12/8/08

Brasil-Argentina, Sociedad Estratégica

La intensificación de las relaciones entre nuestro país y la República Federativa de Brasil debe ser considerada clave para encarar cualquier proyecto de integración seria y perdurable en América del Sur. A pesar de los cortocircuitos, fricciones o reproches que periódicamente aparecen, propiciados la mayoría de las veces por ciertos sectores económicos que, a ambos lados de la frontera, encienden luces de alarma cuando ven peligrar sus intereses. Lo cierto es que en los últimos 25 años los gobiernos de Argentina y Brasil han priorizado la mejora y profundización de la relación bilateral, por encima de los desencuentros. Política que contribuye, al mismo tiempo, a fortalecer el funcionamiento del Mercosur.

La reciente visita del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, acompañado por la más numerosa comitiva de empresarios que se tenga memoria, constituye un paso más en ese camino de integración, que las cifras del intercambio comercial convalidan. Del total de nuestras importaciones, Brasil participa con un 32% mientras que el 30% del total de nuestras exportaciones se dirigen a ese país.

Sin duda, argentinos y brasileños necesitan percibir que los efectos de la integración inciden favorablemente en sus vidas para convertirse en verdaderos garantes del proceso. Hasta tanto no ocurra, el éxito no estará asegurado y ello ocurrirá en la medida que cada día se haga más complejo el entramado de relaciones políticas, económicas, sociales y culturales entre ambos países.

Dos países y dos pueblos hermanos que juntos deben construir una visión del mundo y un destino común para beneficio mutuo. Ese es el desafío.

Un aspecto dentro de esa construcción común está vinculado con la cooperación y el fortalecimiento de la relación bilateral de cara al mar y a los recursos naturales que en él existen.
Los descubrimientos de enormes reservas de gas y petróleo en las cuencas Carioca y Júpiter, entre otras áreas, como el próximo inicio de actividades de exploración de hidrocarburos en el Mar Argentino conforman un horizonte de posibilidades de proyectos conjuntos o de complementariedad de actividades que deben convertirse en motores de la integración regional.

En ese sentido son auspiciosos los anuncios de ambos gobiernos con relación al acuerdo alcanzado para impulsar una política común para la construcción de barcos petroleros, modernización de submarinos y patrulleros de ultramar.

Con relación a la pesca, la creación del Ministerio de Pesca para tratar de elevar la producción de este sector en un 40% en tres años, estableciendo la meta de producción de 1,4 millones de toneladas de pescado anuales, 75% procedente de piscicultura, decidido por el presidente Lula, habla de la importancia que se le otorga al desarrollo de la actividad en los próximos años en Brasil.

Antes de la firma del decreto por el que se elevó al rango de ministerio a la actual Secretaría de Pesca, el secretario de Estado a cargo del área, Altemir Gregolin, anunció un plan nacional dotado con 1.750 millones de reales –unos 1.093 millones de dólares– hasta 2011 para el impulso de la pesca y la acuicultura, presupuesto que quintuplica lo invertido en los últimos cuatro años.

“Es una vergüenza que en un país con 8,5 millones de kilómetros cuadrados, solo pesquemos un millón de toneladas por año, mientras que Perú pesca nueve veces más y Chile pesca dos millones de toneladas”, aseguró el presidente de Brasil.

Para el 2011 se prevé la construcción de 20 terminales pesqueras públicas, 120 centros integrados de pesca artesanal y la construcción de 40 reservorios en aguas públicas para la cría de pescado en cautiverio. Dentro del plan también se abrirá una línea de crédito de 1.500 millones de reales –unos 937 millones de dólares– para la modernización de barcos pesqueros.

El nuevo ministerio también tratará de incentivar el consumo de pescado, para elevar la media de 7 kilogramos, hasta 9 por persona y año.

Sin duda, si sabemos aprovechar este impulso a la pesca que dará Brasil se abren muy buenas posibilidades de cooperación técnica para mejorar la competitividad de las industrias pesqueras, agregar valor, asociarse y ganar nuevos mercados, mejorando la inserción internacional de ambos países. En definitiva “construir muchas cosas juntos”, como suele decir el presidente Lula.
Sin embargo, para alcanzar ese objetivo de manera recíprocamente provechosa sería deseable corregir algunas asimetrías. Por ahora, la Argentina viene corriendo de atrás. La pesca se conforma con una Subsecretaría, la Presidenta no habla de ella y las líneas de crédito no existen.
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Pesca & Puertos - Argentina/12/08/2008
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