Los gobernantes de las potencias que acompañaron a Bush a invadir Afganistán e Iraq ya habían salido del poder. La excepción era John Howard
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ARNALDO MUSA
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Ni las promesas de continuar el "boom" económico, ni el ofrecimiento de grandes recortes tributarios, ni la intensificación de campañas mediáticas donde se glorificaba la actuación de su país en las agresiones militares de Estados Unidos, lograron impedir la derrota de John Howard y de la coalición conservadora en el poder durante 11 años en Australia.
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La victoria del laborista Kevin Rudd puso fin a 11 años de gobierno conservador.
La victoria del laborista Kevin Rudd puso fin a 11 años de gobierno conservador.
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Más que una victoria de la oposición, hay que subrayar el revés del régimen que demostró fehacientemente que ha sido el más reaccionario en la historia de la Isla-Continente.
Más que una victoria de la oposición, hay que subrayar el revés del régimen que demostró fehacientemente que ha sido el más reaccionario en la historia de la Isla-Continente.
Desde un análisis político plano, sin matices, se pudiera decir que los australianos votaron por un cambio generacional y las promesas del triunfante Kevin Rudd y su Partido Laborista Australiano de retirar las tropas de Iraq y firmar el Protocolo de Kyoto, lo cual, sin dudas, representa también una gran derrota para la administración estadounidense. También se comprometió en lo interno a eliminar polémicas leyes laborales y la crisis de la vivienda, así como revolucionar la educación.
Además de que por primera vez en la historia los laboristas dirigirán los nueve gobiernos a nivel federal, estatal y territorial, Howard fue vencido en su circunscripción de Bennelong, cerca de Sydney, por la periodista Maxine McKew. Es la segunda ocasión en que un primer ministro australiano pierde su escaño en unas elecciones en 106 años de historia de Gobierno federal; el primero había sido Stanley Bruce, en 1929.
Sin dudas, la madurez política mostrada por los australianos en estos comicios primó sobre una salud económica probada, una tasa de desempleo en un nivel bajo (4,3% en octubre) y un crecimiento estable.
Además de que por primera vez en la historia los laboristas dirigirán los nueve gobiernos a nivel federal, estatal y territorial, Howard fue vencido en su circunscripción de Bennelong, cerca de Sydney, por la periodista Maxine McKew. Es la segunda ocasión en que un primer ministro australiano pierde su escaño en unas elecciones en 106 años de historia de Gobierno federal; el primero había sido Stanley Bruce, en 1929.
Sin dudas, la madurez política mostrada por los australianos en estos comicios primó sobre una salud económica probada, una tasa de desempleo en un nivel bajo (4,3% en octubre) y un crecimiento estable.
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NOTORIEDAD DE HOWARD
Comprometido a seguir la senda trazada por el presidente Bush, el hoy derrotado dirigente australiano se aprovechó en sus años de gobernante para acoger bases norteamericanas, dotar con armas sofisticadas a las fuerzas armadas e introducir tropas en varias islas del Pacífico.
"Imperialismo de bolsillo" calificó nuestro canciller, Felipe Pérez Roque, al papel que le tocó desempeñar a Australia durante el mandato del hoy vencido Howard, cuando el pasado año trató de librar al imperio de la resolución cubana de condena al bloqueo estadounidense contra la Isla.
Desde el 2003, Howard intensificó los pasos de Canberra en el respaldo a la política hegemónica mundial de Estados Unidos y el establecimiento de una mayor influencia en lo político, militar y económico en la región del Pacífico Sur, con ramificaciones en el Sudeste Asiático. Así aprovechó problemas interétnicos para invadir y "pacificar" las Islas Salomón, donde sus tropas permanecieron tres años; asesorar al ejército de Papua-Nueva Guinea, hacer predominar su voto en el Foro del Pacífico Sur y arrastrar a algunas naciones del área a secundar sus aventuras bélicas.
Por ejemplo, en Islas Salomón, especialistas de Australian Strategic Policy Institute, una organización no gubernamental, señalaron que la intervención no obedeció a razones humanitarias, como se esgrimió, sino comerciales, pues las 100 compañías australianas asentadas allí vieron declinar sus ganancias desde la intensificación de las luchas rivales.
La nación tiene un triste papel en el capítulo racista, y no por gusto el gobernador del estado de Nueva Gales del Sur, Morris Iemma, declaró que la violencia era "la horrible cara del racismo en Australia".
Vastos recursos naturales, el alto nivel de vida e ingreso monetario holgado de una parte de la población no pueden ocultar que tres millones de sus 21 millones de habitantes viven en la pobreza y son víctimas del más feroz odio racial, como los autóctonos maoríes.
Si a estos recursos se le uniera la voluntad y el cumplimiento de promesas políticas expuestas en su campaña electoral, el entrante primer ministro, Kevin Rudd, podría hacer de Australia una nación independiente de los dictados de Washington.
NOTORIEDAD DE HOWARD
Comprometido a seguir la senda trazada por el presidente Bush, el hoy derrotado dirigente australiano se aprovechó en sus años de gobernante para acoger bases norteamericanas, dotar con armas sofisticadas a las fuerzas armadas e introducir tropas en varias islas del Pacífico.
"Imperialismo de bolsillo" calificó nuestro canciller, Felipe Pérez Roque, al papel que le tocó desempeñar a Australia durante el mandato del hoy vencido Howard, cuando el pasado año trató de librar al imperio de la resolución cubana de condena al bloqueo estadounidense contra la Isla.
Desde el 2003, Howard intensificó los pasos de Canberra en el respaldo a la política hegemónica mundial de Estados Unidos y el establecimiento de una mayor influencia en lo político, militar y económico en la región del Pacífico Sur, con ramificaciones en el Sudeste Asiático. Así aprovechó problemas interétnicos para invadir y "pacificar" las Islas Salomón, donde sus tropas permanecieron tres años; asesorar al ejército de Papua-Nueva Guinea, hacer predominar su voto en el Foro del Pacífico Sur y arrastrar a algunas naciones del área a secundar sus aventuras bélicas.
Por ejemplo, en Islas Salomón, especialistas de Australian Strategic Policy Institute, una organización no gubernamental, señalaron que la intervención no obedeció a razones humanitarias, como se esgrimió, sino comerciales, pues las 100 compañías australianas asentadas allí vieron declinar sus ganancias desde la intensificación de las luchas rivales.
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Diario Granma - Cuba/01/12/2007
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