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Durante los primeros días del año 2008, el presidente norteamericano George W.Bush negó la recesión en Estados Unidos. Sostuvo que su país mantenía una economía sólida y previsible; más tarde anunció que retirarían veinte mil efectivos de Irak sin aclarar si el terrorismo que los llevara a combatir en defensa de la democracia en aquel lejano país ahí había ganado, empatado o perdido el encuentro. Tal vez por haber dejado en suspenso ese resultado, sin pausa el primer mandatario norteamericano viajó por Medio Oriente, promovió otro acuerdo de paz entre israelíes y palestinos sin prever que sin el grupo Hamas en la mesa jamás habrá acuerdo, enseguida George W.Bush reiteró en Arabia Saudita sus consabidas amenazas contra Irán, que como pareciera no temer al poderío yanki ubica a esa región en una situación ciertamente riesgosa. Digamos, atómicamente peligrosa en tanto es posibilidad que Estados Unidos sugiere en cada frase de su presidente, que como un eficiente estadista también le ofreció armamentos a cada país que visitara en la región; - aliados o potenciales enemigos- porque al fin los negocios son negocios.
Lo imprevisible que nos deparó la administración yanki sucedió cuando retornado a USA, el presidente le reclamó a los legisladores un inmediato plan económico que evitara caer en la recesión al país, una alternativa que enfáticamente negara cinco días antes y de improviso empezó a preocuparlo. Quizá por alguna novedosa abstracción, el hombre realizó un cambio de frente al que agregó prometiendo desde el gobierno unos ciento cincuenta mil millones de dólares para dinamizar la situación bastante averiada por los dos millones de hipotecas impagas y otras yerbas; producto de impuestos que el estado reduciría a los contribuyentes y estos volcarían al consumo y la reactivación. Y sin ser pesimista porque el plan de emergencia aún no se diseño del todo, es transferencia de fondos sin demasiado rigor técnico ni siquiera pinta astuta con semejante panorama financiero en el corto plazo, que exige un resultado rápido porque las necesidades apremian y los tres o cuatro meses venideros serán al menos, azarosos. Que la reducción en el cobro de impuestos derive de inmediato en un aumento del consumo y la actividad laboral, es más bien un concepto casi intervencionista y demagógico dentro del capitalismo; imperdonable para los ortodoxos; y aunque probara su eficacia demoraría mucho tiempo y siempre que la crisis ya instalada se lo permita. Algo que enrarece y debilita el rótulo de primera potencia mundial, país hegemónico por dejar la economía librada al juego de los mercados, y otros halagos rufianescos que se difunden sobre Estados Unidos. ‘Un país siempre previsible' nos abrumaron por décadas los sirvientes políticos y economistas que los veneran desde las clases altas, que se escandalizan y adjetivan de terrorista a todo intento progresista en los países pobres, y de previsibles los ‘países serios', como si el mote de previsible dignificara a un país que si otro no le acepta sus condiciones, lo más es previsible es que lo ataque.
El gobierno de Estados Unidos no se priva al calificar y en estos días iniciales del 2008, el funcionario recién nombrado para tratar con los países sudamericanos, un militar en retiro, discurseó que debería controlarse al gobierno de Bolivia por las relaciones que acrecienta con Irán, un país ‘terrorista'. Una advertencia dirigida a toda América Latina, sin duda, del constante juego coercitivo que USA sostiene en la región desde que su presidente Monroe, allá por 1823, dijera ‘América para los americanos'. Una aspiración que nunca debimos tomar en broma.
Lo imprevisible que nos deparó la administración yanki sucedió cuando retornado a USA, el presidente le reclamó a los legisladores un inmediato plan económico que evitara caer en la recesión al país, una alternativa que enfáticamente negara cinco días antes y de improviso empezó a preocuparlo. Quizá por alguna novedosa abstracción, el hombre realizó un cambio de frente al que agregó prometiendo desde el gobierno unos ciento cincuenta mil millones de dólares para dinamizar la situación bastante averiada por los dos millones de hipotecas impagas y otras yerbas; producto de impuestos que el estado reduciría a los contribuyentes y estos volcarían al consumo y la reactivación. Y sin ser pesimista porque el plan de emergencia aún no se diseño del todo, es transferencia de fondos sin demasiado rigor técnico ni siquiera pinta astuta con semejante panorama financiero en el corto plazo, que exige un resultado rápido porque las necesidades apremian y los tres o cuatro meses venideros serán al menos, azarosos. Que la reducción en el cobro de impuestos derive de inmediato en un aumento del consumo y la actividad laboral, es más bien un concepto casi intervencionista y demagógico dentro del capitalismo; imperdonable para los ortodoxos; y aunque probara su eficacia demoraría mucho tiempo y siempre que la crisis ya instalada se lo permita. Algo que enrarece y debilita el rótulo de primera potencia mundial, país hegemónico por dejar la economía librada al juego de los mercados, y otros halagos rufianescos que se difunden sobre Estados Unidos. ‘Un país siempre previsible' nos abrumaron por décadas los sirvientes políticos y economistas que los veneran desde las clases altas, que se escandalizan y adjetivan de terrorista a todo intento progresista en los países pobres, y de previsibles los ‘países serios', como si el mote de previsible dignificara a un país que si otro no le acepta sus condiciones, lo más es previsible es que lo ataque.
El gobierno de Estados Unidos no se priva al calificar y en estos días iniciales del 2008, el funcionario recién nombrado para tratar con los países sudamericanos, un militar en retiro, discurseó que debería controlarse al gobierno de Bolivia por las relaciones que acrecienta con Irán, un país ‘terrorista'. Una advertencia dirigida a toda América Latina, sin duda, del constante juego coercitivo que USA sostiene en la región desde que su presidente Monroe, allá por 1823, dijera ‘América para los americanos'. Una aspiración que nunca debimos tomar en broma.
LQSomos. Eduardo Pérsico. Enero de 2008
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Viñeta de Adolfo Payés
Viñeta de Adolfo Payés
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LQsomos/24/01/2008
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