22/10/08

Ecuador: Asamblea se reúne para nombrar Poder Legislativo

Por JEANNETH VALDIVIESO
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QUITO—La Asamblea Constituyente de mayoría oficialista se reinstaló el miércoles para designar a un congreso temporal que legislará hasta las elecciones generales anticipadas previstas para febrero del 2009 y para nombrar a una nueva función electoral.
"Dejando cualquier diferencia tenemos que cumplir el mandato constitucional", dijo el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, en la inauguración de la sesión en referencia a cumplir las disposiciones de la nueva Constitución, vigente desde el lunes, que contempla una reorganización institucional con carácter temporal.
Algunos miembros de la oposición han considerado que la sesión es "ilegal" porque la Asamblea terminó oficialmente su trabajo el 25 de julio al entregar la nueva Constitución que posteriormente fue aprobada en referendo el 28 de septiembre.
Sin embargo, con la nueva Carta Magna también se aprobó un "régimen de transición" que establecía una reinstalación de la Asamblea con el fin de reorganizar de manera temporal las instituciones del estado hasta las elecciones de febrero.
La sesión se inició con la presencia de 92 de los 130 miembros de la Asamblea Constituyente. Nueve asambleístas, entre oficialistas y de oposición, presentaron sus renuncias y el resto de ausentes se excusó por motivos personales.
La Asamblea Constituyente debe designar una comisión que actuará como Poder Legislativo de transición y que según las propuestas del partido de gobierno, Acuerdo PAIS, estaría integrada por 75 ó 76 miembros. El órgano tendría la misma representatividad que la Asamblea, por lo que primará la mayoría oficialista. En la Asamblea 78 de los 130 asambleístas pertenecían a Acuerdo PAIS.
Cuando la Asamblea inició su trabajo en noviembre del 2007 cesó al Congreso de entonces y la comisión que se debe designar en el marco del régimen de transición reemplazará temporalmente a esa función del estado hasta las elecciones y tendrá capacidad para legislar y fiscalizar durante ese tiempo.
Los asambleístas, además de designar a la comisión legislativa temporal, deben nombrar a los integrantes del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Contencioso Electoral que organizarán los próximos comicios.
En una sesión de menos de una hora, los asambleístas solo aceptaron las renuncias de sus compañeros y determinaron una receso hasta la tarde, tiempo en el cual mantendrán diálogos informales sobre el nombramiento de los nuevos vocales de la función electoral.
"Esa designación, creo que a todos los ecuatorianos incluidos nosotros, nos interesa que se haga no en términos de la tradicional capacidad política reflejada en la cantidad de votos, si no en la capacidad de encontrar entre todos a los mejores ecuatorianos que nos garanticen probidad, imparcialidad", afirmó Cordero.
Para una fecha por determinar de febrero está prevista la elección de presidente y vicepresidente, asambleístas (antes diputados), alcaldes y prefectos (gobernadores) y otras autoridades regionales.
Aunque el presidente Rafael Correa no ha confirmado si será candidato, se da casi por segura la postulación. La oposición no ha perfilado ningún candidato para tales comicios.
Correa, que asumió el mando en enero del 2007, debía terminar su período en el 2011, pero con la nueva Constitución ese plazo quedó anulado a la espera de los comicios de febrero. De ganar, Correa gobernaría hasta el 2013 con la posibilidad de prolongar su mandato hasta el 2017.
Uno de los asambleístas que renunciaron, Pablo Lucio Paredes, del partido opositor Futuro Ya, justificó su ausencia por considerar que la sesión "es ilegal". "Cumplimos con lo nuestro (elaborar una nueva constitución) y de ahí en adelante no tenemos derecho a pensar siquiera que tenemos un mandato popular" para designar a funcionario alguno.
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El Paso Times - Ecuador/22/10/2008
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Evo Morales en su buena hora tras aprobación del referendo constitucional

LA PAZ (AFP) — Evo Morales lloró de emoción cuando los altavoces de la plaza de armas anunciaron que su proyecto constitucional tenía luz verde, en una faceta inédita para este indígena aymara de rostro adusto y generalmente inexpresivo.
Un día de caminata de casi 12 kilómetros por una carretera andina el lunes y una noche sin dormir acompañando a miles de indígenas en las afueras de su Palacio de Gobierno, colaborando en la presión contra el Congreso, finalmente terminaron con un triunfo político y en llanto.
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Entre sollozos, se fundió en un abrazo interminable con sus más fieles colaboradores y con los máximos dirigentes de las organizaciones campesinas y obreras, en una señal de alegría y de misión cumplida.
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Tras calmarse, el mandatario se dirigió a sus adherentes, los fieles campesinos y obreros, la columna vertebral de su régimen.
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"El pueblo unido jamás será vencido" gritó a coro con los movimientos sociales en la plaza de Armas y afirmó que la nueva Carta Magna "garantiza el cambio sin retorno y la muerte del neoliberalismo".
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Momentos antes había dado una muestra de su liderazgo cuando contuvo a exaltados trabajadores mineros que, cansados, con dinamita en mano y en algunos casos bajo los efectos del alcohol, intentaban tomar el Congreso que deliberaba por una ley para validar su proyecto constitucional.
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La multitud lo acompañó en la celebración y algunas mujeres indígenas de remotas comarcas andinas también derramaron lágrimas por un proyecto que consideran propio y que a su juicio los incluirá definitivamente a la República tras años de exclusión.
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"Por Bolivia, por mis hijos, prometemos a Evo que aprobaremos la nueva Constitución con el 100% de los votos", gritó una mujer aymara, con el rostro cobrizo causado por el gélido clima del altiplano, mientras otros se animaban a cantar canciones compuestas en homenaje al presidente.
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Las improvisadas coplas sonaban arrítmicas pero mostraban el sentimiento de estos sectores empobrecidos que aman a su líder hasta el delirio.
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"Estamos con Evo Morales porque ha devuelto la dignidad a Bolivia y a las clases excluidas. Antes no entraban al Palacio de Gobierno los indígenas, campesinos, mineros y obreros. Hoy es diferente, el Palacio es nuestra casa", afirmó el dirigente minero Pedro Montes, quien encabezó una columna de marchistas que llegó el lunes a La Paz.
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Este liderazgo sin embargo genera críticas de la oposición, que no concibe que un presidente de la República marche en cabeza de manifestantes que amenazan con cerrar el Congreso, o que presiona con su vigilia a los congresistas sin respetar la independencia de poderes.
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Carlos Klinsky, disputado opositor, dice que "no confiamos en el gobierno ni en el presidente porque ya antes no ha cumplido sus acuerdos".
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"Creemos que tiene una visión de país que no engloba a todos", agrega.
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El Congreso boliviano aprobó una ley de referendo para validar la nueva Constitución en enero de 2009 que, según el oficialismo, cierra un capítulo importante de la gestión de Morales que permitirá refundar el país.
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Para un presidente que ha tenido dos años de mucha convulsión política esta aprobación es un bálsamo. Morales está en su buena hora.
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La Gaceta Tucumán
El Universal (México)
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AFP/22/10/2008

"En Argentina las empresas tienen seguridad jurídica"

El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, se reunió este mediodía con las principales autoridades de YPF, "para delinear los proyectos de inversión que tiene la compañía"

El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, afirmó que "en la Argentina las empresas tienen seguridad jurídica", al visitar la sede central de YPF en
esta ciudad.

Las declaraciones del ministro y su visita a la principal empresa del país se producen en el marco de la caída de los mercados en Argentina y en España atribuida, por medios hispanos, a la decisión de eliminar las AFJP, tomada por el gobierno de Cristina Kirchner.

YPF, en un comunicado, informó que De Vido se reunió este mediodía con las principales autoridades de YPF, "para delinear los proyectos de inversión que tiene la compañía".

De la reunión, que se realizó en la sede central de YPF, participaron además de De Vido, el vicepresidente de la compañía, Enrique Eskenazi, el CEO adjunto, Matías Eskenazi, y el director general de Operaciones, el español Antonio Gomis.

Según la empresa, "la reunión fue calificada como muy positiva por ambas partes. Se analizaron los planes de inversión de YPF en exploración y producción para el próximo semestre, en el marco del Programa Petróleo Plus dispuesto por el gobierno que preside Cristina Fernández de Kirchner, en una jornada de particular tensión en los mercados internacionales".

"En la Argentina las empresas tienen seguridad jurídica, por eso no hay motivo alguno de preocupación, especialmente en el caso de YPF, ya que conocemos con detalle su plan de negocios e inversiones y nos parece adecuado a las necesidades del país", dijo el ministro De Vido en la oportunidad.

La decisión de eliminar las AFJP provocó una fuerte caída en la Bolsa de Buenos Aires.

En España, la caída afectó a empresas que operan en la Argentina, como YPF, Telefónica, Santander y BBVA.
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InfoBAE.com - Argentina/22/10/2008
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Exigen en el mundo cese del bloqueo de EE.UU. contra Cuba

La Habana, 22 oct (PL) Más de siete mil artistas e intelectuales de todo el mundo exigen hoy el cese inmediato del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.

