Tokelau, el pequeño Estado compuesto por tres atolones tropicales situados en el Pacífico Sur, se encuentra sometido a la soberanía neozelandesa. Tanto su ubicación, como sus características condicionan su status de dependencia respecto a Wellington, que, por su parte, le ofrece un importante apoyo económico. Sin embargo, algunas facciones políticas internas están presionando desde hace tiempo para que se modifique la actual condición del archipiélago y se instituya una completa independencia política e institucional. Pero los intentos sistemáticos de segregarse de las autoridades de Nueva Zelanda no han obtenido hasta ahora buenos resultados, aunque han dejado en herencia a Tokelau una realidad político-social dividida, que seguramente generará en el futuro nuevas iniciativas en búsqueda de la independencia política.
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Michele Tempera
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Tokelau es un minúsculo archipiélago (en conjunto, su territorio cubre solamente 12 km²) compuesto por tres atolones (Nukunonu, Atafu y Fakaofo) y situado en el océano Pacífico centro-meridional, al noreste de Nueva Zelanda. Desde 1926 sus aproximadamente 1.500 habitantes dependen del Gobierno de Wellington en los ámbitos políticos de mayor relevancia, tales como defensa, política exterior o economía. El Estado no es, en consecuencia, independiente y su condición se encuentra regulada por un tratado de libre asociación firmado con Nueva Zelanda. Sin embargo, goza de una parcial autonomía administrativa a la hora de dirigir los asuntos de carácter local y las cuestiones de menor importancia. La población subsiste fundamentalmente gracias a los subsidios anuales que llegan desde Wellington, que proporcionan un 80% del presupuesto nacional total. El restante 20% proviene de la agricultura y de la pesca, ambas practicadas por los habitantes del archipiélago sólo a nivel de subsistencia, así como de la venta a compañías extranjeras de los derechos de pesca en las propias aguas territoriales. También la venta de sellos postales, así como de los derechos de utilización del dominio de internet del país (.tk), proporcionan importantes ingresos estatales.El sistema institucional de Tokelau se sustenta en la coexistencia de mecanismos electorales de carácter democrático y de estructuras representativas locales tradicionales. El país está gobernado por una Asamblea General (Fono), elegida por el conjunto de los habitantes y compuesta por veinte miembros. El mismo procedimiento electoral que se utiliza para elegir al Fono se usa también para nombrar al Gobernador (Ulu), que se elige anualmente. Éste preside la Asamblea y el llamado Consejo de Faipule, órgano gubernamental que hace las veces de gabinete de ministros y que está formado por tres miembros, cada uno de ellos en representación de cada uno de los tres atolones que componen el Estado. A su vez, cada uno de estos atolones está administrado por un Consejo de Ancianos (Taupulega). El pasado enero tuvo lugar la última de estas consultas electorales, que encumbró nuevamente, por quinta vez consecutiva, a Pio Tuia como Gobernador. Tuia cuenta desde hace mucho con la confianza de la población y ha demostrado poseer una gran habilidad para presentar al Gobierno neozelandés las reclamaciones dirigidas a él por los ciudadanos.
Michele Tempera
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Tokelau es un minúsculo archipiélago (en conjunto, su territorio cubre solamente 12 km²) compuesto por tres atolones (Nukunonu, Atafu y Fakaofo) y situado en el océano Pacífico centro-meridional, al noreste de Nueva Zelanda. Desde 1926 sus aproximadamente 1.500 habitantes dependen del Gobierno de Wellington en los ámbitos políticos de mayor relevancia, tales como defensa, política exterior o economía. El Estado no es, en consecuencia, independiente y su condición se encuentra regulada por un tratado de libre asociación firmado con Nueva Zelanda. Sin embargo, goza de una parcial autonomía administrativa a la hora de dirigir los asuntos de carácter local y las cuestiones de menor importancia. La población subsiste fundamentalmente gracias a los subsidios anuales que llegan desde Wellington, que proporcionan un 80% del presupuesto nacional total. El restante 20% proviene de la agricultura y de la pesca, ambas practicadas por los habitantes del archipiélago sólo a nivel de subsistencia, así como de la venta a compañías extranjeras de los derechos de pesca en las propias aguas territoriales. También la venta de sellos postales, así como de los derechos de utilización del dominio de internet del país (.tk), proporcionan importantes ingresos estatales.El sistema institucional de Tokelau se sustenta en la coexistencia de mecanismos electorales de carácter democrático y de estructuras representativas locales tradicionales. El país está gobernado por una Asamblea General (Fono), elegida por el conjunto de los habitantes y compuesta por veinte miembros. El mismo procedimiento electoral que se utiliza para elegir al Fono se usa también para nombrar al Gobernador (Ulu), que se elige anualmente. Éste preside la Asamblea y el llamado Consejo de Faipule, órgano gubernamental que hace las veces de gabinete de ministros y que está formado por tres miembros, cada uno de ellos en representación de cada uno de los tres atolones que componen el Estado. A su vez, cada uno de estos atolones está administrado por un Consejo de Ancianos (Taupulega). El pasado enero tuvo lugar la última de estas consultas electorales, que encumbró nuevamente, por quinta vez consecutiva, a Pio Tuia como Gobernador. Tuia cuenta desde hace mucho con la confianza de la población y ha demostrado poseer una gran habilidad para presentar al Gobierno neozelandés las reclamaciones dirigidas a él por los ciudadanos.
