Argentina.
Un país al revés: huelga de terratenientes
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En una charla sobre política sudamericana un profesor de la Universidad Complutense de Madrid comenzó diciendo: No podemos entender la política de estos países aplicando los tradicionales conceptos de “derecha” e “izquierda”. Fue para mí traducir en palabras lo que ya venía barruntando. En España sólo existe la extrema derecha, la extrema izquierda y, como tercera posición, la más absoluta indiferencia política.Cuando recordamos que un militar de formación fascista trajo a Argentina la revolución social, nuestra alma se arroba en místico silencio, como ante un dogma de fe.La reciente historia de este país nos muestra uno de los últimos escalones de su caída –quiera su destino que sea el último-, con el “corralito” y el “corralón”, los bancos quedándose por narices con el dinero de sus clientes, la devaluación de la moneda que, en ese rincón del mundo dolarizado, significó que aquellos que guardaban algo de dinero quedasen de la noche a la mañana con la cuarta parte. Fines del 2001 represión y cacerolazos, un 2002 vacío, con la mitad de los negocios cerrados, con media ciudad de Buenos Aires en venta e invendible, casi sin automóviles circulando, masas de gente durmiendo en la calle arrebujados entre sí para mitigar el frío y cubiertos de periódicos (yo he visto, con mis propios ojos, bajando en plena noche por la calle Corrientes desde Avenida Pueyrredon hacia Avenida Callao, en el zaguán de una galería comercial, no menos de una treintena de personas haciendo noche sobre el piso, en pleno invierno).Desde entonces, a las duras y a las maduras recuperado, el país, con el cultivo de la soja que vende a China, logra mejorar notoriamente su macroeconomía (de la microeconomía mejor no hablemos). Surge una nueva oligarquía terrateniente, que ve la posibilidad de enriquecerse en poco tiempo, siguiendo con ello la más pura tradición folclórica del país. Pero como el gobierno “los grava” de importantes impuestos, los terratenientes… no me va usted a creer… se ponen en huelga. Y una huelga con piquetes, con cacerolazos, al más puro estilo pobre que dio el país en la modernidad.Veía en la tele a un hombre humildón, un hombre de piel morena, un “cabecita negra”, al que el periodista preguntaba su opinión al respecto, decir:-La verdá que no sé de qué hacen güelga. Llegan a las manifestaciones con unos cochazos que yo con toda mi familia trabajando toda la vida no lo podría comprar.
En una charla sobre política sudamericana un profesor de la Universidad Complutense de Madrid comenzó diciendo: No podemos entender la política de estos países aplicando los tradicionales conceptos de “derecha” e “izquierda”. Fue para mí traducir en palabras lo que ya venía barruntando. En España sólo existe la extrema derecha, la extrema izquierda y, como tercera posición, la más absoluta indiferencia política.Cuando recordamos que un militar de formación fascista trajo a Argentina la revolución social, nuestra alma se arroba en místico silencio, como ante un dogma de fe.La reciente historia de este país nos muestra uno de los últimos escalones de su caída –quiera su destino que sea el último-, con el “corralito” y el “corralón”, los bancos quedándose por narices con el dinero de sus clientes, la devaluación de la moneda que, en ese rincón del mundo dolarizado, significó que aquellos que guardaban algo de dinero quedasen de la noche a la mañana con la cuarta parte. Fines del 2001 represión y cacerolazos, un 2002 vacío, con la mitad de los negocios cerrados, con media ciudad de Buenos Aires en venta e invendible, casi sin automóviles circulando, masas de gente durmiendo en la calle arrebujados entre sí para mitigar el frío y cubiertos de periódicos (yo he visto, con mis propios ojos, bajando en plena noche por la calle Corrientes desde Avenida Pueyrredon hacia Avenida Callao, en el zaguán de una galería comercial, no menos de una treintena de personas haciendo noche sobre el piso, en pleno invierno).Desde entonces, a las duras y a las maduras recuperado, el país, con el cultivo de la soja que vende a China, logra mejorar notoriamente su macroeconomía (de la microeconomía mejor no hablemos). Surge una nueva oligarquía terrateniente, que ve la posibilidad de enriquecerse en poco tiempo, siguiendo con ello la más pura tradición folclórica del país. Pero como el gobierno “los grava” de importantes impuestos, los terratenientes… no me va usted a creer… se ponen en huelga. Y una huelga con piquetes, con cacerolazos, al más puro estilo pobre que dio el país en la modernidad.Veía en la tele a un hombre humildón, un hombre de piel morena, un “cabecita negra”, al que el periodista preguntaba su opinión al respecto, decir:-La verdá que no sé de qué hacen güelga. Llegan a las manifestaciones con unos cochazos que yo con toda mi familia trabajando toda la vida no lo podría comprar.
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LQSomos/19/04/2008