Después de muchas derrotas, se ha ido generando una resistencia crítica en este país que permite imaginar posibles saltos adelante. Desde esta óptica, Vidal Beneyto se pregunta sí no tendríamos por aquí un Besancenot para liderar tan necesario avance.
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Pepe Gutiérrez-Álvarez
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Juan Vidal Beneyto es otro veterano antifranquista que, después de las muertes de Manolo Vázquez Montalbán y de Eduardo Haro Teglen, es casi lo único que queda de pensamiento crítico en El País. De sus artículos se pueden debatir tal o cual cosa pero siempre hay cosas que aprender, y entre los últimos me ha llamado especialmente la atención la segunda entrega de Resistencia crítica (12/01/08), en el que nos habla de los actuales “juegos de poder” que hacen reduce la democracia “a contiendas electorales”, en un engranaje que convertido “la búsqueda del máximo común denominador, más allá de partidos y de programas, la regla de oro de la vida pública”, de tal manera que en los parlamentos se habla de todo menos de las grandes cuestiones que importan a una ciudadanía desactivada socialmente.
Con este juego se trata también “de ensanchar cuanto se pueda el espectro de votantes potenciales, olvidándose de tradiciones políticas y saltándose antagonismos ideológicos, para asegurar el triunfo en las urnas de la posición en la que se milita”, de ahí que conceptos como “popular” o “socialista” estén vaciados totalmente de su significación real. Cierto, el sistema nos repite cada día que no hay más cera que la arde, tampoco hay donde ir según decía Cioran antes que Fukuyama, y por lo tanto no se trata “de imponer nuestras ideas ni reforzar nuestra opción doctrinal, sino directamente el de conquistar el poder para nuestro partido y dentro de él para nuestro grupo, es decir, para que nosotros mandemos”; lo que se gestiona mejor desde el bipartidismo, y con una derecha tan militante y tan consecuente que hasta cualquier liberal moderado puede parecer de izquierdas.
Parte del mismo juego es la competencia de ofertas electorales con las que el liberalismo se tiñe de “socialismo”, y viceversa, siendo lo fundamental que el mecanismo esté bien engrasado, que los medias hagan bien su faena, que las “correas de transmisión” en lo que antaño fueron sindicatos de clase, funcionen. En cuanto a la iniciativa popular ya sabemos quien la tiene, y desde luego no es Llamazares. Según Vidal Beneyto: “Este pandemónium de credos y confusiones, dignificado con la irrechazable designación de pensamiento único y bendecido por la práctica curalotodo del consenso disuelve la derecha y la izquierda y produce el milagro del centro, que todos aceptan aunque sirva de bien poco”.
Con este juego instalado en el que lo importante se trivializa, y lo trivial se hace importante, nos llegan este año unas elecciones “que se anuncian en Europa y en América podría ser una buena oportunidad de clarificación y de pedagogía” siguiendo lo que ya señalaba hace medio siglo Maurice Duverger, para quien “el ejercicio electoral, aparte de dotarnos de gobernantes, nos ayuda a conocer y a evaluar periódicamente el funcionamiento político de nuestras sociedades”, lo cual a nuestro parecer tampoco era muy cierto entonces aunque coincidimos con Juan que hemos dado bastante pasos hacia atrás. Éste no cree vaya a suceder nada en estas consultas, ni en Francia ni en España (y desde luego, tampoco en Italia), lugares cada vez más inmersos en la lógica bipartidaria en la que la mejor derecha es a veces una buena izquierda. O sea lugares donde el juego se establece sobre la base “del oscuro e impreciso perfil diferencial de los dos grandes polos, derecha e izquierda, con las alineaciones partidistas y electorales que a uno y otro se agregan”.
