BRUSELAS, 1 Nov 2008 (AFP) - Contentos de ver a su candidato preferido Barack Obama afirmarse en las encuestas para las elecciones estadounidenses, algunos europeos esperan relaciones más equilibradas con Washington, aunque los expertos no creen en un cambio radical de la política norteamericana.
Tras el papel desempeñado para desactivar el conflicto entre Rusia y Georgia y controlar la crisis financiera, "Europa se afirma como un actor mayor del mundo bilateral, un fenómeno completamente nuevo", afirma un alto diplomático de la presidencia francesa de la Unión Europea (UE).
En su opinión, esta nueva fuerza debería permitir a la UE "hacer avanzar" de aquí a fin de año sus ideas sobre la refundación del sistema financiero internacional, por ejemplo ante los países emergentes que participarán en la cumbre del "G20" convocada el 15 de noviembre en Washington.
Este diplomático estima además que esa situación serviría para plantear a la nueva administración norteamericana algunas cuestiones difíciles, como el "deterioro de su imagen en el mundo" o la validez de "un modelo económico que se basa en el endeudamiento de los hogares".
A principios de septiembre, antes de que la crisis financiera modificase las agendas diplomáticas, el canciller francés Bernard Kouchner ya había manifestado su deseo de que la UE ya no fuese "un suplemento" sino que tuviese relaciones de "igual a igual" con la futura administración norteamericana.
Esta expresión de deseos dejaba en claro las frustraciones de los últimos años de los europeos, que vieron sus esfuerzos diplomáticos a veces aniquilados por iniciativas unilaterales de la administración del republicano George Bush, por ejemplo en Oriente Medio.
Son esas frustraciones las que explican quizás que ahora que parece probable una victoria del demócrata Obama, Europe se vea invadida por un "sentimiento de euforia", subraya el analista Daniel Korski, del Centro Europeo para las Relaciones Esteriores en Londres.
Sin embargo, si bien una presidencia de Obama debería buscar no oponerse a los europeos y no dividirlos, el estado de gracia entre la UE y Estados Unidos corre el riesgo de ser breve, porque el demócrata "no va a disolver las reglas de la política internacional" de su país, según Korski.
Frente a la crisis financiera, "nadie sabe" si Obama llenará las expectativas de los europeos dándole la prioridad a una refundación del sistema internacional, agregó.
Tampoco es seguro que la UE mantenga su ventaja en esta cuestión, especialmente si la crisis financiera se transforma en recesión, como parece, y el criticado modelo norteamericano termina siendo más efectivo que el modelo social europeo para salir de la tormenta.
El director del Instituto Europeo-norteamericano con sede en Londres, Dominic Dyer, también recomienda moderar el entusiasmo.
En la lucha contra el cambio climático, incluso si Obama tiene más voluntad que Bush para adoptar medidas, la crisis económica podría hacerlo "retroceder", del mismo modo en que afecta ya las ambiciones europeas, advierte Dyer.
En el plano comercial, Obama, que se benefició de una ayuda importante de los sindicatos durante su campaña, sería permeable a un reforzamiento de las barreras aduaneras para tranquilizar a los trabajadores norteamericanos, según Dyer.
Si el candidato demócrata resulta electo, "la atmósfera será muy diferente, pero la política exterior norteamericana no va a cambiar de manera fundamental", resume./cat-mar/it
Tras el papel desempeñado para desactivar el conflicto entre Rusia y Georgia y controlar la crisis financiera, "Europa se afirma como un actor mayor del mundo bilateral, un fenómeno completamente nuevo", afirma un alto diplomático de la presidencia francesa de la Unión Europea (UE).
En su opinión, esta nueva fuerza debería permitir a la UE "hacer avanzar" de aquí a fin de año sus ideas sobre la refundación del sistema financiero internacional, por ejemplo ante los países emergentes que participarán en la cumbre del "G20" convocada el 15 de noviembre en Washington.
Este diplomático estima además que esa situación serviría para plantear a la nueva administración norteamericana algunas cuestiones difíciles, como el "deterioro de su imagen en el mundo" o la validez de "un modelo económico que se basa en el endeudamiento de los hogares".
A principios de septiembre, antes de que la crisis financiera modificase las agendas diplomáticas, el canciller francés Bernard Kouchner ya había manifestado su deseo de que la UE ya no fuese "un suplemento" sino que tuviese relaciones de "igual a igual" con la futura administración norteamericana.
Esta expresión de deseos dejaba en claro las frustraciones de los últimos años de los europeos, que vieron sus esfuerzos diplomáticos a veces aniquilados por iniciativas unilaterales de la administración del republicano George Bush, por ejemplo en Oriente Medio.
Son esas frustraciones las que explican quizás que ahora que parece probable una victoria del demócrata Obama, Europe se vea invadida por un "sentimiento de euforia", subraya el analista Daniel Korski, del Centro Europeo para las Relaciones Esteriores en Londres.
Sin embargo, si bien una presidencia de Obama debería buscar no oponerse a los europeos y no dividirlos, el estado de gracia entre la UE y Estados Unidos corre el riesgo de ser breve, porque el demócrata "no va a disolver las reglas de la política internacional" de su país, según Korski.
Frente a la crisis financiera, "nadie sabe" si Obama llenará las expectativas de los europeos dándole la prioridad a una refundación del sistema internacional, agregó.
Tampoco es seguro que la UE mantenga su ventaja en esta cuestión, especialmente si la crisis financiera se transforma en recesión, como parece, y el criticado modelo norteamericano termina siendo más efectivo que el modelo social europeo para salir de la tormenta.
El director del Instituto Europeo-norteamericano con sede en Londres, Dominic Dyer, también recomienda moderar el entusiasmo.
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Univisión - USA/01/11/2008
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