"Otra Comunicación para Otro Desarrollo"
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Alfonso Gumucio D.
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Se ha publicado meses atrás en Guatemala "Otra comunicación para otro desarrollo" de Eduardo Gularte Cosenza, Cristian Ozaeta Calderón y Gabriela Díaz Salazar, de CECODE. La obra retoma el título del libro de la peruana Rosa María Alfaro, publicado el año 2001 (sobre la experiencia de la organización Calandria). La elección del título no es casual, ya que en los últimos años pensar una comunicación diferente, una "otra" comunicación, pasa por la necesidad de pensar otro desarrollo, ya que el modelo que conocemos ha fracasado rotundamente.
La temática de la comunicación para el desarrollo no es nueva, pero ha ido ocupando espacios cada vez mayores durante los últimos años. La culminación fue obviamente el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo (WCCD) organizado por el Banco Mundial, la FAO y la Iniciativa de Comunicación a fines de octubre del 2006, en Roma. Allí se reunieron más de mil especialistas de todo el mundo, para discutir precisamente el tema que ocupa estas páginas, la relación indisoluble entre el desarrollo y la comunicación. El hecho de que dos grandes organizaciones se comprometieran le dio mayor visibilidad a un tema que en décadas anteriores solamente la FAO y organizaciones independientes apoyaban. El resultado de ese evento, el "Consenso de Roma", es a pesar de su brevedad un importante llamado a que las organizaciones para el desarrollo entiendan esta "otra" comunicación.
Este preámbulo es importante porque la discusión sobre los modelos de desarrollo y de comunicación está en el corazón de la publicación de CECODE. La importancia de ello en el contexto de Guatemala no debe ser desestimada, porque ese debate sencillamente no había llegado aquí.
Destaco cinco aspectos principales en esta propuesta de comunicación para el desarrollo y el cambio social: 1) una comunicación que no se entiende solamente como visibilidad institucional y relaciones públicas; 2) una comunicación que es proceso inclusivo y horizontal; 3) una comunicación alternativa a la hegemónica plagada de intereses comerciales y políticos; 4) una comunicación que restituye el valor a la terminología apropiada; y 5) una comunicación que rechaza el mercantilismo de los medios masivos.
Los comunicadores "necios" que defiende Gularte son los que piensan la comunicación desde un país empobrecido como Guatemala, donde la riqueza beneficia solamente a un pequeño sector de la población, mientras que la mayoría pobre coloca al país entre los peores indicadores sociales de pobreza, educación, salud, discriminación y racismo de la región.
En ese contexto de enormes contrastes entre la riqueza y la pobreza no basta otra comunicación, sino también otro desarrollo que no reproduzca el modelo imperante que perpetúa la pobreza. Gularte hace la crítica de la teoría del "derrame" de riqueza, que supone que fortaleciendo a los más ricos se produce un rebalse de recursos que beneficia a los pobres. El supuesto derrame se tradujo en realidad en autos blindados, helicópteros y lujosas casas en Miami. Las grandes empresas que ahora hablan de "responsabilidad social" para mostrar una cara más amable crecieron sin abrir la boca en las épocas de dictadura y se repartieron el país en pedazos para banana, café, azúcar, palma africana o petróleo.
El "otro" desarrollo que Gularte rescata en su análisis es el desarrollo humano, como lo define Naciones Unidas: "un proceso que amplía las libertades de las personas y de las comunidades y les ofrece diversas alternativas, para que con base a ellas, seleccionen y alcancen, según sus capacidades y valores, vidas creativas y plenas..." Para decirlo de otra manera, otro desarrollo sería el que garantice la plena vigencia de todos los derechos humanos. En el contexto de Guatemala, sin embargo, el desarrollo humano es un horizonte todavía lejano. Incluso el informe anual de las Naciones Unidas es tímido, porque aunque señala aspectos estructurales, no revela más de lo que los gobiernos de turno quieren realmente revelar. Es por su naturaleza misma un informe concertado, resultado de una negociación.