Escritores, periodistas, dramaturgos, profesores, catedráticos e ingenieros, entre otros, suscribieron el llamamiento de los artistas e intelectuales cubanos denominado Con Cuba hoy, que reclama también la promoción de acciones solidarias hacia la isla, afectada tras el paso de dos poderosos huracanes.
Cuba vive hoy una situación dramática. El paso de los poderosos huracanes Gustav e Ike (...) ha golpeado la producción de alimentos y ramas esenciales de la economía en todo el territorio nacional, indica el texto.

El documento, publicado en el sitio electrónico www.concubahoy.cult.cu, recuerda que Cuba solicitó a Washington que levante al menos por seis meses las restricciones para la compra de alimentos y materiales de construcción.
Cuba hizo esa petición al rechazar una donación de cinco millones de dólares de Estados Unidos, por considerar que no podía aceptarla del país que le mantiene un bloqueo que en casi medio siglo le ha dejado pérdidas por más de 93 mil millones, según datos oficiales.

Ike y Gustav azotaron la isla entre el 30 de agosto y el 9 de septiembre, dejaron miles de damnificados y pérdidas por varios miles de millones de dólares, fundamentalmente en medio millón de viviendas y en las esferas de la alimentación, energética, agrícola y social, entre otros. acl/izs
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Prensa Latina - Cuba/22/10/2008
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Groucho estaría en la cumbre

Groucho Marx dijo que nunca sería miembro de un club que le aceptase como socio. Zapatero, Aznar y toda España aplican esta máxima y claman por estar en la cumbre organizada por Bush, que no nos quiere.
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M. DEL ÁNGEL FDEZ
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El presidente estadounidense, George W. Bush, ha invitado a los dirigentes de los países del G-20, grupo del que no forma parte España, a la cumbre que se celebrará el próximo 15 de noviembre en Washington para "discutir sobre los mercados financieros y la economía global", según anunció este miércoles la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino.

El objetivo de la reunión será "revisar los progresos realizados para abordar la actual crisis financiera, promover un entendimiento común sobre sus causas, y para evitar que se repita, llegar a un acuerdo sobre una serie de principios para reformar los regímenes regulatorio e institucional de los sectores financieros mundiales", aseguró Perino.

Estos principios podrán ser desarrollados "por grupos de trabajo para su consideración en cumbres subsiguientes", aclaró la portavoz, dando entender así que la del 15 de noviembre será la primera de varias conferencias internacionales.

El G-20 fue creado en 1999 en respuesta a las crisis financieras de finales de los 1990 y al creciente reconocimiento de los países emergentes. Sus miembros son los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales de 19 países: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos. Además, la Unión Europea también es miembro y está representada por el presidente de turno del Consejo y por el presidente del Banco Central Europeo (BCE).

A los representantes de los 20 miembros se sumarán en el encuentro de noviembre, según indicó Perino, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn; el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick; el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon; y el presidente del Fondo de Estabilidad Financiera (FSF), cargo que actualmente ocupa el presidente del Banco de Italia, Mario Draghi.

Está previsto que Bush ofrezca una cena en la Casa Blanca a los asistentes a la cumbre la noche antes.

Ausencia de España

El anuncio de la Casa Blanca es un jarro de agua fría para las aspiraciones españolas a estar en la cumbre. El presidente del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, había conseguido que tanto su homólogo británico, Gordon Brown, como el francés Nicolás Sarkozy apoyasen la presencia de España en la cumbre.

Pero, ¿tenemos derecho a estar en ella? Según los últimos datos publicados por el Banco Mundial -en términos de paridad de poder de compra- diez países son más grandes que España: Estados Unidos, China, Japón, Alemania, India, Reino Unido, Francia, Rusia, Italia y Brasil. Por detrás, y prácticamente con el mismo tamaño, se encuentran México y Canadá. Los datos se refieren al año 2005, y ponen de manifiesto que España representa el 2,15% de la economía mundial.

Otra forma de medir el poder económico de un país es su peso en los organismos económicos internacionales, por ejemplo el Fondo Monetario Internacional. Según el último reparto de cuotas decidido en el FMI, España ocupa el puesto 15 en derechos de voto, que se corresponden con sus aportaciones financieras. Por delante de España están Estados Unidos Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, China, Italia, Arabia Saudí, Canadá, Rusia, India, Holanda, Bélgica y Brasil.

Peor parada sale España si la invitación a la cumbre -todavía no está convocada ni se sabe quién invitará a quién- se hace en función de la renta per cápita de los españoles (27.270 unidades de poder de compra) Según los datos del Banco Mundial hay hasta 25 países cuyos ciudadanos disfrutan de una renta superior a la española. A la cabeza de ellos, Luxemburgo, con sus 70.014 unidades de poder de compra
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laSextaNoticias - España/22/10/2008

El euro cae al mínimo desde noviembre de 2006 por posible recorte de tipos

Fráncfort (Alemania), 22 oct (EFE).- El euro perdió hoy cuatro centavos y medio de dólar y cayó a su valor mínimo desde noviembre de 2006 ya que los mercados apuestan por que el Banco Central Europeo (BCE) deberá recortar más los tipos de interés.
La moneda única se cambiaba hacia las 09.30 horas GMT a 1,2919, frente a los 1,3190 dólares de ayer por la tarde.
Previamente, el euro se había depreciado hasta 1,2737 dólares, el nivel más bajo desde noviembre de 2006.
El analista de divisas de
Commerzbank Ulrich Leuchtmann dijo a EFE que las perspectivas coyunturales son más favorables para EEUU que para la zona del euro ya que el Banco Central Europeo (BCE) tiene mucho más que hacer que la Reserva Federal estadounidense (Fed).
Hasta ahora el diferencial de los tipos de interés entre la zona del euro y EEUU era favorable para la primera y ello ha impulsado la cotización de la divisa europea pero esa ventaja disminuye.
El precio del dinero en el área euro está actualmente en el 3,75 por ciento, mientras en EEUU se sitúa en el 1,5 por ciento.
Además, los mercados confían más en la capacidad de EEUU de hacer frente a una recesión que en la de los países que comparten el euro.
La moneda única también cayó con fuerza frente al yen tras el desplome de los mercados de valores asiáticos, que ha reducido la disposición de los inversores a tomar posiciones de riesgo.
La libra esterlina se depreció frente al euro después de que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, reconociera por primera vez que el Reino Unido "probablemente" entre en recesión debido a la actual crisis financiera.
La banda de fluctuación en que se movió el euro en las primeras horas de cotización del mercado de divisas de Fráncfort fue amplia y osciló entre 1,2737 y 1,3079 dólares.
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Finanzas.com - España/22/10/2008
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Elecciones EEUU: Sarah Palin llama "dictador" a Chávez y le amenaza con sanciones

- La candidata republicana Sarah Palin ha confirmado, en la televisión de habla hispana Univisión, que llamó "dictador" al presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
- Además, se ha mostrado partidaria de imponer sanciones a Venezuela para hacer frente a Chávez.
- Sin embargo, Palin ha descartado toda intervención militar.
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CNN+ - La candidata republicana a la vicepresidencia de EEUU, Sarah Palin, ha afirmado que el presidente de Venezuela Hugo Chávez es un "dictador".En una entrevista al canal de televisión Univisión, el primer medio de habla hispana que entrevista a Palin, la republicana ha confirmado que llamó "dictador" a Chávez durante un mitin en Wisconsin.
Además, Palin ha mencionado que la imposición de sanciones a Venezuela podría ser una opción para hacerle frente.
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Rechaza acción militar
No obstante, la "número dos" del aspirante a la Casa Blanca, John McCain, se ha mostrado contraria a una intervención militar contra Chávez. "La acción militar tiene que ser la última opción siempre con cualquiera de los problemas y desafíos que tenemos alrededor del mundo" ha explicado palin.
"Queremos, a través de las negociaciones, y las sanciones, de ser necesario, presionar a dictadores como Hugo Chávez para que vean que no se van a poder meter con EEUU de la forma que ellos quieren" añadió.
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Reforzar seguridad
Palin ha defendido, en línea con McCain, el reforzar la seguridad en las fronteras estadounidenses como parte de un programa integral que buscaría, en una segunda fase, dar solución al problema de los alrededor de 12 millones de indocumentados en el país.
Por otro lado, Palin se ha mostrado contraria a permitir que los indocumentados obtengan licencias de conducir y ha defendido la continuidad de las redadas.
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CNN+ - España/22/10/2008
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Cada vez somos más paranoicos

¿Siente que lo persiguen? ¿Le parece que la gente habla de usted a sus espaldas? ¿Teme ser víctima de un acto violento? Si es así, usted no está solo.
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"Una de cada cuatro personas tiene regularmente pensamientos paranoicos."
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Nos hemos vuelto cada vez más paranoicos y si no cambiamos radicalmente la forma como vivimos y trabajamos la situación seguirá empeorando.

Ésa es la afirmación del doctor Daniel Freeman, del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres, quien acaba de publicar el libro: "Paranoia: el Temor del Siglo XXI".

