Por Amy Goodman*
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El año pasado, el Doctor Steven Reisner y otros psicólogos conformaron la Coalición por una Psicología Ética en contra de la participación de miembros de la Asociación Estadounidense de Psicología en interrogatorios agresivos. Este año, Reisner recibió el mayor número de votos en la nominación para la presidencia de la APA. Se opone al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos realizados a presos de Guantánamo, de las prisiones secretas de la CIA o de cualquier otro lugar donde se alegue que la Convención de Ginebra es irrelevante.
Imaginen a un candidato a presidente a quien, hace un año, nadie habría considerado con posibilidades para ser elegido. Ahora esa persona es el principal candidato, con un enorme apoyo de las organizaciones de base, y amenaza el sentido de inevitabilidad que poseen los candidatos del establishment. No, no estoy hablando de la disputa electoral por la presidencia de EE.UU., sino de la candidatura a la presidencia de la mayor asociación de psicólogos del mundo, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). En el centro mismo de la elección se libra un feroz debate sobre la tortura y los interrogatorios. Mientras que las otras profesiones relacionadas con la salud, incluyendo a la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en ingles) y a la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en ingles), prohíben a sus miembros participar en interrogatorios, la dirigencia de la APA ha luchado contra esa restricción.
Frustrado con la postura de la APA, un psicoanalista de Nueva York, el Doctor Steven Reisner, se ha lanzado a la palestra. El año pasado, Reisner y otros psicólogos disidentes conformaron la Coalition for an Ethical Psychology (Coalición por una Psicología Ética) en un intento de forzar una moratoria contra la participación de miembros de la APA en interrogatorios agresivos. Durante la fase inicial del proceso electoral de este año, Reisner recibió el mayor número de votos para la nominación a la presidencia de la asociación. Está al frente de una plataforma que se opone al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos y coercitivos realizados a prisioneros de Guantánamo, de las prisiones secretas de la CIA o de cualquier otro lugar en el que se asuma que no se aplican las leyes internacionales ni la Convención de Ginebra.
El tema llegó a su punto más álgido en la convención anual de la APA de 2007. Tras días de negociaciones hasta entrada la madrugada, la propuesta de moratoria llegó a una votación determinante. En ese momento, se vivió una escena surrealista en la sede de la convención: militares uniformados habían acudido en masa. Hombres y mujeres vestidos con camuflajes para el desierto y miembros de la Marina de blanco impecable se acercaron para influir sobre el Consejo de Representantes de la APA, y oficiales vestidos con relucientes uniformes de gala tomaron los micrófonos.
Los psicólogos del Ejército insistieron en que ayudan a que los interrogatorios sean seguros, éticos y legales, y citaron casos en los que los psicólogos presuntamente intervinieron para impedir abusos. “Si retiramos a los psicólogos de estos lugares, ¡va a morir gente!” gritó alarmado el Coronel Larry James, del Ejército de EE.UU., psicólogo jefe de la base de la Bahía de Guantánamo y miembro del Consejo Directivo de la APA. La Dra. Laurie Wagner, una psicóloga de Dallas, contraatacó: “Si hacen falta psicólogos allí para que los detenidos no acaben muertos, entonces las condiciones son tan horrendas que lo único ético y moral que se puede hacer es protestar contra ello saliendo de allí”.
La moratoria no logró ser aprobada, y en lugar de ello se aprobó una resolución lavada, que describía 19 técnicas agresivas de interrogación que serían prohibidas, pero únicamente “si fueran usadas de forma que suponga un dolor o sufrimiento significativo o de manera que una persona razonable considerara que puediera provocar un daño duradero”. En otras palabras, este vacío legal te permite tratar mal a los detenidos, sólo no les causes daño permanente.
Inmediatamente tras la votación, Reisner habló ante una colmada asamblea: “Si no somos capaces de decir ‘No, no participaremos en interrogatorios agresivos en las prisiones secretas de la CIA’, creo que tenemos que preguntarnos seriamente qué es lo que somos como organización y, desde mi punto de vista, cuál es mi lealtad para con esta organización, o si tendremos que criticarla desde fuera de ella en este momento”.
