De Iglesia, abortos, linces y condones
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Queda claro que a la Iglesia Oficial de este País el aborto es un asunto que no le gusta nada. ¿Será porque por cada ciudadano bautizado al catolicismo reciben una suma de dinero anual por parte del Estado y entorpecen hasta la exasperación del demandante las solicitudes de apostasía? No, seguro que no es por eso, que no quiero ser yo un malpensado, un anticlerical lleno de resentimiento hacia la Conferencia Episcopal, que la cosa va a ser porque defienden la vida. ¿La de todos?, claro que sí, la de todos... aquellos que hayan fornicado con la única intención de procrear y por supuesto, sin utilizar profiláctico, que con la goma saltan las alarmas en el arco detector de la entrada al Reino de los Cielos; tener antecedentes en el uso del preservativo es una condena segura el día del Juicio Final.
Decía que la intención de esta agresiva campaña presentada por el portavoz de los obispos españoles José Antonio Martínez Camino, es que ninguna vida se vea malograda por la intervención humana independientemente de la fase en que se encuentre, y esa negativa a la interrupción del embarazo incluye para estos hombres que rozan la santidad el que la madre corra peligro de muerte o que el feto presente graves anomalías, y si no que se lo pregunten a los médicos brasileños y a la niña cuyo aborto llevaron a cabo para salvarle la vida después de haber sido violada por su padrastro, todos ellos han sido excomulgados; al parecer la Iglesia Católica prefiere a la chica muerta pero virtuosa antes que transgresora de la ley de la Curia Romana. Y si el motivo del deceso es el SIDA, a asumirlo con resignación y sobre todo con arrepentimiento, y si no haberlo pensado antes de pecar, que la promiscuidad en la coyunda no sólo aporta inmunodeficiencia en el sistema defensivo del organismo, también debilita el alma y eso es mucho más grave para estos pastores espirituales.
Hace años las consecuencias del desenfreno sexual eran granillos para los onanistas, acáso ceguera para los recalcitrantes y un muestrario de venéreas para quien tuviese hábitos de conejo en el apareamiento; en vista de que todas aquellas amenazas, tanto las reales como las de Catecismo, no han sido suficientes para reducir a la humanidad a una castidad sólo quebrantada con fines procreadores de ámbito monógamo, una maldición en forma de enfermedad mortal se ha convertido en el mejor aliado de la doctrina católica: el SIDA, una dolencia que a pesar de su virulencia se podría evitar en la mayor parte de los casos con el uso de un simple condón, pero ya ha dicho el Jefe del Sr. Rouco que tal precaución es algo inadmisible, no es un sistema de prevención, sinó que es el demonio transformado en látex y que se vende en cajitas de diferentes tamaños, sabores y colores en los lavabos de las discotecas y en las farmacias, así que no voy a ser yo quien le discuta al Delegado Celestial en este Planeta de ayuntadores.
Luego tenemos lo de la cuestión del lince y me tranquiliza en gran medida que hayan manifestado su preocupación por la defensa de los animales, aunque en el fondo no sé yo si no habrán escogido a esta especie con la aviesa intención de denostarla, sabiendo que el felino tiene la fea costumbre de copular unas cuarenta veces al día, vamos, como el Sr. Sánchez Dragó, sólo que este último todavía dispone de tiempo para presentar informativos imparciales. Claro, que surge en mí la incertidumbre y es que a falta de fe que me abotargue la razón tengo mis dudas y me hago preguntas. Si realmente y como afirman les inquieta el bienestar de los seres irracionales, ¿por qué no han escogido para el cartelito la imagen de un toro?, ¿tal vez porque apoyan y hasta promocionan la tauromaquia?. Yo les comprendo y no se trata de un agravio comparativo entre especies, que sus motivos tienen: el toro luce unos hermosos cuernos y ya se sabe que semejantes atributos son sinónimo de infidelidad, un pecado horrendo que merece la pena de muerte sin duda, así que para ejecutarla bienvenido sea un ruedo y un matador, sobre todo si antes ha pasado por la capilla de la plaza para contar con la bendición de la Iglesia a la que tanto le preocupa el bienestar de los animales.
