Gonzalo Iglesias Sueiro
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Dos acontecimientos siembran de temor a los gestores más conservadores del capitalismo neo-liberal: la soberanía del Cono Sur y la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, que deja un pasivo de más de 430.000 millones de euros. Los defensores a ultranza de un capitalismo salvaje no dan crédito; la gran banca y las poderosas aseguradoras, eslabones fundamentales del sistema financiero que teóricamente garantiza la solidez del libre mercado, están quebrando. Las razones son múltiples; la política belicista de Bush, el desenfreno en el consumo, políticas energéticas irracionales, sumisión de las políticas nacionales a intereses súper estructurales (fundamentalmente a las multinacionales de la energía), y a esto hay que añadir el control de los gobiernos democráticos de los recursos de sus respectivos países. Estos no hacen otra cosa que tratar de controlar el expolio a que han sido sometidos por los neocolonizadores durante decenios, lo que ha enriquecido al norte en perjuicio del sur.Hoy, EE.UU. ya no lidera la economía mundial, el país más poderoso del mundo ha perdido el control de zonas históricamente sometidas: el Cono Sur de América lo ha demostrado en la reciente reunión de los países que configuran Unasur, donde el liderazgo lo asumen los dirigentes de los regí menes democráticos sin ningún tipo de tutela, destacando el protagonismo del presidente brasileño, Lula da Silva. Los intentos desestabilizadores propiciados por el poderoso vecino del norte no dan el resultado esperado: Venezuela detiene a presuntos golpistas, Evo Morales consigue la solidaridad de sus vecinos para reconducir la asonada de los gobernadores rebeldes, Argentina no duda en denunciar las ingerencias de los servicios de inteligencia de EE.UU. en la política nacional, Nicaragua llega a reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, Honduras se niega a recoger las credenciales del nuevo embajador de Bush... El sur ha despertado para desesperación de sus antiguos protectores. Y estos países están iniciado grandes reformas.En Bolivia se ha decidido que los grandes beneficios del gas sirvan para reequilibrar las diferencias sociales de este empobrecido país, lo que ha enfurecido a las oligarquías tradicionales y ha puesto al Estado al borde de la fractura. Pero Sudamérica ha reaccionado con contundencia y ha consolidado a Morales en sus políticas solidarias, algo que se está produciendo en todo el sur para desesperación de los poderosos.Y mientras tanto, EE.UU. se descompone en una crisis de complicada solución con tres frentes bélicos sin solucionar: Iraq, Afganistán y Pakistán. Al borde de una nueva guerra fría con Rusia, en la que intenta implicar a sus socios europeos; enfrentada con China en el control del continente africano, y temerosa del avance comercial del gigante asiático, no dudando en desenterrar el conflicto tibetano para frenar las aspiraciones de su competidor. Pero lo peor para EE.UU. es la enfermedad de su sistema financiero que quiebra la confianza de sus ciudadanos en el Gobierno y en el propio presidente, por su incapacidad en la gestión eficaz de sus inmensos recursos. Sumida en un proceso electoral complicado y cada vez más incierto, EE.UU. está dando los primeros síntomas que caracterizan la caída de los imperios, sólo les falta poner rostro al nuevo Atila, que no creo que sea Evo Morales, ni Fidel, ni Chaves o Correa... tal vez tenga los ojos oblicuos y la piel ligeramente amarilla o, avatares de la historia, tal vez sea un Salvador sudamericano que ha dejado su estela de dignidad en el continente, aunque haya muerto hace ya 35 años. A veces los muertos son símbolos indestructibles.
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Dos acontecimientos siembran de temor a los gestores más conservadores del capitalismo neo-liberal: la soberanía del Cono Sur y la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, que deja un pasivo de más de 430.000 millones de euros. Los defensores a ultranza de un capitalismo salvaje no dan crédito; la gran banca y las poderosas aseguradoras, eslabones fundamentales del sistema financiero que teóricamente garantiza la solidez del libre mercado, están quebrando. Las razones son múltiples; la política belicista de Bush, el desenfreno en el consumo, políticas energéticas irracionales, sumisión de las políticas nacionales a intereses súper estructurales (fundamentalmente a las multinacionales de la energía), y a esto hay que añadir el control de los gobiernos democráticos de los recursos de sus respectivos países. Estos no hacen otra cosa que tratar de controlar el expolio a que han sido sometidos por los neocolonizadores durante decenios, lo que ha enriquecido al norte en perjuicio del sur.Hoy, EE.UU. ya no lidera la economía mundial, el país más poderoso del mundo ha perdido el control de zonas históricamente sometidas: el Cono Sur de América lo ha demostrado en la reciente reunión de los países que configuran Unasur, donde el liderazgo lo asumen los dirigentes de los regí menes democráticos sin ningún tipo de tutela, destacando el protagonismo del presidente brasileño, Lula da Silva. Los intentos desestabilizadores propiciados por el poderoso vecino del norte no dan el resultado esperado: Venezuela detiene a presuntos golpistas, Evo Morales consigue la solidaridad de sus vecinos para reconducir la asonada de los gobernadores rebeldes, Argentina no duda en denunciar las ingerencias de los servicios de inteligencia de EE.UU. en la política nacional, Nicaragua llega a reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, Honduras se niega a recoger las credenciales del nuevo embajador de Bush... El sur ha despertado para desesperación de sus antiguos protectores. Y estos países están iniciado grandes reformas.En Bolivia se ha decidido que los grandes beneficios del gas sirvan para reequilibrar las diferencias sociales de este empobrecido país, lo que ha enfurecido a las oligarquías tradicionales y ha puesto al Estado al borde de la fractura. Pero Sudamérica ha reaccionado con contundencia y ha consolidado a Morales en sus políticas solidarias, algo que se está produciendo en todo el sur para desesperación de los poderosos.Y mientras tanto, EE.UU. se descompone en una crisis de complicada solución con tres frentes bélicos sin solucionar: Iraq, Afganistán y Pakistán. Al borde de una nueva guerra fría con Rusia, en la que intenta implicar a sus socios europeos; enfrentada con China en el control del continente africano, y temerosa del avance comercial del gigante asiático, no dudando en desenterrar el conflicto tibetano para frenar las aspiraciones de su competidor. Pero lo peor para EE.UU. es la enfermedad de su sistema financiero que quiebra la confianza de sus ciudadanos en el Gobierno y en el propio presidente, por su incapacidad en la gestión eficaz de sus inmensos recursos. Sumida en un proceso electoral complicado y cada vez más incierto, EE.UU. está dando los primeros síntomas que caracterizan la caída de los imperios, sólo les falta poner rostro al nuevo Atila, que no creo que sea Evo Morales, ni Fidel, ni Chaves o Correa... tal vez tenga los ojos oblicuos y la piel ligeramente amarilla o, avatares de la historia, tal vez sea un Salvador sudamericano que ha dejado su estela de dignidad en el continente, aunque haya muerto hace ya 35 años. A veces los muertos son símbolos indestructibles.
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La Región Internacional - España/20/09/2008
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