Pero diagnóstico como éste ya lo habíamos leído en otras ocasiones, ahora lo singular es que Vidal Beneyto da un paso más preciso en la arena política”, entre en la situación francesa que tan bien conoce para señalar “la casi total desaparición del Partido Comunista, excepto en el ámbito local” (se ha quedado a medio camino entre el pasado estaliniano y la socialdemocracia), algo que en Italia y en España no resulta demasiado diferente, aunque habría que precisar que la realidad sindical es entre nosotros mucho más desastrosa. En Francia persiste una mayor conciencia de “lo social”, de los derechos que el neoliberalismo está cercando progresivamente…Luego, describe “la dramática dilución de los Verdes” también engullidos por el “realismo político”, y del “retroceso de la formación trotskista” liderada por Arlette Laguillier o sea de nuestros compañeros de Lutte Ouvriére que en su momento fue la primera en levantar cabeza electoralmente culminando una tradición de activismo sindicalista muy duro. Lástima que al mismo tiempo no supiera liberarse de un cierto esquematismo sectario (nuestras normas y peculiaridades son sagradas), la mayor enfermedad de la tradición trotskista francesa aunque al lado del recién fallecido Pierre Lambert, lo de Arlette no pasaba de un mero constipado.
Por supuesto, no hay mucho más que decir sobre “la acefalia en personas y pensamiento del Partido Socialista francés”, en el país vecino no resulta tan fácil vivir de las rentas de peor será con la derecha, decadencia sobre la cual hay poco que lamentar, y no digamos de “la confirmación de que la traca de François Bayrou (que ya) no da para más”. Una situación que “deja a la izquierda desarbolada desde su extremo radical a sus connivencias centristas”, pero con todo hay una fracción que avanza y se mueve que Vidal Beneyto ve personalizada en Olivier Besancenot. Claro que no faltaran quienes vean en este reconocimiento cualquier cosa menos lo que es: el producto de una larga lucha que en el caso de la generación anterior se fraguó en el mayo del 68 y antes en el “activismo” en solidaridad con la revolución argelina y con el Vietnam. De tiempos en los que la vida no parecía posible a la izquierda del omnipotente partido comunista francés.
Vidal Beneyto sigue con el trazo rápido y después de discutible “aunque” describe a Oliver “criado en el serrallo del trotskismo, heredero y sucesor de Alain Krivine”, o sea de un “aunque” minoritario que nunca había logrado visualizarse más allá de una plaza en el parlamento europeo, avance que el mismo diario describía como parte de una curiosidad que comprendía tanto a trotskistas como cazadores. En el mismo diario, la muy insigne señora Rahola describiría esto como un avance de la “izquierda regresiva”, y se preguntaba sí no debería de causar tanta alarma social como el avance de Le Pen, por cierto, en el fondo buen amigo del Estado sionista de Israel en cuya embajada ella parece empleada. Vidal Beneyto tiene otra opinión, Besancenot “comienza a aparecer hoy como una alternativa posible de la izquierda francesa en su conjunto, gracias a su seducción política personal y a sus brillantes prestaciones televisivas”.
Tengo que decir que esta valiente descripción –que dicha en El País debe ser como mearse en el altar- me parece sumaria. No tengo dudas del carisma de Oliver. En su última visita, Michael Löwy nos contaba como su libro conjunto sobre el “Che” se había convertido en un inopinado éxito de ventas, y añadía: “Oliver es un fenómeno social…” Pero es esto no debe hacernos olvidar que por delante y por detrás hay un inmenso trabajo militante de muchos años, trabajo en los sindicatos, en los centros de enseñanza, en todos los terreno, sin olvidar la impresionante lucha cultural llevada a cabo como un equipo amplio en el que han sobresalido camaradas como Daniel Bensaïd, Michael Löwy y un largo etcétera…Desde su nacimiento, la Ligue era un hervidero ce debates políticos, y de aportaciones de calado. Gente que ha superado “la soledad del corredor de fondo”, y que actualmente ve los primeros frutos de su esfuerzo con la irrupción de nuevas generaciones armadas hasta los dientes contra el neoliberalismo.