Cuánta admiración siento por los Padres de una Religión que abomina del aborto. Luego vendrán algunos irredentos diciendo que si tan pronto en su seno algunos niegan el holocausto, como que silencian los casos de pedofilia entre sus miembros, condenan el divorcio aún en parejas en las que la convivencia es imposible, dicen no a la eutanasia para enfermos incurables cuyo sufrimiento es insoportable, satanizan la libertad de elección sexual, cierran las parroquias dedicadas a asistir a drogadictos, prostitutas o indigentes, incluso cubren bajo palio al responsable de cientos de miles de muertes y apoyan a dictadores. Pero todo eso son bagatelas morales, lo único que cuenta es que la Iglesia Oficial es poseedora por mandato divino del pleno derecho y hasta del deber de inmiscuirse en nuestras vidas y de recibir dinero incluso de aquellos que no somos creyentes. Y el Estado, aconfesional por cierto, calla y otorga. Todo diezmo moderno se hace poco para un negocio cuyos trapos sucios en el Banco Ambrosiano y en la Banca Vaticana que tal vez, sólo tal vez, le costaron la vida al efímero Juan Pablo I, no parecen ser suficientes para mantener el boato de tan sacrosanta multinacional.
Me hago una pregunta para terminar, ¿qué pasaría si todos los bienes de la Iglesia se vendiesen y del dinero obtenido, sumado a todas las subvenciones que recibe, se emplease una parte en ayudar económicamente a las madres solteras o sin recursos?, ¿disminuiría el número de abortos?. Ya lo sé, esto que digo es pura demagogia, no como afirmar que Dios existe, que es Uno y Trino a la vez o que el Papa es infalible, cuestiones todas ellas sustentadas en la razón más indiscutible: el dogma de fe.
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LQSomos. Pilar Izquierdo & Julio Ortega. Marzo de 2009
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Queda claro que a la Iglesia Oficial de este País el aborto es un asunto que no le gusta nada. ¿Será porque por cada ciudadano bautizado al catolicismo reciben una suma de dinero anual por parte del Estado y entorpecen hasta la exasperación del demandante las solicitudes de apostasía? No, seguro que no es por eso, que no quiero ser yo un malpensado, un anticlerical lleno de resentimiento hacia la Conferencia Episcopal, que la cosa va a ser porque defienden la vida. ¿La de todos?, claro que sí, la de todos... aquellos que hayan fornicado con la única intención de procrear y por supuesto, sin utilizar profiláctico, que con la goma saltan las alarmas en el arco detector de la entrada al Reino de los Cielos; tener antecedentes en el uso del preservativo es una condena segura el día del Juicio Final.
Decía que la intención de esta agresiva campaña presentada por el portavoz de los obispos españoles José Antonio Martínez Camino, es que ninguna vida se vea malograda por la intervención humana independientemente de la fase en que se encuentre, y esa negativa a la interrupción del embarazo incluye para estos hombres que rozan la santidad el que la madre corra peligro de muerte o que el feto presente graves anomalías, y si no que se lo pregunten a los médicos brasileños y a la niña cuyo aborto llevaron a cabo para salvarle la vida después de haber sido violada por su padrastro, todos ellos han sido excomulgados; al parecer la Iglesia Católica prefiere a la chica muerta pero virtuosa antes que transgresora de la ley de la Curia Romana. Y si el motivo del deceso es el SIDA, a asumirlo con resignación y sobre todo con arrepentimiento, y si no haberlo pensado antes de pecar, que la promiscuidad en la coyunda no sólo aporta inmunodeficiencia en el sistema defensivo del organismo, también debilita el alma y eso es mucho más grave para estos pastores espirituales.
