XX Cumbre del Grupo Río
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Acertadas, sabias palabras y falacias como excusas trasnochadas se escucharon en la Cumbre de Río. Acertadas palabras traducidas en inteligentes medidas de los que vieron claro qué se traía oculta la agresión a Ecuador. Por eso la decisión unánime de trabajar por la paz y frenar la locura “tenebrosa” de Uribe.
Justamente este presidente de Colombia dijo rechazar toda imputación de continuar utilizando la Doctrina de la Seguridad Nacional en su pero se le escapó su miedo al cuco comunista… y en definitiva con sus “soluciones” demuestra adherir a la mas reciente Doctrina de la Guerra Preventiva y efectúa ataques violatorios de tratados sobre un país vecino, porque encuentra terrorismo.
Otra idea que se desprende de las palabras de los mandatarios intervinientes es que de manera preclara se ha detectado la intención la de la instalación de un conflicto, claramente una estrategia impuesta desde afuera para lograr fines “tenebrosos”. Cuando no se lo pudo obtener por otras vías, se instala un conflicto y se interviene. Cabe repasar la historia universal para encontrar un ejemplo: las Guerras del Opio. Instalado el conflicto, luego viene la intervención “por intermedio de” o “apoyando a” desde sus “tenebrosas” intenciones.
El rechazo a la balcanización encubierta a la que se pretende arribar para romper no sólo la paz sino la potencial fuerza que la unión y puestas en común están logrando de a poco. También se declaró la oposición a la unilateralidad de las decisiones, por el peligro que conllevan. Demuestra a las claras la memoria histórica de años de intervenciones desembozadas o solapadas, forzadas o permitidas por las oligarquías cipayas que se quiere erradicar.
Esta detección de la visualización temprana de la estrategia de la introducción de una cuña con la que se pretendía hacer estallar un enfrentamiento y usar este conflicto que deja como servido en bandeja los territorios debilitados.
La conclusión es clara, y no pasa inadvertida para los que podamos leer la situación histórica: la creación de un conflicto americano que como un incendio consuma las fuerzas latinoamericanas –rompiendo toda posibilidad de la unión americana tan proclamada por Bolívar- para dar paso a la creación de un foco de conflicto alimentado desde centros de poder que, atentos y esperando, cargarán las tintas para su propio beneficio.
También es claro el reconocimiento que los presentes que con madurez frenaron el avance belicista inaugurado por Colombia, tratando de aquietar las aguas con la creación de una fuerza multinacional de paz, entendiendo que si había una amenaza esa era la aplicación de medidas desbordadas por parte de los que tomaban unilateralmente acciones que ponen en riesgo a todo un Continente.
Por unanimidad se le planteó al presidente de Colombia que la integridad territorial de los países está por encima de sus problemas internos, los cuales debe arreglar dentro de la legalidad en su propio territorio. Implícitamente quedó flotando una condena por la soberbia y sordera política con que se manejó Uribe. El apoyo por trabajar por la paz en el continente habla a las claras de la clara percepción de que la extensión del conflicto sólo beneficia a las fuerzas en acecho prontas a caer sobre la presa.
Uribe aplicó sus falacias a intentar justificar su injustificable actitud, (utilizando la falacia ad hominem, la falacia de petición de principio…) sin embargo omitió mencionar que el territorio de Colombia alberga a militares norteamericanos y instructores provenientes de la ex Escuela de las Américas, y que internamente la acción de grupos paramilitares secuestran, torturan y matan a ciudadanos colombianos.
Argumenta el lobo que no se comió las ovejas: que es superior la seguridad al territorio o de “Un pedazo de selva” como aludió al territorio de Ecuador. Se pone como víctima de los países americanos de los que sólo cree haber recibido insultos.
La gran lección se la brindaron los presidentes latinoamericanos a Uribe, proponiendo la paz. Sin embargo a éste se le escapó “el enano fascista” cuando, refiriéndose a Correa, le espetó que no utilizara argumentos de comunistas. El presidente se ha quedado cincuenta años atrás, detrás del Muro de Berlín que, para Uribe, aun no se ha caído… y con soberbia rechazó los conceptos de todos los representantes de América Latina
Distingue Umberto Eco lo que denomina paleoguerra y neoguerra.
La primera corresponde a la guerra que beneficiaba las industrias de armamentos de cada uno de los países beligerantes.
En cambio, en la neoguerra: “algunas potencias económicas se hacían la competencia, y la lógica de su conflicto superaba la lógica de las potencias nacionales” (1) . Que no se pierda esto de vista.
Acertadas, sabias palabras y falacias como excusas trasnochadas se escucharon en la Cumbre de Río. Acertadas palabras traducidas en inteligentes medidas de los que vieron claro qué se traía oculta la agresión a Ecuador. Por eso la decisión unánime de trabajar por la paz y frenar la locura “tenebrosa” de Uribe.