El artículo nos habla de un “joven líder, apenas en la treintena, de una izquierda a secas, como le gusta decir a él”, claro, Recuerdo que Ken Loach cuando le preguntaron en una entrevista sí era trotskista, respondió que tal como estaba formulada se trataba de una piedra arrojadiza. Entre las genialidades perversas de la derecha intelectual se encuentra la de hacer crear que las ideas de Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Mandel o el Che” son ya mera arqueología, y que sus defensores son jóvenes que salen a la calle con la cara tapada para romper cristales. La izquierda de la que habla Besancenot no es “ni radical ni extrema”, simplemente “apuesta por otro tipo de política”, se sitúa “fuera de la pipolización y del capitalismo para la que todo son trampas, dinero y lentejuelas”, y va al grano: ¿quién manda aquí?, las personas valen más que vuestros beneficios, los derechos sociales son sagrados, es francés todo el que vive y trabaja en Francia, etc.
Así pues “Lo que postula es otro modo de hacer política desde la verdad; otro modelo de sociedad en la que los ricos y sus empresas no cabalguen tan a caballo de los pobres; otra organización económica cuyo funcionamiento no exija el total desbaratamiento del clima con la devastación del planeta y en el que el desarrollo tecnológico y el acrecentamiento de la riqueza no se traduzcan automáticamente en aumento de la desigualdad”, y por lo tanto “Se indigna de que los Estados creen sus presupuestos a costa de los trabajadores y de la producción de armas (pequeñas y de destrucción masiva)”, y además, es capaz de dejar convertir un acto electoral en un gesto de compromiso con una huelga…Es de la internacional que “reclama que se ponga fin a las grandes disputas geopolíticas Irán / Afganistán-USA, Israel-Palestina, Kosovo-Serbia y otras, cuyo riesgo de extensión y generalización es muy grande, y que se impidan y controlen las crisis humanitarias responsables de tantos muertos entre la población civil”…En pocas palabras: “postula un tratamiento de la inmigración y de los movimientos de personas más racional y más justo; rechaza la intervención de las religiones, hoy sobre todo islamismo y catolicismo, en la vida política de los países y la urgencia de acabar con su sectarismo civil y con la radicalización que conllevan directa e indirectamente, para las identidades nacionales y comunitarias”.
Sin embargo, todos estos objetivos de los que Besancenot habla con cualquier obrero o con cualquier vecino que se mueva, “quedaría cojo sin la refundación de una democracia que frente a autoritarismos y populismos haga imposible la disociación de libertad y justicia social”. Y como ilustración de lo dicho, Vidal Beneyto explique que cuando “Monsieur Le President”, “en su última conferencia de prensa, utiliza la potente propuesta de una política de civilización de Edgar Morin para esquivar sus compromisos en relación con el nivel de vida, se comporta, diría Besancenot, como un malversador político”, y es que mienten más que hablan. Resulta que como dice El Roto, aunque el pastel es cada vez más grande, cada vez cabemos a menos (por abajo, claro), y sin embargo, sale García Zapatero con su sonrisa de conejo del país de las maravillas y nos habla de las “mejoras sociales”, y Llamazares se pasea por las Cortes sin decir ni media palabra sobre esto, los accidentes laborales o sobre el reino de las inmobiliarias. Sin molestar vaya.
Vidal Beneyto concluye diciendo: “Ahora que tenemos a mano las elecciones generales, ¿no podría la izquierda real lanzar en España a un joven, hombre o mujer, agitador político como él?”…Y más de uno y una nos decimos, ¡ojala¡, pero desgraciadamente no depende solamente de encontrar un agitador militante con encanto. Tendría que representar un movimiento, una formación sólida y arraigada. Tendremos que dar todavía no pocos pasos, aquí la suma de derrotas van de la guerra a la Transición, demasiadas. Pero en eso estamos, tratando de crear movimientos, de formar activistas que articulen redes sociales. Tratando de reparar fracturas. Y todo llegará.
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Artículos de Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red >>
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N.L.P.yC.:
Olivier Besancenot (18 de abril de 1974) es un político francés de extrema izquierda y candidato a las elecciones presidenciales francesas de 2007 por la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), la sección gala de la Cuarta Internacional Reunificada.En las elecciones presidenciales de 2002 obtuvo 1.200.000 votos.
