12/09/2007
Opinión
Víctor Flores Álvarez
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A no equivocarnos, una cosa son las élites de poder que gozan de la cuestión mediática que tuerce la verdad inescrupulosamente, y otra cosa es el Poder de la Consciencia del Pueblo.
No hay peor cosa que retrotraer en el tiempo algo que en su momento causó profundo dolor en las entrañas de un pueblo obnubilado por la pasión natural a la tierra que uno quiere, pero, cuan distante está ella de los intereses intestinos y la angurria de poder hábilmente solapado, que sin reparos provocan enfrentamiento sangriento y fratricida, cuyas heridas no cicatrizan fácilmente en el inexorable transcurrir del tiempo.
La historia universal esta llena de ejemplos respecto a la lucha por el poder. Los poderosos tras sus derrotas, siempre lograron apropiarse del sacrificio histórico de los rebeldes motivados por lograr mejores condiciones de vida dignas del ser humano como tal. A los rebeldes de la Revolución Francesa de 1789 les robaron su perspectiva histórica aún latente en las sociedades hostigadas por el hambre y la miseria, eclipsándola con un marbete de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, cuando los hechos establecían anhelos de cambios políticos, económicos y sociales de trascendencia universal. La Revolución del 9 de Abril de 1952 en Bolivia, vanguardizada por mineros, obreros y campesinos, con un programa de grandes transformaciones, también fueron eclipsados por el rótulo de “Nacionalización, Reforma Agraria y Voto Universal”. La picardía criolla nos robó el contenido histórico de esa revolución, hablando de ella sin querer que así sea. A fines del siglo pasado, dos acontecimientos marcan línea sobre lo que posteriormente serían los cambios menos imaginados históricamente. Veamos algunos indicadores: La caída del Muro de Berlín sin derramar una gota de sangre y la supuesta caída del orbe socialista, desembocan en la unipolaridad del control del planeta, a la cabeza de Estados Unidos de Norte América y sus aliados, con un sofisma de por medio: “habíamos llegado al fin de la historia”, a la era del Neoliberalismo y la Globalización. El retorno de Hong Kong a la soberanía de la China, después de un siglo de colonia británica, sin derramar una sola gota de sangre, bajo la consiga de dos sistemas y una sola nación, desembocan en un nuevo polo de desarrollo mundial contrario al neoliberalismo. Así quedaba demostrado una vez más que, no es posible la existencia de tendencias únicas, porque más pronto que tarde se desmoronan fácilmente, como los dioses de barro ante la primera gota de verdad, así es como se gesta, nace y se desarrolla el polo antagónico, a la cabeza de la China con aliados que se van consolidando día que pasa; con una perspectiva política, económica y social totalmente diferente y opuesta a la del neoliberalismo y la globalización. Estas dos tendencias mundiales con sistemas diferentes respecto al tipo de Estado y su desarrollo estratégico, ahora se disputan una correlación de fuerzas para copar mercados y desarrollar sus economías, pero por sobre todo, sentando presencia o hegemonía en las zonas donde las riquezas naturales renovables y no renovables están virtualmente intactas, en especial los energéticos y minerales. Es decir, estas dos tendencias en disputa emiten líneas de hegemonía hasta donde les es posible. Estableciéndose para el caso una gran diferencia; el neoliberalismo y la globalización tras su corto apogeo, se desmorona irremediablemente; mientras la otra, resulta ser la novedad por llegar, con una luz en el horizonte que genera esperanza de mejores días para todos los pobres y los trabajadores del planeta, con la tendencia de humanizar el desarrollo y evitar lo letal del capitalismo salvaje.
Ante estos acontecimientos, los países de Latinoamérica tendrían que esforzarse para no sufrir sorpresas como las del reciente pasado, de tal forma que las iniciativas de fortalecimiento continental a la cabeza del Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador, inclusive México y Chile, sean nuevos grupos de integración y de desarrollo equitativo, en la perspectiva de evitar el crecimiento de la pobreza, la desocupación y la inseguridad, equilibrando el desarrollo económico con la estabilidad del planeta. Porque todos juntos lo tenemos todo, alcanza y sobra para todos. La India y Sudáfrica son un ejemplo vivo de lo que aseveramos.