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La cuestión de la independencia
La vida política del país se ha caracterizado siempre por un fuerte aislamiento. Los protagonistas de la escena institucional interna no habían demostrado nunca ninguna voluntad de apropiarse de la soberanía en materias tales como defensa o economía. Sin embargo, durante la última década ha comenzado a cobrar fuerza una tendencia crítica con el tipo de relaciones hasta ahora mantenidas con Nueva Zelanda. La necesidad de mejorar el Estado y de diversificar e incrementar los recursos económicos disponibles, ha empujado a algunas facciones políticas a solicitar, de forma cada vez más insistente, un mayor grado de autonomía. Aunque la separación institucional total respecto al Gobierno de Wellington es una opción apoyada por una pequeña minoría de este movimiento, una buena parte de la población se muestra favorable a que se produzcan transformaciones fundamentales en las relaciones político-institucionales existentes. El objetivo es obtener una mayor libertad de maniobra a nivel político y económico, limitando de esta forma la dependencia respecto a Nueva Zelanda. Esta tendencia podría tener su origen en el creciente flujo de mercancías y capitales a causa de la globalización económica-productiva. Las grandes posibilidades que podría ofrecer la independencia o, al menos, la soberanía completa sobre el propio territorio, están sirviendo de estímulo para que la clase política de Tokelau promueva nuevas iniciativas en esta dirección.El primer intento serio de adquirir un status de autogobierno y una mayor autonomía se produjo en febrero de 2006. Se organizó entonces un referéndum para sopesar el apoyo popular con el que contaba la opción política de la autonomía de Tokelau respecto a Nueva Zelanda. Aunque el 60% de los votantes se mostraron favorables a la autonomía, el resultado no fue suficiente para alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para llevar adelante este tipo de decisiones. En cualquier caso, el referéndum constató que el respaldo popular a esta solución se encontraba muy extendido. En octubre de 2007 se celebró un segundo referéndum sobre autogobierno. Tampoco en esta ocasión se alcanzó la mayoría de dos tercios necesaria, aunque, de nuevo, más de la mitad de los electores, un 64% (446 votos sobre 692), se mostraron favorables a la autonomía.El Gobierno neozelandés ha mantenido siempre una posición neutral sobre la cuestión de la independencia de Tokelau, tratando de mostrarse respetuoso con la voluntad popular durante los dos referendos y ocultando su satisfacción ante los resultados por medio de las habituales fórmulas diplomáticas. En realidad, las ambiciones del Gobierno de Wellington, que aspira a extender su influencia por el Pacífico Sur, convierten a Tokelau en un punto estratégico fundamental, en una plataforma desde la cual la influencia neozelandesa podría insertarse en ciertos contextos que, de otra forma, se situarían fuera de su órbita. Por su parte, la tendencia entre los tokelauanos que residen y trabajan en Nueva Zelanda (unos 7.000, aproximadamente) es principalmente contraria a las instancias de carácter independentista. Éstos consideran que la autonomía traería consigo la pérdida del soporte fundamental proporcionado por Wellington tanto a nivel económico, como político-social.
