Edian-
Rebelión/30/06/2008
El Instituto Tecnológico de Massachusetts presenta una pared de agua que, por medio de una computadora, puede tomar distintos patrones y formar imágenes.
Había una vez y no había una vez una reina que tenía un espejo que sólo reflejaba lo que ella quería ver. Era un espejo muy apañado: hacía las veces de prensa y televisión, de Constitución y ordenamiento jurídico, de discurso político y de programa electoral. Día tras día, el espejo no le mostraba otra cosa que su rostro y no hacía otra cosa que ensalzar su hermosura. No había en el mundo nadie más que ella y todo en ella era belleza ultraterrena y nada más. Un día, el espejo, inoportuno, quizás borracho de "cristasol", le mostró un rostro distinto, le reveló que había vida más allá del espejo, mostrándole a su propia hija, Blancanieves. "Leer más:..."
La gran distribución comercial (supermercados, hipermercados, cadenas de descuento...) ha experimentado en los últimos años un proceso, sin precedentes, de expansión, crecimiento y concentración industrial. Las principales compañías de venta al detalle han entrado a formar parte del ranking de las mayores multinacionales a nivel mundial y se han convertido en uno de los actores más significativos del proceso de globalización capitalista. El año 2005, por ejemplo, la empresa más grande del mundo en volumen de ventas y en mano de obra contratada fue Wal-Mart, el "monstruo" de la distribución al detalle. Otras multinacionales como Carrefour, Tesco o Royald Ahold forman parte de la lista de las cincuenta mayores empresas del mundo.
Si hacen clic sobre el titular no encontrarán un artículo marxista ni revolucionario. Hemos querido poner en la portada hoy domingo, el retrato de la situiación económica que se ofrece desde dentro del sistema capitalista. No se trata tampoco de un análisis pesimista sino un acercamiento al estado de las cosas en materia económica pero manejando sus propios parámetros. Hoy, la vida y el futuro para millones resulta amenazada, incluso en las lustradas y opulentas "democracias" europeas. Las mismas que neoliberlaes y socialdemócratas llevan gobernando decenios con la máxima de respetar las leyes del capitalismo. Así nos va. (En la imagen, larga fila de obreros buscando un empleo tras la crisis de 1929).
Hoy, a través de los medios de difusión, imágenes y gentes de todo el mundo nos entran por los tejados, puertas y ventanas y conviven con nosotros. Es el efecto de las redes globalizadas de comunicación. La primera reacción es de perplejidad, que puede provocar dos actitudes: o de interés para conocer mejor, lo cual implica apertura y diálogo, o de distanciamiento, que presupone cerrar el espíritu y excluir. De todas formas, surge una percepción insoslayable: nuestro modo de ser no es el único. Hay gente que, sin dejar de ser gente, es diferente. Es decir, nuestro modo de ser, de habitar el mundo, de pensar, de valorar y de comer no es absoluto. Hay mil otras formas diferentes de ser humanos, desde la forma de los esquimales siberianos, pasando por los yanomamis de Brasil hasta llegar a los sofisticados habitantes de Alfavilles donde se protegen las élites opulentas y atemorizadas. Lo mismo ve puede decir respecto a las diferencias de cultura, de lengua, de religión, de ética y de ocio.De este hecho surge, de inmediato, el relativismo, en dos sentidos: primero, hay que relativizar todos los modos de ser; ninguno de ellos es absoluto hasta el punto de invalidar a los demás; se impone también una actitud de respeto y de acogida de la diferencia porque, por el simple hecho de estar ahí, goza del derecho de existir y co-existir. Segundo, lo relativo quiere expresar el hecho de que todos están de alguna forma relacionados. No pueden ser pensados independientemente unos de otros porque todos son portadores de la misma humanidad. Debemos ampliar, pues, la comprensión de lo humano más allá de nuestra concretización. Somos una geosociedad, una, múltiple y diferente. Todas estas manifestaciones humanas son portadoras de valor y de verdad. Pero es un valor y una verdad relativos, o sea, relacionados los unos con los otros, autoimplicados, siendo que ninguno de ellos, tomado en sí mismo, es absoluto.¿Entonces no hay verdad absoluta? ¿Vale el every thing goes de algunos posmodernos, es decir, el «vale todo»? No es que valga todo. Todo vale en la medida en que mantiene relación con los otros respetándolos en su diferencia. Cada uno es portador de verdad pero nadie puede tener el monopolio de la misma. Todos, de alguna forma, participan de la verdad, pero pueden crecer hacia una verdad más plena, en la medida en que se abren unos a otros más y más.Bien decía el poeta español Antonio Machado: «Tu verdad no; la verdad / y ven conmigo a buscarla. /La tuya, guárdatela». Si la buscamos juntos, con diálogo y cordialidad, entonces desaparece cada vez más mi verdad para dar lugar a la Verdad comulgada por todos. La ilusión de Occidente es la de imaginar que la única ventana que da acceso a la verdad, a la religión verdadera, a la auténtica cultura y al saber crítico es su modo de ver y de vivir. Las demás ventanas solamente muestran paisajes distorsionados. Occidente se condena a un fundamentalismo visceral que en otro tiempo le llevó a causar masacres por imponer su religión y, hoy, guerras para forzar la democracia en Irak y en Afganistán. Debemos hacer buen uso del relativismo inspirados en la culinaria. Hay solo una culinaria, la que prepara los alimentos humanos. Pero se concreta en muchas formas, las distintas cocinas: la minera, la nordestina, la japonesa, la china, la mexicana y otras. Nadie puede decir que una sola es la verdadera y sabrosa y las otras no. Todas son exquisitas a su manera y todas muestran la extraordinaria versatilidad del arte culinario. ¿Por qué con la verdad debería ser diferente?