Estas dos tendencias mundiales inevitables, generarán contradicciones internas en los países involucrados, cuya expansión no tendrá límite alguno. Lo cierto es que, lo nuevo y contrario al neoliberalismo, debe ser racional y equilibrado en el verdadero sentido de la palabra, de lo contrario, estaríamos condenando a que el planeta perezca con una humanidad sin humanos, vale decir, una deformación del ser racional reducida a su mínima expresión, un animal más en exterminio. Con todo lo que antecede, nos será más fácil comprender los cambios que se suscitan irreversiblemente en los países pobres del mundo que fueron víctimas de la línea de expansión, explotación y dominación de las potencias que impusieron el neoliberalismo. La actual coyuntura establece la contradicción entre el interés nacional y el transnacional; agudizados en las regiones y las localidades, creemos, en condiciones favorables para los pueblos que “son pobres por ser dependiente y no dependientes por ser pobres”. En definitiva, no se trata de “apostar” por una u otra opción, se trata de como perseveramos con nuestras convicciones históricas, para lograr resultados sin calcular el tiempo ni los riesgos de por medio. En nuestro país esta situación de confrontación de intereses está a la vista de todos, desde el momento en que surge una corriente antineoliberal que toma el poder por la vía democrática, con un liderato indígena dispuesto a cumplir con quienes hoy son actores patentes en la transformación histórica del país, garantizándolas en su aplicación para que no queden truncos como con la Revolución del 52. Hoy los campesinos y pueblos originarios son actores y conductores de un proceso de cambios históricos. Están en el poder nos guste o no, y no han delegado sus responsabilidades a la clase media que le engañó históricamente. El resto, quienes nos alineamos en el Poder de la Consciencia del Pueblo, estamos en la obligación ineludible de apoyarlos incondicionalmente en ese rol histórico. Pese a la adversidad; lo están haciendo mejor que las élites criollas que medraron del Estado “Centralista” hasta hace un año y ocho meses atrás. Y una oligarquía parasitaria enquistada en las transnacionales que se resiste a los cambios, porque su pereza empresarial es tal y humillante que no les permitió desarrollarse como burguesía. A manera de preámbulo sobre el tema que tocaremos estableceremos que, en el momento en que se fundaba la Nueva república, Bolívar y Sucre ya tenían en manos el problema de la Capitalidad. En 1899, dos partidos políticos se disputaban la conducción del país, los Liberales que pretendían recuperar nuestra salida al mar, y los Conservadores que preferían que se firme la paz con Chile (Con el Tratado vergonzoso de 1904, la oligarquía de entonces, negocia la salida al mar de Bolivia). Los liberales se habían afincado en La Paz a la cabeza de Narciso Campero, Eliodoro Camacho y otros, quienes tenían una posición contraria a la oligarquía en el gobierno residenciado en Sucre y ligados al Partido Conservador liderados por Gregorio Pacheco, Aniceto Arce y otros. Estos y otros factores se trasuntaron en una polarización de intereses irreconciliables. Las diferencias político ideológicas y económicas regionales, como el ejercicio del Poder Ejecutivo en condiciones de cuasi itinerante, dio lugar al cuestionamiento de la cede de los poderes del Estado. Agudizándose la situación con la propuesta de los parlamentarios chuquisaqueños de la “Ley de Radicatoria” fijando a Sucre Capital de la República como la sede del Poder Ejecutivo, y la propuesta paceña con trasladar el Congreso a Cochabamba y la Ley que transforme al Estado Unitario en otro Federal. La primera fue aprobada y la segunda rechazada. La propuesta paceña se aferraba a los gobiernos departamentales autónomos con independencia económica. Así la rivalidad entre sucrences y paceños se intensificaba aún más, gracias a manifestaciones con discursos radicales en sus localidades. El presidente Severo