DEVELAN EN BRASIL LA TRAMA DE LA RED REPRESIVA INTERNACIONAL
Neira Barreiro, ex espía uruguayo, confesó que el ex presidente de Brasil Joao Goulart fue asesinado con veneno en 1976 a pedido del entonces dictador Ernesto Geisel. Este le encomendó la “Operación Escorpión” al grupo uruguayo Gamma.
Neira Barreiro, ex espía uruguayo, confesó que el ex presidente de Brasil Joao Goulart fue asesinado con veneno en 1976 a pedido del entonces dictador Ernesto Geisel. Este le encomendó la “Operación Escorpión” al grupo uruguayo Gamma.
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Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
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El Cóndor también fue verdeamarillo, y acaso más que eso. Un ex espía uruguayo que sirvió a la dictadura de su país reveló ayer que el ex dictador brasileño Ernesto Geisel encomendó asesinar al ex presidente Joao Goulart, fallecido en extrañas circunstancias durante su exilio argentino. En una entrevista aparecida en la portada del diario Folha de San Pablo, el uruguayo Mario Neira Barreiro acusó a Ernesto Geisel (1974-1979) de haber encomendado al jefe de la Dirección de Orden Público y Social de San Pablo (policía política) que eliminara a Goulart, que residía alternativamente en Argentina y Uruguay.
Neira Barreiro dio detalles de lo que fue una suerte de “tercerización” del Cóndor, en la que la policía política brasileña encomendó a un grupo de tareas uruguayo, el autodenominado Grupo de Acciones Militares Antisubversivas (Gamma) vigilar y, posteriormente, ejecutar a Joao Goulart, derrocado por el golpe militar de 1964, que implantó una de las dictaduras más longevas de la región, que sólo entregaría el poder en 1985, pero a condición de que ninguno de sus hombres fuera investigado, y menos aún, procesado o condenado. Imposición respetada a rajatabla por los seis gobiernos civiles que se sucedieron hasta ahora.
Neira Barreiro, que purga una condena por delitos comunes en el presidio de máxima seguridad de Charqueada, de Rio Grande do Sul, confesó haber seguido a Goulart a sol y sombra durante tres años (1973-1976).
Fue en el Hotel Liberty, de Buenos Aires, donde solía hospedarse Goulart, que un miembro de la banda Gamma logró acceder a los frascos de remedios habitualmente ingeridos por Goulart, un enfermo cardíaco que había sufrido un infarto en 1974, y allí introdujo las píldoras que lo habrían matado el 6 de diciembre de 1976, en su estancia correntina de La Villa.
Quien elaboró el presunto preparado mortal fue el médico uruguayo Carlos Milles, jefe del grupo Gamma y a quien también se le imputa haber envenenado, en 1978, a Cecilia Fontana de Heber, madre de un ex senador del Partido Blanco de Uruguay.
“Operación Escorpión” fue el nombre de la conspiración que tenía como objetivo la muerte de Goulart, amigo y heredero político del ex presidente Getulio Vargas. Goulart, el también ex presidente Juscelino Kubitscheck y otros dirigentes democráticos inclinados por una salida negociada de los militares eran vistos como una amenaza por los estrategas de éstos, que por esa razón habrían decidido eliminarlo. Esa línea de interpretación es seguida por varios investigadores en Brasil, entre ellos el periodista y escritor Carlos Heitor Cony, autor de un libro sobre el tema.
El ex represor uruguayo comparte esa teoría según la cual la dictadura brasileña estaba más preocupada con los líderes moderados que con los grupos armados, totalmente aniquilados en 1976.
Neira Barreiro explicó que la “Operación Escorpión” no es hija directa del Plan Cóndor, sacramentado en 1975 en Chile por las dictaduras regionales, sino de las operaciones Jacarta y Bandeirantes, que persiguieron opositores brasileños en la región antes de 1975.