Reisner y otros comenzaron a no pagar sus cuotas. Miembros prominentes de la APA renunciaron, y la autora del best-seller “Reviving Ophelia” (Revivir a Ofelia), Mary Pipher, devolvió el premio “Mención Presidencial” que le había entregado la APA. Tras varios meses de publicidad negativa y negociaciones internas, un comité de emergencia volvió a redactar aquella resolución, eliminando los vacíos legales y declarando la total prohibición de esas 19 técnicas de interrogación, tales como los simulacros de ejecución y el “submarino”.
Cuando pregunté al Dr. Reisner, hijo de sobrevivientes del Holocausto, por qué quería dirigir la organización contra la que luchó durante varios años, me respondió: “Si tengo la oportunidad de cambiar las cosas, tengo la responsabilidad de hacerlo. Nunca había tenido la intención de involucrarme, pero la única forma de asegurarse de que esto cambie es reivindicar el proceso democrático en nombre de los derechos humanos y lajusticia social. Tenía la esperanza de que el rechazo masivo de los socios a pagar sus cuotas y las renuncias en masa avergonzarían a la APA lo suficiente como para que recuperara la sensatez. Les hizo dar un gran paso pero no fueron lo suficientemente lejos”.
Siguió explicándome: “Los estadounidenses están hartos de la reputación de torturador que tiene Estados Unidos , de gente que abusa de las personas detenidas. Los estadounidenses quieren que se restauren los valores en pos del cuidado de la salud en lugar de mantener los valores de la guerra. Creo que lo que ocurre en la APA debería indicar un camino para todo el país”.
La próxima reunión anual de la APA tendrá lugar este verano en Boston. Se espera que los interrogatorios sean el principal asunto que enfrente a los miembros de la asociación que se den cita allí. La votación definitiva para el cargo de presidente de la APA comienza en octubre. La APA y Estados Unidos decidirán quiénes serán sus próximos presidentes más o menos en la misma fecha. Un debate profundo sobre la tortura debería ser central en ambas elecciones.
El año pasado, el Doctor Steven Reisner y otros psicólogos conformaron la Coalición por una Psicología Ética en contra de la participación de miembros de la Asociación Estadounidense de Psicología en interrogatorios agresivos. Este año, Reisner recibió el mayor número de votos en la nominación para la presidencia de la APA. Se opone al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos realizados a presos de Guantánamo, de las prisiones secretas de la CIA o de cualquier otro lugar donde se alegue que la Convención de Ginebra es irrelevante.
Imaginen a un candidato a presidente a quien, hace un año, nadie habría considerado con posibilidades para ser elegido. Ahora esa persona es el principal candidato, con un enorme apoyo de las organizaciones de base, y amenaza el sentido de inevitabilidad que poseen los candidatos del establishment. No, no estoy hablando de la disputa electoral por la presidencia de EE.UU., sino de la candidatura a la presidencia de la mayor asociación de psicólogos del mundo, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). En el centro mismo de la elección se libra un feroz debate sobre la tortura y los interrogatorios. Mientras que las otras profesiones relacionadas con la salud, incluyendo a la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en ingles) y a la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en ingles), prohíben a sus miembros participar en interrogatorios, la dirigencia de la APA ha luchado contra esa restricción.
Frustrado con la postura de la APA, un psicoanalista de Nueva York, el Doctor Steven Reisner, se ha lanzado a la palestra. El año pasado, Reisner y otros psicólogos disidentes conformaron la Coalition for an Ethical Psychology (Coalición por una Psicología Ética) en un intento de forzar una moratoria contra la participación de miembros de la APA en interrogatorios agresivos. Durante la fase inicial del proceso electoral de este año, Reisner recibió el mayor número de votos para la nominación a la presidencia de la asociación. Está al frente de una plataforma que se opone al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos y coercitivos realizados a prisioneros de Guantánamo, de las prisiones secretas de la CIA o de cualquier otro lugar en el que se asuma que no se aplican las leyes internacionales ni la Convención de Ginebra.
