6/10/08

"No veo un escenario de catástrofe"

Diálogo con el portavoz de Lula para la región, que recorre la agenda bilateral, regional evinternacional.

“El eje Argentina-Brasil es la garantía del éxito de una política sudamericana”, afirma Marco Aurelio García.

Por Emiliano Guido
eguido@miradasalsur.com

Es uno de los principales arquitectos del proceso de integración regional. Sus consejos moldean cada paso estratégico del Cono Sur porque participa en la mesa chica del Presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, que hila los denominadores comunes del subcontinente. Es que Marco Aurelio García tiene una agenda de trabajo acorde a su rol de asesor estelar en política exterior de la primera economía de Sudamérica. De ahí el peso de sus imprevisibles declaraciones cuando advierte a Miradas al Sur que “McCain es más favorable para la región”, o que “el populismo está vigente, pero en Europa”. Y como profesor de historia, califica la relación con Argentina como: “mejor, imposible”.

La entrevista se concreta en la Residencia del Embajador de Brasil en Buenos Aires, el recoleto Palacio Pereda. Es el ocaso de una tarde. No queda nadie en el parisino palacete y el silencio se torna espectral durante la espera a Marco Aurelio en un colosal salón. Finalmente, llega Marco Aurelio y rebosa optimismo. De entrada dice que en esta opaca primavera, le tocó vivir “un día de sol, un día peronista”. La mano derecha de Lula atesora en el tono de sus palabras el garbo de un intelectual, y a la vez, aún se percibe en ellas el fervor de un militante político de toda la vida.

–Lula dice que usted es una especie de infiltrado argentino en su gobierno ¿Por qué?

–(Ríe) Es un chiste simpático. Soy uno de los muchos del gobierno que defiende una integración muy fuerte con la Argentina. Porque tenemos la percepción de que el eje Argentina-Brasil es la garantía del éxito de una política sudamericana.

–El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz equiparó la crisis del capitalismo con la caída del Muro de Berlín. ¿Acuerdan con este tono apocalíptico?

–Lo que no compartimos es en el fin del capitalismo como lo presagiaba, en el viejo sentido, la izquierda. El gran problema, hoy en día, no está en el diagnóstico de la crisis. La clave está, fundamentalmente, en saber qué respuesta le debemos dar a la misma. Si es una respuesta que desdibuje las políticas progresistas que fuimos construyendo en la región, o si va a fortalecer el camino que trazamos. Por eso no podemos entrar en un repliegue ni en una euforia irresponsable. No, el capitalismo tendrá su vigencia durante largo rato. Pero, sí, las ideas neoliberales están destrozadas.

–El real viene muy golpeado por el crac financiero.

–No, diría que la crisis tuvo un efecto hasta benéfico para el real porque nuestra moneda estaba muy sobrevalorada. Había todo un sector en Brasil –vinculado a los sindicatos y a las cámaras empresariales– que venía planteando al Banco Central una política de subvaloración del real.

–¿Y qué pasaría en el Mercosur si China desacelera su demanda de commodities?

–Claro que eso tendría un efecto negativo. Pero tengo mis dudas sobre una desaceleración del tipo como la de 1929. Por una razón muy sencilla: se construyó en los últimos años una nueva geografía industrial y comercial. Por eso, asistimos a un mundo multipolar desde lo económico.
El rol de China en la economía internacional es muy fuerte. Pero tiene muchas disyuntivas, y una gran frontera social a conquistar: su mercado interno. Un gran porcentaje de su población aún no está incorporado a la economía, y cualquier movimiento que signifique inclusión de estas masas implicará más proteccionismo chino.

–¿Considera que Barack Obama tiene una agenda más positiva para la región?

–Seamos sinceros, para América latina, desde el punto de vista estrictamente económico, no hay una diferencia fundamental entre Obama y McCain. Quizás, incluso, por cuestiones tradicionales McCain podría ser más favorable a un proceso de apertura a Sudamérica porque los republicanos son históricamente menos proteccionistas que los demócratas. Igual, el gran peligro es que EE.UU. se vuelva a replegar en lo económico y lo político. Porque como toda gran economía siempre tiene la tentación de refugiarse y cerrar fronteras para protegerse de las crisis.

–¿Para Brasil la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) debe ser el estadío final del proceso de integración? ¿Qué hacer, entonces, con el Mercosur?