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kaosenlared.net - España/28/01/2008
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Pepe Gutiérrez-Álvarez
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Juan Vidal Beneyto es otro veterano antifranquista que, después de las muertes de Manolo Vázquez Montalbán y de Eduardo Haro Teglen, es casi lo único que queda de pensamiento crítico en El País. De sus artículos se pueden debatir tal o cual cosa pero siempre hay cosas que aprender, y entre los últimos me ha llamado especialmente la atención la segunda entrega de Resistencia crítica (12/01/08), en el que nos habla de los actuales “juegos de poder” que hacen reduce la democracia “a contiendas electorales”, en un engranaje que convertido “la búsqueda del máximo común denominador, más allá de partidos y de programas, la regla de oro de la vida pública”, de tal manera que en los parlamentos se habla de todo menos de las grandes cuestiones que importan a una ciudadanía desactivada socialmente.
Con este juego se trata también “de ensanchar cuanto se pueda el espectro de votantes potenciales, olvidándose de tradiciones políticas y saltándose antagonismos ideológicos, para asegurar el triunfo en las urnas de la posición en la que se milita”, de ahí que conceptos como “popular” o “socialista” estén vaciados totalmente de su significación real. Cierto, el sistema nos repite cada día que no hay más cera que la arde, tampoco hay donde ir según decía Cioran antes que Fukuyama, y por lo tanto no se trata “de imponer nuestras ideas ni reforzar nuestra opción doctrinal, sino directamente el de conquistar el poder para nuestro partido y dentro de él para nuestro grupo, es decir, para que nosotros mandemos”; lo que se gestiona mejor desde el bipartidismo, y con una derecha tan militante y tan consecuente que hasta cualquier liberal moderado puede parecer de izquierdas.
Parte del mismo juego es la competencia de ofertas electorales con las que el liberalismo se tiñe de “socialismo”, y viceversa, siendo lo fundamental que el mecanismo esté bien engrasado, que los medias hagan bien su faena, que las “correas de transmisión” en lo que antaño fueron sindicatos de clase, funcionen. En cuanto a la iniciativa popular ya sabemos quien la tiene, y desde luego no es Llamazares. Según Vidal Beneyto: “Este pandemónium de credos y confusiones, dignificado con la irrechazable designación de pensamiento único y bendecido por la práctica curalotodo del consenso disuelve la derecha y la izquierda y produce el milagro del centro, que todos aceptan aunque sirva de bien poco”.
Con este juego instalado en el que lo importante se trivializa, y lo trivial se hace importante, nos llegan este año unas elecciones “que se anuncian en Europa y en América podría ser una buena oportunidad de clarificación y de pedagogía” siguiendo lo que ya señalaba hace medio siglo Maurice Duverger, para quien “el ejercicio electoral, aparte de dotarnos de gobernantes, nos ayuda a conocer y a evaluar periódicamente el funcionamiento político de nuestras sociedades”, lo cual a nuestro parecer tampoco era muy cierto entonces aunque coincidimos con Juan que hemos dado bastante pasos hacia atrás. Éste no cree vaya a suceder nada en estas consultas, ni en Francia ni en España (y desde luego, tampoco en Italia), lugares cada vez más inmersos en la lógica bipartidaria en la que la mejor derecha es a veces una buena izquierda. O sea lugares donde el juego se establece sobre la base “del oscuro e impreciso perfil diferencial de los dos grandes polos, derecha e izquierda, con las alineaciones partidistas y electorales que a uno y otro se agregan”.