Es una afirmación que se empata con informaciones publicadas el año pasado según las cuales los militares y diplomáticos brasileños montaron una red internacional represiva antes de que el Plan Cóndor comenzara a tomar vuelo. Por razones nunca explicadas, en diciembre de 1976 el cuerpo de Goulart fue trasladado de Mercedes (Corrientes) a su pueblo natal, Sao Borja (Rio Grande do Sul) sin que se le efectuara la autopsia, como es de práctica ante la muerte de un extranjero, y mucho más si se trata de un ex jefe de Estado que estaba avisado de que era un blanco móvil del terrorismo internacional. Tanto que el propio Goulart, sabiéndose vigilado, cierto día se apersonó al puesto desde donde Neira Barreiro oteaba su estancia uruguaya y lo invitó a tomar café.
“Me estás vigilando, creés que soy bobo –le espetó Goulart a Neira Barreiro–. Estoy invitándote a mi estancia para que veas que no tengo nada que esconder, no soy enemigo de ustedes.”
Joao Vicente Goulart, hijo del ex presidente, tiene sus dudas sobre cuáles son las motivaciones que llevaron a hablar al ex represor uruguayo que por momentos se comporta como un mitómano, dicen quienes lo trataron.
Goulart hijo se convenció de la veracidad de la historia contada por el uruguayo luego de entrevistarlo durante varias horas en la prisión en noviembre del año pasado. El ex represor recordaba hasta el número de teléfono de la estancia donde vivían los Goulart y el accidente de auto que el entonces Joao Vicente tuvo en Montevideo en los años ’70.
Después del encuentro con el posible verdugo de su padre, Joao Vicente Goulart solicitó al procurador general de la República que abra una investigación para esclarecer la muerte de su padre.
La apertura de una investigación judicial sobre la muerte de un ex presidente democrático supuestamente encomendada por un dictador puede generar la suficiente presión política como para que sean liberados los archivos de la dictadura.
Y ése es el objetivo que la familia Goulart se ha trazado. “¿Cómo puede mi familia llegar hasta los archivos... archivos que nadie sabe dónde están, que están bajo el rótulo de súper secreto?”, se preguntó Goulart en una entrevista concedida al semanario Brasil de Fato. Y reforzó “claro que eso deben hacerlo las autoridades... creo que el gobierno va a tener que investigar... ya es hora... no caben más dilaciones”.
El Cóndor también fue verdeamarillo, y acaso más que eso. Un ex espía uruguayo que sirvió a la dictadura de su país reveló ayer que el ex dictador brasileño Ernesto Geisel encomendó asesinar al ex presidente Joao Goulart, fallecido en extrañas circunstancias durante su exilio argentino. En una entrevista aparecida en la portada del diario Folha de San Pablo, el uruguayo Mario Neira Barreiro acusó a Ernesto Geisel (1974-1979) de haber encomendado al jefe de la Dirección de Orden Público y Social de San Pablo (policía política) que eliminara a Goulart, que residía alternativamente en Argentina y Uruguay.
Neira Barreiro dio detalles de lo que fue una suerte de “tercerización” del Cóndor, en la que la policía política brasileña encomendó a un grupo de tareas uruguayo, el autodenominado Grupo de Acciones Militares Antisubversivas (Gamma) vigilar y, posteriormente, ejecutar a Joao Goulart, derrocado por el golpe militar de 1964, que implantó una de las dictaduras más longevas de la región, que sólo entregaría el poder en 1985, pero a condición de que ninguno de sus hombres fuera investigado, y menos aún, procesado o condenado. Imposición respetada a rajatabla por los seis gobiernos civiles que se sucedieron hasta ahora.
Neira Barreiro, que purga una condena por delitos comunes en el presidio de máxima seguridad de Charqueada, de Rio Grande do Sul, confesó haber seguido a Goulart a sol y sombra durante tres años (1973-1976).