"La paranoia es un temor exagerado o infundado de que alguien está tratando deliberadamente de perjudicarnos", dijo a la BBC el doctor Freeman.

"Por ejemplo, pensar que los demás intentan irritarnos, angustiarnos o propagar rumores maliciosos sobre nosotros o incluso dañarnos físicamente", agregó el psiquiatra.

Sospecha

Durante una década el doctor Freeman ha estado dirigiendo una investigación pionera sobre la paranoia.

Para esto desarrolló un novedoso método de laboratorio para analizar la paranoia utilizando realidad virtual.

Según el investigador, sus estudios han demostrado que los niveles de paranoia y desconfianza del público general son mucho mayores de lo que se pensaba previamente.
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"Tenemos 500 veces más posibilidades de morir de cáncer que de ser asesinados. Y sin embargo, cuando leemos el periódico encontramos el doble de historias sobre asesinatos y crímenes que sobre cáncer"
Dr. Daniel Freeman
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Una de cada cuatro personas tiene regularmente pensamientos paranoicos, afirma el científico, y la cifra está en aumento.

"En la actualidad no dejamos que nuestros hijos jueguen en la calle, sospechamos de los extraños y de las cámaras de CCTV que están en todas partes".

"Y pienso que hay varios factores que pueden conducir a un aumento de la paranoia en la sociedad", explica el psiquiatra.

Uno de estos factores es "la excesiva cobertura en los medios de comunicación sobre actos peligrosos que son raros pero dramáticos como crímenes y terrorismo".

"Por ejemplo, tenemos 500 veces más posibilidades de morir de cáncer que de ser asesinados", dice el doctor Freeman.

"Y sin embargo, cuando leemos el periódico encontramos el doble de historias sobre asesinatos y crímenes que sobre cáncer".

Según el psiquiatra, esta excesiva cobertura crea percepciones incorrectas en nuestro juicio y nos hace sobrestimar las posibilidades de que estas amenazas ocurran en realidad.

Pero también hay otros factores que están contribuyendo a esta nueva era de sospecha y persecución, como el aumento en el número de personas que viven en ciudades, el ambiente físico cada vez más reducido en que vivimos y la creciente desigualdad entre ricos y pobres.

En su libro el doctor Freeman afirma que "por primera vez en la historia de la humanidad, en el 2008 estamos viendo que la población urbana ha sobrepasado a la población rural mundial".

En 1800 sólo 5% de la población vivía en zonas urbanas alrededor del mundo, pero para el año 2030 el 65% de los habitantes vivirá en ciudades.

"Esto no es una buena señal para nuestra salud mental" expresa el psiquiatra.

"Porque desde hace tiempo los estudios han demostrado que las tasas de paranoia son dos veces más altas en las ciudades que en las zonas rurales".

Aislamiento
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"Tenemos muchas más probabilidades de morir de cáncer que de un acto violento."
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Según el científico esto se debe a que los vínculos sociales son mucho más "holgados" en las ciudades que en las áreas rurales donde existen redes comunitarias relativamente estables.

Y el aislamiento social, el estrés y la ansiedad, consecuencias de la vida urbana, están estrechamente asociados a los pensamientos paranoicos, así como el incremento en el consumo de drogas como marihuana.

Pero además, dice el científico, "la pobreza, las privaciones y las desigualdades económicas están vinculadas a la mala salud y a niveles más altos de enfermedades mentales".

Estudios llevados a cabo en Estados Unidos han demostrado que las personas que viven en los estados con las mayores desigualdades en los ingresos, muestran los niveles más bajas de confianza y los niveles más altos de mortalidad.

La desconfianza, afirman los expertos, está asociada a las muertes por cáncer, enfermedades del corazón e infartos.

"Cada generación ha tenido a su "coco", su "roba chicos" y su "hombre del saco". Y la nuestra incluye a terroristas, pandilleros y pedófilos", expresa el psiquiatra.

"Pero los verdaderos asesinos de nuestra era son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los accidentes de tránsito".

"La excesiva cobertura de esos peligros promueve una cultura de paranoia, porque es difícil permanecer tranquilo cuando todos alrededor entran en pánico".

Según el doctor Freeman, necesitamos trabajar mucho para detener el aumento de la paranoia tanto a nivel de la sociedad como individual.

"A nivel individual es relativamente sencillo con técnicas como la terapia cognitiva conductual".

"Pero si realmente queremos llegar a la raíz del problema -agrega el psiquiatra- necesitamos tomar medidas urgentes a nivel más amplio, desde concientizar a la gente sobre la paranoia hasta entrenar a terapeutas para combatir los efectos de esta tendencia potencialmente dañina".
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BBC Ciencia - UK/22/10/2008

Aznar critica que se destinen miles de millones a combatir el cambio climático en plena crisis

El ex presidente del Gobierno considera "científicamente cuestionable" el calentamiento global
Aznar, durante la presentación del libro 'Planeta azul (que no verde)'.
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Madrid - El ex presidente del Gobierno José María Aznar y el jefe del Estado checo, Vaclav Klaus, han negado que la lucha contra el cambio climático, fenómeno "científicamente cuestionable", sea uno de los principales retos de la comunidad internacional.
En este contexto, Aznar se opone a destinar "cientos de miles de millones de euros" a este objetivo, más aún en el plena crisis.
Aznar, presidente de la
Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) presentó hoy en Madrid el libro de Klaus Planeta azul (no verde), en el que el presidente checo subraya que no existe un consenso unánime —ni en el plano político ni en el científico— sobre el fenómeno del cambio climático y pone en duda que la actividad humana sea la culpable del calentamiento global.
El presidente de FAES ha comparado el cambio climático con una "nueva religión que condena a la hoguera en la plaza pública a aquellos que osen poner en duda sus tesis".
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Temperatura dentro de un siglo
"En estos tiempos de enfriamento global de la economía internacional y de amenaza de una nueva glaciación en la economía nacional, en uno de esos ciclos que se suceden cada vez que un Gobierno socialista llega al poder en España, los abanderados del apocalipsis climático exigen dedicar cientos de miles de millones de euros" a causas "tan científicamente cuestionables en su viabilidad como ser capaces de mantener la temperatura del planeta tierra dentro de un centenar de años", denunció Aznar.
Así, según el ex presidente, "la mera duda sobre el origen antropológico del cambio climático es causa automática de eco-excomunión".
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"Lo que se encuentra en peligro no es el clima, sino la libertad"
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En la misma se ha expresado Klaus, quien ha destacado que lo que se encuentra en "peligro" no es el clima, "que está bien", sino la "libertad".
Además, advirtió de que una cuestión tan importante como el medio ambiente no se debe dejar en manos de los ecologistas, igual que las cuestiones sociales no hay que "dejarlas en manos de los socialistas".
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Público.es - España/22/10/2008

La reestatización de las jubilaciones en la Argentina golpea a la Bolsa de Madrid

Ultimo Momento
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El Ibex pierde más del 6%, muy por encima de la media europea. Por la incertidumbre que genera el proyecto de traspaso del sistema privado al de reparto en la Argentina, las acciones más castigadas son las de las compañías con negocios en el país, como Santander, Telefónica o Repsol, que llega a caer un 14%.
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"La estatización de las jubilaciones está penalizando a la Bolsa española”.
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Por Juan Carlos Algañaraz, corresponsal en Madrid.
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En un día de números rojos para las bolsas mundiales, Madrid se destaca por una caída más profunda. La mayoría de los analistas dan dos factores como principales impulsores. El primero es general y da cuenta del pesimismo por las consecuencias de la crisis financiera en la economía real. El segundo tiene origen en Buenos Aires: el temor de que se vean perjudicados los negocios de los tanques españoles en la Argentina tras la reestatización de las jubilaciones privadas. Algunos de los más afectados por el malhumor bursátil en España son los pesos pesado con negocios en el país, como Santander, Telefónica, Repsol o BBVA (dueño del banco Francés). Poco después de las 10 en la Argentina, el Ibex –que agrupa a las acciones líderes de la bolsa madrileña- caía un 6,5 por ciento. Y las compañías con intereses en la Argentina se movían en un rango de pérdidas bastante mayor. Por ejemplo, Repsol pierde el 14,36 ciento. Santander por su parte tiene una caída de 8,51 por ciento. Y Telefónica un 8,45 por ciento.
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Clarin.com - Argentina/22/10/2008

