22/7/08

ESCARBANDO LQ somos.

La Riqueza y la Pobreza
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En el capitulo dedicado a los bienes terrenales se abordó el origen de la riqueza y de la pobreza, que es básicamente también el origen de la injusticia social que tiene como fundamento el robo despiadado de los bienes terrenales de unos grupos humanos por otros, a través de la acción bélica y la esclavización. Esas acciones se han repetido a lo largo de la historia para constituir los grandes reinos antiguos, las aristocracias medievales y los multimillonarios de hoy. Es decir que se ha generado toda una cadena de continuidad y traspaso de la riqueza original (salvo algunas excepciones) hacia las personalidades que ostentan hoy el poder económico mundial.
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Todo lo anterior ha venido sucediendo mientras las mayorías: primero esclavos, posteriormente siervos y ahora trabajadores asalariados han sido los verdaderos generadores de dicha riqueza, que sutilmente y mediante una retórica grotesca, se ha estado justificando a lo largo de muchísimos siglos. Ya desde los llamados tiempos bíblicos, se decía que Dios bendecía a los patriarcas como Abraham con riquezas materiales y hasta con esclavos. Es realmente extraño que un Dios, que se dice que ama a todos los hombres por igual, tenga a bien humillar a unos al hacerlos servir de esclavos a otros.
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Es necesario reiterar que la causa mayor, la causa de fondo de la pobreza es la injusticia social. Pero para mayor comprensión, se expondrá aquí un ejemplo ilustrativo de como continua acumulándose más riqueza en manos del privilegio mientras la pobreza se torna una especie de epidemia social:
Suponiendo que un fabricante de zapatos que vive en un país pobre se dedica por si solo a producir y vender sus zapatos. Con ese negocio la persona sostiene a su familia, pero no acumula riqueza puesto que no le sobra nada para guardar. Sin embargo, un día el zapatero decide que quiere agrandar su negocio y decide contratar ayudantes para producir más zapatos y vender a más personas tanto del pueblo como de otras comunidades que no tienen zapateros. De pronto nota el pequeño empresario que su negocio esta prosperando y que le sobra dinero para guardar, para vivir más cómodamente y tomarse unas vacaciones. Este zapatero pensará que su éxito en el negocio es solo producto de su capacidad emprendedora y de la ayuda de Dios. Lo que no se da cuenta es que gracias a los ayudantes es como ha podido crecer y más aún, gracias al salario que les paga por su trabajo es como puede tener dinero de sobra. Precisamente en ese pequeño salario de los ayudantes es donde se esconde el robo legalizado y que representa lo que en economía se conoce como las ganancias del negocio. Nótese que el zapatero no pudo obtener ganancias mientras estaba trabajando solo.
Ahora bien. Si este mismo zapatero de pueblo decide agrandar su negocio mediante la instalación de una gran fábrica de calzados para la venta nacional, es obvio que necesitará un buen número de empleados, por lo que sus ganancias se multiplicarán exponencialmente y todo ocurrirá debido a la tendencia normal de introducir maquinaria más eficiente que le permita aumentar la productividad de la fábrica. Con ello el humilde zapatero de pueblo se ha vuelto todo un empresario millonario que paga impuestos al gobierno electo democráticamente --mientras sus trabajadores siguen viviendo del salario que les paga--. Pero el asunto no termina ahí. Resulta que de los millones que posee el zapatero, se benefician el banco donde guarda su dinero, el comerciante que le vende sus zapatos, las empresas que le venden las materias primas y todo proveniente de las ganancias que se extrae del trabajo de los empleados. Es así como los empresarios, los banqueros y los grandes comerciantes conforman un núcleo minoritario de privilegiados de la sociedad. Son los que acaparan la riqueza que generan los trabajadores, mientras que los mantienen atrapados en la pobreza.

