Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, inició su columna de la semana pasada en el New York Times de la manera siguiente: “Si la elección del primer afro-americano no te movió, si no te hizo brotar lágrimas de tus ojos y no te hizo sentir orgulloso de tu país, algo errado hay en ti.” Viniendo de un laureado en economía y si se le añade, de un blanco, la afirmación que citamos, es de marca mayor. Como así de grande y extraordinaria fue la victoria de Obama, así son los problemas y retos que enfrenta. La coyuntura económico-política que posibilitó su victoria amerita extraordinarias atenciones para superar los males que la provocaron. Hay que irse casi un siglo atrás para encontrar algo semejante, que fue el famoso “crash” de 1930, que estremeció las bases de la economía de la nación y puso en aprieto la estabilidad de los hogares norteamericanos. La situación es tan crítica como entonces, pero con el inconveniente de que solo podemos tomar de ese caso, la determinación y el coraje con que los hombres de ese tiempo enfrentaron la crisis. En el presente momento, los problemas no solo son económicos, sino que se les agregan a estos otros inconvenientes que empeoran la situación: un incontrolado gasto de salud, los problemas del calentamiento global y una sociedad que envejece. La presente administración se ha visto obligada a desembolsar altas sumas de dineros para evitar el colapso de los mercados de créditos, con la banca a la cabeza. El desempleo aunque técnicamente se dice que está en los alrededores de un 6 por ciento, en realidad es de un 8 o un 10 por ciento. Se estima que hay cerca de 10 millones de norteamericanos sin empleo. Esto último, no solo debido a la situación económica que pasamos, sino a la fuga de empleo a causa de la mudanza de grandes corporaciones hacia el exterior en busca de mano de obra barata. Los gastos de salud se han ido de las manos, debido a que manos poderosas han convertido ese servicio en un lucrativo negocio privado que cada día se engolfa un alto porcentaje del producto bruto nacional. Los gastos de salud representaban en 1960 solo un 5% del producto bruto nacional, hoy se eleva a la suma de un 16% y se espera que para el 2015 llegue, sino se establece ningún control, a un 20%. Los precios de las casas se han desplomado y han dejado a las familias sin uno de los recursos con que siempre contaron. Al mismo tiempo, miles de familias han perdido sus casas por no poder pagar las amortizaciones a los préstamos que tomaron para comprarlas, hecho este que ha agravado la debacle en que nos encontramos.El país tiene que buscar respuestas al problema energético. El petróleo es cada día más costoso y el país depende de suplidores extranjeros para satisfacer la demanda del consumo. Esto hace al país vulnerable no solo a las fluctuaciones de los precios, sino a condicionamientos políticos que puedan poner los países suplidores. Hay que tener presente que la energía es un puntal clave para mantener el desarrollo en cualquier sociedad hoy en día.La educación pública cada día es más deficiente, debido a los pocos recursos que recibe. La deserción escolar entre los sectores más pobres de la población ha alcanzado niveles no comparable con ninguna otra nación industrializada. A estos problemas y otros no citados, se le agrega el hecho de que somos una sociedad extremadamente polarizada en términos económicos. El 1 por ciento de la población controla el 40 por ciento de la riqueza de la nación. Y puede ser que la crisis que sufrimos todavía polarice mas la riqueza, es decir, que la concentre en menos manos. No hay que dejar de mencionar que el país está en medio de dos guerras, que requieren elevados recursos económicos y que aumentan los problemas que tenemos. Como se ve, la situación que le espera al nuevo Presidente no es color de rosa. Los problemas son tantos que constituye un rompecabezas establecer las prioridades por donde comenzar. Muchas son las opiniones y sugerencias que hoy se lanzan en los medios como posibles iniciativas para el nuevo Presidente. Existe un consenso de que es una prioridad ante la crisis que vivimos, que el nuevo Presidente ataque aquellos problemas que actualmente afectan la gran mayoría y a los que mas sufren la crisis económica de hoy día. Por eso, es de prioridad que se expandan los beneficios del desempleo y las ayudas sociales para contrarrestar la pérdida de ingreso de los desempleados y los más pobres. Hay quienes sugieren que debe aprobarse un nuevo paquete de estímulo económico que no solo se limite a donar nuevamente a los ciudadanos una determinada cantidad de dinero, sino que se dedique parte importante de ese estímulo a la creación de fuentes de empleos en áreas que fortalezcan la economía a largo plazo. En ese sentido, el paquete de estímulo económico podría ascender a la suma de los $300 billones de dólares, que podría crear cerca de 6 millones de empleos y así compensaría el déficit de empleo que hoy existe.No hay lugar a dudas, que la inyección de recursos para rehabilitar la economía conllevaría a un más alto endeudamiento del país. Pero en este caso, de acuerdo a muchos especialistas, ese es un mal menor y es la única vía para enfrentar la crisis y abrir las puertas a la prosperidad en un cercano futuro.Hay quienes sugieren que dentro de las presentes circunstancias, el Presidente Obama no puede acceder a dilatar las reformas sociales que ofreció en su campaña, específicamente a la que toca al programa de salud. Esta junto a las otras se pueden llevar a cabo dentro del contexto general de la rehabilitación económica. Hacer lo contrario es abdicar a las concepciones de los que siempre piensan que los beneficios que tocan a las mayorías se pueden posponer para luego ser echados al olvido. La rehabilitación de la economía no solo depende del rescate de los grandes intereses como hasta hoy se ha hecho, sino del rescate de la base humana que constituye la mayoría. Este es el principal reto del Presidente Electo Barack Obama.
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El Vocero Hispano - USA/14/11/2008
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