2/2/08

Unión Europea-Francia: la UMP dividida por la candidatura de Blair a la presidencia del consejo europeo

El implícito apoyo de Sarkozy a la candidatura de Tony Blair como futuro presidente del Consejo europeo, ha suscitado reacciones adversas dentro de la UMP. Razones de política exterior e interior obligan al Elíseo a apoyar al ex primer ministro británico, aún a riesgo de aislar a la UMP en Europa y de reforzar las filas de sus adversarios de cara a las próximas elecciones municipales.
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Daniel Pescini
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El debate dentro de la UMP
La UMP afirma que apoyar la candidatura de Blair contribuiría a que el Reino Unido se comprometiera aún más con el proceso de integración. Los críticos a la candidatura de Blair, y a la candidatura inglesa en general, argumentan que el Reino Unido no forma parte del espacio Schengen, ni, por tanto, de la zona euro y que tiene una política exterior demasiado americanizada. Blair encarna al aliado más fiel de Estados Unidos en Europa, un aliado que promovió y apoyó la guerra de Irak, una intervención a la que se opusieron tanto Francia como Alemania. Alegan, además, que la necesidad de impulsar el proceso de integración y el sentimiento pro-UE en todo el continente, necesita de una personalidad con un perfil europeísta mucho más claro.Los mayores críticos dentro de la UMP son Giscard d'Estaing (que presidió la comisión encargada de elaborar la nueva Constitución europea) y Eduard Balladur (ex primer ministro y miembro de derecho de la delegación política del UMP). A éstos se suman Axel Poniatowski (diputado y presidente de la comisión de asuntos exteriores de la Asamblea Nacional y miembro electo de la delegación política del partido), Jean-Pierre Jouyet (secretario de Estado para los asuntos europeos) y François Goulard (diputado muy cercano al ex primer ministro De Villepin). Éste último ha declarado en múltiples ocasiones su rechazo al “sarkozismo” (la última fue en verano del 2007, en una entrevista al periódico Le Figaro, donde criticó la falta de debate dentro de la UMP).El Movimiento democrático de Bayrou también se muestra contrario a la candidatura de Blair. Según las declaraciones de la candidata a la alcaldía de París (la eurodiputada Marielle de Sarnez), el partido centrista apoya la candidatura de Jean-Claude Junker y no la de Blair, alegando que la conducta de éste último (demasiado en sintonía con los americanos, sobre todo en la guerra de Irak) no lo convierte en el mejor candidato para encarnar la voz libre, independiente y autónoma de Europa. En cuanto a política exterior, Bayrou critica la intención de Sarkozy de crear una base militar estratégica en los Emiratos Árabes, una decisión que ha provocado que Francia deje de realizar labores diplomáticas en el Golfo Pérsico y se convierta en un simple agente militar.
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El escenario europeo
El desacuaerdo sobre la candidatura de Blair en la UMP adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta las citas tan importantes que esperan a la Unión Europea a lo largo de todo el 2008 y los primeros meses del 2009. Antes de que finalice el 2008, el Tratado de Lisboa deberá ser ratificado por todos los países miembros. Después de dicha ratificación, se deberán elegir tres importantes cargos: el presidente del Consejo Europeo, que según el tratado presidirá las cumbres de los Jefes de Estado y de Gobierno durante dos años y medio (además puede optar a la reelección, por otros dos años y medio); el alto representante para la política exterior y de seguridad de la Unión, que presidirá las reuniones de los ministros de Exteriores y de Seguridad de la Unión, además de ser vicepresidente de la Comisión; y el nuevo presidente de la Comisión. Más adelante, en la primavera de 2009, se celebrarán las elecciones para el Parlamento europeo. El actual presidente de la Comisión, Barroso (popular), cuenta con buenas posibilidades para ser reelegido, gracias al apoyo de franceses, ingleses y alemanes. En tal caso, la vicepresidencia de la Comisión (y por tanto, el papel de alto representante de la política exterior y de seguridad) probablemente se entregaría a un socialista. La candidatura de Blair (laborista aunque capaz de obtener votos entre los populares) podría ser la solución para evitar que el cargo del presidente del Consejo europeo rompa el equilibrio entre populares y socialistas. La Alemania de Merkel, y gran parte de los populares europeos, apoyan al primer ministro de Luxemburgo, Jean-Calude Juncker, popular y europeísta convencido, que (como ya se ha mostrado) cuenta también con el apoyo del Movimiento democrático de Bayrou y que, hasta la crisis del Gobierno Prodi, contaba también con el apoyo de Italia. Sin embargo, una Alemania sin el apoyo de otro Estado influyente podría tener dificultades para lograr el nombramiento de Junker, sobre todo si tenemos en cuenta que Francia presidirá el consejo de la Unión Europea justo cuando se tendrán que realizar los nombramientos, en la segunda mitad de 2008. La impaciencia de Sarkozy a la hora de que los países de la zona euro cumplan las condiciones que les han sido impuestas en materia económica, financiera y monetaria, una impaciencia de la que