El tema llegó a su punto más álgido en la convención anual de la APA de 2007. Tras días de negociaciones hasta entrada la madrugada, la propuesta de moratoria llegó a una votación determinante. En ese momento, se vivió una escena surrealista en la sede de la convención: militares uniformados habían acudido en masa. Hombres y mujeres vestidos con camuflajes para el desierto y miembros de la Marina de blanco impecable se acercaron para influir sobre el Consejo de Representantes de la APA, y oficiales vestidos con relucientes uniformes de gala tomaron los micrófonos.
Los psicólogos del Ejército insistieron en que ayudan a que los interrogatorios sean seguros, éticos y legales, y citaron casos en los que los psicólogos presuntamente intervinieron para impedir abusos. “Si retiramos a los psicólogos de estos lugares, ¡va a morir gente!” gritó alarmado el Coronel Larry James, del Ejército de EE.UU., psicólogo jefe de la base de la Bahía de Guantánamo y miembro del Consejo Directivo de la APA. La Dra. Laurie Wagner, una psicóloga de Dallas, contraatacó: “Si hacen falta psicólogos allí para que los detenidos no acaben muertos, entonces las condiciones son tan horrendas que lo único ético y moral que se puede hacer es protestar contra ello saliendo de allí”.
La moratoria no logró ser aprobada, y en lugar de ello se aprobó una resolución lavada, que describía 19 técnicas agresivas de interrogación que serían prohibidas, pero únicamente “si fueran usadas de forma que suponga un dolor o sufrimiento significativo o de manera que una persona razonable considerara que puediera provocar un daño duradero”. En otras palabras, este vacío legal te permite tratar mal a los detenidos, sólo no les causes daño permanente.
Inmediatamente tras la votación, Reisner habló ante una colmada asamblea: “Si no somos capaces de decir ‘No, no participaremos en interrogatorios agresivos en las prisiones secretas de la CIA’, creo que tenemos que preguntarnos seriamente qué es lo que somos como organización y, desde mi punto de vista, cuál es mi lealtad para con esta organización, o si tendremos que criticarla desde fuera de ella en este momento”.
Reisner y otros comenzaron a no pagar sus cuotas. Miembros prominentes de la APA renunciaron, y la autora del best-seller “Reviving Ophelia” (Revivir a Ofelia), Mary Pipher, devolvió el premio “Mención Presidencial” que le había entregado la APA. Tras varios meses de publicidad negativa y negociaciones internas, un comité de emergencia volvió a redactar aquella resolución, eliminando los vacíos legales y declarando la total prohibición de esas 19 técnicas de interrogación, tales como los simulacros de ejecución y el “submarino”.
Cuando pregunté al Dr. Reisner, hijo de sobrevivientes del Holocausto, por qué quería dirigir la organización contra la que luchó durante varios años, me respondió: “Si tengo la oportunidad de cambiar las cosas, tengo la responsabilidad de hacerlo. Nunca había tenido la intención de involucrarme, pero la única forma de asegurarse de que esto cambie es reivindicar el proceso democrático en nombre de los derechos humanos y lajusticia social. Tenía la esperanza de que el rechazo masivo de los socios a pagar sus cuotas y las renuncias en masa avergonzarían a la APA lo suficiente como para que recuperara la sensatez. Les hizo dar un gran paso pero no fueron lo suficientemente lejos”.
Siguió explicándome: “Los estadounidenses están hartos de la reputación de torturador que tiene Estados Unidos , de gente que abusa de las personas detenidas. Los estadounidenses quieren que se restauren los valores en pos del cuidado de la salud en lugar de mantener los valores de la guerra. Creo que lo que ocurre en la APA debería indicar un camino para todo el país”.
La próxima reunión anual de la APA tendrá lugar este verano en Boston. Se espera que los interrogatorios sean el principal asunto que enfrente a los miembros de la asociación que se den cita allí. La votación definitiva para el cargo de presidente de la APA comienza en octubre. La APA y Estados Unidos decidirán quiénes serán sus próximos presidentes más o menos en la misma fecha. Un debate profundo sobre la tortura debería ser central en ambas elecciones.
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*Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es), noticiero internacional diario emitido por más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.
© 2008 Amy Goodman
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Inglés: http://www.truthdig.com/report/item/20080409 therealantitorture_president/
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Traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
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Democracy Now! - USA/18/04/2007
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