Pero diagnóstico como éste ya lo habíamos leído en otras ocasiones, ahora lo singular es que Vidal Beneyto da un paso más preciso en la arena política”, entre en la situación francesa que tan bien conoce para señalar “la casi total desaparición del Partido Comunista, excepto en el ámbito local” (se ha quedado a medio camino entre el pasado estaliniano y la socialdemocracia), algo que en Italia y en España no resulta demasiado diferente, aunque habría que precisar que la realidad sindical es entre nosotros mucho más desastrosa. En Francia persiste una mayor conciencia de “lo social”, de los derechos que el neoliberalismo está cercando progresivamente…Luego, describe “la dramática dilución de los Verdes” también engullidos por el “realismo político”, y del “retroceso de la formación trotskista” liderada por Arlette Laguillier o sea de nuestros compañeros de Lutte Ouvriére que en su momento fue la primera en levantar cabeza electoralmente culminando una tradición de activismo sindicalista muy duro. Lástima que al mismo tiempo no supiera liberarse de un cierto esquematismo sectario (nuestras normas y peculiaridades son sagradas), la mayor enfermedad de la tradición trotskista francesa aunque al lado del recién fallecido Pierre Lambert, lo de Arlette no pasaba de un mero constipado.
Por supuesto, no hay mucho más que decir sobre “la acefalia en personas y pensamiento del Partido Socialista francés”, en el país vecino no resulta tan fácil vivir de las rentas de peor será con la derecha, decadencia sobre la cual hay poco que lamentar, y no digamos de “la confirmación de que la traca de François Bayrou (que ya) no da para más”. Una situación que “deja a la izquierda desarbolada desde su extremo radical a sus connivencias centristas”, pero con todo hay una fracción que avanza y se mueve que Vidal Beneyto ve personalizada en Olivier Besancenot. Claro que no faltaran quienes vean en este reconocimiento cualquier cosa menos lo que es: el producto de una larga lucha que en el caso de la generación anterior se fraguó en el mayo del 68 y antes en el “activismo” en solidaridad con la revolución argelina y con el Vietnam. De tiempos en los que la vida no parecía posible a la izquierda del omnipotente partido comunista francés.
Vidal Beneyto sigue con el trazo rápido y después de discutible “aunque” describe a Oliver “criado en el serrallo del trotskismo, heredero y sucesor de Alain Krivine”, o sea de un “aunque” minoritario que nunca había logrado visualizarse más allá de una plaza en el parlamento europeo, avance que el mismo diario describía como parte de una curiosidad que comprendía tanto a trotskistas como cazadores. En el mismo diario, la muy insigne señora Rahola describiría esto como un avance de la “izquierda regresiva”, y se preguntaba sí no debería de causar tanta alarma social como el avance de Le Pen, por cierto, en el fondo buen amigo del Estado sionista de Israel en cuya embajada ella parece empleada. Vidal Beneyto tiene otra opinión, Besancenot “comienza a aparecer hoy como una alternativa posible de la izquierda francesa en su conjunto, gracias a su seducción política personal y a sus brillantes prestaciones televisivas”.
Tengo que decir que esta valiente descripción –que dicha en El País debe ser como mearse en el altar- me parece sumaria. No tengo dudas del carisma de Oliver. En su última visita, Michael Löwy nos contaba como su libro conjunto sobre el “Che” se había convertido en un inopinado éxito de ventas, y añadía: “Oliver es un fenómeno social…” Pero es esto no debe hacernos olvidar que por delante y por detrás hay un inmenso trabajo militante de muchos años, trabajo en los sindicatos, en los centros de enseñanza, en todos los terreno, sin olvidar la impresionante lucha cultural llevada a cabo como un equipo amplio en el que han sobresalido camaradas como Daniel Bensaïd, Michael Löwy y un largo etcétera…Desde su nacimiento, la Ligue era un hervidero ce debates políticos, y de aportaciones de calado. Gente que ha superado “la soledad del corredor de fondo”, y que actualmente ve los primeros frutos de su esfuerzo con la irrupción de nuevas generaciones armadas hasta los dientes contra el neoliberalismo.