Justamente este presidente de Colombia dijo rechazar toda imputación de continuar utilizando la Doctrina de la Seguridad Nacional en su pero se le escapó su miedo al cuco comunista… y en definitiva con sus “soluciones” demuestra adherir a la mas reciente Doctrina de la Guerra Preventiva y efectúa ataques violatorios de tratados sobre un país vecino, porque encuentra terrorismo.
Otra idea que se desprende de las palabras de los mandatarios intervinientes es que de manera preclara se ha detectado la intención la de la instalación de un conflicto, claramente una estrategia impuesta desde afuera para lograr fines “tenebrosos”. Cuando no se lo pudo obtener por otras vías, se instala un conflicto y se interviene. Cabe repasar la historia universal para encontrar un ejemplo: las Guerras del Opio. Instalado el conflicto, luego viene la intervención “por intermedio de” o “apoyando a” desde sus “tenebrosas” intenciones.
El rechazo a la balcanización encubierta a la que se pretende arribar para romper no sólo la paz sino la potencial fuerza que la unión y puestas en común están logrando de a poco. También se declaró la oposición a la unilateralidad de las decisiones, por el peligro que conllevan. Demuestra a las claras la memoria histórica de años de intervenciones desembozadas o solapadas, forzadas o permitidas por las oligarquías cipayas que se quiere erradicar.
Esta detección de la visualización temprana de la estrategia de la introducción de una cuña con la que se pretendía hacer estallar un enfrentamiento y usar este conflicto que deja como servido en bandeja los territorios debilitados.
La conclusión es clara, y no pasa inadvertida para los que podamos leer la situación histórica: la creación de un conflicto americano que como un incendio consuma las fuerzas latinoamericanas –rompiendo toda posibilidad de la unión americana tan proclamada por Bolívar- para dar paso a la creación de un foco de conflicto alimentado desde centros de poder que, atentos y esperando, cargarán las tintas para su propio beneficio.
También es claro el reconocimiento que los presentes que con madurez frenaron el avance belicista inaugurado por Colombia, tratando de aquietar las aguas con la creación de una fuerza multinacional de paz, entendiendo que si había una amenaza esa era la aplicación de medidas desbordadas por parte de los que tomaban unilateralmente acciones que ponen en riesgo a todo un Continente.
Por unanimidad se le planteó al presidente de Colombia que la integridad territorial de los países está por encima de sus problemas internos, los cuales debe arreglar dentro de la legalidad en su propio territorio. Implícitamente quedó flotando una condena por la soberbia y sordera política con que se manejó Uribe. El apoyo por trabajar por la paz en el continente habla a las claras de la clara percepción de que la extensión del conflicto sólo beneficia a las fuerzas en acecho prontas a caer sobre la presa.
Uribe aplicó sus falacias a intentar justificar su injustificable actitud, (utilizando la falacia ad hominem, la falacia de petición de principio…) sin embargo omitió mencionar que el territorio de Colombia alberga a militares norteamericanos y instructores provenientes de la ex Escuela de las Américas, y que internamente la acción de grupos paramilitares secuestran, torturan y matan a ciudadanos colombianos.
Argumenta el lobo que no se comió las ovejas: que es superior la seguridad al territorio o de “Un pedazo de selva” como aludió al territorio de Ecuador. Se pone como víctima de los países americanos de los que sólo cree haber recibido insultos.
La gran lección se la brindaron los presidentes latinoamericanos a Uribe, proponiendo la paz. Sin embargo a éste se le escapó “el enano fascista” cuando, refiriéndose a Correa, le espetó que no utilizara argumentos de comunistas. El presidente se ha quedado cincuenta años atrás, detrás del Muro de Berlín que, para Uribe, aun no se ha caído… y con soberbia rechazó los conceptos de todos los representantes de América Latina
Distingue Umberto Eco lo que denomina paleoguerra y neoguerra.
La primera corresponde a la guerra que beneficiaba las industrias de armamentos de cada uno de los países beligerantes.
En cambio, en la neoguerra: “algunas potencias económicas se hacían la competencia, y la lógica de su conflicto superaba la lógica de las potencias nacionales” (1) . Que no se pierda esto de vista.
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LQSomos. Mónica oporto. Marzo de 2008
LQSomos. Mónica oporto. Marzo de 2008
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(1) Umberto Eco. A paso de cangrejo, Buenos Aires, ed. Debate, 2006 p. 22
(1) Umberto Eco. A paso de cangrejo, Buenos Aires, ed. Debate, 2006 p. 22
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LQSomos/20/03/2008
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