Lee Myung-bak, representante del Grand National Party, es el decimoséptimo presidente de la República de Corea. Tras una campaña electoral muy intensa, los conservadores han recibido con gran satisfacción la victoria que les devuelve al poder después de once años en la oposición. El mérito de Lee es el de haber sabido sacar partido de la insatisfacción de la población por las actuaciones del presidente Roh Moo-hyun tanto en política exterior como en el ámbito económico.
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Mariadomenica Alagna
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Las cifras de la victoria
La elección de Lee Myung-bak es un síntoma de la necesidad de cambio que la sociedad surcoreana estaba advirtiendo. El pasado 19 de diciembre tuvo lugar un auténtico referéndum que premió la estrategia market-oriented que proponían los conservadores frente a la asistencialista e igualitarista que proponía el centroizquierda. El 48,7% de los votantes (11.492.398 votos) se decantó por el candidato conservador, en unos comicios marcados por una abstención que marcó un récord histórico (sólo participó el 62,9% del electorado). Lee Myung-bak derrotó a su principal contrincante, Chung Dong-young, con un margen de más de cinco millones de votos, siendo esta diferencia la mayor registrada entre los dos primeros candidatos desde que en 1987 se introdujera en el país la elección directa del Presidente de la República. Chung Dong-young, por su parte, obtuvo 6.174.681 votos, el 26,1% del total, mientras que el candidato independiente Lee Hoi-chang (ex representante del Grand National Party) se llevó 3.559.963 votos (15,1%).Lee Myung-bak empezó su andadura política en las filas del Democratic Liberal Party, desde donde consiguió hacerse con la alcaldía de Seúl en 2002. En las primarias de agosto del Grand National Party derrotó a Park Geun-hye y fue proclamado candidato conservador para las últimas elecciones presidenciales. A pesar de los escándalos en los que se ha visto implicado, Lee siempre estuvo en cabeza en los sondeos realizados entre agosto y finales de noviembre, si bien su número de partidarios sufrió un descenso a consecuencia de los recientes procesos judiciales. Desde el principio del escrutinio la victoria de Lee Myung-bak parecía clara, con la única excepción de la provincia de Jeolla, feudo tradicional de la izquierda. Lee ha conseguido una mayoría aplastante tanto en Seúl como en la provincia de Gyeonggi (que juntas representan casi la mitad de todo el electorado surcoreano) y ha obtenido el 70% de los votos en la provincia de Daegu. Chung Dong-young, en cambio, ha conseguido el 80% de los votos en la provincia de Jeolla, pero no ha sido suficiente ni para impedir la victoria del centroizquierda ni para atenuar las recriminaciones del partido por su responsabilidad en la derrota. De hecho, se están multiplicando las voces de quienes hablan de un posible desmembramiento del partido de centroizquierda (nacido recientemente a partir de la fusión de numerosos partidos de tendencia liberal y del Uri Party), a raíz de la magnitud del fracaso en las presidenciales.La resolución de los magistrados surcoreanos ha considerado a Lee Myung-bak ajeno a las manipulaciones financieras de las que había sido acusado por su antiguo socio. Lee siempre se había declarado víctima de sus rivales políticos, que podrían haber urdido la trama del escándalo financiero para desacreditarlo ante la inminencia de las elecciones, para impedir su victoria. La oposición, sin embargo, ha seguido insistiendo en la implicación de Lee y en la superficialidad de la investigación de la justicia del país. En la víspera de los comicios, la Asamblea Nacional surcoreana aprobó con una mayoría de 160 votos sobre 298 una ley que instituía una comisión de investigación independiente para Lee Myung-bak. El Grand National Party fue el único grupo que se opuso, alegando errores de procedimiento, a pesar de las declaraciones emitidas en los días previos, mientras que Lee Myung-bak no opuso resistencia alguna al desarrollo del segundo proceso contra su persona, y declaró que quería que se aclarase su situación definitivamente. La Comisión deberá terminar sus investigaciones antes de la investidura del nuevo presidente.
