LA CRISIS EN LOS MERCADOS GLOBALES SIGUE SIN RUMBO. EMPIEZA UNA SEMANA CLAVE PARA BUSCAR DIQUES DE CONTENCION
Una semana que dejó al mundo sin aliento
Una semana que dejó al mundo sin aliento
Los inversores de Wall Street llevan perdidos en el último mes cerca de siete billones de dólares.
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Las Bolsas de Estados Unidos, Europa, Asia y América latina sufrieron una nueva sacudida. Se marcaron mínimos históricos, aunque sobre el final hubo una ligera recuperación. Hoy se inicia una serie de cumbres multilaterales para buscar soluciones.
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El mundo crujió una vez más antes de despedir la semana. Las Bolsas en distintas regiones se hundieron a mínimos históricos y las pérdidas para los inversores se calculan en billones (millones de millones) de dólares. Bush intentó darle un respaldo al mercado y pronunció un breve discurso que no pasó de un corolario de buenas intenciones y de un pedido de clemencia a los operadores. Solicitó además una reunión de emergencia con sus pares al otro lado del Atlántico para ver qué hacer, mientras los jefes de Estado de la Unión Europea se encontrarán mañana en París para estudiar una salida a la crisis. En tanto, representantes del G-7 hicieron anoche una fuerte declaración política, prometiendo una acción coordinada de proporciones históricas para frenar la crisis (ver página 11). Pero el anuncio llegó cuando los mercados ya se habían sacudido.
El gobierno español ya anunció un fondo que podría alcanzar los 50.000 millones de euros para ayudar a las entidades en problemas. En Asia, la aseguradora japonesa Yamato Life se declaró en bancarrota, en lo que se considera la primera quiebra de una empresa de ese sector en ese país. En la región, Lula da Silva instó a una cumbre del Mercosur para analizar un programa coordinado. Las acciones en Asia y Europa se derrumbaron hasta 9 por ciento, y en América latina, siguiendo la histeria de Wall Street, finalizaron con un repliegue de 5 por ciento tras tocar un rojo de 10.
Los inversores preveían que no sería un buen día. Ya en la madrugada las acciones asiáticas habían comenzado la rueda con una baja de casi 9 por ciento. Pero lo que comenzó como un viento de frente proveniente de la tormenta estadounidense ya se enquistó también en la realidad japonesa. La compañía Yamato Life Insurance presentó la quiebra. Rápidamente, desde el gobierno salieron a aclarar que era un hecho aislado. De todos modos, el Banco Central nipón anunció una inyección adicional de 40.000 millones de dólares para proveer liquidez al resto del sistema. Eso no evitó el derrape de la Bolsa de Tokio, que perdió 9,6 por ciento.
El primer contagio se exhibió en Europa. El rojo volvió a teñir las pantallas, mientras los gobiernos buscan la manera de amortiguar la caída. En ese contexto, el mercado de Londres registró su peor traspié desde 1987, tras ceder un 8,9 por ciento su principal índice bursátil. En España, el indicador madrileño registró el mayor hundimiento de su historia al perder 9,2 por ciento, arrastrado por los papeles bancarios que siguen siendo presas de la desconfianza de los ahorristas.
Las autoridades volvieron a intentar un golpe de efecto, a pesar de que las sorpresas por el momento se las sigue dando el mercado. Durante la semana los bancos centrales de 21 países coincidieron en una operación nunca vista de recortar a la vez sus tasas de interés. Los esfuerzos fueron en vano y tamaña coordinación no impidió que la semana sólo ofreciera oportunidades a aquellos que juegan a la baja. Para el resto, una semana que quedará en lo más oscuro de la historia. Los inversores de Wall Street llevan perdidos en el último mes cerca de siete billones de dólares. Es decir que un fondo de pensión que hubiera apostado al índice Dow Jones habría visto reducido su capital en un 40 por ciento en un año, según un estudio privado.
Para la apertura en Estados Unidos, Bush preparó un nuevo discurso. Sin ofrecer mayores detalles de los próximos pasos a seguir –si es que los tiene–, alertó que “la ansiedad puede alimentar y ocultar los esfuerzos que se emprendieron”. El mandatario, que recién parece haber descubierto que los ánimos mueven el mercado, ratificó que su administración restablecerá la confianza. “Podemos resolver la crisis y lo haremos”, aseguró Bush. Con la última palabra aún en su boca, el mercado inició otro desplome. La pendiente se acentuó y llegó a perder hasta más de un 9 por ciento, en el caso del índice fabril Dow Jones. Sobre el final, las posiciones se dieron vuelta para aprovechar la ganancia del derrape y esas compras equilibraron el mercado. De todas maneras, el Dow Jones cedió 1,5 por ciento.