Fernández Alonso tuvo el coraje de reclutar leales a la causa unitaria del país y poner fin a la controversia que cada vez se hacía más peligrosa; encontrando al frente a una Junta de Gobierno encabezado por Serapio Reyes Ortíz y José Manuel Pando y al mismo tiempo al indígena Zárate Willka, estos últimos con mentalidad antichuquisaqueña. De cuyas contiendas bélicas quedaron como resultados nefastos, hechos sangrientos que son vergüenza de nuestra historia. La muerte salvaje de jóvenes soldados y sacerdotes en la iglesia de Ayo Ayo no tiene nombre, por no decir lo peor, pero los hechos estaban ahí. Ante las salidas conciliatorias planteadas como posibilidad de solución, imperó la negativa con la consiga de el todo o nada. Tras las derrotas de los leales al Presidente, es José Manuel Pando quien pone fin al enfrentamiento fratricida, y es quien se encarga de evitar el traslado de la Capital y la Federalización del país. Es decir, intereses debelados habían llevado a un enfrentamiento para hacer de La Paz la cede de gobierno, porque ni se traslado la Capital, ni se dio cobertura a la Federalización del país, pero lograron residenciar el poder con intereses ocultos; aún a costa de vidas inocentes amantes de su tierra. Esta historia dolorosa no tendría que repetirse. Ello no implica olvidar el derecho legítimo que tenemos los chuquisaqueños a reivindicar lo que la historia con sabiduría nos ha legado. Sin embargo; al tratarse de un derecho irrenunciable, también se trataba de una tarea histórica que deberíamos haberlo trabajado constantemente con lealtad inquebrantable. Porque la actual coyuntura, tiene contradicciones tangibles: Asamblea Constituyente Vs. Autonomías, cada una de ellas con propio contenido respecto a los intereses que representan. Como era de esperar, ambas instituciones han terminado siendo dos corrientes antagónicas respeto a su perspectiva histórica. Cuando deberían ser complementarias en el mejor sentido de la profundización de la Descentralización y un nuevo tipo de Estado; con discusión y debates, donde la conciliación y concertación sean el marco de la unidad para bien de todos los bolivianos.
Intentaremos parangonar con Brasilia, tercera capital del Brasil, que sustituyó a Río de Janeiro en 1960, habiendo sido Salvador de Bahía la primera capital del Brasil. Esto sucedió en base a dos objetivos principales: Impulsar el desarrollo del interior del país y no solo costero, y dotar a la nación de una capital y sede de gobierno central totalmente nueva, para terminar con la disputa entre las grandes ciudades de la costa: Río de Janeiro (capital de Brasil desde 1764 a 1960) y Sao Paolo, cada una de las cuales buscaba para sí una hegemonía política en este país. Por lo poco que investigamos, en ninguno de los casos encontramos proclamas de división del Brasil, pese a su gran extensión y las discrepancias existentes.
Lo cierto y evidente es que se había tomado la decisión de una Nueva Estrategia de Desarrollo Nacional, sin arriesgar su unidad y más bien eclipsando polaridades regionales al interior del coloso del Continente. Difícil para el pueblo brasileño, pero ahí está, lo lograron.
En la actual coyuntura; el problema sobre la demanda histórica de Sucre Capital de la República de Bolivia con los Poderes del Estado, es un tema extremadamente sensible, delicado y hasta peligroso, callejón que si bien tiene salidas, en la realidad no dejarán de ser controlversiales, veamos algunas y porqué:
1) Restituyendo el curso del desarrollo de la Asamblea Constituyente, con el tratamiento de la legítima demanda chuquisaqueña; a favor y en contra, con más y menos argumentos, no trasuntarán en una solución que la formalidad democrática nos lo permite. Porque llegado el momento, ante la falta de capacidad de conciliación y concertación, nuevamente se impondrá el voto mayoritario. Ello implica que se aprueben dos posiciones irreconciliables, la una negando y la otra aceptando, cuya decisión será puesta en manos del Soberano.
