Puede haber algún caso en particular, en algún país, en que exista competencia entre la producción de biocombustibles y la de alimentos, pero eso es un falso dilema, dijo el ministro Antonio Simões, jefe del Departamento de Energía de la Cancillería brasileña, quien cree que no necesariamente existe una relación directa entre la producción de biocombustibles y la de alimentos, en el sentido de un perjuicio de los biocombustibles sobre los alimentos, especialmente el encarecimiento de estos últimos.
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¿Por qué hay hambre en el mundo? El mundo produce el doble de la cantidad de alimentos necesarios para satisfacer la subsistencia de su población. ¿Por qué hay gente gorda y gente con hambre? Es una cuestión de ingresos para adquirir comidas, afirmó.Otra cuestión: ¿por qué los países en desarrollo no producen toda la comida que necesitan? Recordó que durante un reciente viaje a Etiopía vio que el azúcar se importaba desde Estados Unidos, cuando Etiopía es un país que tiene todas las condiciones para producir azúcar. La respuesta es sencilla: es más barato importar azúcar de EE.UU. que producirlo en el país.También puso como ejemplo a Haití, un productor mundial de azúcar, que también importa el edulcorante norteamericano para su consumo interno, por una razón económica: es un azúcar más barato porque está subsidiado.Entonces, si no existe biocombustible en el mundo, esos países igual seguirán sin plantar caña dulce o importando azúcar.En el ejemplo de Etiopía, no es viable plantar caña de azúcar para competir con los subsidios de EE.UU., pero puede ser viable plantar tártago para producir biocombustible, sin necesidad de competir con ningún otro producto subsidiado. Va a generar renta, ganancias, y no va a competir con nadie. Y el tártago, además, crece en terrenos inhóspitos, no utilizados para la agricultura.En el caso particular de América del Sur, somos grandes productores de agroalimentos, y ese dilema mencionado no tiene ningún sustento, reiteró.El ministro Simões, quien estuvo recientemente en Paraguay dictando un seminario sobre el tema de los biocombustibles, consultado sobre el tibio entusiasmo que todavía muestran en gran parte los empresarios privados sobre este producto, respondió que él cree que depende de la estructura de cada país.El rol del Estado es hacer que el producto esté situado en una franja más comercial, señaló. “También todo depende del precio del petróleo. Hoy está a 90 dólares, y se cree que llegará a 100. Con ese precio, incluso en Europa el etanol ya es competitivo. Imagínese, por ejemplo, un etanol producido en Paraguay con un precio mucho más bajo; encontraría un mercado muy grande”, dijo.Insistió Simões que en el tema biocombustibles se debe involucrar fuertemente al sector privado.La entrevista se produjo en el marco de un seminario sobre comercio y negociación internacional para periodistas de Paraguay, Uruguay y Brasil, que se desarrolla en la capital brasileña, con la coordinación, por Paraguay, de la Cámara Paraguaya de Cereales y Oleaginosas (Capeco).
¿Por qué hay hambre en el mundo? El mundo produce el doble de la cantidad de alimentos necesarios para satisfacer la subsistencia de su población. ¿Por qué hay gente gorda y gente con hambre? Es una cuestión de ingresos para adquirir comidas, afirmó.Otra cuestión: ¿por qué los países en desarrollo no producen toda la comida que necesitan? Recordó que durante un reciente viaje a Etiopía vio que el azúcar se importaba desde Estados Unidos, cuando Etiopía es un país que tiene todas las condiciones para producir azúcar. La respuesta es sencilla: es más barato importar azúcar de EE.UU. que producirlo en el país.También puso como ejemplo a Haití, un productor mundial de azúcar, que también importa el edulcorante norteamericano para su consumo interno, por una razón económica: es un azúcar más barato porque está subsidiado.Entonces, si no existe biocombustible en el mundo, esos países igual seguirán sin plantar caña dulce o importando azúcar.En el ejemplo de Etiopía, no es viable plantar caña de azúcar para competir con los subsidios de EE.UU., pero puede ser viable plantar tártago para producir biocombustible, sin necesidad de competir con ningún otro producto subsidiado. Va a generar renta, ganancias, y no va a competir con nadie. Y el tártago, además, crece en terrenos inhóspitos, no utilizados para la agricultura.En el caso particular de América del Sur, somos grandes productores de agroalimentos, y ese dilema mencionado no tiene ningún sustento, reiteró.El ministro Simões, quien estuvo recientemente en Paraguay dictando un seminario sobre el tema de los biocombustibles, consultado sobre el tibio entusiasmo que todavía muestran en gran parte los empresarios privados sobre este producto, respondió que él cree que depende de la estructura de cada país.El rol del Estado es hacer que el producto esté situado en una franja más comercial, señaló. “También todo depende del precio del petróleo. Hoy está a 90 dólares, y se cree que llegará a 100. Con ese precio, incluso en Europa el etanol ya es competitivo. Imagínese, por ejemplo, un etanol producido en Paraguay con un precio mucho más bajo; encontraría un mercado muy grande”, dijo.Insistió Simões que en el tema biocombustibles se debe involucrar fuertemente al sector privado.La entrevista se produjo en el marco de un seminario sobre comercio y negociación internacional para periodistas de Paraguay, Uruguay y Brasil, que se desarrolla en la capital brasileña, con la coordinación, por Paraguay, de la Cámara Paraguaya de Cereales y Oleaginosas (Capeco).
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ADN Mundo - Argentina/26/08/2008
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