ya ha dado muestras en más de una ocasión, es uno de los motivos han obligado al presidente francés a decantarse por Blair. El enfrentamiento entre Sarkozy y los ministros de la Eurozona se inició el pasado verano, cuando Junker pidió a Francia que intentara alcanzar los objetivos marcados antes del 2010, fecha que Sarkozy insistió en retrasar hasta el 2012. La cuestión se resolvió con una victoria de Francia, ya que la Eurozona sólo se limitó a desear que París se esforzase en alcanzar los objetivos en el 2010. Poco más tarde, el descontento se agudizó aún más cuando Sarkozy criticó las decisiones del presidente del BCE, en cuanto a la gestión de la crisis de las subprime, incluyendo en las críticas al presidente de la Eurozona, Junker, al que Sarkozy solicitó medidas concretas. La propuesta francesa de una reunión de los Jefes de Gobierno de la Eurozona ha derivado en críticas hacia Alemania, a la que acusa de limitar la independencia del BCE.
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El escenario político interno
La actuación de Sarkozy debe analizarse también en clave de política interior. Blair representa el modelo de político que ha conseguido impulsar en Gran Bretaña reformas liberales que pusieron en entredicho el antiguo orden laborista-conservador. Afirmándose como el líder de las reformas, Blair consiguió mantener a raya al sector laborista que lo criticaba desde la izquierda, y privar a los conservadores de su tradicional intransigencia. Sarkozy parece seguir la estela del líder inglés, aunque con algunos matices: Sarkozy desea afianzarse ante la opinión pública francesa como el hombre de las reformas, del futuro, de lo novedoso, capaz de romper con la continuidad de la política francesa, de superar los esquemas tradicionales, de luchar contra el conservadurismo, tanto dentro de la UMP como de la izquierda (tanto socialista como radical). Por otra parte, la figura de Blair también sería la explicación del cambio de comportamiento que el Gobierno ha experimentado con relación a los sindicatos. En un primer momento, con nueve días de huelga general, Sarkozy y el primer ministro Fillon llevaron a cabo una estrategia conflictiva, al estilo de “Thatcher”. Sin embargo, poco después cambió a un estilo más típico de Blair, al intentar introducir las reformas sin optar por humillar a los sindicatos. De hecho, a mediados del mes pasado, los sindicatos y empresarios lograron alcanzar un primer acuerdo sobre la reforma del mercado laboral. Otro elemento a tener en cuenta son las elecciones municipales que se celebrarán en marzo en Francia. El examen se presenta como una cura de humildad para la UMP. La popularidad de Sarkozy ha ido decreciendo (en el último mes no ha llegado al 50%). Los sondeos realizados a finales de enero señalan que, a nivel nacional, la izquierda obtendría el 46% de los votos frente al 40% que recogería la UMP, mientras que un 7% iría a parar a los centristas de Bayrou. En las municipales de 2001, la derecha obtuvo el 47% de los votos frente al 44,87% de los votos de la izquierda. Si bien los sondeos han revelado que los franceses no creen que el voto local siga las mismas directrices que el voto nacional (el 56% de los encuestados declara que votará sólo en función de consideraciones estrictamente locales), es significativo que el 23% haya declarado que votará para mostrar su disconformidad hacia Sarkozy y el Gobierno Fillon, mientras que sólo el 16% lo hará para apoyarlos.
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Conclusiones
Desde el punto de vista de la política exterior, la decisión de Sarkozy de apoyar a Blair para el cargo de presidente del Consejo Europeo parece derivar de la visión común de atlantismo en política exterior y de la voluntad del presidente francés de no vincularse demasiado con la Unión en materia económica y financiera. Esto es básicamente lo que ha obligado a Francia a buscar un candidato que no sea apoyado ni por Alemania ni por los populares europeos, que apoyan al luxemburgués Jean-Claude Junker, europeísta convencido y baluarte del respeto de los parámetros económicos y financieros exigidos a todos los países que forman parte de la zona euro. Desde el punto de vista de política interior, la imagen de Blair parece ser el modelo a seguir para lograr ser un presidente reformador, que lucha contra los viejos conservadurismos, tanto los de la derecha como los de la izquierda. Es posible que el blairismo y el sarkozismo tengan muchas cosas en común pero mientras que el ex primer ministro británico ha demostrado ser capaz de vencer una elección tras otra, el presidente francés aún no ha tenido ocasión de demostrarlo. La elección de Sarkozy corre un doble peligro. A nivel exterior, el de aislar a la UMP dentro del Partido Popular Europeo. A nivel interno, podría provocar que aumenten aún más las críticas dentro de la UMP hacia el sarkozismo, así como que los otros partidos (centristas y socialistas) hagan un bloque común en torno a uno de los temas más delicados del debate público en Francia, la integración del país con el resto de Europa.
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Traducción de Diana Quintero Rodríguez
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Equilibri.net - Italy/02/02/2008

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