Esta forma simple de esquematizar el desarrollo de un Evento Histórico y único en nuestro país, deja flotando el resultado donde los bolivianos, llegado el momento, estarán condenados a tomar una decisión en las urnas. Haciendo abstracción de los resultados que provocarán alegría para unos y frustración para los otros, es que el pueblo boliviano, ya no de dos departamentos, se encontrará enfrentado ante una decisión que no será aceptado por nadie. Con el riesgo de que la oligarquía de acá y de allá, azuce la división de nuestra Bolivia que ya tuvo ese defecto en su creación, gracias a los intereses intestinos. Basta recordar las proclamas de Nación Camba, Nación Chapaca, o la pose “casi ingenua” del Alcalde de Santa Cruz Percy Fernández, o del Prefecto de Cochabamba Manfred Reyes Villa. Para ellos el objetivo es truncar el proceso de cambios y la Asamblea Constituyente.
2) Restituyendo el curso del desarrollo de la Asamblea Constituyente, sin el tratamiento de la legítima Demanda chuquisaqueña; aparentemente es soslayar la responsabilidad histórica, dejándolo en manos de una instancia que fácilmente mañana o pasado podría quedar eclipsada por lo delicado del problema. Aunque esta tarea debería habérsela implementado hace un siglo atrás, de tal manera que hoy en una coyuntura de cambios históricos, nos encontráramos en las puertas de consolidar algo logrado por la conciliación y concertación entre las regiones en conflicto, donde no calce la discusión ni el debate infecundo, porque serían innecesarios, tras una labor sesuda en la solución de un problema que debería irradiar festejo y no ánimos adversos. Esta posibilidad suele ser la más sensata cuando se ciernen peligros que tienden a la desintegración o destrucción de nuestro país. A un país dividido, es preferible darle un tratamiento cauteloso y en instancias que trasunten en soluciones menos dolorosas y lamentables. Pero tal cual como están las cosas, la cobertura a la razón es muy difícil. La mentalidad fascista y maquiavélica impera con propósitos obscuros.
3) Avanzar en los hechos con lo que se tiene establecido en la actual Constitución Política del Estado, referido a las Sesiones del Legislativo en Sucre Capital de la República; de tal manera que, todos los años inexcusablemente el parlamento sesione en Sucre durante cuatro meses. Entre tanto, la Comisión creada por la Asamblea Constituyente, cuyos integrantes sean representantes de los dos departamentos en conflicto, diseñen una Estrategia de Desarrollo Nacional, en la que prevalezca un estudio geoestratégico profundo, sobre la base: Sucre Capital de la República con los Poderes del Estado, o en todo caso, buscar y encontrar una salida que signifique la aceptación en conciliación y concertación, garantizando la unidad y el Desarrollo de Bolivia.
Pero, que no suceda lo que sucedió con Cristo Crucificado, cuando Él pedía agua para saciar su sed, la picardía del judío le respondió llevándole a la boca un paño remojado en hiel. Por ello es que nos esmeramos en un largo preámbulo al presente ensayo. La derecha y la izquierda con sus virtudes y defectos están enfrentados en la arena de la democracia, y ello no desaparece por simple deseo de alguien; sencillamente porque afloran los intereses de quienes perdieron el poder “centralista”, para proclamar las “Autonomías” como hace un siglo atrás. La correlación de fuerzas esta patente, más fuerte en la derecha con la oligarquía enquistada en las transnacionales bajo la batuta de la embajada Norteamericana y un entramado de poder en el manejo del aparato del Estado intacto. La situación en la izquierda, sufre de un defecto estructural ideológico en el partido de gobierno antineoliberal, cuyas alianzas no responden a las del pasado, sino a fortalezas emergentes con contenido patriótico y popular.
A no equivocarnos, una cosa son las élites de poder que gozan de la cuestión mediática que tuerce la verdad inescrupulosamente, y otra cosa es el Poder de la Consciencia del Pueblo. La Asamblea Constituyente tiene que culminar con su tarea histórica, porque es obra de los movimientos sociales identificados con la problemática de los pobres y los trabajadores. Tocar una llaga siempre estremece lo mas sensible, pero hay que curarlo, no hay peor cosa que no hacer nada.