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Roberto Fontanarrosa era un amigo mas, instalado entre nosotros tanto a través de sus personajes de historieta como por sus cuentos, tan nuestros, tan argentinos, pero con ese tinte indeleble que le han puesto a lo que hacen los rosarinos.
Mas allá de las eternas (y hasta folklóricas) discusiones que enfrentan leve o profundamente a la sociedad acerca de dicotomías fundamentales como Boca-River, radicalismo-peronismo, azules y colorados, unitarios y federales, se sobreponía ante cualquier comentario como “leíste el Inodoro Pereyra de este domingo?”.
Fue una figura que concitó adhesiones, que congregó en lectura, que recorrió desde la literatura futbolera a los relatos de la vida cotidiana (siempre teñidos de la influencia del fútbol), que nació con ese don especial según el cual pudo aunar al claro y preciso relato la posibilidad de darle forma de caricatura. De su mano salieron personajes imborrables para todos los argentinos: Buggy el aceitoso, un frío matón. Inodoro Pereyra, el Mendieta y la Eulogia, relatos gauchescos; incontables páginas de humor que reflejaban la realidad cotidiana. Y muchos libros, en que descolló como un sagaz observador de lo cotidiano, de lo popular.
Paradójicamente la enfermedad que lo afectó le anuló progresivamente la posibilidad de dibujar, pero no de pensar. Hasta su último momento siguió retratando la realidad con un “mano prestada” de otro amigo dibujante. Pero ayer nos dijo simplemente “Chau”, y nos dejó muy tristes a todos, a los de boca, a los de river, a los “canallas” tanto como a los “leprosos”, a los “azules” y a los “colorados”, a los que no y a los que sí, A TODOS.
Roberto Fontanarrosa era un amigo mas, instalado entre nosotros tanto a través de sus personajes de historieta como por sus cuentos, tan nuestros, tan argentinos, pero con ese tinte indeleble que le han puesto a lo que hacen los rosarinos.
Mas allá de las eternas (y hasta folklóricas) discusiones que enfrentan leve o profundamente a la sociedad acerca de dicotomías fundamentales como Boca-River, radicalismo-peronismo, azules y colorados, unitarios y federales, se sobreponía ante cualquier comentario como “leíste el Inodoro Pereyra de este domingo?”.
Fue una figura que concitó adhesiones, que congregó en lectura, que recorrió desde la literatura futbolera a los relatos de la vida cotidiana (siempre teñidos de la influencia del fútbol), que nació con ese don especial según el cual pudo aunar al claro y preciso relato la posibilidad de darle forma de caricatura. De su mano salieron personajes imborrables para todos los argentinos: Buggy el aceitoso, un frío matón. Inodoro Pereyra, el Mendieta y la Eulogia, relatos gauchescos; incontables páginas de humor que reflejaban la realidad cotidiana. Y muchos libros, en que descolló como un sagaz observador de lo cotidiano, de lo popular.
Paradójicamente la enfermedad que lo afectó le anuló progresivamente la posibilidad de dibujar, pero no de pensar. Hasta su último momento siguió retratando la realidad con un “mano prestada” de otro amigo dibujante. Pero ayer nos dijo simplemente “Chau”, y nos dejó muy tristes a todos, a los de boca, a los de river, a los “canallas” tanto como a los “leprosos”, a los “azules” y a los “colorados”, a los que no y a los que sí, A TODOS.
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Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va una estrella se ha perdido la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va se detienen los caminos se empieza a revelar el duende manso del vino. Cuando un amigo se va galopando su destino empieza el alma a vibrar, porque se llena de frío. Cuando un amigo se va queda un terreno baldío que quiere el tiempo llenar con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va se queda un árbol caído que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.
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LQSomos. Mónica Oporto. Julio 2007
LQSomos. Mónica Oporto. Julio 2007
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Estas cosas no tienen fecha de publicación están adentro, ¿No?.
Por eso lo volvemos a publicar.
LPyC
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Enlaces:
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La web de FONTANARROSA
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DISCURSO DE FONTANARROSA EN EL III CONGRESO INTERNACIONAL LA LENGUA ESPAÑOLA
DISCURSO DE FONTANARROSA EN EL III CONGRESO INTERNACIONAL LA LENGUA ESPAÑOLA
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LQsomos/01/02/2008
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