George W. Bush desembarcó en Ryad con una razón poderosa para atraer a Arabia Saudí a sus beligerantes posiciones contra Irán: un importante contrato de venta de sofisticadas armas por valor de 13.500 millones de euros. Lograr el apoyo de la influencia económica y política del rey saudí, Abdallah, en la región es imprescindible para los planes de Bush de aislar a Irán, a quien sigue considerando como su enemigo número uno.
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El presidente de EEUU, George W. Bush, llegó ayer a Ryad con la promesa de una importante venta de armas en el bolsillo y con la intención de que su aliado saudí se alinee con sus posiciones de cara a impulsar las conversaciones entre Israel y la Autoridad Palestina derivadas de la Conferencia de Annapolis, y en su cruzada contra Irán.
En cualquier caso, más allá del éxito comercial, parece difícil que Bush pueda lograr avances diplomáticos.
Para lograr sus fines, Bush cuenta con la baza de que el Congreso de EEUU ha aprobado su proyecto de vender armas por valor de 20.000 millones de dólares (13.500 millones de euros) a diferentes monarquías del golfo Pérsico, especialmente a Arabia Saudí.
El anuncio de la aprobación por parte del Congreso en plena visita de Bush a Arabia Saudí muestra la importancia que su Administración concede a mantener y reforzar el apoyo de sus aliados en esta geoestratégicamente importante zona.
En cualquier caso, el Congreso dispone de 30 días para analizar la transacción y, en su caso, oponerse a la misma.
La venta consiste en bombas de alta tecnología guiadas por satélite. El hecho de que Arabia Saudí pueda acceder a esta tecnología militar ha despertado el temor de Israel y de numerosos parlamentarios de EEUU, que temen que estas armas puedan ser utilizadas contra el Estado sionista, teniendo en cuenta que Arabia Saudí, como muchos estados árabes de la zona, se niegan a reconocer al Estado de Israel. Asimismo, oligarcas saudíes han financiado a entidades islamistas palestinas que resisten ante la ocupación sionista, como Hamas.
Para acallar estas críticas, el Gobierno de EEUU anunció el año pasado que suscribirá un pacto de asistencia militar con Israel por valor de 30.000 millones de dólares (20.300 millones de euros) durante un periodo de diez años, lo que supone un notable incremento de la ayuda que Washington otorgaba a los sionistas hasta el momento.
Junto a ello, Bush se ha esforzado en explicar que la venta de armas a Arabia Saudí es imprescindible para «hacer frente a la amenaza que supone Irán», el principal objetivo de la gira por el golfo Pérsico.
Lo que busca realmente Bush armando a las monarquías petroleras del golfo Pérsico es que cooperan con sus intenciones de aislar a la República Islámica de Irán, que actualmente se sitúa en el número uno de la lista de países que forman su Eje del Mal.
El discurso pronunciado por Bush el domingo en Abu Dhabi se enmarca en esta línea. El presidente de EEUU subrayó «la necesidad de hacer frente a la amenaza iraní antes de que sea demasiado tarde».
La incógnita está en saber si Bush será capaz de convencer al rey saudí, Abdallah, con quien se encontró ayer en el palacio de Ryad. Para hoy está prevista otra reunión en el rancho real de Janadriyah.
Si Arabia Saudí, país casi íntegramente sunnita, al igual que los otras monarquías (Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos) que se han incluido en la gira de Bush, considera que el poder de la Irán chiíta se ha incrementado demasiado, también muestra su preocupación por una eventual nueva guerra liderada por EEUU en el área. Repetir la experiencia iraquí podría reforzar aún más las posiciones de Irán en vez de debilitarlas.
Las monarquías petroleras parecen dispuestas a asumir que existe realmente un «peligro iraní», pero rechazan oponerse a la República Islámica y colocarse en el mismo lado de la trinchera que Israel.
A pesar de su presencia en Annapolis, Arabia Saudí no parece dispuesta a implicarse en el esfuerzo emprendido por Bush para intentar llegar, antes de fin de año y del mandato del presidente de EEUU, a un acuerdo que consolide el actual dominio israelí sobre Palestina.
Bush espera que su relación personal con el rey Abdallah pueda servir para atraerle a sus planteamientos. EEUU busca que Arabia Saudí «realice una inversión estratégica de cara al futuro de la región» utilizando a la vez su capacidad económica y su influencia diplomática para apoyar a los dirigentes palestinos «moderados», es decir, a la camarilla de Mahmud Abbas, que controla al-Fatah y la Autoridad Palestina.
Sin embargo, se puede descartar que Abdallah ceda hasta el punto de que reconozca al Estado de Israel, una postura que únicamente Egipto y Jordania han tomado entre los estados árabes.
En cualquier caso, desde EEUU se recuerda con esperanza que Abdallah, que era heredero a la Corona saudí, impulsó una iniciativa de paz asumida por la Liga Árabe que ofrecía «un marco de reconciliación potencial entre los estados árabes e Israel».
