4/1/08

Kenia al borde del genocidio

La violencia de desató en Nairobi, la capital, el 27 de diciembre, cuando el gobierno dio a conocer resultados electorales.
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PARIS - Paraíso turístico hasta hace una semana y ahora presa de la violencia, Kenia ingresó esta semana en una espiral debido a la reelección del presidente Mwai Kibaki, en un proceso impugnado por presuntos fraudes, que destapó odios étnicos que amenazan con degenerar en genocidio.
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Malos ejemplos
Desde hace ocho días, Kenia recuerda peligrosamente a Costa de Marfil o Ruanda, dos países famosos por recientes guerras civiles de extremada crueldad que acabaron en genocidio.En 2002, los marfileños presumían de tener el país más tranquilo de Africa. Pero unas elecciones fraudulentas fracturaron la lealtad del ejército y desataron una rivalidad étnica que se transformó en barbarie fratricida.El 27 de diciembre último, unos kenianos muy orgullosos también de su estabilidad acudieron a las urnas para elegir nuevos Parlamento y Presidente.
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Clima de desencanto
Los resultados fueron despiadados con el partido de Kibaki. La mayoría de sus miembros perdieron sus escaños en favor de la oposición, un fenómeno que reveló la gravedad del desencanto.El líder de la oposición, Raila Odinga, protestó por un retraso que no auguraba nada bueno.Sus sospechas se confirmaron el domingo pasado, cuando Kibaki anunció su reelección por poco más de 200 mil votos. Odinga no aceptó su derrota y denunció el fraude, una actitud que encendió la cólera en las villas miseria de Nairobi y del oeste del país.Cientos de muertosAsí, una ola de violencia entre partidarios de ambos bandos se cobró en tres días casi 360 muertos y obligó a abandonar sus hogares a más de 100 mil personas, según la Cruz Roja Internacional.Pero las imágenes de bandas armadas con machetes, de saqueos y el incendio de una iglesia donde 35 mujeres y niños fueron quemados vivos, pusieron de manifiesto no sólo una rivalidad política, sino la existencia de un conflicto étnico acallado con las armas varias veces en los últimos años.Y es que en Kenia, los partidos de Kibaki y Odinga no son de izquierda o derecha, sino que se identifican por razones tribales: los kikuyu y los luos.
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El poder de los kikuyus
Los kikuyus son la principal de las 40 etnias en las que se dividen los 37 millones de kenianos. A ella pertenece Kibaki, de 76 años, y los caciques políticos de su régimen.Kibaki llegó a la presidencia en 2002 tras derrotar en las urnas a Daniel Arap Moi, en medio de la euforia popular por el fin de un régimen corrupto.Pero sus promesas de reformas y prosperidad quedaron en palabras y pronto empezó a correr el sentimiento de sólo favoreció los intereses de su tribu y, en particular, postergó las expectativas de los luos, la etnia de Odinga, de 62 años.
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En anhelo de los luos
Las urnas eran para los seguidores de Odinga la posibilidad de cambiar las cosas. Pero, ante el fracaso de la vía electoral, su frustración está a un paso de transformarse en venganza étnica.El peligro es tan real que la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han puesto en marcha sus diplomacias para lograr que los rivales Kibaki y Odinga acepten dialogar y eviten un baño de sangre fatal para Kenia y África.
Kenia corre peligro de perder su papel de sede regional de muchas multinacionales, que la han elegido para invertir precisamente por su estabilidad.
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El principal ingreso
También acabaría con un turismo cada vez más atraído por sus reservas de animales exóticos y sus paradisíacas playas incontaminadas, que aportan 14 por ciento de su producto interior bruto.Además, un conflicto en Kenia en guerra empeoraría la mala situación del este de África, donde su vecina Somalia está en guerra civil desde hace casi 18 años y Sudán reprime con fuerza las aspiraciones independentistas de su provincia occidental de Darfur.En la región hay millones de personas en una situación humanitaria desesperada. A ellas se sumarían también cientos de miles de kenianos, según una primera alarma lanzada ya por Naciones Unidas.
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Mar de preocupaciones
Los expertos admiten que la situación es crítica pero afirman que las élites políticas y económicas kenianas, sean de la etnia que sean, no dejarán que el país se hunda en el caos.A nivel político, "Odinga es consciente de que le conviene buscar solución al conflicto para pasar por un héroe ante la opinión pública", considera la analista keniana Mary Mutua.La incógnita es saber si Kibaki aceptará volver a las o preferirá apoyarse en el ejército para reprimir toda contestación y seguir en el poder.El problema es que su tribu kikuyu es minoritaria en el ejército. Algo que no hace presagiar una gran lealtad hacia un presidente sin la legitimidad de su pueblo.
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Univisión - USA/04/01/2008

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