La cuestión de la independencia
La vida política del país se ha caracterizado siempre por un fuerte aislamiento. Los protagonistas de la escena institucional interna no habían demostrado nunca ninguna voluntad de apropiarse de la soberanía en materias tales como defensa o economía. Sin embargo, durante la última década ha comenzado a cobrar fuerza una tendencia crítica con el tipo de relaciones hasta ahora mantenidas con Nueva Zelanda. La necesidad de mejorar el Estado y de diversificar e incrementar los recursos económicos disponibles, ha empujado a algunas facciones políticas a solicitar, de forma cada vez más insistente, un mayor grado de autonomía. Aunque la separación institucional total respecto al Gobierno de Wellington es una opción apoyada por una pequeña minoría de este movimiento, una buena parte de la población se muestra favorable a que se produzcan transformaciones fundamentales en las relaciones político-institucionales existentes. El objetivo es obtener una mayor libertad de maniobra a nivel político y económico, limitando de esta forma la dependencia respecto a Nueva Zelanda. Esta tendencia podría tener su origen en el creciente flujo de mercancías y capitales a causa de la globalización económica-productiva. Las grandes posibilidades que podría ofrecer la independencia o, al menos, la soberanía completa sobre el propio territorio, están sirviendo de estímulo para que la clase política de Tokelau promueva nuevas iniciativas en esta dirección.El primer intento serio de adquirir un status de autogobierno y una mayor autonomía se produjo en febrero de 2006. Se organizó entonces un referéndum para sopesar el apoyo popular con el que contaba la opción política de la autonomía de Tokelau respecto a Nueva Zelanda. Aunque el 60% de los votantes se mostraron favorables a la autonomía, el resultado no fue suficiente para alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para llevar adelante este tipo de decisiones. En cualquier caso, el referéndum constató que el respaldo popular a esta solución se encontraba muy extendido. En octubre de 2007 se celebró un segundo referéndum sobre autogobierno. Tampoco en esta ocasión se alcanzó la mayoría de dos tercios necesaria, aunque, de nuevo, más de la mitad de los electores, un 64% (446 votos sobre 692), se mostraron favorables a la autonomía.El Gobierno neozelandés ha mantenido siempre una posición neutral sobre la cuestión de la independencia de Tokelau, tratando de mostrarse respetuoso con la voluntad popular durante los dos referendos y ocultando su satisfacción ante los resultados por medio de las habituales fórmulas diplomáticas. En realidad, las ambiciones del Gobierno de Wellington, que aspira a extender su influencia por el Pacífico Sur, convierten a Tokelau en un punto estratégico fundamental, en una plataforma desde la cual la influencia neozelandesa podría insertarse en ciertos contextos que, de otra forma, se situarían fuera de su órbita. Por su parte, la tendencia entre los tokelauanos que residen y trabajan en Nueva Zelanda (unos 7.000, aproximadamente) es principalmente contraria a las instancias de carácter independentista. Éstos consideran que la autonomía traería consigo la pérdida del soporte fundamental proporcionado por Wellington tanto a nivel económico, como político-social.
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Motivos a favor y en contra de la independencia
Los resultados de los dos referendos mostraron claramente que la mayor parte de la población es partidaria de la independencia respecto a Wellington. Pese a que la ley impone la necesidad de contar con un amplísimo respaldo a la hora de tomar decisiones de gran importancia, no es posible ignorar la mayoritaria inclinación de los ciudadanos hacia la completa independencia. Este dato resulta especialmente relevante si se tiene en cuenta la dependencia económica de Tokelau respecto a Nueva Zelanda. De ello se deduce que el sentimiento nacional se encuentra fuertemente arraigado en la población local y que con toda probabilidad, más tarde o más temprano, arrastrará al país a nuevas pulsos con Nueva Zelanda con el objetivo de modificar el status del Estado. Además, la doble derrota en las urnas del frente independentista, constituye al mismo tiempo una doble victoria desde el punto de vista social, ya que podría incrementar el sentimiento de frustración y hostilidad de la población hacia el Gobierno de Wellington. La reelección sistemática de Pio Tuia como Gobernador constituye, en este sentido, un claro indicio del ambiente político que se respira en los tres atolones. Tuia es un ferviente defensor de la causa independentista, además de uno de los principales responsables de la convocatoria de ambos referendos. Por ello, el que la población haya vuelto a renovar su confianza en él, aumenta las posibilidades de que, a medio plazo, se produzca un nuevo intento de independencia respecto a Wellington. En este sentido, la sociedad tokelauana se encuentra fuertemente dividida en función de sus preferencias en las relaciones con Nueva Zelanda, lo cual influirá, inevitablemente, en la resolución de otras cuestiones fundamentales, tales como la diversificación del sistema económico.La posibilidad de una secesión de Tokelau podría dañar seriamente la frágil y pobre economía de los tres atolones. Sin embargo, la posibilidad de poner en marcha una política exterior autónoma constituye una oportunidad para el país, que le permitiría atraer importantes inversiones y ayudas. La competición entre los grandes Estados por extender su influencia político-económica hacia los Estados insulares del Pacífico Sur es sumamente dura y, en consecuencia, algunos de ellos (Taiwan, China, Japón, Australia) están dispuestos a financiar generosamente proyectos de desarrollo. Si Tokelau se convirtiese en un Estado independiente podría beneficiarse de los efectos de esta competición. Quizás este sea el motivo que ha llevado a la mayoría de los políticos y habitantes de Tokelau a expresar su voluntad democrática de distanciarse, política e institucionalmente, de Wellington.