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LPyC/22/10/2008

ESPAÑA: El fin de la cárcel de Carabanchel

Interior inicia los trabajos de demolición de uno de los grandes símbolos del franquismo
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PATRICIA RAFAEL
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Madrid - La cárcel madrileña de Carabanchel, cerrada y abandonada desde hace 10 años, vive sus últimos días. Este martes por la mañana dos enormes boquetes en los muros de la parte posterior del recinto dejaban ver cómo dos excavadoras apilaban escombros en un camión. Los guardias de seguridad, que desde el jueves vigilan el centro, impedían el paso a toda persona ajena a la obra. Solo hacían una excepción: el medio centenar de inmigrantes rumanos que vive allí desde hace dos años recogía sus cosas para cumplir el plazo de 24 horas que le dio la Policía para abandonar el lugar.
Las primeras máquinas llegaron a la una de la madrugada de este martes, según explicaron vecinos de la zona, los propios inmigrantes y los guardias de seguridad. Abrieron dos grandes agujeros en sendos muros. A las 11 de la mañana las máquinas aún recogían piedras y chatarra en lo que fue el patio del módulo de mujeres.
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Vecinos indignados
Miembros de la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto y del Foro de la Memoria recorrían el lugar indignados. Consideraban que el derribo había comenzado con "nocturnidad y alevosía", como señaló uno de sus portavoces, Julián Rebollo. Estaban preocupados.
Desde hace tiempo reclaman que no se derribe la cúpula del recinto y que en su lugar se construya un centro de memoria histórica. Incluso el juez Baltasar Garzón, en el reciente auto en el que se declara competente para investigar los crímenes del franquismo, pedía información a Interior para estudiar si paralizaba el derribo o no.
Ángel Martínez Sanjuán, presidente de la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP), señalaba ayer que aún no hay fecha para el derribo de los pabellones, aunque garantizaba que "se darán todas las explicaciones necesarias a las partes implicadas".
Martínez Sanjuán destacó que "todas las demandas de los vecinos se han tenido en cuenta". El presidente de la SIEP hacía así referencia al protocolo de intenciones para el desarrollo urbanístico de los terrenos de la cárcel, firmado el pasado junio por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón.
En el proyecto se plantea la construcción de un hospital, viviendas y oficinas de Instituciones Penitenciarias. Pero ni mención a un centro de memoria histórica; tan solo un monumento recordará, junto a las futuras casas, a los encarcelados del franquismo.
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Cronología
1944
La primera piedra. En los primeros años de la dictadura franquista se termina la primera fase de construcción del recinto. En 1955 estará lista para los primeros presos, muchos de ellos por cuestiones políticas, como fueron Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius.
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1998
Cierre definitivo. Interior decreta el cierre del centro. Desde entonces sus 172.000 metros cuadrados permanecen abandonados. Los vecinos de Carabanchel reclaman la construcción de un hospital y dotaciones públicas.
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2008
Acuerdo de desarrollo. Interior y el Ayuntamiento de Madrid firman un acuerdo para el desarrollo de los terrenos.
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Público.es - España/22/10/2008

¿Quién era Milton Friedman?

Por: Paul Krugman
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La historia del pensamiento económico en el siglo XX es algo parecida a la del cristianismo en el XVI. Hasta que John Maynard Keynes publicó su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero en 1936, la ciencia económica -al menos en el mundo anglosajón- estaba completamente dominada por la ortodoxia del libre mercado. De vez en cuando surgían herejías, pero siempre se suprimían. La economía clásica, escribía Keynes en 1936, "conquistó Inglaterra tan completamente como la Santa Inquisición conquistó España". Y la economía clásica decía que la respuesta a casi todos los problemas era dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda hicieran su trabajo.

Pero la economía clásica no ofrecía ni explicaciones ni soluciones para la Gran Depresión. Hacia mediados de la década de 1930, los retos a la ortodoxia ya no podían contenerse. Keynes desempeñó la función de Martín Lutero, al proporcionar el rigor intelectual necesario para hacer la herejía respetable. Aunque Keynes no era ni mucho menos de izquierdas -vino a salvar el capitalismo, no a enterrarlo-, su teoría afirmaba que no se podía esperar que los mercados libres proporcionaran pleno empleo, y estableció una nueva base para la intervención estatal a gran escala en la economía.

El keynesianismo constituyó una gran reforma del pensamiento económico. Inevitablemente, le siguió una contrarreforma. Diversos economistas desempeñaron un papel importante en la gran recuperación de la economía clásica entre los años 1950 y 2000, pero ninguno fue tan influyente como Milton Friedman. Si Keynes era Lutero, Friedman era Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas. Y al igual que los jesuitas, los seguidores de Friedman han actuado como una especie de disciplinado ejército de fieles y provocado una amplia, pero incompleta, retirada de la herejía keynesiana. A finales de siglo, la economía clásica había recuperado buena parte de su anterior hegemonía, aunque ni mucho menos toda, y a Friedman le corresponde buena parte del mérito.

No quiero llevar demasiado lejos la analogía religiosa. La teoría económica aspira al menos a ser ciencia, no teología; se ocupa de la tierra, no del cielo. La teoría keynesiana se impuso en un principio porque era mucho mejor que la ortodoxia clásica a la hora de dar sentido al mundo que nos rodea, y la crítica de Friedman a Keynes adquirió tanta influencia porque supo detectar los puntos débiles del keynesianismo. Y sólo a modo de aclaración: aunque este artículo sostiene que Friedman estaba equivocado en algunos aspectos, y a veces parecía poco sincero con sus lectores, le considero un gran economista y un gran hombre.

Milton Friedman desempeñó tres funciones en la vida intelectual del siglo XX. Estaba el Friedman economista de economistas, que escribía análisis técnicos, más o menos apolíticos, sobre el comportamiento de los consumidores y la inflación. Estaba el Friedman emprendedor político, que pasó décadas haciendo campaña en nombre de la política conocida como monetarismo y que acabó viendo cómo la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra adoptaban su doctrina a finales de la década de 1970, sólo para abandonarla por inviable unos años más tarde. Por último, estaba el Friedman ideólogo, el gran divulgador de la doctrina del libre mercado.

¿Desempeñó el mismo hombre todas estas funciones? Sí y no. Las tres estaban guiadas por la fe de Friedman en las verdades clásicas de la economía del libre mercado. Además, su eficacia como divulgador y propagandista descansaba en parte en su merecida fama de profundo economista teórico. Pero hay una diferencia importante entre el rigor de su obra como economista profesional y la lógica más laxa y a veces cuestionable de sus pronunciamientos como intelectual público. Mientras que la obra teórica de Friedman es universalmente admirada por los economistas profesionales, hay mucha más ambivalencia respecto a sus pronunciamientos políticos y en especial su trabajo divulgativo. Y debe decirse que hay serias dudas respecto a su honradez intelectual cuando se dirigía a la masa de ciudadanos.

Pero dejemos de lado por el momento el material cuestionable y hablemos de Friedman en cuanto teórico económico. Durante la mayor parte de los dos siglos pasados, el pensamiento económico estuvo dominado por el concepto del Homo economicus. El hipotético Hombre Económico sabe lo que quiere; sus preferencias pueden expresarse matemáticamente mediante una función de utilidad, y sus decisiones están guiadas por cálculos racionales acerca de cómo maximizar esa función: ya sean los consumidores al decidir entre cereales normales o cereales integrales para el desayuno, o los inversores que deciden entre acciones y bonos, se supone que esas decisiones se basan en comparaciones de la utilidad marginal, o del beneficio añadido que el comprador obtendría al adquirir una pequeña cantidad de las alternativas disponibles.

Es fácil burlarse de este cuento. Nadie, ni siquiera los economistas ganadores del Premio Nobel, toma las decisiones de ese modo. Pero la mayoría de los economistas, yo incluido, consideramos útil al Hombre Económico, quedando entendido que se trata de una representación idealizada de lo que realmente pensamos que ocurre. Las personas tienen preferencias, incluso si esas preferencias no pueden expresarse realmente mediante una función de utilidad precisa; por lo general toman decisiones sensatas, aunque no maximicen literalmente la utilidad. Uno podría preguntarse por qué no representar a las personas como realmente son. La respuesta es que la abstracción, la simplificación estratégica, es el único modo de que podamos imponer cierto orden intelectual en la complejidad de la vida económica. Y la suposición del comportamiento racional es una simplificación especialmente fructífera.

La cuestión, sin embargo, es hasta dónde se puede llevar. Keynes no atacó de lleno al Hombre Económico, pero a menudo recurría a teorías psicológicas verosímiles y no a un cuidadoso análisis de qué haría una persona que tomara decisiones racionales. Las decisiones empresariales estaban guiadas por impulsos viscerales (animal spirits); las decisiones de consumo, por una tendencia psicológica a gastar parte, pero no la totalidad, de un aumento de la renta; los acuerdos salariales, por un sentido de la equidad, y así sucesivamente.

¿Pero era realmente una buena idea reducir tanto la función del Hombre Económico? No, decía Friedman, que en un artículo de 1953 titulado The methodology of positive economics [La metodología de la economía positiva] sostenía que las teorías económicas no deberían juzgase por su realismo psicológico, sino por su capacidad para predecir el comportamiento. Y los dos mayores triunfos de Friedman como economista teórico procedieron de aplicar la hipótesis del comportamiento racional a cuestiones que otros economistas habían considerado fuera del alcance de dicha hipótesis.