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A escala internacional, esta situación es aun más grave, puesto que el industrial zapatero, que vive en un país pobre, tiene que comprarle a un consorcio extranjero la maquinaria de alta tecnología que necesita para su fábrica de calzados y, en esa transacción comercial, resulta que el esfuerzo de sus empleados para producir zapatos a partir de los cuales él se queda con las ganancias, es mayor que el que utilizaron los empleados de la fábrica de la maquinaria en el extranjero. Además, el costo de la mano de obra para producir la maquinaria es mucho mayor que el de los zapatos. En otras palabras, el canje de x número de zapatos por una máquina cosedora de cuero es un canje desigual y por lo mismo se oculta una enorme injusticia en el comercio bilateral entre un país rico y uno pobre, lo que explica la existencia de países cuya riqueza es cada vez mayor, mientras que los países pobres no salen de su pobreza.
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El tema es todavía más complejo cuando se toma en cuenta la procedencia de la riqueza y los diferentes mecanismos adicionales que tienen los países ricos para aumentar su acumulación. Además de lo mencionado respecto al origen del privilegio, los países ricos han gozado de mecanismos económico-sociales favorables históricamente necesarios (aunque injustos) que les han permitido llegar al atesoramiento de la riqueza que hoy poseen. Dichos mecanismos son, entre otros:
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- La conquista y colonización de territorios con la consecuente apropiación o despojo de los recursos ajenos.
- La implantación de un sistema inmoral y brutal de uso, tráfico y comercialización de esclavos.
- La acumulación de una enorme riqueza producto de los dos mecanismos anteriores, les permitió desarrollar una importante red de comercio internacional de mercancías.
- Como consecuencia de la abundancia, tomó auge la capacidad creativa del hombre, con lo que se da la gran revolución industrial y las máquinas comienzan a desplazar al trabajo humano.
- Estos países son hoy líderes del desarrollo científico-tecnológico lo cual es la fuente de la riqueza moderna.
- El control del comercio internacional por parte de dichos países representa otra forma de asegurar los mercados para sus productos con la consecuente transferencia de buena parte de la riqueza generada en los países pobres hacia ellos.
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Son muchos los casos que se pueden mencionar acerca de la manera como operan los países ricos y del porque necesitan de los países pobres para conservar su estatus de privilegio injusto. Pero sería también irresponsable dejar de mencionar que el espíritu emprendedor del zapatero que se describió en el ejemplo anterior no sea bueno. En efecto, no tiene nada de malo que cualquier ser humano ponga en práctica una buena idea en forma de proyecto empresarial. Eso es válido, es ético, y es moralmente sano. El problema radica en el uso del esfuerzo, de las energías de otros seres humanos para llevar a cabo el proyecto, pero sin compartir los frutos del éxito del mismo. Eso es precisamente el gran dilema de la sociedad humana, el de la distribución y acumulación desigual de la riqueza. Se trata de desigualdades en el reparto de los recursos, de los servicios, y del poder. Estas desigualdades están institucionalizadas en forma de tierras, de capital, de infraestructuras, de mercados, de créditos, de enseñanza, de servicios de información o de asesoría, de salud, de agua potable, de higiene pública etc.
