1/8/08

UNA LECCION PARA AHORA Y LA POSTERIDAD

La muerte que conmueve a internet
El fin anunciado del profesor norteamericano Randy Pausch y su legado se han convertido en un suceso extraordinario.

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Hace casi cuatro siglos, el poeta John Donne escribió: "La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti". Ya en el siglo XX, Ernest Hemingway tomó el último tramo de aquel texto para escribir sobre una guerra terrible. Ambos, de una forma u otra, pusieron el dedo en la llaga más misteriosa de la vida: su inevitable contracara, la muerte.

La semana pasada, de manera dramática aunque extrañamente optimista, el fallecimiento anunciado del profesor Randy Pausch, de la Universidad Carnagie Mellon de Pittsburg, Estados Unidos, reflotó el espíritu de aquellas palabras de Donne.

El motivo que desencadena estas líneas puede remitirse a escasos tres o cuatro episodios, terribles para una persona pero no demasiado extraordinarios en el cotidiano universal. En septiembre de 2007, Pausch supo de boca de sus médicos que le quedaban apenas unos meses de vida por un cáncer de páncreas fulminante. En esas semanas ofreció la que iba a ser su última clase formal e inició una aventura que, tarde o temprano, acogerá el cine: fue invitado para dar una clase magistral basada en una pregunta no muy diferente de la famosa "¿qué libro te llevarías a una isla desierta?". En este caso: "¿Qué enseñarías a tus alumnos si fuera tu última clase?".

El interrogante no es menor. No lo es en dramatismo, pero tampoco en filosofía de vida. Pausch resolvió que, sin apelar al melodrama, debía decir algo que le sirviera a sus tres hijos de 2, 4 y 6 años, a su esposa, y si fuera posible a todos quienes fueran receptibles al siguiente mensaje: hay que mantener vivos los sueños infantiles.

Su charla, dicen, fue brillante, conmovedora. El canto del cisne de un hombre que vivió la vida con entusiasmo y enfrentó la muerte con dignidad. El fin, como era inevitable, llegó. Su libro "La última lección" ya vendió 4,5 millones de ejemplares, su clase la han visto más de diez millones de personas en Internet, y se han consagrado a su memoria más de 45 grupos en la red Facebook. Como si su fin hubiera actualizado aquella sentencia del poeta: si las campanas doblan por todos, el legado de un hombre que supo morir vale doble.
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La Razón - Argentina/01/08/2008

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