Bush abandonará Arabia Saudí mañana para dirigirse a Egipto, donde concluirá su gira. Se espera que el «peligro iraní» vuelva a quedar en un segundo plano y la situación de Palestina vuelva al lugar principal de la agenda del presidente de EEUU.
Olmert, lanzado contra Irán
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, reforzado por la postura de Bush, no descartó «ninguna opción para impedir que Irán logre armamento nuclear», durante una intervención en la Knesset (Parlamento).
«No descartamos ninguna opción. Todo aquello que pueda impedir que Irán adquiera capacidad nuclear es una actuación legítima», declaró Olmert en la Comisión de Exteriores y Defensa de la Knesset.
«Los iraníes continúan con sus esfuerzos para dotarse de capacidades no convencionales (armas nucleares). Nosotros también debemos emplear todos los medios disponibles para impedírselo», añadió.
«Hay muchas opciones que son posibles. Tenemos que demostrar astucia y determinación y permanecer fieles a nuestra línea de acción. Debemos continuar con los esfuerzos en el ámbito internacional en este sentido», destacó el primer ministro israelí.
Olmert añadió que tras su reunión con Bush la pasada semana en Jerusalén llegó al convencimiento de que los esfuerzos de EEUU en contra de Irán no van a detenerse en los próximos meses.
Sarkozy, sin venta
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, abandonó ayer Arabia Saudí sin cerrar ningún contrato comercial, aunque mostró su esperanza de que próximamente las empresas francesas lleguen a acuerdos.
Irán constata que la gira de Bush ha sido un fracaso
«El presidente de EEUU, George W. Bush, ha fracasado en la misión que le trajo a Oriente Medio», destacó el ministro iraní de Exteriores, Manouchehr Mottaki.
En declaraciones realizadas a la cadena de televisión qatarí al-Jazeera, Mottaki destacó que «Bush intentó provocar tensión en el golfo Pérsico mencionando la historia que fabricaron sobre un incidente naval en el estratégico estrecho de Ormuz entre lanchas iraníes y buques de guerra de EEUU».
Tras subrayar que las relaciones comerciales y diplomáticas entre Irán y sus vecinos del golfo Pérsico gozan cada vez de mejor salud, Mottaki señaló que «EEUU no puede entender las relaciones históricas, religiosas y culturales que Irán mantiene con los demás países de la región».
Mottaki también quiso responder a las acusaciones de que Irán está fabricando armas nucleares y que apoya a «grupos terroristas» que Bush lanzó en un discurso el domingo en Abu Dhabi, destacando que «EEUU es la principal causa del extremismo en la región, ya que en los últimos seis años ha apoyado a grupos terroristas y extremistas».
El presidente de EEUU, George W. Bush, llegó ayer a Ryad con la promesa de una importante venta de armas en el bolsillo y con la intención de que su aliado saudí se alinee con sus posiciones de cara a impulsar las conversaciones entre Israel y la Autoridad Palestina derivadas de la Conferencia de Annapolis, y en su cruzada contra Irán.
En cualquier caso, más allá del éxito comercial, parece difícil que Bush pueda lograr avances diplomáticos.
Para lograr sus fines, Bush cuenta con la baza de que el Congreso de EEUU ha aprobado su proyecto de vender armas por valor de 20.000 millones de dólares (13.500 millones de euros) a diferentes monarquías del golfo Pérsico, especialmente a Arabia Saudí.
El anuncio de la aprobación por parte del Congreso en plena visita de Bush a Arabia Saudí muestra la importancia que su Administración concede a mantener y reforzar el apoyo de sus aliados en esta geoestratégicamente importante zona.
En cualquier caso, el Congreso dispone de 30 días para analizar la transacción y, en su caso, oponerse a la misma.
La venta consiste en bombas de alta tecnología guiadas por satélite. El hecho de que Arabia Saudí pueda acceder a esta tecnología militar ha despertado el temor de Israel y de numerosos parlamentarios de EEUU, que temen que estas armas puedan ser utilizadas contra el Estado sionista, teniendo en cuenta que Arabia Saudí, como muchos estados árabes de la zona, se niegan a reconocer al Estado de Israel. Asimismo, oligarcas saudíes han financiado a entidades islamistas palestinas que resisten ante la ocupación sionista, como Hamas.
Para acallar estas críticas, el Gobierno de EEUU anunció el año pasado que suscribirá un pacto de asistencia militar con Israel por valor de 30.000 millones de dólares (20.300 millones de euros) durante un periodo de diez años, lo que supone un notable incremento de la ayuda que Washington otorgaba a los sionistas hasta el momento.
Junto a ello, Bush se ha esforzado en explicar que la venta de armas a Arabia Saudí es imprescindible para «hacer frente a la amenaza que supone Irán», el principal objetivo de la gira por el golfo Pérsico.
Lo que busca realmente Bush armando a las monarquías petroleras del golfo Pérsico es que cooperan con sus intenciones de aislar a la República Islámica de Irán, que actualmente se sitúa en el número uno de la lista de países que forman su Eje del Mal.