Hace años las consecuencias del desenfreno sexual eran granillos para los onanistas, acáso ceguera para los recalcitrantes y un muestrario de venéreas para quien tuviese hábitos de conejo en el apareamiento; en vista de que todas aquellas amenazas, tanto las reales como las de Catecismo, no han sido suficientes para reducir a la humanidad a una castidad sólo quebrantada con fines procreadores de ámbito monógamo, una maldición en forma de enfermedad mortal se ha convertido en el mejor aliado de la doctrina católica: el SIDA, una dolencia que a pesar de su virulencia se podría evitar en la mayor parte de los casos con el uso de un simple condón, pero ya ha dicho el Jefe del Sr. Rouco que tal precaución es algo inadmisible, no es un sistema de prevención, sinó que es el demonio transformado en látex y que se vende en cajitas de diferentes tamaños, sabores y colores en los lavabos de las discotecas y en las farmacias, así que no voy a ser yo quien le discuta al Delegado Celestial en este Planeta de ayuntadores.
Luego tenemos lo de la cuestión del lince y me tranquiliza en gran medida que hayan manifestado su preocupación por la defensa de los animales, aunque en el fondo no sé yo si no habrán escogido a esta especie con la aviesa intención de denostarla, sabiendo que el felino tiene la fea costumbre de copular unas cuarenta veces al día, vamos, como el Sr. Sánchez Dragó, sólo que este último todavía dispone de tiempo para presentar informativos imparciales. Claro, que surge en mí la incertidumbre y es que a falta de fe que me abotargue la razón tengo mis dudas y me hago preguntas. Si realmente y como afirman les inquieta el bienestar de los seres irracionales, ¿por qué no han escogido para el cartelito la imagen de un toro?, ¿tal vez porque apoyan y hasta promocionan la tauromaquia?. Yo les comprendo y no se trata de un agravio comparativo entre especies, que sus motivos tienen: el toro luce unos hermosos cuernos y ya se sabe que semejantes atributos son sinónimo de infidelidad, un pecado horrendo que merece la pena de muerte sin duda, así que para ejecutarla bienvenido sea un ruedo y un matador, sobre todo si antes ha pasado por la capilla de la plaza para contar con la bendición de la Iglesia a la que tanto le preocupa el bienestar de los animales.
Cuánta admiración siento por los Padres de una Religión que abomina del aborto. Luego vendrán algunos irredentos diciendo que si tan pronto en su seno algunos niegan el holocausto, como que silencian los casos de pedofilia entre sus miembros, condenan el divorcio aún en parejas en las que la convivencia es imposible, dicen no a la eutanasia para enfermos incurables cuyo sufrimiento es insoportable, satanizan la libertad de elección sexual, cierran las parroquias dedicadas a asistir a drogadictos, prostitutas o indigentes, incluso cubren bajo palio al responsable de cientos de miles de muertes y apoyan a dictadores. Pero todo eso son bagatelas morales, lo único que cuenta es que la Iglesia Oficial es poseedora por mandato divino del pleno derecho y hasta del deber de inmiscuirse en nuestras vidas y de recibir dinero incluso de aquellos que no somos creyentes. Y el Estado, aconfesional por cierto, calla y otorga. Todo diezmo moderno se hace poco para un negocio cuyos trapos sucios en el Banco Ambrosiano y en la Banca Vaticana que tal vez, sólo tal vez, le costaron la vida al efímero Juan Pablo I, no parecen ser suficientes para mantener el boato de tan sacrosanta multinacional.
Me hago una pregunta para terminar, ¿qué pasaría si todos los bienes de la Iglesia se vendiesen y del dinero obtenido, sumado a todas las subvenciones que recibe, se emplease una parte en ayudar económicamente a las madres solteras o sin recursos?, ¿disminuiría el número de abortos?. Ya lo sé, esto que digo es pura demagogia, no como afirmar que Dios existe, que es Uno y Trino a la vez o que el Papa es infalible, cuestiones todas ellas sustentadas en la razón más indiscutible: el dogma de fe.
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LQSomos. Pilar Izquierdo & Julio Ortega. Marzo de 2009
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LQSomos/28/03/2009
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