En un libro de 1957 titulado Una teoría de la función del consumo -no exactamente un título que agradara a las masas, pero sí un tema importante-, Friedman sostenía que el mejor modo de entender el ahorro y el gasto no es, como había hecho Keynes, recurrir a una teorización psicológica laxa, sino, por el contrario, pensar que los individuos hacen planes racionales sobre cómo gastar su riqueza a lo largo de la vida. Ésta no era necesariamente una idea antikeynesiana; de hecho, el gran economista keynesiano Franco Modigliani planteó de manera simultánea e independiente el mismo argumento, incluso con más cuidado, al considerar el comportamiento racional, en colaboración con Albert Ando. Pero sí señalaba un retorno a los modos de pensar clásicos, y funcionaba. Los detalles son un poco técnicos, pero la "hipótesis de la renta permanente" planteada por Friedman y el "modelo del ciclo vital" de Ando y Modigliani resolvían varias paradojas aparentes sobre la relación entre renta y gasto, y todavía hoy siguen constituyendo las bases de cómo estudian los economistas el gasto y el ahorro.

El trabajo sobre el comportamiento de los consumidores habría forjado por sí solo la fama académica de Friedman. Sin embargo, obtuvo un triunfo al aplicar la teoría del Hombre Económico a la inflación. En 1958, el economista neozelandés A. W. Phillips señalaba que existía una correlación histórica entre el desempleo y la inflación, de modo que la inflación iba asociada a un bajo desempleo y viceversa. Durante un tiempo, los economistas trataron esta correlación como si fuera una relación fiable y estable. Esto provocó un debate serio sobre qué punto de la curva de Phillips debería escoger el Gobierno. ¿Debería Estados Unidos, por ejemplo, aceptar una tasa de inflación más alta para alcanzar una tasa de desempleo más baja?

En 1967, sin embargo, Friedman pronunciaba ante la Asociación Económica Estadounidense una conferencia presidencial en la que sostenía que la correlación entre inflación y desempleo, aun siendo visible en los datos, no representaba una verdadera compensación, al menos no a largo plazo. "Siempre hay", decía, "una compensación temporal entre inflación y desempleo; no hay una compensación permanente". En otras palabras, si los políticos intentaran mantener el desempleo bajo mediante una política de generar mayor inflación, sólo conseguirían un éxito temporal. Según Friedman, el desempleo acabaría por aumentar de nuevo, incluso con una inflación elevada. En otras palabras, la economía sufriría la situación que Paul Samuelson más tarde denominaría "estanflación".

¿Cómo llegó Friedman a esta conclusión? (Edmund S. Phelps, premio Nobel de Economía de este año, había llegado de manera simultánea e independiente al mismo resultado). Como en el caso de su trabajo sobre el comportamiento de los consumidores, Friedman aplicó la idea del comportamiento racional. Sostenía que después de un periodo de inflación sostenido, las personas introducirían las expectativas de inflación futura en sus decisiones, lo cual anularía cualquier efecto positivo de la inflación sobre el empleo. Por ejemplo, una de las razones por las que la inflación puede aumentar el empleo es que contratar a más trabajadores se vuelve más rentable cuando los precios suben más que los salarios. Pero en cuanto los trabajadores comprenden que el poder de adquisición de sus salarios se verá erosionado por la inflación, exigen por adelantado acuerdos de subida salarial más elevados, para que los salarios alcancen el mismo nivel que los precios. En consecuencia, cuando la inflación se mantiene durante un tiempo, ya no proporciona el mismo impulso al empleo que al principio. De hecho, se producirá un aumento del desempleo si la inflación no cumple las expectativas.

En el momento en que Friedman y Phelps propusieron sus ideas, Estados Unidos tenía poca experiencia con la inflación sostenida. De modo que ésta fue verdaderamente una predicción, en lugar de un intento de explicar el pasado. Sin embargo, en la década de 1970, la inflación persistente puso a prueba la hipótesis de Friedman-Phelps. Sin duda, la correlación histórica entre inflación y desempleo se rompió exactamente como Friedman y Phelps habían predicho: en la década de 1970, mientras la tasa de inflación superaba el 10%, la tasa de desempleo era tan elevada o más que en las décadas de 1950 y 1960, unos años de precios estables. Al fin la inflación se controló en la década de 1980, pero sólo después de un doloroso periodo de desempleo extremadamente elevado, el peor desde la Gran Depresión.

Al predecir el fenómeno de la estanflación, Friedman y Phelps alcanzaron uno de los grandes triunfos de la economía de posguerra. Este triunfo, más que ninguna otra cosa, confirmó a Milton Friedman en su categoría de grande entre los economistas, independientemente de lo que pudiera pensarse de sus demás funciones.

Una interesante anotación: aunque avanzó mucho en la aplicación del concepto de racionalidad individual a la macroeconomía, también sabía dónde parar. En la década de 1970, algunos economistas llevaron más lejos aún el análisis de Friedman, llegando a sostener que no hay una compensación útil entre inflación y desempleo ni siquiera a corto plazo, porque los ciudadanos anticiparán las acciones del Gobierno y aplicarán esa anticipación, así como la experiencia pasada, al establecimiento de precios y a las negociaciones salariales. Esta doctrina, conocida como las "expectativas racionales", se extendió por buena parte de la economía académica. Pero Friedman nunca la aceptó. Su sentido de la realidad le advertía de que esto era llevar demasiado lejos la idea del Homo economicus. Y así se demostró: la conferencia pronunciada por Friedman en 1967 ha superado la prueba del tiempo, mientras que las opiniones más extremas propuestas por los teóricos de las expectativas racionales en los años setenta y ochenta no la han superado.

"A Milton todo le recuerda la oferta monetaria. Bien, a mí todo me recuerda el sexo, pero no lo pongo por escrito", escribía en 1966 Robert Solow, del MIT. Durante décadas, la imagen pública y la fama de Milton Friedman se definieron en gran medida por sus pronunciamientos sobre la política monetaria y su creación de la doctrina conocida como monetarismo. Sorprende darse cuenta, por tanto, de que el monetarismo se considera en gran medida un fracaso, y que parte de lo dicho por Friedman sobre el dinero y la política monetaria -al contrario que lo que dijo acerca del consumo y la inflación- parece haber sido engañoso, y quizá de manera deliberada.

Para comprender de qué trataba el monetarismo, lo primero que hay que saber es que la palabra dinero no significa exactamente lo mismo en economía que en el lenguaje común. Cuando los economistas hablan de oferta monetaria

[en inglés, money supply, oferta de dinero] no se refieren a riqueza en el sentido habitual. Sólo se refieren a esas formas de riqueza que pueden usarse de manera más o menos directa para comprar cosas. La moneda -trozos de papel con retratos de presidentes muertos- es dinero, y también los depósitos bancarios contra los que se pueden extender cheques. Pero las acciones, los bonos y los bienes raíces no son dinero, porque hay que convertirlos en efectivo o en depósitos bancarios antes de poder usarlos para hacer compras.

Si la oferta monetaria constara sólo de moneda, estaría bajo el control directo del Gobierno, o más precisamente, de la Reserva Federal, un organismo monetario que, como sus homólogos los bancos centrales de muchos otros países, está institucionalmente un poco separado del Gobierno propiamente dicho. El hecho de que la oferta de dinero incluya también los depósitos bancarios complica un poco la realidad. El banco central sólo tiene control directo sobre la base monetaria -la suma de moneda en circulación, la moneda que los bancos tienen en sus cámaras acorazadas y los depósitos que los bancos guardan en la Reserva Federal-, pero no sobre los depósitos que los ciudadanos tienen en los bancos. En circunstancias normales, sin embargo, el control directo de la Reserva Federal sobre la base monetaria basta para darle también un control efectivo sobre la oferta monetaria total.

Antes de Keynes, los economistas consideraban la oferta monetaria una herramienta primordial de la gestión económica. Pero él sostenía que en condiciones de depresión, cuando los tipos de interés son muy bajos, los cambios en la oferta monetaria tienen pocas consecuencias sobre la economía. La lógica era la siguiente: cuando los tipos de interés son del 4% o del 5%, nadie quiere que su dinero quede ocioso. Pero en una situación como la de 1935, cuando el tipo de interés de las letras del Tesoro a tres meses era sólo del 0,14%, hay muy poco incentivo para asumir el riesgo de poner el dinero a trabajar. El banco central podría tratar de estimular la economía acuñando grandes cantidades de moneda adicional; pero si el tipo de interés es ya muy bajo, es probable que el efectivo adicional languidezca en las cámaras acorazadas de los bancos o debajo de los colchones. En consecuencia, Keynes sostenía que la política monetaria, un cambio en la oferta de dinero circulante para gestionar la economía, sería ineficaz. Y por eso, él y sus seguidores creían que hacía falta una política presupuestaria -en especial un aumento del gasto público- para sacar a los países de la Gran Depresión.