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El fondo de toda esta inmoralidad de la pobreza de muchos y la riqueza de unos pocos radica en la apropiación privada de la porción del producto del trabajo ajeno que el empresario considera su ganancia. Esta situación tiene la explicación histórica (más no es justa ni moral), y por ello también es legalmente permitida bajo el argumento de que se vive en un estado de derecho en el que el rico está en su derecho de obtener beneficios por el capital que invierte. Esa es una descripción resumida del sistema capitalista, de las reglas que rigen el mundo que vive la humanidad actual. En este mundo donde reina el capital y el privilegio que lo ostenta, se lanzan afirmaciones de lo más absurdas como el decir que no hay riqueza sin propiedad privada. Según esto, porque el fin de la riqueza es para el disfrute individual y porque además es concebida individualmente, lo que indica un ridículo juego de individualismo y la intensión deliberada de menospreciar el carácter social de la producción de la riqueza. Una vanalidad así puede refutarse simplemente con decir que:
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Nadie puede hacerse rico solo por su trabajo individual
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Es más, un millonario no puede incrementar su riqueza si tuviera todo su dinero guardado en su casa y se dedicara a trabajar exclusivamente solo. Al contrario, su riqueza se iría disminuyendo. Los proyectos productivos que generan riqueza efectivamente pueden tener una concepción e incluso creación individual pero su materialización solo puede ser social y por lo mismo, los frutos de su materialización también deben ser sociales. Afirmar que la concepción y la creación individual de un proyecto es solo para goce individual no solo carece de ética y de moral, sino que constituye un insulto a la dignidad humana. Si bien es cierto que cada ser humano es un individuo autónomo, también lo es el hecho de ser un ser social, pues de lo contrario hubiera sucumbido ante las adversidades de la naturaleza. El privilegio tiene entonces, una concepción del mundo demasiado tergiversada, alarmantemente distorsionada y que puede representarse por la fórmula siguiente:
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PSB = CB => DRP => BPI => CS
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Una sociedad justa en cambio, debería de comportarse de acuerdo a esta otra fórmula:
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PSB = CB => DRP => RE => BSG
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PRODUCCION SOCIAL DE BIENES = PSB
CONSUMO DE BIENES = CB
DISFRUTE DE LA RIQUEZA PRODUCIDA = DRP
BIENESTAR SOCIAL GENERAL = BSG
BIENESTAR PRIVILEGIO INDIVIDUAL = BPI
REPARTO EQUITATIVO = RE
CONFLICTOS SOCIALES = CS
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El futuro de los seres humanos no podrá continuar por ese sendero. El curso se tendrá que modificar y será una evolución gradual hacia un reparto más equitativo de la renta y de los bienes terrenales al punto de que la humanidad entera logre la calidad de vida, los niveles de bienestar dignos a los que tiene derecho.
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Una calidad de vida digna, es decir sin penurias, es el derecho supremo de un ser humano
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Se hace menester subrayar que el futuro de la humanidad no está en acciones violentas o revoluciones armadas para imponer las transformaciones económico-sociales necesarias a fin de que se eliminen las desigualdades frente a los bienes materiales indispensables para el bienestar del pueblo. Eso se logrará por vías evolutivas pacíficas, en las que la educación política será fundamental. Igualmente será necesario desterrar los males relacionados como el analfabetismo, el amarillismo informativo y la apatía ciudadana por los asuntos que le competen. Si tan solo se lograra que las mayorías pobres de la sociedad capten, entiendan, asimilen y se apropien de la esencia misma de la explotación a la que se hizo referencia en párrafos anteriores, respecto a la forma como el rico se apropia inmoralmente de lo que producen los empleados, entonces buena parte de la evolución social se habrá logrado.
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Toda persona pobre esta en la obligación de buscar y adquirir el conocimiento necesario para entender las razones o las causas por las cuales se encuentra viviendo en la miseria. Debe buscar las causas en fuentes de información científicas que le den las respuestas reales, coherentes con la realidad y no simples elucubraciones o suposiciones teóricas que no son más que retórica justificatoria que utiliza el privilegio para tratar de perpetuar su estatus. La pobreza debe saber que la riqueza con la cual convive no puede tener un verdadero interés en ayudarla a superar su estado, pero también debe entender que no se trata de pauperizar a la humanidad ni a los que habitan un determinado país. El propósito último es lograr el bienestar de cada miembro de la sociedad mediante una mejor distribución de los bienes necesarios para el sustento de cada ser humano y que son producidos socialmente. En ese proceso de procuración de la equidad, se irán desapareciendo gradualmente muchos de los males sociales que actualmente aquejan a la humanidad y que provocan una infinidad de despilfarro de recursos, esfuerzos y energías en menoscabo del desarrollo de la sociedad. Es grande la tarea de educación para la toma de consciencia, más no es imposible, porque se parte del hecho indiscutible de que la mayoría de la humanidad vive injustamente en la pobreza y esa mayoría posee el poder político para transformar el estado de cosas para ponerlas en sus justos términos.