Por ello la necesidad de una comunicación como derecho humano, que permita a las comunidades tener una voz propia y participar progresivamente en la toma de decisiones sobre su desarrollo y sobre su vida. La sostenibilidad misma de los programas y proyectos de desarrollo está en relación directa con la participación de los interesados. Y los interesados no son solamente los que a veces llamamos "beneficiarios", sino también las propias organizaciones de desarrollo que quisieran que sus programas tengan un impacto de largo plazo y sean sostenibles.
La comunicación alternativa, a la que se alude en esta publicación, sigue siendo un concepto válido en Guatemala, donde la separación entre el Estado y las comunidades es tan tajante. Un ejemplo son las radios comunitarias, apenas mencionadas en este texto, pero de gran importancia. En contra de la evolución positiva que hemos visto en América Latina y en el mundo entero, de legitimación de las emisoras comunitarias y de reconocimiento del papel que cumplen en el desarrollo local, en Guatemala se las sigue persiguiendo. Es un caso único en la región. Mientras cada vez más países se dotan de una legislación a favor de las radios comunitarias -el caso más reciente es Uruguay que decidió otorgar un mínimo de 30% del espectro radioeléctrico a medios comunitarios- y estas crecen por centenares en cada país, aquí el Estado -visiblemente presionado por la empresa privada monopólica - las reprime. En ese contexto resulta un desafío y hasta peligroso hablar de "otra comunicación".
La inspiración de los autores proviene en gran medida de quienes han reflexionado sobre la comunicación desde la educación y la lectura crítica de los medios, como Paulo Freire, Daniel Prieto Castillo, Mario Kaplún y Francisco Gutiérrez entre otros. Citando a algunos de estos autores con fines didácticos, Cristian Ozaeta recapitula la evolución del modelo funcionalista mostrando cómo fue cambiando el diagrama de emisor-receptor, EMIREC, y todas sus variantes y flechas que indican los flujos de retroalimentación. Los diagramas modificados son de todos modos dependientes de los originales, suman o restan pero siguen atados a la idea de que la comunicación tiene como unidad de intercambio los mensajes, y no los procesos. Sin embargo Freire, que viene a ser el padre ideológico de todos, nos habla más sobre procesos de dialogo problematizadores, y evita los esquemas y modelos.
La opción de retomar los conceptos paradigmáticos de la mediación revela que Gularte y Ozaeta han estado más expuestos a la literatura de los autores mencionados antes, y menos expuestos a lecturas más recientes que construyen una perspectiva de comunicación participativa ciudadana, con autores como Rosa María Alfaro o Clemencia Rodríguez.
He señalado los aciertos de esta propuesta bibliográfica y quiero terminar mencionando uno que otro desacuerdo, por ejemplo en el uso del término "medios de comunicación de masas" en el texto de Gularte. Coincido plenamente con el venezolano Antonio Pasquali, teórico y filósofo de la comunicación, quien ya en 1963 escribió que la expresión medios de comunicación de masas ‘repugna', porque los medios masivos no comunican:
La expresión medio de comunicación de masas (mass-communication) contiene una flagrante contradicción en los términos y debería proscribirse. O estamos en presencia de medios empleados para la comunicación y entonces el polo receptor nunca es una "masa", o estamos en presencia de los mismos medios empleados para la información y en este caso resulta hasta redundante especificar que son "de masas".
En otras palabras, los medios masivos solamente difunden y en el mejor de los casos informan, aunque muchos, como Ignacio Ramonet -Director de Le Monde Diplomatique entre 1991 y 2008- sostienen que más bien desinforman debido a su alianza ideológica, política y comercial con empresas y gobiernos. Por ello Ramonet proclama la necesidad de crea un "quinto poder", que permita a los ciudadanos fiscalizar el "cuarto poder" corrupto y alineado con intereses comerciales y políticos de los grupos dominantes. Con Pasquali, coincido en que hay que proscribir el término "medios de comunicación", y aprender a hacer la diferencia entre la comunicación como un proceso participativo de diálogo, y la información como canal de difusión.