Motivos a favor y en contra de la independencia
Los resultados de los dos referendos mostraron claramente que la mayor parte de la población es partidaria de la independencia respecto a Wellington. Pese a que la ley impone la necesidad de contar con un amplísimo respaldo a la hora de tomar decisiones de gran importancia, no es posible ignorar la mayoritaria inclinación de los ciudadanos hacia la completa independencia. Este dato resulta especialmente relevante si se tiene en cuenta la dependencia económica de Tokelau respecto a Nueva Zelanda. De ello se deduce que el sentimiento nacional se encuentra fuertemente arraigado en la población local y que con toda probabilidad, más tarde o más temprano, arrastrará al país a nuevas pulsos con Nueva Zelanda con el objetivo de modificar el status del Estado. Además, la doble derrota en las urnas del frente independentista, constituye al mismo tiempo una doble victoria desde el punto de vista social, ya que podría incrementar el sentimiento de frustración y hostilidad de la población hacia el Gobierno de Wellington. La reelección sistemática de Pio Tuia como Gobernador constituye, en este sentido, un claro indicio del ambiente político que se respira en los tres atolones. Tuia es un ferviente defensor de la causa independentista, además de uno de los principales responsables de la convocatoria de ambos referendos. Por ello, el que la población haya vuelto a renovar su confianza en él, aumenta las posibilidades de que, a medio plazo, se produzca un nuevo intento de independencia respecto a Wellington. En este sentido, la sociedad tokelauana se encuentra fuertemente dividida en función de sus preferencias en las relaciones con Nueva Zelanda, lo cual influirá, inevitablemente, en la resolución de otras cuestiones fundamentales, tales como la diversificación del sistema económico.La posibilidad de una secesión de Tokelau podría dañar seriamente la frágil y pobre economía de los tres atolones. Sin embargo, la posibilidad de poner en marcha una política exterior autónoma constituye una oportunidad para el país, que le permitiría atraer importantes inversiones y ayudas. La competición entre los grandes Estados por extender su influencia político-económica hacia los Estados insulares del Pacífico Sur es sumamente dura y, en consecuencia, algunos de ellos (Taiwan, China, Japón, Australia) están dispuestos a financiar generosamente proyectos de desarrollo. Si Tokelau se convirtiese en un Estado independiente podría beneficiarse de los efectos de esta competición. Quizás este sea el motivo que ha llevado a la mayoría de los políticos y habitantes de Tokelau a expresar su voluntad democrática de distanciarse, política e institucionalmente, de Wellington.
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Conclusiones
El pequeño país insular de Tokelau se enfrenta a un futuro incierto desde el punto de vista político-institucional. La permanencia de Tokelau bajo soberanía neozelandesa acentúa la división interna y, más tarde o más temprano, generará nuevos esfuerzos dirigidos a conseguir la autonomía. A corto plazo no parece probable que se produzca la secesión del territorio respecto a Nueva Zelanda, sobre todo porque la economía del país no podría soportar un recorte presupuestario equivalente al 80% de forma tan brusca. Pero, por otro lado, el enorme apoyo de la población al proyecto de independencia no debe infravalorarse ya que, si Tokelau consiguiese encontrar un soporte externo adecuado, la separación de Wellington podría ser inevitable.
Conclusiones
El pequeño país insular de Tokelau se enfrenta a un futuro incierto desde el punto de vista político-institucional. La permanencia de Tokelau bajo soberanía neozelandesa acentúa la división interna y, más tarde o más temprano, generará nuevos esfuerzos dirigidos a conseguir la autonomía. A corto plazo no parece probable que se produzca la secesión del territorio respecto a Nueva Zelanda, sobre todo porque la economía del país no podría soportar un recorte presupuestario equivalente al 80% de forma tan brusca. Pero, por otro lado, el enorme apoyo de la población al proyecto de independencia no debe infravalorarse ya que, si Tokelau consiguiese encontrar un soporte externo adecuado, la separación de Wellington podría ser inevitable.
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Traducción de Paula Martos Ardid
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Equilibri.net - Italy/21-02/2008
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