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Por Raul Ernesto Colon
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Se da por establecido que la primera vez que el nombre de América apareció en un mapa, fue en el que confeccionó Martin Waldseemuller, publicado en Saint-Dié, en 1507 y que ilustra este artículo. Pero hay un dato que los investigadores suelen no detallar demasiado y es que la “América” de la época era la que es hoy América del Sur, el resto de los territorios conocidos hasta el momento por los europeos eran las “Antillas” y una “Terra incognita” más al norte, que apenas había sido aún explorada por algunos y/o sistemáticamente ocultada por otros.
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Amerigo Vespucci en sus cartas habla de cuatro viajes hacia ese Nuevo mundo, tres de ellos han podido ser confirmados por otras fuentes. Entre 1499 y 1504 viaja a Guyana, y la desembocadura del Amazonas, en navios españoles, luego en barcos portugueses a la bahía que él bautiza de Rio de Janeiro y más adelante hasta la Patagonia. No se sabe mucho de su último viaje. Muere en Sevilla el 22 de febrero de 1512. América es entonces un continente que se encuentra basicamente en el hemisferio Sur.
Amerigo Vespucci en sus cartas habla de cuatro viajes hacia ese Nuevo mundo, tres de ellos han podido ser confirmados por otras fuentes. Entre 1499 y 1504 viaja a Guyana, y la desembocadura del Amazonas, en navios españoles, luego en barcos portugueses a la bahía que él bautiza de Rio de Janeiro y más adelante hasta la Patagonia. No se sabe mucho de su último viaje. Muere en Sevilla el 22 de febrero de 1512. América es entonces un continente que se encuentra basicamente en el hemisferio Sur.
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Parece evidente, pero es un detalle que es necesario subrayar, para comprender el contexto de la llegada “oficial” de los europeos al continente hoy llamado americano.
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La gran exposición de mapas de América del Norte, en la Biblioteca y archivos nacionales de Québec en Montréal, nos provoca esta reflexión. Es sin dudas un momento importante en la valorización del patrimonio cartográfico continental. Esta reconocida institución quebequense y canadiense conserva y expone una considerable colección de mapas antiguos, en particular de América del Norte, todos ellos de gran valor histórico y no pocas veces anecdótico. En un mapa de 1537, por ejemplo, el Typus cosmographicus universalis de Johann Herwagen de Basilea, lo que puede identificarse hoy como la costa este de los EE.UU. aparece como Terra de Cuba, y la Hispaniola se parece más a la Cuba real que a Quisqueya.
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La confusión o el ocultamiento de sus descubrientos por parte de los europeos, va a reflejarse en la cartografía del siglo XVI de una manera que hoy nos puede parecer ridícula, pero que en su momento constituyó un elemento clave en los destinos de los conquistadores y las potencias en expansión que representaban.
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Hay algunas evidencias de que la costa este del norte de América había sido visitada por los vikingos desde fechas tan tempranas como fueron los comienzos del segundo milenio cristiano. El empleo de la brújula permitió a pescadores vascos adentrarse en la “Mar oceana” (o mar última), desde los siglos XIII y XIV, persiguiendo manadas de ballenas. Se dice en crónicas islandesas, que para 1412 llegaron los vascos a las tierras hoy conocidas como Labrador y Terranova. En estas aguas “descubrirían” esos corajudos marinos, los inagotables en esa época, bancos de bacalao, pero el secreto se mantuvo “entre pescadores” no por mucho tiempo, bretones, normandos, y portugueses les siguieron, hasta que Giovanni Caboto en 1497 diera “razones públicas” con su expedición, de estas tierras septentrionales.
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Al norte la pesca, en el sur el codiciado pao brasil, en las Antillas y por doquier el oro, la plata, el cobre, las perlas, y toda otra riqueza que se pudiera adquierir “de paso”, eran los móviles económicos de la empresa colonizadora.
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Aún hoy somos herederos de no pocas confusiones de antaño, seguimos llamando indios a los habitantes de las primeras naciones, que es como ellos desean ser reconocidos. Siguen los europeos llamando “americanos” a los estadounidenses, mientras que todos los que habitamos el continente, al norte al centro y al sur, deberíamos así ser llamados.
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El conocimiento de la historia favorece el entendimiento entre los que viven e interaccionan hoy en este Nuevo Mundo, que es un verdadero producto del mestizaje de todos los pueblos y culturas del orbe. América sigue siendo un sueño de prosperidad para muchos, pero la conciencia identitaria continental continua en un estadío de desarrollo al parecer embrionario. Conozcamos mejor nuestra historia, para mejor interactuar entre nosotros mismos y con el resto del mundo. La cartografía de los inicios de seguro contribuirá.
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en Cuba.com - Mexico/06/06/2008
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