Quiero también rescatar el concepto de "derecho a la comunicación" por encima del concepto de "libertad de expresión". Todo esto tiene su historia, y más nos vale recordarla. Como sabemos Estados Unidos e Inglaterra abandonaran la UNESCO cuando el Informe MacBride reveló los profundos desequilibrios en los flujos de información en el mundo y sugirió que las regiones y los países debían dotarse de sus propias agencias de información. Hoy, el debate mundial va más lejos: el derecho a la comunicación es un derecho humano fundamental que tenemos todos, no solamente los periodistas y los medios. La discusión sobre "libertad de expresión" de los años 1960s ha sido superada porque, como dijo también Pasquali hace 45 años, la libertad de información es "una irónica contradictio in adjecto, ya que sólo connota la libertad del informador". Todos tenemos derecho a la comunicación, y no solamente como consumidores pasivos de información.
La importancia de esta publicación es que aporta con un sentido didáctico a un mejor conocimiento de la comunicación para el desarrollo; es un texto útil y necesario para quienes estudian comunicación, aquella que no se entiende solamente como periodismo o relaciones públicas. El estilo coloquial del texto es también un aporte porque apunta a comunicar mejor las ideas básicas a un lector no especializado.
Es importante destacar que CECODE, la institución fundada hace dos años por los autores de la obra, es única en su género en Guatemala, retoma el debate internacional en torno a la comunicación para el desarrollo y lo trae a un país que por lo general ha estado muy cerrado sobre si mismo en estos temas.
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Gularte C., Eduardo, C. Ozaeta y G.Díaz (2008). Otra comunicación para otro desarrollo, Colección CECODE Número 1. Ciudad de Guatemala: CECODE. 58 Pág. contacto:
Se ha publicado meses atrás en Guatemala "Otra comunicación para otro desarrollo" de Eduardo Gularte Cosenza, Cristian Ozaeta Calderón y Gabriela Díaz Salazar, de CECODE. La obra retoma el título del libro de la peruana Rosa María Alfaro, publicado el año 2001 (sobre la experiencia de la organización Calandria). La elección del título no es casual, ya que en los últimos años pensar una comunicación diferente, una "otra" comunicación, pasa por la necesidad de pensar otro desarrollo, ya que el modelo que conocemos ha fracasado rotundamente.
La temática de la comunicación para el desarrollo no es nueva, pero ha ido ocupando espacios cada vez mayores durante los últimos años. La culminación fue obviamente el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo (WCCD) organizado por el Banco Mundial, la FAO y la Iniciativa de Comunicación a fines de octubre del 2006, en Roma. Allí se reunieron más de mil especialistas de todo el mundo, para discutir precisamente el tema que ocupa estas páginas, la relación indisoluble entre el desarrollo y la comunicación. El hecho de que dos grandes organizaciones se comprometieran le dio mayor visibilidad a un tema que en décadas anteriores solamente la FAO y organizaciones independientes apoyaban. El resultado de ese evento, el "Consenso de Roma", es a pesar de su brevedad un importante llamado a que las organizaciones para el desarrollo entiendan esta "otra" comunicación.
Este preámbulo es importante porque la discusión sobre los modelos de desarrollo y de comunicación está en el corazón de la publicación de CECODE. La importancia de ello en el contexto de Guatemala no debe ser desestimada, porque ese debate sencillamente no había llegado aquí.
Destaco cinco aspectos principales en esta propuesta de comunicación para el desarrollo y el cambio social: 1) una comunicación que no se entiende solamente como visibilidad institucional y relaciones públicas; 2) una comunicación que es proceso inclusivo y horizontal; 3) una comunicación alternativa a la hegemónica plagada de intereses comerciales y políticos; 4) una comunicación que restituye el valor a la terminología apropiada; y 5) una comunicación que rechaza el mercantilismo de los medios masivos.