Mariadomenica Alagna
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Las cifras de la victoria
La elección de Lee Myung-bak es un síntoma de la necesidad de cambio que la sociedad surcoreana estaba advirtiendo. El pasado 19 de diciembre tuvo lugar un auténtico referéndum que premió la estrategia market-oriented que proponían los conservadores frente a la asistencialista e igualitarista que proponía el centroizquierda. El 48,7% de los votantes (11.492.398 votos) se decantó por el candidato conservador, en unos comicios marcados por una abstención que marcó un récord histórico (sólo participó el 62,9% del electorado). Lee Myung-bak derrotó a su principal contrincante, Chung Dong-young, con un margen de más de cinco millones de votos, siendo esta diferencia la mayor registrada entre los dos primeros candidatos desde que en 1987 se introdujera en el país la elección directa del Presidente de la República. Chung Dong-young, por su parte, obtuvo 6.174.681 votos, el 26,1% del total, mientras que el candidato independiente Lee Hoi-chang (ex representante del Grand National Party) se llevó 3.559.963 votos (15,1%).Lee Myung-bak empezó su andadura política en las filas del Democratic Liberal Party, desde donde consiguió hacerse con la alcaldía de Seúl en 2002. En las primarias de agosto del Grand National Party derrotó a Park Geun-hye y fue proclamado candidato conservador para las últimas elecciones presidenciales. A pesar de los escándalos en los que se ha visto implicado, Lee siempre estuvo en cabeza en los sondeos realizados entre agosto y finales de noviembre, si bien su número de partidarios sufrió un descenso a consecuencia de los recientes procesos judiciales. Desde el principio del escrutinio la victoria de Lee Myung-bak parecía clara, con la única excepción de la provincia de Jeolla, feudo tradicional de la izquierda. Lee ha conseguido una mayoría aplastante tanto en Seúl como en la provincia de Gyeonggi (que juntas representan casi la mitad de todo el electorado surcoreano) y ha obtenido el 70% de los votos en la provincia de Daegu. Chung Dong-young, en cambio, ha conseguido el 80% de los votos en la provincia de Jeolla, pero no ha sido suficiente ni para impedir la victoria del centroizquierda ni para atenuar las recriminaciones del partido por su responsabilidad en la derrota. De hecho, se están multiplicando las voces de quienes hablan de un posible desmembramiento del partido de centroizquierda (nacido recientemente a partir de la fusión de numerosos partidos de tendencia liberal y del Uri Party), a raíz de la magnitud del fracaso en las presidenciales.La resolución de los magistrados surcoreanos ha considerado a Lee Myung-bak ajeno a las manipulaciones financieras de las que había sido acusado por su antiguo socio. Lee siempre se había declarado víctima de sus rivales políticos, que podrían haber urdido la trama del escándalo financiero para desacreditarlo ante la inminencia de las elecciones, para impedir su victoria. La oposición, sin embargo, ha seguido insistiendo en la implicación de Lee y en la superficialidad de la investigación de la justicia del país. En la víspera de los comicios, la Asamblea Nacional surcoreana aprobó con una mayoría de 160 votos sobre 298 una ley que instituía una comisión de investigación independiente para Lee Myung-bak. El Grand National Party fue el único grupo que se opuso, alegando errores de procedimiento, a pesar de las declaraciones emitidas en los días previos, mientras que Lee Myung-bak no opuso resistencia alguna al desarrollo del segundo proceso contra su persona, y declaró que quería que se aclarase su situación definitivamente. La Comisión deberá terminar sus investigaciones antes de la investidura del nuevo presidente.