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La educación para la concientización es la vía imprescindible para el cambio social
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Es por eso que en los países con elevados niveles de analfabetismo, los cambios sociales son tan difíciles como casi imposibles. Es el caso de Haití o de Nicaragua con un analfabetismo superior al 50% y en donde el reducido núcleo de privilegio, ya sea militar o civil, encuentra un santuario para su existencia, aunque los conflictos sociales también se encuentran a la orden del día. Por eso es importante que las grandes masas, los miles, los millones de ciudadanos de los países que se encuentran sumidos en la miseria entiendan la necesidad de educarse no solo para ser más productivos, sino para que al mismo tiempo comprendan su entorno material sobre el cual puedan incidir para transformarlo en su propio beneficio y, que en esa dinámica solo pueden contar con su esfuerzo e inteligencia propios, así como el de sus congéneres, para la transformación del entorno material en su beneficio. Es decir, la producción social de bienes para su sustento y desarrollo tiene que llevarse a cabo con la consecuente distribución equitativa para que cumpla su propósito de bienestar general de la población y no solo para el bienestar del privilegio. Aquí es donde interviene el verdadero concepto original de democracia, pues un pueblo educado que vive en democracia, puede lograr que su voluntad mayoritaria sea respetada, y esa voluntad necesariamente tiene que ser para satisfacer sus intereses, mismos que difieren de los del privilegio.
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En resumen, hay que decirlo con toda claridad, la pobreza no se esfumará como por arte de magia o por medio de milagros ni súplicas a deidad alguna. Es un fenómeno histórico-social y por lo tanto es el hombre mismo, y solo él es quien tiene la manera de erradicarla. Esto no es idealismo ni utopía, como el privilegio acostumbra afirmar y acusar. No lo es, puesto que hay sociedades y comunidades en el mundo donde la pobreza es desconocida, por lo que puede y debe extenderse a toda la humanidad. Tampoco se trata de celos ni de envidias por los éxitos logrados por las sociedades más avanzadas tecnológicamente como son Japón, Estados Unidos, Alemania, Francia o Gran Bretaña. Es un asunto de justicia, de moralidad, de ética, de dignidad humana, de interés por la existencia saludable de la especie Homo sapiens y, por si todo esto no fuera suficiente, hay que resaltar, por lo menos que es un asunto de lógica racional y de sentido común. La vida humana sobre la faz de la tierra sería más agradable y placentera si los seres humanos, sin distinción alguna, pudieran disfrutar equitativamente de los bienes materiales que la sociedad produce, puesto que estos bienes son lo primordial para la existencia. La meta debe ser pasar de la pobreza a la riqueza que pertenece a todos los que la generan y no solo al privilegio minoritario. Otra razón más para luchar contra la pobreza es que:
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A mayor pobreza, mayor es el crecimiento de la población empobrecida
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Es pues, un círculo vicioso y una bomba de tiempo que hay que detener.
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A pesar de los argumentos expuestos, hay que resaltar que existen fuerzas sociales dentro del sector de privilegio o instituciones creadas por este, cuyo poder de influencia es más grande que la voluntad de las mayorías y que constituyen un verdadero impedimento para el avance socioeconómico que se ha mencionado. Esas fuerzas sociales son precisamente las instituciones eclesiásticas en sus múltiples versiones, cuyas funciones son las de impedir toda emancipación social y progreso económico, precisamente porque la pobreza justifica su existencia, su razón de ser, su labor caritativa y su ofrecimiento de consuelo como medida para que la pobreza
sobrelleve su estado inhumano de vida.
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Mientras las iglesias se entretienen engañando a la pobreza, la riqueza continua atesorando inmoralmente los bienes generados por el trabajo del pobre, y todo esto en un ciclo constante que pareciera interminable. No hay que olvidar que en buena parte de los casos fueron los mismos jerarcas de las iglesias de la edad media los que crearon, consolidaron y propagaron las relaciones sociales de producción capitalistas injustas durante la decadencia del feudalismo. Fueron precisamente ellos los que ostentaban el poder económico en buena parte de las colonias de América latina y de África. Por eso es indispensable que los sistemas educativos para el cambio social deben necesariamente rescatar estos hechos históricos para que nuestros pueblos entiendan que detrás de las religiones siempre se esconde el gran poder y la ignominia del privilegio.
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LQSomos. Walter Chisholm. Julio de 2008

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