–Son instancias de integración paralelas. El Mercosur tiene, además de una dimensión político-social, una dimensión comercial que el Unasur no puede tener. Porque en el interior de Unasur hay países que tienen distintos regímenes comerciales: Colombia intenta su Tratado de Libre Comercio con Washington, Perú ya lo tiene. Pero Unasur plantea una agenda interesante en términos de integración en infraestructura energética o financiera con el Banco del Sur. Son procesos paralelos que, quizá, luego confluyan.

–¿Adhieren a la candidatura de Néstor Kirchner al frente del organismo?

–Sí, lo apoyamos.

–¿La IV Flota de la Armada norteamericana es una amenaza a la soberanía de la región?

–No, es un error brutal de la política externa de los EE.UU. Me da la impresión de una iniciativa que se hizo al margen del Departamento de Estado, que tiene una visión muy realista de América del Sur. Es una medida inocua e inoportuna desde el punto de vista político.

–¿Cuál debe ser el rol de la región en la crisis boliviana?

–Lo que hizo en Santiago de Chile: solidaridad con el gobierno, defensa de los principios de integralidad territorial, apoyo a un gobierno constitucional. Pero seguir aconsejando una solución negociada en base al diálogo entre las partes en conflicto.

–¿Existen desencuentros entre Lula y Chávez? ¿Hay una disputa por el rumbo ideológico del Cono Sur?

–No, esa es una versión frívola de la política sudamericana. Nosotros no tenemos una política externa movida por modelos ideológicos. Nos guiamos solamente por los intereses nacionales de Brasil, que a su vez se realizan con los intereses de la integración. La relación con Venezuela es ejemplar. ¿Qué presidentes tienen, a nivel institucional, cuatro reuniones al año? Además, estamos asistiendo a Caracas para que desarrolle el segmento agrícola, que hoy no lo tiene.

–¿Hay distintos estilos de liderazgo, entonces?

–Sí, son liderazgos que corresponden a realidades concretas. Nuestra realidad esta más cerca de Argentina, Chile o Uruguay. Mientras que en Venezuela, Ecuador y Bolivia hay procesos más álgidos de confrontación social porque ahí las masas estuvieron mucho tiempo marginadas en el sistema político. De ahí la refundación institucional de esos países con las Asambleas Constituyentes.

–¿Cómo califica del 1 al 10 el presente de las relaciones bilaterales entre Argentina y Brasil?

–Mejor, imposible. Porque tenemos muy claramente identificados los intereses de los dos países. La relación ya era muy buena en el período del Presidente Kirchner y se profundizó más, ahora, con la Presidenta Cristina. Tenemos una interacción económica muy grande. El único aspecto negativo del vínculo sigue siendo el fútbol (risas). Pero, incluso en eso, mi equipo Internazionale tiene dos excelentes jugadores argentinos.

–Cristina dijo que siente envidia por la burguesía brasilera. ¿Considera que la gran asimetría entre los dos países sigue siendo la matriz de la burguesía nacional?

–Las clases sociales no son libres para crearse a sí mismas, son resultado de procesos históricos. Es cierto que Brasil hizo determinadas opciones en determinados momentos. Un solo ejemplo: la dictadura militar brasilera fue desarrollista, y no liberal como la argentina.

–¿Cómo se entiende que Lula logre su pico de popularidad con casi 6 años de gestión?

–Su popularidad es creciente, el último sondeo marca un 80 por ciento de aprobación. Creo que la gente está recogiendo ahora los éxitos de la política económica y social. Igual, la oposición no debe ponerse nerviosa: Lula no va a superar el ciento por ciento en las encuestas (risas).

–Como historiador, ¿qué le contesta a la prensa que califica a nuestros gobiernos como populistas?

–Que yo sepa la vuelta al populismo está ocurriendo en Europa: gobiernos centralizadores, liderazgos carismáticos, racismo. En el caso de América del Sur yo veo gobiernos populares.

–El Presidente de Ecuador dice que ganar las elecciones no es ganar el poder. ¿Acuerda?

–Discrepo en una cosa, el poder no es un lugar. Durante mucho tiempo la izquierda persiguió el Palacio de Invierno o la toma de la Casa Rosada. El poder es una relación de fuerzas. Y, por lo tanto, la política debe ser un ejercicio para operar en esa relación de fuerzas.

–¿Cómo va la pulseada?

–Hay idas y vueltas, pero si trazamos una línea, tenemos una situación progresiva

El Argentino - USA/06/10/2008

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