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Razones del éxito de Lee Myung-bak
La izquierda modificó en seguida la estrategia a seguir en la campaña electoral, haciendo mayor hincapié en la lucha contra la corrupción. Esta decisión, sin embargo, se demostró corta de miras, ya que los directores de campaña del United New Democratic Party no tuvieron suficientemente en cuenta las verdaderas expectativas de la población, afectada por el peso de la coyuntura económica que ha llevado a la economía del país a una fase de estancamiento y deseosa de volver lo antes posible a una dinámica positiva. El proyecto político escogido por Lee Myung-bak ha sabido responder mejor a las expectativas populares: promoviendo la “estrategia del 747”, Lee ha trabajado en el crecimiento del PIB a razón de 7 puntos anuales, el aumento de las rentas medias hasta 40 mil dólares y el crecimiento de la competitividad internacional del país que, con la aplicación de las reformas oportunas, aspira a convertirse en la séptima potencia industrial del mundo.Ante las perspectivas de crecimiento promovidas por el antiguo directivo de Hyundai Engineering and Construction Company, los coreanos se han mostrado dispuestos a dejar a un lado la ética del candidato conservador, a quien reconocen una capacidad de liderazgo indiscutible. El recién elegido Lee Myung-bak, que tomará posesión el próximo 25 de febrero, ha dedicado su primera rueda de prensa al binomio creatividad-pragmatismo. Según Lee, la recuperación económica pasa por la mejora de los estándares de vida de las clases medias y la supresión de las normas que obstaculizan el libre mercado. El ambiente económico se verá impulsado por la promoción de las reformas necesarias, atrayendo las inversiones extranjeras e incentivando el desarrollo de la economía de las provincias. El nuevo presidente está decidido a dejar a un lado las divisiones ideológicas en favor de un mayor pragmatismo y en este sentido Lee ha hablado de realizar reformas conjuntas que contribuyan a un acercamiento de la política a la ciudadanía, que se muestra desconfiada hacia la misma, como ha demostrado la baja afluencia a las urnas.
Razones del éxito de Lee Myung-bak
La izquierda modificó en seguida la estrategia a seguir en la campaña electoral, haciendo mayor hincapié en la lucha contra la corrupción. Esta decisión, sin embargo, se demostró corta de miras, ya que los directores de campaña del United New Democratic Party no tuvieron suficientemente en cuenta las verdaderas expectativas de la población, afectada por el peso de la coyuntura económica que ha llevado a la economía del país a una fase de estancamiento y deseosa de volver lo antes posible a una dinámica positiva. El proyecto político escogido por Lee Myung-bak ha sabido responder mejor a las expectativas populares: promoviendo la “estrategia del 747”, Lee ha trabajado en el crecimiento del PIB a razón de 7 puntos anuales, el aumento de las rentas medias hasta 40 mil dólares y el crecimiento de la competitividad internacional del país que, con la aplicación de las reformas oportunas, aspira a convertirse en la séptima potencia industrial del mundo.Ante las perspectivas de crecimiento promovidas por el antiguo directivo de Hyundai Engineering and Construction Company, los coreanos se han mostrado dispuestos a dejar a un lado la ética del candidato conservador, a quien reconocen una capacidad de liderazgo indiscutible. El recién elegido Lee Myung-bak, que tomará posesión el próximo 25 de febrero, ha dedicado su primera rueda de prensa al binomio creatividad-pragmatismo. Según Lee, la recuperación económica pasa por la mejora de los estándares de vida de las clases medias y la supresión de las normas que obstaculizan el libre mercado. El ambiente económico se verá impulsado por la promoción de las reformas necesarias, atrayendo las inversiones extranjeras e incentivando el desarrollo de la economía de las provincias. El nuevo presidente está decidido a dejar a un lado las divisiones ideológicas en favor de un mayor pragmatismo y en este sentido Lee ha hablado de realizar reformas conjuntas que contribuyan a un acercamiento de la política a la ciudadanía, que se muestra desconfiada hacia la misma, como ha demostrado la baja afluencia a las urnas.