El artículo nos habla de un “joven líder, apenas en la treintena, de una izquierda a secas, como le gusta decir a él”, claro, Recuerdo que Ken Loach cuando le preguntaron en una entrevista sí era trotskista, respondió que tal como estaba formulada se trataba de una piedra arrojadiza. Entre las genialidades perversas de la derecha intelectual se encuentra la de hacer crear que las ideas de Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Mandel o el Che” son ya mera arqueología, y que sus defensores son jóvenes que salen a la calle con la cara tapada para romper cristales. La izquierda de la que habla Besancenot no es “ni radical ni extrema”, simplemente “apuesta por otro tipo de política”, se sitúa “fuera de la pipolización y del capitalismo para la que todo son trampas, dinero y lentejuelas”, y va al grano: ¿quién manda aquí?, las personas valen más que vuestros beneficios, los derechos sociales son sagrados, es francés todo el que vive y trabaja en Francia, etc.
Así pues “Lo que postula es otro modo de hacer política desde la verdad; otro modelo de sociedad en la que los ricos y sus empresas no cabalguen tan a caballo de los pobres; otra organización económica cuyo funcionamiento no exija el total desbaratamiento del clima con la devastación del planeta y en el que el desarrollo tecnológico y el acrecentamiento de la riqueza no se traduzcan automáticamente en aumento de la desigualdad”, y por lo tanto “Se indigna de que los Estados creen sus presupuestos a costa de los trabajadores y de la producción de armas (pequeñas y de destrucción masiva)”, y además, es capaz de dejar convertir un acto electoral en un gesto de compromiso con una huelga…Es de la internacional que “reclama que se ponga fin a las grandes disputas geopolíticas Irán / Afganistán-USA, Israel-Palestina, Kosovo-Serbia y otras, cuyo riesgo de extensión y generalización es muy grande, y que se impidan y controlen las crisis humanitarias responsables de tantos muertos entre la población civil”…En pocas palabras: “postula un tratamiento de la inmigración y de los movimientos de personas más racional y más justo; rechaza la intervención de las religiones, hoy sobre todo islamismo y catolicismo, en la vida política de los países y la urgencia de acabar con su sectarismo civil y con la radicalización que conllevan directa e indirectamente, para las identidades nacionales y comunitarias”.
Sin embargo, todos estos objetivos de los que Besancenot habla con cualquier obrero o con cualquier vecino que se mueva, “quedaría cojo sin la refundación de una democracia que frente a autoritarismos y populismos haga imposible la disociación de libertad y justicia social”. Y como ilustración de lo dicho, Vidal Beneyto explique que cuando “Monsieur Le President”, “en su última conferencia de prensa, utiliza la potente propuesta de una política de civilización de Edgar Morin para esquivar sus compromisos en relación con el nivel de vida, se comporta, diría Besancenot, como un malversador político”, y es que mienten más que hablan. Resulta que como dice El Roto, aunque el pastel es cada vez más grande, cada vez cabemos a menos (por abajo, claro), y sin embargo, sale García Zapatero con su sonrisa de conejo del país de las maravillas y nos habla de las “mejoras sociales”, y Llamazares se pasea por las Cortes sin decir ni media palabra sobre esto, los accidentes laborales o sobre el reino de las inmobiliarias. Sin molestar vaya.
Vidal Beneyto concluye diciendo: “Ahora que tenemos a mano las elecciones generales, ¿no podría la izquierda real lanzar en España a un joven, hombre o mujer, agitador político como él?”…Y más de uno y una nos decimos, ¡ojala¡, pero desgraciadamente no depende solamente de encontrar un agitador militante con encanto. Tendría que representar un movimiento, una formación sólida y arraigada. Tendremos que dar todavía no pocos pasos, aquí la suma de derrotas van de la guerra a la Transición, demasiadas. Pero en eso estamos, tratando de crear movimientos, de formar activistas que articulen redes sociales. Tratando de reparar fracturas. Y todo llegará.
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Artículos de Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red >>
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N.L.P.yC.:
Olivier Besancenot (18 de abril de 1974) es un político francés de extrema izquierda y candidato a las elecciones presidenciales francesas de 2007 por la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), la sección gala de la Cuarta Internacional Reunificada.En las elecciones presidenciales de 2002 obtuvo 1.200.000 votos.
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kaosenlared.net - España/28/01/2008
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