¿Por qué es esto importante? La política monetaria es una forma de intervención pública en la economía altamente tecnocrática y en gran medida apolítica. Si la Reserva Federal decide aumentar la oferta monetaria, todo lo que hace es comprar unos cuantos bonos del Tesoro a bancos privados, y pagar los bonos mediante anotaciones en las cuentas de reserva de esos bancos: en realidad, todo lo que la Reserva Federal tiene que hacer es acuñar un poco más de base monetaria. En cambio, la política presupuestaria supone una participación mucho más profunda del sector público en la economía, a menudo de un modo cargado de ideología: si los políticos deciden usar las obras públicas para promover el empleo, tienen que decidir qué construir y dónde. Por tanto, los economistas con una inclinación al libre mercado tienden a querer creer que la política monetaria es todo lo que hace falta; los que desean un sector público más activo tienden a creer que la política presupuestaria es esencial.

El pensamiento económico tras el triunfo de la revolución keynesiana -como se refleja, por ejemplo, en las primeras ediciones del libro de texto clásico de Paul Samuelson- daba prioridad a la política presupuestaria, mientras que la política monetaria quedaba relegada a los márgenes. Como Friedman decía en la conferencia pronunciada en 1967 ante la Asociación Económica Estadounidense:

"La amplia aceptación de las opiniones entre los profesionales de la economía ha hecho que durante dos décadas, prácticamente todos menos unos cuantos reaccionarios pensaran que los nuevos conocimientos económicos habían vuelto obsoleta la política monetaria. El dinero no importaba".

Aunque esto tal vez fuese una exageración, la política monetaria no estuvo muy bien considerada en las décadas de 1940 y 1950. Friedman, sin embargo, hizo una cruzada a favor de la propuesta de que el dinero también importaba, la cual culminó con la publicación en 1963 de A monetary history of the United States, 1867-1960, en colaboración con Anna Schwartz

Aunque A monetary history of the United States es una gran obra de extraordinaria erudición, que abarca un siglo de desarrollos monetarios, su análisis más influyente y controvertido fue el relativo a la Gran Depresión. Friedman y Schwartz afirmaban que habían refutado el pesimismo de Keynes acerca de la eficacia de la política monetaria en condiciones de depresión. "La contracción" de la economía, declaraban, "es de hecho un trágico testimonio de la importancia de las fuerzas monetarias".

¿Pero qué querían decir con eso? Desde el principio, la posición de Friedman y Schwartz parecía un poco escurridiza. Y con el tiempo, la presentación que Friedman hacía de la historia se hizo más grosera, no más sutil, y acabó pareciendo -no hay otra forma de decirlo- intelectualmente corrupta.

Al interpretar los orígenes de la Gran Depresión es crucial distinguir entre la base monetaria (dinero más reservas bancarias), que la Reserva Federal controla directamente, y la oferta monetaria (dinero más depósitos bancarios). La base monetaria aumentó durante los primeros años de la Gran Depresión, subiendo de una media de 6.050 millones de dólares en 1929 a una media de 7.020 millones en 1933. Pero la oferta monetaria cayó drásticamente, de 26.600 millones a 19.900 millones de dólares. Esta divergencia reflejaba principalmente las consecuencias de la oleada de quiebras bancarias de 1930-1931: a medida que los ciudadanos perdían la fe en los bancos, empezaron a guardar su riqueza en efectivo y no en depósitos bancarios, y los bancos que sobrevivieron empezaron a tener grandes cantidades de efectivo a mano en lugar de prestarlo, para evitar el peligro de un pánico bancario. La consecuencia fue que se hacían muchos menos préstamos y, por tanto, muchos menos gastos de los que habría habido si los ciudadanos hubieran seguido depositando el efectivo en los bancos, y los bancos hubieran seguido prestando los depósitos a las empresas. Y dado que el desplome del gasto fue la causa próxima de la depresión, el deseo repentino tanto por parte de los individuos como de los bancos de poseer más efectivo empeoró sin duda la recesión.

Friedman y Schwartz sostenían que la caída de la oferta monetaria había convertido lo que podría haber sido una recesión ordinaria en una depresión catastrófica, un argumento de por sí discutible. Pero incluso poniendo por caso que lo aceptemos, cabe preguntar si puede decirse que la Reserva Federal, que al fin y al cabo aumentó la base monetaria, provocó la caída de la oferta monetaria total. Al menos inicialmente, Friedman y Schwartz no dijeron eso. Lo que dijeron, por el contrario, fue que la Reserva Federal pudo haber prevenido la caída de la oferta monetaria, en especial acudiendo al rescate de los bancos en quiebra durante la crisis de 1930-1931. Si la Reserva Federal se hubiera apresurado a prestar dinero a los bancos en apuros, la oleada de quiebras bancarias podría haberse evitado, y eso a su vez podría haber evitado la decisión de los ciudadanos de guardar el dinero en efectivo en lugar de depositarlo en los bancos, y la preferencia de los bancos supervivientes por acumular los depósitos en sus cámaras acorazadas en lugar de prestar esos fondos. Y esto, a su vez, podría haber evitado lo peor de la depresión.

A este respecto, tal vez sea útil una analogía. Supongamos que se desata una epidemia de gripe, y que análisis posteriores indican que una acción adecuada de los centros de control de enfermedades podrían haber contenido la epidemia. Sería justo culpar a las autoridades públicas de no tomar las medidas adecuadas. Pero sería un exceso decir que el Estado causó la epidemia, o usar el fallo de esos centros para demostrar la superioridad de los mercados libres sobre el sector público.

Pero muchos economistas, y todavía más lectores legos en la materia, han interpretado que la explicación de Friedman y Schwartz significa que de hecho la Reserva Federal causó la Gran Depresión; que la depresión es en cierto sentido una demostración de los males de un Estado excesivamente intervencionista. Y en años posteriores, como he dicho, las afirmaciones de Friedman se volvieron más imprecisas, como si quisiera alimentar esta percepción errónea. En su alocución presidencial de 1967 declaraba que "las autoridades monetarias estadounidenses siguieron políticas altamente deflacionarias", y que la oferta monetaria cayó "porque el Sistema de la Reserva Federal forzó o permitió una reducción aguda de la base monetaria, al no ejercer las responsabilidades que tenía asignadas", una afirmación extraña dado que, como hemos visto, la base monetaria aumentó de hecho mientras la oferta monetaria caía. (Friedman tal vez se refiriese a dos episodios en los que la base monetaria cayó moderadamente por breves periodos, pero aun así su declaración es, como mínimo, muy engañosa).

En 1976, Friedman les decía a los lectores de Newsweek que "la verdad elemental es que la Gran Depresión se produjo por una mala gestión pública", una declaración que seguramente sus lectores interpretaron como que la depresión no se habría producido si el Estado se hubiera mantenido al margen, cuando de hecho lo que Friedman y Schwartz afirmaban era que el sector público debería haberse mostrado más activo, no menos.

¿Por qué los debates históricos sobre la función de la política monetaria en la década de 1930 importaban tanto en la de 1960? En parte porque encajaban en el programa más amplio de Friedman en contra del sector público, del que hablaremos más adelante. Pero la aplicación más directa era su defensa del monetarismo. De acuerdo con esta doctrina, la Reserva Federal debía mantener el crecimiento de la oferta monetaria en una tasa baja y constante, por ejemplo, el 3% anual, y no desviarse de ese objetivo, con independencia de lo que ocurriese en la economía. La idea era poner la política monetaria en piloto automático, eliminando cualquier poder por parte de las autoridades públicas.

El razonamiento de Friedman a favor del monetarismo era en parte económico y en parte político. Sostenía que el crecimiento constante de la oferta monetaria mantendría una economía razonablemente estable. Nunca pretendió que siguiendo esta norma se eliminarían todas las recesiones, pero sí afirmaba que las variaciones en la curva de crecimiento de la economía serían suficientemente pequeñas como para ser tolerables, de ahí la afirmación de que la Gran Depresión no habría ocurrido si la Reserva Federal hubiera seguido una norma monetarista. Y junto a esta fe con reservas en la estabilidad de la economía con un régimen monetario se daba su desprecio sin reservas hacia la capacidad de los directivos de la Reserva Federal para hacerlo mejor si se les daba poder para ello. La demostración de la falta de fiabilidad de la Reserva Federal estaba en el inicio de la Gran Depresión, pero Friedman podía señalar otros muchos ejemplos de políticas que habían salido mal. "Un régimen monetario", escribía en 1972, "aislaría la política monetaria del poder arbitrario de un pequeño grupo de hombres no sujetos al control de los electores, y de las presiones a corto plazo de la política partidista".

El monetarismo fue una fuerza poderosa en el debate económico durante unas tres décadas a partir de que Friedman expusiera por primera vez su doctrina en Un programa de estabilidad monetaria y reforma bancaria, publicado en 1959. Hoy, sin embargo, es una sombra de lo que era, por dos razones principales.