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Líneas futuras en política exterior
La renovación de la era Lee ha comenzado con el nombramiento de algunas comisiones temporales (de asuntos exteriores, de seguridad y de reunificación) formadas por técnicos y encargados de facilitar la transición entre la presidencia de Roh Moo-hyun y la de Lee Myung-bak, así como la renovación de las líneas políticas del gobierno. La actuación de estas comisiones se reflejará en la redacción de un informe general de las necesidades sociales y de las oportunidades políticas a partir del cual se establecerán las líneas guía para los cinco años de mandato de Lee. Los puntos clave de la política exterior del nuevo presidente serán el acercamiento de Corea del Sur a Estados Unidos, una mayor actividad en el continente asiático y la definición de las relaciones intercoreanas. Decisiones que contrastan abiertamente con las del presidente Roh que, durante su campaña electoral, había fomentado el antiamericanismo latente en el país y que, seguidamente, se había distanciado de su tradicional aliado en busca de una línea política autónoma. La orientación pro-americana, tanto política como económica podría exponer a Seúl a represalias por parte de China. El objetivo de Lee es fortalecer la posición de Corea del Sur, para hacerla autónoma respecto a China o Estados Unidos y para construir vínculos estables con Japón y Rusia a través de una reorganización de la diplomacia surcoreana.La fórmula bautizada por Lee como “network diplomacy” (diplomacia en red) pretende crear una red diplomática efectiva de cara a consolidar las relaciones económicas con las potencias asiáticas (sobre todo con Moscú, Pekín y Tokio), pero sobe todo, para hacer de Seúl un interlocutor autónomo en el continente. Corea del Sur aspira de esta manera a convertirse en un “pequeño gigante” del siglo XXI con el objetivo último de no resultar aplastado por la competencia entre las grandes potencias asiáticas. En cuanto a las relaciones con Pyongyang, Lee se ha distanciado de la política de ayudas unilaterales del Presidente Roh. El desmantelamiento del programa nuclear se considera condición sine qua non para seguir acordando la ayuda económica y humanitaria prometida a Corea del Norte y que hasta ahora se concedían sin contrapartidas.Sin embargo, se sospecha que podría atenuarse la intransigencia hacia el Norte si con ello se propiciara la mejora de la economía surcoreana. Es evidente que las decisiones de Lee se ven influenciadas en gran medida por factores económicos, pero decisiones equivocadas en sus relaciones con Pyongyang podrían perturbar la sensibilidad de los ciudadanos surcoreanos, y provocar profundas protestas políticas incluso dentro del propio partido. Las violaciones humanitarias perpetradas por el “Querido Líder” sobre los ciudadanos norcoreanos constituyen otro punto de inflexión. Por una parte, Lee se ha comprometido con su electorado a intervenir en defensa de los derechos humanos en Corea del Norte, pero por otro, Lee sabe que la estrategia chantajista de los norcoreanos, dispuestos a intercambiar la desnuclearización por el compromiso surcoreano de no intervenir en sus asuntos internos, goza, en general, del respaldo de la comunidad internacional. Lee, por tanto, no podrá renegar de la tradicional intransigencia de estampa conservadora ni por oportunidades económicas, ni por la tutela de los derechos humanos (lo que causaría la reacción de los activistas surcoreanos); el auténtico banco de pruebas para Lee comenzará el próximo 25 de febrero.
Líneas futuras en política exterior
La renovación de la era Lee ha comenzado con el nombramiento de algunas comisiones temporales (de asuntos exteriores, de seguridad y de reunificación) formadas por técnicos y encargados de facilitar la transición entre la presidencia de Roh Moo-hyun y la de Lee Myung-bak, así como la renovación de las líneas políticas del gobierno. La actuación de estas comisiones se reflejará en la redacción de un informe general de las necesidades sociales y de las oportunidades políticas a partir del cual se establecerán las líneas guía para los cinco años de mandato de Lee. Los puntos clave de la política exterior del nuevo presidente serán el acercamiento de Corea del Sur a Estados Unidos, una mayor actividad en el continente asiático y la definición de las relaciones intercoreanas. Decisiones que contrastan abiertamente con las del presidente Roh que, durante su campaña electoral, había fomentado el antiamericanismo latente en el país y que, seguidamente, se había distanciado de su tradicional aliado en busca de una línea política autónoma. La orientación pro-americana, tanto política como económica podría exponer a Seúl a represalias por parte de China. El objetivo de Lee es fortalecer la posición de Corea del Sur, para hacerla autónoma respecto a China o Estados Unidos y para construir vínculos estables con Japón y Rusia a través de una reorganización de la diplomacia surcoreana.La fórmula bautizada por Lee como “network diplomacy” (diplomacia en red) pretende crear una red diplomática efectiva de cara a