Los comunicadores "necios" que defiende Gularte son los que piensan la comunicación desde un país empobrecido como Guatemala, donde la riqueza beneficia solamente a un pequeño sector de la población, mientras que la mayoría pobre coloca al país entre los peores indicadores sociales de pobreza, educación, salud, discriminación y racismo de la región.
En ese contexto de enormes contrastes entre la riqueza y la pobreza no basta otra comunicación, sino también otro desarrollo que no reproduzca el modelo imperante que perpetúa la pobreza. Gularte hace la crítica de la teoría del "derrame" de riqueza, que supone que fortaleciendo a los más ricos se produce un rebalse de recursos que beneficia a los pobres. El supuesto derrame se tradujo en realidad en autos blindados, helicópteros y lujosas casas en Miami. Las grandes empresas que ahora hablan de "responsabilidad social" para mostrar una cara más amable crecieron sin abrir la boca en las épocas de dictadura y se repartieron el país en pedazos para banana, café, azúcar, palma africana o petróleo.
El "otro" desarrollo que Gularte rescata en su análisis es el desarrollo humano, como lo define Naciones Unidas: "un proceso que amplía las libertades de las personas y de las comunidades y les ofrece diversas alternativas, para que con base a ellas, seleccionen y alcancen, según sus capacidades y valores, vidas creativas y plenas..." Para decirlo de otra manera, otro desarrollo sería el que garantice la plena vigencia de todos los derechos humanos. En el contexto de Guatemala, sin embargo, el desarrollo humano es un horizonte todavía lejano. Incluso el informe anual de las Naciones Unidas es tímido, porque aunque señala aspectos estructurales, no revela más de lo que los gobiernos de turno quieren realmente revelar. Es por su naturaleza misma un informe concertado, resultado de una negociación.
Por ello la necesidad de una comunicación como derecho humano, que permita a las comunidades tener una voz propia y participar progresivamente en la toma de decisiones sobre su desarrollo y sobre su vida. La sostenibilidad misma de los programas y proyectos de desarrollo está en relación directa con la participación de los interesados. Y los interesados no son solamente los que a veces llamamos "beneficiarios", sino también las propias organizaciones de desarrollo que quisieran que sus programas tengan un impacto de largo plazo y sean sostenibles.
La comunicación alternativa, a la que se alude en esta publicación, sigue siendo un concepto válido en Guatemala, donde la separación entre el Estado y las comunidades es tan tajante. Un ejemplo son las radios comunitarias, apenas mencionadas en este texto, pero de gran importancia. En contra de la evolución positiva que hemos visto en América Latina y en el mundo entero, de legitimación de las emisoras comunitarias y de reconocimiento del papel que cumplen en el desarrollo local, en Guatemala se las sigue persiguiendo. Es un caso único en la región. Mientras cada vez más países se dotan de una legislación a favor de las radios comunitarias -el caso más reciente es Uruguay que decidió otorgar un mínimo de 30% del espectro radioeléctrico a medios comunitarios- y estas crecen por centenares en cada país, aquí el Estado -visiblemente presionado por la empresa privada monopólica - las reprime. En ese contexto resulta un desafío y hasta peligroso hablar de "otra comunicación".
La inspiración de los autores proviene en gran medida de quienes han reflexionado sobre la comunicación desde la educación y la lectura crítica de los medios, como Paulo Freire, Daniel Prieto Castillo, Mario Kaplún y Francisco Gutiérrez entre otros. Citando a algunos de estos autores con fines didácticos, Cristian Ozaeta recapitula la evolución del modelo funcionalista mostrando cómo fue cambiando el diagrama de emisor-receptor, EMIREC, y todas sus variantes y flechas que indican los flujos de retroalimentación. Los diagramas modificados son de todos modos dependientes de los originales, suman o restan pero siguen atados a la idea de que la comunicación tiene como unidad de intercambio los mensajes, y no los procesos. Sin embargo Freire, que viene a ser el padre ideológico de todos, nos habla más sobre procesos de dialogo problematizadores, y evita los esquemas y modelos.
