanos a elegir libremente al líder del Ejecutivo y al Parlamento local, un derecho que quería conseguir a través de reformas graduales, cuya finalización se preveía en el 2012.Los tres millones de electores apoyaron a la formación más cercana a Pekín, otorgándoles 115 escaños. El éxito para la Alianza Democrática fue total al conseguir doblar su número de parlamentarios con respecto al 2003. La caída del Partido Democrático también ha sido importante, habiendo conseguido 30 escaños menos que los 90 adquiridos en 2003. Teniendo en cuenta que la mitad del Parlamento es nombrado desde Pekín, China puede contar ahora con una mayoría aplastante en el Consejo de Distritos de la ciudad. Sin embargo, la importancia de este episodio no radica tanto en el poder (escaso) que ostenta este órgano local, sino en la elección tomada por los habitantes, que parecen perfectamente conscientes de su vínculo presente y futuro con Pekín. Aquellos que anunciaban el despertar de una conciencia democrática y la voluntad de rebelarse contra el dominio chino en Hong Kong, se han visto desacreditados. Lo que ha sucedido ha sido todo lo contrario, esto es, que ha sido sancionado el deseo de estabilidad institucional y económica de la población, que ha intuido las posibilidades de desarrollo ofrecidas por China, obteniendo así una posición privilegiada en sus relaciones con las autoridades centrales del gran país asiático. De los resultados electorales también aflora la superación, por parte de los ciudadanos, del temor, casi obsesivo en los últimos años, de una amplia limitación del libre mercado de Hong Kong por parte de los chinos. Sin embargo, a pesar de las enormes restricciones a la vida política de la ciudad, la República Popular ha demostrado su intención de no condicionar ni de manera despótica ni centralizadora, la economía de Hong Kong, dejando espacio al sistema mercantil y asegurando así a los ciudadanos y a los operadores económicos el futuro productivo y financiero local. Por tanto, el movimiento por la democracia surgido en Hong Kong ha experimentado en los últimos años un debilitamiento que ha quedado reflejado en las urnas. Además se ha producido un sensible descenso de la frecuencia, participación e intensidad de las manifestaciones organizadas por el Partido Democrático (DP) dirigidas a presionar a las autoridades y obligarlas a realizar reformas democráticas, rápidas y efectivas. Esta circunstancia repercutirá inevitablemente en una importantísima cita electoral que la metrópoli espera: las elecciones legislativas de 2008. Mientras los militantes del DP ven frustrados sus propios esfuerzos por reconstruir un movimiento grande y sólido con capacidad para oponerse a Pekín, la coalición pro-china está actuando claramente para tratar de hacerse con el dominio completo político-institucional. Todo ello es el resultado de la estrategia china dirigida a afianzar la soberanía política sobre Hong Kong.
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El papel estratégico de Hong Kong
China considera que el control de Hong Kong es imprescindible no sólo por su importancia económica-financiera a nivel internacional, sino también por su posición geográfica. En efecto, la metrópoli se extiende a lo largo de toda la costa china meridional hasta alcanzar el sureste asiático. En virtud de su importancia económica-productiva, Hong Kong se sitúa en el centro de las rutas comerciales en las que participan las naciones de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), así como China y Japón. Además, la ciudad constituye una meta para las naves comerciales, civiles y militares provenientes de todo el mundo. Partiendo de estas premisas, se entiende la importancia que posee el control de Hong Kong, así como la conveniencia de aprovechar sus muchas posibilidades con la intención de conseguir ventajas estratégicas y geopolíticas.Un ejemplo claro, aunque puramente simbólico, de la importancia que tiene para China la posesión del enclave de Hong Kong viene representado por el rechazo al atraque de una nave americana el 20 de noviembre de 2007. Más allá de las particularidades técnicas de este episodio es preciso subrayar el significado geopolítico que éste tuvo. Por otro lado, gracias a Hong Kong, China posee un elemento importantísimo de cara a su conversión en gran potencia continental e incluso mundial. En este sentido, el rechazo de la nave americana representa una señal inequívoca para Estados Unidos de la escalada geopolítica china. Pekín ha puesto en evidencia ante Washington que, además de estar en condiciones de responder a las ofensivas diplomáticas estadounidenses (por ejemplo, la recepción del Dalai Lama), no ve con buenos ojos la presencia de la flota americana en una área que ha pasado ya a formar parte de la esfera de influencia asiática de China. El resultado de todo ello es una transformación fundamental en materia de geopolítica mundial: al mismo tiempo que Estados Unidos se está viendo obligado a retroceder en Asia y a disminuir su presencia político-militar en el área, la República Popular China está consiguiendo ampliar sensiblemente su propio radio de acción, así como su capacidad de influir en el destino político-estratégico de la región.