consolidar las relaciones económicas con las potencias asiáticas (sobre todo con Moscú, Pekín y Tokio), pero sobe todo, para hacer de Seúl un interlocutor autónomo en el continente. Corea del Sur aspira de esta manera a convertirse en un “pequeño gigante” del siglo XXI con el objetivo último de no resultar aplastado por la competencia entre las grandes potencias asiáticas. En cuanto a las relaciones con Pyongyang, Lee se ha distanciado de la política de ayudas unilaterales del Presidente Roh. El desmantelamiento del programa nuclear se considera condición sine qua non para seguir acordando la ayuda económica y humanitaria prometida a Corea del Norte y que hasta ahora se concedían sin contrapartidas.Sin embargo, se sospecha que podría atenuarse la intransigencia hacia el Norte si con ello se propiciara la mejora de la economía surcoreana. Es evidente que las decisiones de Lee se ven influenciadas en gran medida por factores económicos, pero decisiones equivocadas en sus relaciones con Pyongyang podrían perturbar la sensibilidad de los ciudadanos surcoreanos, y provocar profundas protestas políticas incluso dentro del propio partido. Las violaciones humanitarias perpetradas por el “Querido Líder” sobre los ciudadanos norcoreanos constituyen otro punto de inflexión. Por una parte, Lee se ha comprometido con su electorado a intervenir en defensa de los derechos humanos en Corea del Norte, pero por otro, Lee sabe que la estrategia chantajista de los norcoreanos, dispuestos a intercambiar la desnuclearización por el compromiso surcoreano de no intervenir en sus asuntos internos, goza, en general, del respaldo de la comunidad internacional. Lee, por tanto, no podrá renegar de la tradicional intransigencia de estampa conservadora ni por oportunidades económicas, ni por la tutela de los derechos humanos (lo que causaría la reacción de los activistas surcoreanos); el auténtico banco de pruebas para Lee comenzará el próximo 25 de febrero.
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Reacciones internacionales a la victoria de Lee
La victoria de Lee ha sido interpretada como una vuelta a los valores tradicionales y el rechazo a las políticas progresistas del presidente saliente. Estados Unidos y Japón han celebrado con entusiasmo la elección de Lee Myung-bak ya que favorece el endurecimiento de Corea del Sur y sus aliados frente al régimen de Pyongyang, que dejará de contar con la permisividad de Roh. La vuelta a la unidad también será beneficiosa ante la aproximación de la fecha límite para finalizar el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano. Los diplomáticos norteamericanos y japoneses se reunieron rápidamente con el recién elegido presidente. El presidente Bush y el primer ministro Fukuda han mostrado su satisfacción por el resultado de las elecciones. El portavoz del Gobierno japonés, Nobutaka Machimura, declaró que Seúl y Tokio comparten valores similares y una agenda repleta de importantes cuestiones, anticipándose así a las palabras del Primer Ministro, quien ha augurado una amistad y una colaboración concreta entre ambos países. Durante su conversación telefónica con Lee, Bush, cuyo mandato está también a punto de finalizar, solicitó al recién elegido presidente que efectuase en el menor tiempo posible una visita oficial a Washington que renovase la alianza entre los dos países y permitiese a Bush cerrar su mandato con un resultado que suavizase su deslucida política asiática.
Reacciones internacionales a la victoria de Lee
La victoria de Lee ha sido interpretada como una vuelta a los valores tradicionales y el rechazo a las políticas progresistas del presidente saliente. Estados Unidos y Japón han celebrado con entusiasmo la elección de Lee Myung-bak ya que favorece el endurecimiento de Corea del Sur y sus aliados frente al régimen de Pyongyang, que dejará de contar con la permisividad de Roh. La vuelta a la unidad también será beneficiosa ante la aproximación de la fecha límite para finalizar el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano. Los diplomáticos norteamericanos y japoneses se reunieron rápidamente con el recién elegido presidente. El presidente Bush y el primer ministro Fukuda han mostrado su satisfacción por el resultado de las elecciones. El portavoz del Gobierno japonés, Nobutaka Machimura, declaró que Seúl y Tokio comparten valores similares y una agenda repleta de importantes cuestiones, anticipándose así a las palabras del Primer Ministro, quien ha augurado una amistad y una colaboración concreta entre ambos países. Durante su conversación telefónica con Lee, Bush, cuyo mandato está también a punto de finalizar, solicitó al recién elegido presidente que efectuase en el menor tiempo posible una visita oficial a Washington que renovase la alianza entre los dos países y permitiese a Bush cerrar su mandato con un resultado que suavizase su deslucida política asiática.
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Traducción de Mauro Sturlese
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Equilibri.net - Italy/03/01/2008
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