El discurso pronunciado por Bush el domingo en Abu Dhabi se enmarca en esta línea. El presidente de EEUU subrayó «la necesidad de hacer frente a la amenaza iraní antes de que sea demasiado tarde».
La incógnita está en saber si Bush será capaz de convencer al rey saudí, Abdallah, con quien se encontró ayer en el palacio de Ryad. Para hoy está prevista otra reunión en el rancho real de Janadriyah.
Si Arabia Saudí, país casi íntegramente sunnita, al igual que los otras monarquías (Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos) que se han incluido en la gira de Bush, considera que el poder de la Irán chiíta se ha incrementado demasiado, también muestra su preocupación por una eventual nueva guerra liderada por EEUU en el área. Repetir la experiencia iraquí podría reforzar aún más las posiciones de Irán en vez de debilitarlas.
Las monarquías petroleras parecen dispuestas a asumir que existe realmente un «peligro iraní», pero rechazan oponerse a la República Islámica y colocarse en el mismo lado de la trinchera que Israel.
A pesar de su presencia en Annapolis, Arabia Saudí no parece dispuesta a implicarse en el esfuerzo emprendido por Bush para intentar llegar, antes de fin de año y del mandato del presidente de EEUU, a un acuerdo que consolide el actual dominio israelí sobre Palestina.
Bush espera que su relación personal con el rey Abdallah pueda servir para atraerle a sus planteamientos. EEUU busca que Arabia Saudí «realice una inversión estratégica de cara al futuro de la región» utilizando a la vez su capacidad económica y su influencia diplomática para apoyar a los dirigentes palestinos «moderados», es decir, a la camarilla de Mahmud Abbas, que controla al-Fatah y la Autoridad Palestina.
Sin embargo, se puede descartar que Abdallah ceda hasta el punto de que reconozca al Estado de Israel, una postura que únicamente Egipto y Jordania han tomado entre los estados árabes.
En cualquier caso, desde EEUU se recuerda con esperanza que Abdallah, que era heredero a la Corona saudí, impulsó una iniciativa de paz asumida por la Liga Árabe que ofrecía «un marco de reconciliación potencial entre los estados árabes e Israel».
Bush abandonará Arabia Saudí mañana para dirigirse a Egipto, donde concluirá su gira. Se espera que el «peligro iraní» vuelva a quedar en un segundo plano y la situación de Palestina vuelva al lugar principal de la agenda del presidente de EEUU.
Olmert, lanzado contra Irán
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, reforzado por la postura de Bush, no descartó «ninguna opción para impedir que Irán logre armamento nuclear», durante una intervención en la Knesset (Parlamento).
«No descartamos ninguna opción. Todo aquello que pueda impedir que Irán adquiera capacidad nuclear es una actuación legítima», declaró Olmert en la Comisión de Exteriores y Defensa de la Knesset.
«Los iraníes continúan con sus esfuerzos para dotarse de capacidades no convencionales (armas nucleares). Nosotros también debemos emplear todos los medios disponibles para impedírselo», añadió.
«Hay muchas opciones que son posibles. Tenemos que demostrar astucia y determinación y permanecer fieles a nuestra línea de acción. Debemos continuar con los esfuerzos en el ámbito internacional en este sentido», destacó el primer ministro israelí.
Olmert añadió que tras su reunión con Bush la pasada semana en Jerusalén llegó al convencimiento de que los esfuerzos de EEUU en contra de Irán no van a detenerse en los próximos meses.
Sarkozy, sin venta
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, abandonó ayer Arabia Saudí sin cerrar ningún contrato comercial, aunque mostró su esperanza de que próximamente las empresas francesas lleguen a acuerdos.
Irán constata que la gira de Bush ha sido un fracaso
«El presidente de EEUU, George W. Bush, ha fracasado en la misión que le trajo a Oriente Medio», destacó el ministro iraní de Exteriores, Manouchehr Mottaki.
En declaraciones realizadas a la cadena de televisión qatarí al-Jazeera, Mottaki destacó que «Bush intentó provocar tensión en el golfo Pérsico mencionando la historia que fabricaron sobre un incidente naval en el estratégico estrecho de Ormuz entre lanchas iraníes y buques de guerra de EEUU».
Tras subrayar que las relaciones comerciales y diplomáticas entre Irán y sus vecinos del golfo Pérsico gozan cada vez de mejor salud, Mottaki señaló que «EEUU no puede entender las relaciones históricas, religiosas y culturales que Irán mantiene con los demás países de la región».
Mottaki también quiso responder a las acusaciones de que Irán está fabricando armas nucleares y que apoya a «grupos terroristas» que Bush lanzó en un discurso el domingo en Abu Dhabi, destacando que «EEUU es la principal causa del extremismo en la región, ya que en los últimos seis años ha apoyado a grupos terroristas y extremistas».
MALESTAR SIRIO
La prensa oficial siria atacó duramente la gira por Oriente Medio de George W. Bush al considerar que «tiene un proyecto de guerra al insistir en la seguridad de Israel y al intentar movilizar a los árabes contra Irán».
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Gara - España/15/01/2008
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