Sarkozy convierte una redada policial en un plató de televisión
El arresto de unos delincuentes es seguido en directo por decenas de cámaras
El arresto de unos delincuentes es seguido en directo por decenas de cámaras
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ANDRÉS PÉREZ - Corresponsal en París
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El populismo de Sarkozy parece no tener fin. Este lunes se sacó un nuevo conejo de la chistera ante una audiencia que el 9 de marzo debe renovar sus ayuntamientos. Nada menos que 1.100 policías invadieron al alba la ciudad de Villiers-le-Bel, en el extrarradio de París, con material tan apropiado como helicópteros, mazas y un blindado, seguidos por decenas de cámaras de televisión.
El objetivo oficial era dar caza a 39 personas implicadas en delitos graves durante los disturbios en el barrio en otoño pasado. El motivo extraoficial era otro: intentar encarrilar la campaña electoral para que regrese al terreno de la paranoia, utilizando a esta barriada rebelde como carnaza.
Los 1.100 policías llegaron hacia las seis menos cuarto de la madrugada con órdenes de detención dictadas por tres jueces de instrucción. Todo en regla para tres presuntos delitos de gravedad extrema.
Se trataba de echar el guante a los supuestos autores de una "tentativa de asesinato en banda organizada contra agentes de policía", de una "tentativa de homicidio voluntario con agravantes" y de un "incendio", según fuentes policiales. Todos esos delitos fueron presuntamente cometidos a finales de noviembre, cuando miles de jóvenes de Villiers-le-Bel se sublevaron tras la muerte de dos adolescentes aplastados por un coche patrulla.
En aquella revuelta, un policía fue apaleado y se produjeron graves incidentes en los que hubo disparos con pistolas lanzacohetes, fusiles de caza y carabinas de aire comprimido contra un puñado de agentes, Se registraron 100 heridos, la mayoría vecinos.
Ayer, la policía cumplió su misión en tres horas. Penetró en los inmuebles, localizó a los individuos que buscaba, los detuvo y se fue. Total: 35 detenidos, 17 de ellos por su presunta participación en disparos contra los agentes; otros 13 por una agresión contra un comisario y cinco por incendiar una biblioteca.
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Presencia de televisiones
Lo que no cuadró en esa espectacular redada policial fue la prensa gráfica y audiovisual que acompañó a la comitiva. ¿Por qué había decenas de televisiones y de fotógrafos en el momento del despliegue policial y, en algunos casos, incluso antes del despliegue? Simplemente porque alguien advirtió que Villiers-le-Bel iba a convertirse en un enorme plató.
Fuentes de la policía consultadas el lunes por Público subrayaron que "en una operación de este tipo, con cientos de agentes porque se teme la acción de bandas organizadas, lo normal es que sólo unos pocos policías sepan de antemano donde van a intervenir, mientras que el resto sólo lo saben instantes antes de salir". La "filtración" previa al show, por lo tanto, no pudo venir de un agente de base ni de un sindicato policial, sino de los responsables de la operación.
Este corresponsal contactó el lunes con la presidencia de la República, con la fiscalía, con el gabinete de la ministra de Interior y con la dirección de la Policía Nacional. La pregunta era simple: "¿Ya está abierta la investigación para determinar quien "filtró" la operación, poniendo así en peligro la vida de los agentes, si tan peligrosos eran los presuntos criminales?".
Frank Louvrier, consejero de imagen y mano derecha de Nicolas Sarkozy, afirmó que "el presidente no tiene por qué dar instrucciones al respecto". La fiscalía adoptó idéntica actitud. El gabinete de la ministra Michèle Alliot-Marie recalcó que "deploraban" la filtración, pero no tenía nada que anunciar sobre una investigación.
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Público.es - España/21/02/2008
ANDRÉS PÉREZ - Corresponsal en París
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Los 1.100 policías llegaron hacia las seis menos cuarto de la madrugada con órdenes de detención dictadas por tres jueces de instrucción. Todo en regla para tres presuntos delitos de gravedad extrema.
Se trataba de echar el guante a los supuestos autores de una "tentativa de asesinato en banda organizada contra agentes de policía", de una "tentativa de homicidio voluntario con agravantes" y de un "incendio", según fuentes policiales. Todos esos delitos fueron presuntamente cometidos a finales de noviembre, cuando miles de jóvenes de Villiers-le-Bel se sublevaron tras la muerte de dos adolescentes aplastados por un coche patrulla.
En aquella revuelta, un policía fue apaleado y se produjeron graves incidentes en los que hubo disparos con pistolas lanzacohetes, fusiles de caza y carabinas de aire comprimido contra un puñado de agentes, Se registraron 100 heridos, la mayoría vecinos.
Ayer, la policía cumplió su misión en tres horas. Penetró en los inmuebles, localizó a los individuos que buscaba, los detuvo y se fue. Total: 35 detenidos, 17 de ellos por su presunta participación en disparos contra los agentes; otros 13 por una agresión contra un comisario y cinco por incendiar una biblioteca.
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Lo que no cuadró en esa espectacular redada policial fue la prensa gráfica y audiovisual que acompañó a la comitiva. ¿Por qué había decenas de televisiones y de fotógrafos en el momento del despliegue policial y, en algunos casos, incluso antes del despliegue? Simplemente porque alguien advirtió que Villiers-le-Bel iba a convertirse en un enorme plató.
Fuentes de la policía consultadas el lunes por Público subrayaron que "en una operación de este tipo, con cientos de agentes porque se teme la acción de bandas organizadas, lo normal es que sólo unos pocos policías sepan de antemano donde van a intervenir, mientras que el resto sólo lo saben instantes antes de salir". La "filtración" previa al show, por lo tanto, no pudo venir de un agente de base ni de un sindicato policial, sino de los responsables de la operación.
Este corresponsal contactó el lunes con la presidencia de la República, con la fiscalía, con el gabinete de la ministra de Interior y con la dirección de la Policía Nacional. La pregunta era simple: "¿Ya está abierta la investigación para determinar quien "filtró" la operación, poniendo así en peligro la vida de los agentes, si tan peligrosos eran los presuntos criminales?".
Frank Louvrier, consejero de imagen y mano derecha de Nicolas Sarkozy, afirmó que "el presidente no tiene por qué dar instrucciones al respecto". La fiscalía adoptó idéntica actitud. El gabinete de la ministra Michèle Alliot-Marie recalcó que "deploraban" la filtración, pero no tenía nada que anunciar sobre una investigación.
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Público.es - España/21/02/2008
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