En primer lugar, cuando Estados Unidos y Reino Unido intentaron poner en práctica el monetarismo a finales de los setenta, los resultados fueron decepcionantes: en ambos países, el crecimiento constante de la oferta monetaria no consiguió impedir recesiones graves. La Reserva Federal adoptó oficialmente objetivos monetarios al estilo Friedman en 1979, pero los abandonó de hecho en 1982, cuando la tasa de desempleo superó el 10%. Este abandono se hizo oficial en 1984, y desde entonces la Reserva Federal realiza precisamente el tipo de afinación discrecional que Friedman condenaba. Por ejemplo, en 2001 respondía a la recesión reduciendo los tipos de interés y permitiendo que la oferta monetaria creciese a ritmos que en ocasiones superaban el 10% anual. Cuando se convenció de que la recuperación era sólida, la Reserva Federal cambió el rumbo, subiendo los tipos de interés y permitiendo que el crecimiento de la reserva monetaria cayese a cero.

En segundo lugar, desde comienzos de la década de 1980, la Reserva Federal y sus homólogos de otros países han realizado un trabajo razonablemente bueno, debilitando la imagen que Friedman daba de los banqueros centrales, a los que consideraba chapuceros irredimibles. La inflación se mantiene baja, las recesiones -excepto en Japón, país del que hablaremos enseguida- han sido relativamente breves y leves. Y todo esto ha ocurrido a pesar de las fluctuaciones de la oferta monetaria, que horrorizaban a los monetaristas y que los llevaron -incluso a Friedman- a predecir desastres que no llegaron a materializarse. Como señalaba David Warsh, de The Boston Globe, en 1992, "Friedman despuntó su lanza prediciendo la inflación en la década de 1980, durante la que se equivocó profunda y frecuentemente".

En 2004, el Informe Económico del Presidente, escrito por los muy conservadores economistas del Gobierno de Bush, podía no obstante hacer la altamente antimonetarista declaración de que "una política monetaria audaz", no estable ni constante, sino audaz, "puede reducir la profundidad de una recesión".

Ahora, unas palabras sobre Japón. Durante la década de 1990, Japón experimentó una especie de reproducción a pequeña escala de la Gran Depresión. La tasa de desempleo nunca llegó a los niveles de la Depresión, gracias a un enorme gasto en obras públicas que hizo que cada año Japón, con menos de la mitad de población, vertiese más cemento que Estados Unidos. Pero las condiciones de tipos de interés muy bajos que se dieron en la Gran Depresión reaparecieron con fuerza. Hacia 1998, el tipo del dinero a la vista, los tipos de los préstamos a un día entre bancos, era literalmente cero.

Y en esas condiciones, la política monetaria resultó tan ineficaz como Keynes había afirmado que lo fue en los años treinta. El Banco de Japón, el equivalente japonés a la Reserva Federal, podía aumentar la base monetaria, y lo hizo. Pero los yenes añadidos se guardaban, no se gastaban. Los únicos bienes de consumo duradero que se vendían bien, me dijeron por aquel entonces algunos economistas japoneses, eran las cajas fuertes. De hecho, el Banco de Japón se vio incapaz siquiera de aumentar la oferta monetaria tanto como deseaba. Puso en circulación enormes cantidades de efectivo, pero las medidas más generales de oferta monetaria crecieron muy poco. Por fin, hace dos años, iniciaba una recuperación económica, impulsada por una recuperación de la inversión empresarial para aprovechar las nuevas oportunidades tecnológicas. Pero la política monetaria nunca consiguió arrancar.

En efecto, Japón en los años noventa brindó una nueva oportunidad para poner a prueba las opiniones de Friedman y Keynes respecto a la eficacia de la política monetaria en condiciones de depresión. Y claramente los resultados respaldaban el pesimismo de Keynes y no el optimismo de Friedman.

En 1946, Milton Friedman debutó como divulgador de la economía del libre mercado con un panfleto titulado Roofs or Ceilings: The Current Housing Problema

[Tejados o techos: el actual problema de la vivienda], escrito en colaboración con George J. Stigler, que más tarde se uniría a él en la Universidad de Chicago. El panfleto, un ataque contra el control de los alquileres, que todavía era universal inmediatamente después de la II Guerra Mundial, se publicó en circunstancias bastante extrañas: era una publicación de la Fundación para la Educación Económica, organización que, como Rick Perlstein escribe en Before the Storm (2001), su libro sobre los orígenes del movimiento conservador actual, "difundía un evangelio libertario tan drástico que rondaba el anarquismo". Robert Welch, fundador de la John Birch Society, era miembro de su consejo directivo. Esta primera aventura en la popularización del libre mercado anticipaba de dos maneras el curso de la evolución de Friedman como intelectual público a lo largo de las seis décadas siguientes.

En primer lugar, el panfleto demostraba la especial voluntad de Friedman de llevar las ideas del libre mercado hasta sus límites lógicos. Ni la idea de que los mercados son medios eficientes de asignar bienes escasos ni la propuesta de que los controles de precios crean escaseces e ineficacias eran nuevas. Pero muchos economistas, temiendo la reacción negativa contra una subida repentina de los alquileres (que Friedman y Stigler predecían que sería del 30% para el país en su conjunto), podrían haber propuesto una especie de transición gradual a la liberalización. Friedman y Stigler quitaban hierro a esas preocupaciones.

En décadas posteriores, esta tozudez se convertiría en uno de los sellos característicos de Friedman. Una y otra vez pedía soluciones de mercado a problemas -educación, atención sanitaria, tráfico de drogas ilegales- que en opinión de casi todos los demás exigían una intervención estatal extensa. Algunas de sus ideas han sido objeto de aceptación generalizada, como sustituir las normas rígidas sobre contaminación por un sistema de permisos de contaminación que las empresas pueden comprar y vender. Otras, como los cheques escolares, tienen un amplio respaldo en el movimiento conservador, pero no han avanzado mucho políticamente. Y algunas de sus propuestas, como eliminar los procedimientos de concesión de licencia para los médicos y abolir la Administración de Alimentos y Medicamentos, las consideran estrambóticas incluso la mayoría de los conservadores.

En segundo lugar, el panfleto demostraba lo bueno que Friedman era como divulgador. Está escrito de manera elegante y sagaz. No hay jerga; los argumentos se presentan con ejemplos del mundo real inteligentemente escogidos, desde la rápida recuperación de San Francisco tras el terremoto de 1906 hasta los problemas de un ex combatiente en 1946, recién licenciado del ejército, para encontrar un lugar decente donde vivir. El mismo estilo, mejorado por la imagen, marcaría la celebrada serie televisiva de Friedman en la década de 1980
Free to choose [Libre para elegir]

Hay muchas probabilidades de que la gran oscilación hacia las políticas liberales que se produjeron en todo el mundo a comienzos de la década de 1970 se hubiera dado aunque Milton Friedman no hubiese existido. Pero su incansable y brillantemente eficaz campaña a favor de los libres mercados seguramente ayudó a acelerar el proceso, tanto en Estados Unidos como en todo el mundo. Desde cualquier punto de vista -proteccionismo frente a libre comercio; reglamentación frente a liberalización; salarios establecidos mediante convenio colectivo y salarios mínimos obligatorios frente a salarios establecidos por el mercado-, el mundo ha avanzado en la misma dirección que Friedman. E incluso más llamativa que su logro en lo referente a los cambios de la política real ha sido la transformación de la opinión general: la mayoría de las personas influyentes se han convertido hasta tal punto al modo de pensar de Friedman que simplemente se da por sentado que el cambio de políticas económicas promovido por él ha sido una fuerza positiva. ¿Pero lo ha sido?

Consideremos en primer lugar los resultados macroeconómicos de la economía estadounidense. Tenemos datos de la renta real -es decir, teniendo en cuenta la inflación- de las familias estadounidenses entre 1947 y 2005. Durante la primera mitad de ese periodo de 55 años, desde 1947 hasta 1976, Milton Friedman era una voz que predicaba en el desierto, cuyas ideas no eran tenidas en cuenta por los políticos. Pero la economía, a pesar de todas las ineficacias que él denunciaba, mejoró enormemente el nivel de vida de la mayoría de los estadounidenses: la renta media real se duplicó con creces. Por contraste, en el periodo transcurrido desde 1976, las ideas de Friedman se han ido aceptando cada vez más; aunque siguió habiendo intervención pública de sobra para que él pudiera quejarse, no cabe duda de que las políticas de libre mercado se generalizaron mucho más. Pero el aumento del nivel de vida ha sido mucho menos fuerte que durante el periodo anterior: en 2005, la renta media real sólo era un 23% superior a la de 1976.

Parte de la razón de que a la segunda generación de posguerra no le fuese tan bien como a la primera era la tasa total de crecimiento económico más lenta, un hecho que tal vez sorprenda a quienes suponen que la tendencia hacia el libre mercado ha aportado mayores dividendos económicos. Pero otra razón importante del retraso en el nivel de vida de la mayoría de las familias es un incremento espectacular de la desigualdad económica: durante la primera generación de posguerra, el aumento de la renta se extendió ampliamente a toda la población, pero desde finales de la década de 1970, la mediana de la renta, la renta de la familia típica, sólo ha subido la tercera parte de la renta media, que incluye la gran subida experimentada por las rentas de la pequeña minoría situada en lo más alto de la pirámide.