Para el fin de semana se prevén varias reuniones entre los líderes de todo el mundo. El G-7 se reúne hoy en Washington, en el marco de la ronda de otoño (boreal) del Fondo Monetario y el Banco Mundial. También hay un encuentro para del G-20, que integra a países emergentes como la Argentina, con el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson. Esa última reunión fue solicitada por Brasil. De estos encuentros se espera que surjan algunas ideas para trabajar en cada uno de los bloques regionales. Tal es así que la Unión Europea prevé para mañana un encuentro en París, adelantándose a la cumbre pactada originalmente para el miércoles y jueves próximo en Bruselas. Lo propio buscará Lula con sus pares de la región, aunque en este caso dependerá de que se calmen las aguas del mercado. Ayer, el índice paulista Bovespa tuvo que ser suspendido porque en media hora perdió más de 10 por ciento. Por el momento no hay respiro.
El gobierno español ya anunció un fondo que podría alcanzar los 50.000 millones de euros para ayudar a las entidades en problemas. En Asia, la aseguradora japonesa Yamato Life se declaró en bancarrota, en lo que se considera la primera quiebra de una empresa de ese sector en ese país. En la región, Lula da Silva instó a una cumbre del Mercosur para analizar un programa coordinado. Las acciones en Asia y Europa se derrumbaron hasta 9 por ciento, y en América latina, siguiendo la histeria de Wall Street, finalizaron con un repliegue de 5 por ciento tras tocar un rojo de 10.
Los inversores preveían que no sería un buen día. Ya en la madrugada las acciones asiáticas habían comenzado la rueda con una baja de casi 9 por ciento. Pero lo que comenzó como un viento de frente proveniente de la tormenta estadounidense ya se enquistó también en la realidad japonesa. La compañía Yamato Life Insurance presentó la quiebra. Rápidamente, desde el gobierno salieron a aclarar que era un hecho aislado. De todos modos, el Banco Central nipón anunció una inyección adicional de 40.000 millones de dólares para proveer liquidez al resto del sistema. Eso no evitó el derrape de la Bolsa de Tokio, que perdió 9,6 por ciento.
El primer contagio se exhibió en Europa. El rojo volvió a teñir las pantallas, mientras los gobiernos buscan la manera de amortiguar la caída. En ese contexto, el mercado de Londres registró su peor traspié desde 1987, tras ceder un 8,9 por ciento su principal índice bursátil. En España, el indicador madrileño registró el mayor hundimiento de su historia al perder 9,2 por ciento, arrastrado por los papeles bancarios que siguen siendo presas de la desconfianza de los ahorristas.
Las autoridades volvieron a intentar un golpe de efecto, a pesar de que las sorpresas por el momento se las sigue dando el mercado. Durante la semana los bancos centrales de 21 países coincidieron en una operación nunca vista de recortar a la vez sus tasas de interés. Los esfuerzos fueron en vano y tamaña coordinación no impidió que la semana sólo ofreciera oportunidades a aquellos que juegan a la baja. Para el resto, una semana que quedará en lo más oscuro de la historia. Los inversores de Wall Street llevan perdidos en el último mes cerca de siete billones de dólares. Es decir que un fondo de pensión que hubiera apostado al índice Dow Jones habría visto reducido su capital en un 40 por ciento en un año, según un estudio privado.
Para la apertura en Estados Unidos, Bush preparó un nuevo discurso. Sin ofrecer mayores detalles de los próximos pasos a seguir –si es que los tiene–, alertó que “la ansiedad puede alimentar y ocultar los esfuerzos que se emprendieron”. El mandatario, que recién parece haber descubierto que los ánimos mueven el mercado, ratificó que su administración restablecerá la confianza. “Podemos resolver la crisis y lo haremos”, aseguró Bush. Con la última palabra aún en su boca, el mercado inició otro desplome. La pendiente se acentuó y llegó a perder hasta más de un 9 por ciento, en el caso del índice fabril Dow Jones. Sobre el final, las posiciones se dieron vuelta para aprovechar la ganancia del derrape y esas compras equilibraron el mercado. De todas maneras, el Dow Jones cedió 1,5 por ciento.
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Página/12 Web - Argentina/11/10/2008
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