Fue en el Hotel Liberty, de Buenos Aires, donde solía hospedarse Goulart, que un miembro de la banda Gamma logró acceder a los frascos de remedios habitualmente ingeridos por Goulart, un enfermo cardíaco que había sufrido un infarto en 1974, y allí introdujo las píldoras que lo habrían matado el 6 de diciembre de 1976, en su estancia correntina de La Villa.
Quien elaboró el presunto preparado mortal fue el médico uruguayo Carlos Milles, jefe del grupo Gamma y a quien también se le imputa haber envenenado, en 1978, a Cecilia Fontana de Heber, madre de un ex senador del Partido Blanco de Uruguay.
“Operación Escorpión” fue el nombre de la conspiración que tenía como objetivo la muerte de Goulart, amigo y heredero político del ex presidente Getulio Vargas. Goulart, el también ex presidente Juscelino Kubitscheck y otros dirigentes democráticos inclinados por una salida negociada de los militares eran vistos como una amenaza por los estrategas de éstos, que por esa razón habrían decidido eliminarlo. Esa línea de interpretación es seguida por varios investigadores en Brasil, entre ellos el periodista y escritor Carlos Heitor Cony, autor de un libro sobre el tema.
El ex represor uruguayo comparte esa teoría según la cual la dictadura brasileña estaba más preocupada con los líderes moderados que con los grupos armados, totalmente aniquilados en 1976.
Neira Barreiro explicó que la “Operación Escorpión” no es hija directa del Plan Cóndor, sacramentado en 1975 en Chile por las dictaduras regionales, sino de las operaciones Jacarta y Bandeirantes, que persiguieron opositores brasileños en la región antes de 1975.
Es una afirmación que se empata con informaciones publicadas el año pasado según las cuales los militares y diplomáticos brasileños montaron una red internacional represiva antes de que el Plan Cóndor comenzara a tomar vuelo. Por razones nunca explicadas, en diciembre de 1976 el cuerpo de Goulart fue trasladado de Mercedes (Corrientes) a su pueblo natal, Sao Borja (Rio Grande do Sul) sin que se le efectuara la autopsia, como es de práctica ante la muerte de un extranjero, y mucho más si se trata de un ex jefe de Estado que estaba avisado de que era un blanco móvil del terrorismo internacional. Tanto que el propio Goulart, sabiéndose vigilado, cierto día se apersonó al puesto desde donde Neira Barreiro oteaba su estancia uruguaya y lo invitó a tomar café.
“Me estás vigilando, creés que soy bobo –le espetó Goulart a Neira Barreiro–. Estoy invitándote a mi estancia para que veas que no tengo nada que esconder, no soy enemigo de ustedes.”
Joao Vicente Goulart, hijo del ex presidente, tiene sus dudas sobre cuáles son las motivaciones que llevaron a hablar al ex represor uruguayo que por momentos se comporta como un mitómano, dicen quienes lo trataron.
Goulart hijo se convenció de la veracidad de la historia contada por el uruguayo luego de entrevistarlo durante varias horas en la prisión en noviembre del año pasado. El ex represor recordaba hasta el número de teléfono de la estancia donde vivían los Goulart y el accidente de auto que el entonces Joao Vicente tuvo en Montevideo en los años ’70.
Después del encuentro con el posible verdugo de su padre, Joao Vicente Goulart solicitó al procurador general de la República que abra una investigación para esclarecer la muerte de su padre.
La apertura de una investigación judicial sobre la muerte de un ex presidente democrático supuestamente encomendada por un dictador puede generar la suficiente presión política como para que sean liberados los archivos de la dictadura.
Y ése es el objetivo que la familia Goulart se ha trazado. “¿Cómo puede mi familia llegar hasta los archivos... archivos que nadie sabe dónde están, que están bajo el rótulo de súper secreto?”, se preguntó Goulart en una entrevista concedida al semanario Brasil de Fato. Y reforzó “claro que eso deben hacerlo las autoridades... creo que el gobierno va a tener que investigar... ya es hora... no caben más dilaciones”.
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Página/12 Web - Argentina/29/01/2008
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