El papel estratégico de Hong Kong
China considera que el control de Hong Kong es imprescindible no sólo por su importancia económica-financiera a nivel internacional, sino también por su posición geográfica. En efecto, la metrópoli se extiende a lo largo de toda la costa china meridional hasta alcanzar el sureste asiático. En virtud de su importancia económica-productiva, Hong Kong se sitúa en el centro de las rutas comerciales en las que participan las naciones de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), así como China y Japón. Además, la ciudad constituye una meta para las naves comerciales, civiles y militares provenientes de todo el mundo. Partiendo de estas premisas, se entiende la importancia que posee el control de Hong Kong, así como la conveniencia de aprovechar sus muchas posibilidades con la intención de conseguir ventajas estratégicas y geopolíticas.Un ejemplo claro, aunque puramente simbólico, de la importancia que tiene para China la posesión del enclave de Hong Kong viene representado por el rechazo al atraque de una nave americana el 20 de noviembre de 2007. Más allá de las particularidades técnicas de este episodio es preciso subrayar el significado geopolítico que éste tuvo. Por otro lado, gracias a Hong Kong, China posee un elemento importantísimo de cara a su conversión en gran potencia continental e incluso mundial. En este sentido, el rechazo de la nave americana representa una señal inequívoca para Estados Unidos de la escalada geopolítica china. Pekín ha puesto en evidencia ante Washington que, además de estar en condiciones de responder a las ofensivas diplomáticas estadounidenses (por ejemplo, la recepción del Dalai Lama), no ve con buenos ojos la presencia de la flota americana en una área que ha pasado ya a formar parte de la esfera de influencia asiática de China. El resultado de todo ello es una transformación fundamental en materia de geopolítica mundial: al mismo tiempo que Estados Unidos se está viendo obligado a retroceder en Asia y a disminuir su presencia político-militar en el área, la República Popular China está consiguiendo ampliar sensiblemente su propio radio de acción, así como su capacidad de influir en el destino político-estratégico de la región.
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Conclusiones
China se encuentra en un periodo de veloz y consistente expansión económica-comercial. La primera consecuencia de este desarrollo es el inexorable aumento de las posibilidades geopolíticas a su disposición. Pekín está llevando a cabo enormes progresos a nivel político-económico y de cara a la jerarquía internacional, tratando de limitar cada vez más la influencia estadounidense en Asia. Gracias al dominio de Hong Kong, la República Popular China posee medios suplementarios para alcanzar su ya mencionado objetivo. Desde esta perspectiva, el clima político institucional que se respira en la ciudad, favorable a la prolongación de la estrecha relación económico-estratégica con China, adquiere gran importancia en la escalada político comercial china y en el equilibrio general de los poderes en la región.
Conclusiones
China se encuentra en un periodo de veloz y consistente expansión económica-comercial. La primera consecuencia de este desarrollo es el inexorable aumento de las posibilidades geopolíticas a su disposición. Pekín está llevando a cabo enormes progresos a nivel político-económico y de cara a la jerarquía internacional, tratando de limitar cada vez más la influencia estadounidense en Asia. Gracias al dominio de Hong Kong, la República Popular China posee medios suplementarios para alcanzar su ya mencionado objetivo. Desde esta perspectiva, el clima político institucional que se respira en la ciudad, favorable a la prolongación de la estrecha relación económico-estratégica con China, adquiere gran importancia en la escalada político comercial china y en el equilibrio general de los poderes en la región.
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Traducción de Paula Martos Ardid y Diana Quintero Rodríguez
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China: las relaciones con los países de Asia Central
China – EEUU: las disputas comerciales ponen a prueba el Diálogo Económico Estratégico
China: resultado del XVII Congreso Nacional
China: aumento del la inflación y sobrecalentamiento de la economía
China: la disuasión nuclear
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Equilibri.net - Italy/19/12/2007
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