Por Rodolfo Sánchez Mena
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Analizar el teatro de los acontecimientos mundiales nos enseña las oportunidades que tenemos para transformar nuestra realidad y aprovechar las coyunturas de cambio que se presentan. Este es el caso de la guerra especial en Georgia y Bolivia con resultados que ponen en entredicho la capacidad de respuesta militar y diplomática de los Estados Unidos y los exhiben lejos de ser una potencia hegemónica y dominante y por el contrario, muestran un cambio profundo, la reaparición de Rusia de Rusia en el escenario internacional al lado de otros actores de primer orden. El cambio que evaluamos es de tal magnitud, si lo comparamos con el fin de la guerra fría donde todavía los Estados Unidos eran capaces de obtener sendas victorias en Polonia y Centroamérica. La ex Unión Soviética había invadido Polonia con el apoyo del Pacto de Varsovia, mientras el Papa Juan Pablo II, aliado de Reagan y con el apoyo de la CIA, había montado un operativo utilizando el sindicato Solidaridad con el líder de trabajadores portuarios, Lech Valessa, para derrocar al régimen socialista. Y en la República de El Salvador ante el avance del Frente de Liberación Farabundo Martí y la ofensiva diplomática de México-Canadá y Francia, se fraguó una acción contrainsurgente denominad "Irán-Contras", para derrocar al triunfante gobierno sandinista e imponer a los ultraderechistas del Partido ARENA del Coronel D'Awuisson en El Salvador, mientras amenazaba a México con invadirlo con ejércitos de los gobiernos centroamericanos del CONDECA por su apoyo a los movimientos liberadores. Los resultados de la guerra fría arrojaron un saldo desfavorable para los países del Río Bravo a la Frontera con Venezuela, al imponer desde México a Colombia una nueva frontera de seguridad norteamericana que en el terreno político social se manifestaron con la imposición de gobiernos de derecha, De Miguel de la Madrid a Felipe Calderón y el desmantelamiento de su política económica y política internacional. En términos geopolíticos para México y el área significó el desplazamiento del sur al norte, al imponerse un proceso de integración, que se presentó como un proyecto de carácter irreversible. En el caso de la Ex Unión Soviética los acontecimientos fueron de mayor intensidad y con un carácter dramático al desplomarse el Imperio Ruso, sin la menor previsión del sistema de inteligencia occidental y norteamericano. El derrumbe precipitado y el repliegue de Rusia con el alcohólico Boris Yeltsin, dieron la impresión que junto a la privatización de las industrias estratégicas rusas, en manos de una minoría de origen judía, la economía rusa sería manipulada fácilmente. Y por el contrario, esta derrota total, aparente, significa el esplendor y el dominio pleno del Imperio norteamericano. Hoy, los acontecimientos desmienten esta visión de un imperio hegemónico financiero, al ser derrotado en lo militar en los frentes de Irak y Afganistán. A su vez, la capacidad estratégica de los Estados Unidos se muestra reducida en su respuesta en acontecimientos de la guerra especial de Georgia y de Bolivia. En el primer escenario, Georgia, el despliegue norteamericano se da en el terreno de la guerra desinformativa. Lo mismo sucede en Bolivia ante el referendúm donde Evo Morales resultó vencedor. Pues ahora el propósito norteamericano es llevar al mundo a una nueva guerra fría y volver a separar al mundo en buenos y malos donde los supuestos buenos seguirán siendo ellos, o sea los de Bush. En la perspectiva del tiempo histórico, considerar al desastre del socialismo soviético como un fenómeno aislado, único y sin efectos sobre su principal adversario, ha llevado a una consideración teórica errónea, lo correcto es considerar que lo que estamos observado es un efecto retardado de lo sucedido en la Ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, solo que ahora Rusia lleva la delantera, pues la plutocracia norteamericana no asimila que su imperio se está desintegrando, lo que es una realidad ya en Sudamérica, en Bolivia ni en Venezuela han podido derrocar a sus gobiernos para imponer títeres, como en la guerra fría de Reagan.
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LPyC/28/08/2008
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