La opción de retomar los conceptos paradigmáticos de la mediación revela que Gularte y Ozaeta han estado más expuestos a la literatura de los autores mencionados antes, y menos expuestos a lecturas más recientes que construyen una perspectiva de comunicación participativa ciudadana, con autores como Rosa María Alfaro o Clemencia Rodríguez.
He señalado los aciertos de esta propuesta bibliográfica y quiero terminar mencionando uno que otro desacuerdo, por ejemplo en el uso del término "medios de comunicación de masas" en el texto de Gularte. Coincido plenamente con el venezolano Antonio Pasquali, teórico y filósofo de la comunicación, quien ya en 1963 escribió que la expresión medios de comunicación de masas ‘repugna', porque los medios masivos no comunican:
La expresión medio de comunicación de masas (mass-communication) contiene una flagrante contradicción en los términos y debería proscribirse. O estamos en presencia de medios empleados para la comunicación y entonces el polo receptor nunca es una "masa", o estamos en presencia de los mismos medios empleados para la información y en este caso resulta hasta redundante especificar que son "de masas".
En otras palabras, los medios masivos solamente difunden y en el mejor de los casos informan, aunque muchos, como Ignacio Ramonet -Director de Le Monde Diplomatique entre 1991 y 2008- sostienen que más bien desinforman debido a su alianza ideológica, política y comercial con empresas y gobiernos. Por ello Ramonet proclama la necesidad de crea un "quinto poder", que permita a los ciudadanos fiscalizar el "cuarto poder" corrupto y alineado con intereses comerciales y políticos de los grupos dominantes. Con Pasquali, coincido en que hay que proscribir el término "medios de comunicación", y aprender a hacer la diferencia entre la comunicación como un proceso participativo de diálogo, y la información como canal de difusión.
Quiero también rescatar el concepto de "derecho a la comunicación" por encima del concepto de "libertad de expresión". Todo esto tiene su historia, y más nos vale recordarla. Como sabemos Estados Unidos e Inglaterra abandonaran la UNESCO cuando el Informe MacBride reveló los profundos desequilibrios en los flujos de información en el mundo y sugirió que las regiones y los países debían dotarse de sus propias agencias de información. Hoy, el debate mundial va más lejos: el derecho a la comunicación es un derecho humano fundamental que tenemos todos, no solamente los periodistas y los medios. La discusión sobre "libertad de expresión" de los años 1960s ha sido superada porque, como dijo también Pasquali hace 45 años, la libertad de información es "una irónica contradictio in adjecto, ya que sólo connota la libertad del informador". Todos tenemos derecho a la comunicación, y no solamente como consumidores pasivos de información.
La importancia de esta publicación es que aporta con un sentido didáctico a un mejor conocimiento de la comunicación para el desarrollo; es un texto útil y necesario para quienes estudian comunicación, aquella que no se entiende solamente como periodismo o relaciones públicas. El estilo coloquial del texto es también un aporte porque apunta a comunicar mejor las ideas básicas a un lector no especializado.
Es importante destacar que CECODE, la institución fundada hace dos años por los autores de la obra, es única en su género en Guatemala, retoma el debate internacional en torno a la comunicación para el desarrollo y lo trae a un país que por lo general ha estado muy cerrado sobre si mismo en estos temas.
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Gularte C., Eduardo, C. Ozaeta y G.Díaz (2008). Otra comunicación para otro desarrollo, Colección CECODE Número 1. Ciudad de Guatemala: CECODE. 58 Pág. contacto:
"Eduardo Gularte" gulartecos@gmail.com
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BolPress - Bolivia/06/02/2009
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