Esto plantea una cuestión interesante. Milton Friedman solía asegurar a su público que no hacía falta ninguna institución especial, como el salario mínimo y los sindicatos, para garantizar que los trabajadores compartiesen los beneficios del crecimiento económico. En 1976 les decía a los lectores de Newsweek que los cuentos de los perjuicios causados por los barones ladrones eran puro mito:

"Probablemente no haya habido ningún otro periodo en la historia, en este o en cualquier otro país, en el que el hombre de a pie haya experimentado una mejora tan grande de su nivel de vida como en el periodo transcurrido entre la guerra civil y la I Guerra Mundial, cuando más fuerte era el individualismo desenfrenado".

(¿Y qué hay del extraordinario periodo de 30 años posterior a la II Guerra Mundial, que abarcó buena parte de la trayectoria profesional del propio Friedman?). Sin embargo, en las décadas que siguieron a ese pronunciamiento, mientras se permitía que el salario mínimo cayese por debajo de la inflación y los sindicatos desaparecían en gran medida como factor importante en el sector privado, los trabajadores estadounidenses veían cómo sus fortunas iban a la zaga del crecimiento de la economía en general. ¿Era Friedman demasiado optimista respecto a la generosidad de la mano invisible?

Para ser justos, hay muchos factores que afectan tanto al crecimiento económico como a la distribución de la renta, por lo que no podemos culpar a las políticas friedmanistas de todas las decepciones. Aun así, dada la suposición común de que el cambio a las políticas de libre mercado ha hecho grandes cosas por la economía estadounidense y por el nivel de vida de los estadounidenses corrientes, es asombroso el poco respaldo que los datos proporcionan a esa afirmación.

Dudas similares respecto a la falta de pruebas claras de que las ideas de Friedman funcionan de hecho en la práctica se pueden encontrar, todavía con más fuerza, en Latinoamérica. Hace una década era normal citar el éxito de la economía chilena, en la que los asesores de Augusto Pinochet, educados en Chicago, se habían pasado a las políticas del libre mercado después de que Pinochet se hiciera con el poder en 1973, como prueba de que las políticas inspiradas por Friedman mostraban la senda hacia un próspero desarrollo económico. Pero aunque otros países latinoamericanos, desde México hasta Argentina, han seguido el ejemplo de Chile en la liberación del comercio, la privatización de empresas y la liberalización, la historia de éxito chilena no se ha repetido.

Por el contrario, la percepción de la mayoría de los latinoamericanos es que las políticas neoliberales han sido un fracaso: el prometido despegue del crecimiento económico nunca llegó, mientras que la desigualdad de la renta ha empeorado. No quiero culpar de todo lo que ha salido mal en Latinoamérica a la Escuela de Chicago, ni idealizar lo sucedido antes, pero hay un asombroso contraste entre la percepción que Friedman defendía y los resultados reales de las economías que se pasaron de las políticas intervencionistas de las primeras décadas de posguerra a la liberalización.

Centrándonos más estrictamente en el tema, uno de los principales objetivos de Friedman era la, en su opinión, inutilidad y naturaleza contraproducente de la mayor parte de la reglamentación pública. En una necrológica para su colaborador George Stigler, Friedman elogiaba en concreto la crítica de Stigler a la normativa sobre la electricidad, y su argumento de que los reguladores normalmente acaban sirviendo a los intereses de los regulados y no a los de los ciudadanos. ¿Cómo ha funcionado entonces la liberalización?

Empezó bien, comenzando con la liberalización del transporte por carretera y de las aerolíneas a finales de la década de 1970. En ambos casos, la liberalización, aunque no contentó a todos, aumentó la competencia, en general bajó los precios, y aumentó la eficacia. La liberalización del gas natural también fue un éxito.

Pero la siguiente gran oleada de liberalización, la del sector eléctrico, fue otra historia. Al igual que la depresión japonesa de la década de 1990, demostraba que las preocupaciones keynesianas por la eficacia de la política monetaria no eran un mito; la crisis de la electricidad en California en 2000 y 2001 -en la que las compañías eléctricas y las distribuidoras de energía crearon una escasez artificial para hacer subir los precios- nos recordó la realidad que había tras los cuentos de los barones ladrones y sus depredaciones. Aunque otros Estados no sufrieron una crisis tan grave como la de California, en todo el país la liberalización de la electricidad supuso un aumento, no una disminución, de los precios, y unos beneficios enormes para las compañías eléctricas.

Aquellos Estados que, por la razón que fuera, no se subieron al vagón de la liberalización en la década de 1990 se consideran ahora afortunados. Y las más afortunadas son aquellas ciudades que por algún motivo no recibieron el memorando sobre los males del sector público y las bondades del sector privado, y siguen teniendo compañías eléctricas públicas. Todo esto demuestra que los argumentos originales a favor de la reglamentación eléctrica -la observación de que sin reglamentación las compañías eléctricas tendrían demasiado poder monopolístico- siguen siendo tan válidos como siempre.

¿Debería esto llevarnos a la conclusión de que la liberalización es siempre mala idea? No. Depende de los detalles específicos. Deducir que la liberalización es siempre y en todas partes una mala idea sería incurrir en el mismo tipo de pensamiento absolutista que, se podría decir, fue el mayor defecto de Milton Friedman.

En la reseña de 1965 sobre Monetary history, de Friedman y Schwartz, el fallecido premio Nobel James Tobin acusaba levemente a los autores de ir demasiado lejos. "Considérense las siguientes tres proposiciones", escribía. "El dinero no importa. Sí que importa. El dinero es lo único que importa. Es demasiado fácil deslizarse de la segunda proposición a la tercera". Y añadía que "en su celo y euforia", eso es lo que muy a menudo hacían Friedman y sus seguidores.

La defensa del laissez-faire por parte de Milton Friedman parece haber seguido una secuencia similar. Después de la Gran Depresión, muchos empezaron a decir que los mercados nunca pueden funcionar. Friedman tuvo la valentía intelectual de decir que los mercados sí funcionan, y sus dotes teatrales, unidas a su habilidad para organizar datos objetivos, lo convirtieron en el mejor portavoz de las virtudes del libre mercado desde Adam Smith. Pero caía con demasiada facilidad en la afirmación de que los mercados siempre funcionan y que son lo único que funciona. Es extremadamente difícil encontrar casos en los que Friedman reconociese la posibilidad de que los mercados pudieran funcionar mal, o de que la intervención pública podía ser útil.

El absolutismo liberal de Friedman ha contribuido a crear un clima intelectual en el que la fe en los mercados y el desdén por el sector público a menudo se imponen a los datos objetivos. Los países en vías de desarrollo se apresuraron a abrir sus mercados de capitales, a pesar de las advertencias de que eso podría exponerlos a crisis financieras; después, cuando las crisis llegaron como era previsible, muchos observadores culparon a los Gobiernos de esos países, no a la inestabilidad de los flujos de capital internacionales. La liberalización de la electricidad se produjo a pesar de las claras advertencias de que el poder de monopolio podría ser un problema; de hecho, al tiempo que la crisis de la electricidad en California seguía su evolución, la mayoría de los analistas quitaban importancia a las preocupaciones por el posible amaño de los precios alegando que no eran más que teorías de conspiración descabelladas. Los conservadores siguen insistiendo en que el libre mercado es la respuesta a la crisis sanitaria, frente a las abrumadoras pruebas en contra.

Lo extraño del absolutismo de Friedman respecto a las virtudes de los mercados y los vicios del Estado es que en su trabajo como economista teórico era de hecho un modelo de comedimiento. Como ya he señalado, hizo grandes contribuciones a la teoría económica al resaltar la importancia de la racionalidad individual, pero, a diferencia de algunos de sus colegas, sabía cuándo parar. ¿Por qué no mostró el mismo comedimiento en su papel de intelectual público?

La respuesta, sospecho, es que se vio atrapado en una función esencialmente política. Milton Friedman, el gran economista, sabía reconocer la ambigüedad y la reconocía. Pero de Milton Friedman, el gran defensor de la libertad de mercado, se esperaba que predicase la verdadera fe, no que manifestase sus dudas. Y acabó desempeñando la función que sus seguidores esperaban. A consecuencia de ello, la refrescante iconoclasia de los primeros años de su carrera se convirtió con el tiempo en una rígida defensa de algo que se había convertido en la nueva ortodoxia.

A la larga, a los grandes hombres se les recuerda por sus virtudes y no por sus defectos, y Milton Friedman fue de hecho un hombre muy grande, un hombre de valentía intelectual que fue uno de los pensadores económicos más importantes de todos los tiempos, y posiblemente el más brillante comunicador de las ideas económicas a los ciudadanos en general que jamás haya existido. Pero hay buenas razones para sostener que el friedmanismo, al final, fue demasiado lejos, como doctrina y en sus aplicaciones prácticas. Cuando Friedman inició su trayectoria como intelectual público, había llegado la hora de llevar a cabo una contrarreforma contra el keynesianismo, y todo lo que eso conllevaba. Pero lo que el mundo necesita ahora, diría yo, es una contra-contrarreforma.
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gato encerrado.net - Peru/22/10/2008
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