Llegaron a Bolivia amparados por el Vaticano, por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y por Estados Unidos (EEUU) luego de la Segunda Guerra Mundial y se afincaron en lo que después llamaron la región de la Media Luna, zona rica que acoge a los líderes opositores más enconados contra el proceso de cambio que dirige Evo Morales.
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Leandro Albani
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Caracas - Eran nazis, traían dinero robado de su país natal y promovieron en sus futuras generaciones las ideas de superioridad genética e intelectual, razón por la cual siempre se mantuvieron al margen del pueblo boliviano y sus familias crecieron exclusivamente a través de matrimonios entre ellos.
Tienen grandes empresas e industrias, facturan millones de dólares al año, institucionalizaron la explotación y la servidumbre como forma de obtener ganancias, las extensiones de sus tierras suman miles de hectáreas y promueven estatutos separatistas para dividir a Bolivia, ya que los mayores recursos de hidrocarburos se encuentran en las regiones que habitan.
Sus pasados están marcados por el genocidio y la represión, y en la actualidad controlan el poder político de departamentos como Santa Cruz, Tarija y Beni, financiando y creando grupos de choque conocidos como Uniones Juveniles, los cuales atacan y golpean a los pobladores que forman parte de las naciones originarias.
Branko Marincovic es su representante más notorio y quien canaliza y difunde para quien quiera oír el desprecio que sienten contra el presidente Evo Morales y lo que representa: el resurgimiento de los pueblos indígenas y campesinos que luego de 500 años profundizan un proceso de cambio que los incluye y hace visibles como nunca antes.
La mayoría de ellos son hijos y nietos de croatas que llevaban adelante en su país natal las políticas de Adolf Hitler, y ahora no tiemblan a la hora de llamar a la sedición y a la conspiración contra el Gobierno nacional.
Durante la jornada de este jueves, en Bolivia se descubrió una trama de atentados y planes de magnicidio que tuvo como resultado la muerte por parte de la Policía de tres presuntos implicados y acusaciones que apuntan a la financiación de estos hechos desde las autoridades departamentales y cívicos de la Media Luna.
La historia del arribo a la nación andina de una colonia principalmente croata luego de la Segunda Guerra Mundial deja analizar por qué ese sector esgrime una oposición férrea contra Morales y la mayoría que en la actualidad lo apoya.
En un artículo, publicado en abril de 2008 en la Agencia Boliviana de Información (ABI) y firmado por
Fortunato Esquivel, se hace un recuento de dónde proviene esa comunidad croata que recaló en tierras bolivianas.
Relaciona además a los líderes de los departamentos separatistas con el ex embajador de EEUU en Bolivia, Philip Goldberg, expulsado por el gobierno luego de conocerse sus reuniones con dirigentes de oposición para desestabilizar al país.
En su recuento, Esquivel explica que el 10 de abril de 1941 los nazis ingresaron a Zagreb, capital de Croacia, y luego nombraron como führer del nuevo Estado a Ante Pavelic, jefe de un movimiento político fascista y terrorista llamado la Ustacha.
Al derrumbarse el nazismo, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de esta organización comenzaron una huida que los trasladó a Austria, a la Italia de Benito Mussolini y más tarde a América del Sur, tras una negociación entre el Vaticano y EEUU que los amparó.
Con estas personas siempre se trasladó un botín integrado por el dinero robado de depósitos bancarios y certificados de acciones, más cajas de oro y joyas que se calcula en un monto superior a los 200 millones de dólares de la época.
Entre los que pisaron el Cono Sur estuvieron “Klaus Barbie, Ante Pavelic, Adolf Eichmann, Henrich Muller, Franz Stangl y otros que en total superaron las 30.000 personas, muchas de ellas asentadas en Argentina, Paraguay, Chile y las selvas bolivianas” donde “casi todos cambiaron sus nombres, como Klaus Barbie, quien utilizaba el de Klaus Altman”, señala Esquivel en su artículo.
Sobre Barbie, el periodista escribe que “se puso al servicio de la CIA, torturó y fue responsable de la muerte de por lo menos tres mil revolucionarios bolivianos durante los regímenes militares”, además de amasar “gran fortuna con negocios sucios” y llegar “a ser general ad honorem del ejército” y organizar “el grupo paramilitar Los Ángeles de la Muerte, cuyos sobrevivientes ahora entrenan a las brigadas cívicas juveniles”.
Estos sectores, los cuales regentan las industrias del aceite y la cerveza, la ganadería y la agricultura, y sostiene un sistema especulativo del uso de tierras; “se han convertido en los más activos en el plan para desintegrar al Estado”, destaca Esquivel.
Los grupos secesionistas que aprobaron referendos autonómicos ilegales, también tuvieron hasta hace poco la plena ayuda de Goldberg, quien se desempeñó como jefe de misión en las negociaciones para desintegrar Yugoslavia e imponer el “Acuerdo de Rambouillet” que dio lugar a la ocupación de Kosovo, provincia de Serbia.
Marinkovic: separatismo y racismo
Propugna una supuesta “nación camba”, basada en la superioridad de raza. Es imputado de apoderarse de extensiones de tierras de forma irregular, estudió ingeniería en EEUU y es uno de los representantes más duros de la oposición al gobierno de Bolivia: Branco Marinkovic es la fiel imagen de esa colonia croata de ideales nazis que recaló en Bolivia.
En enero de 2009, el diario español Público difundió una nota sobre este personaje que se desempeña como terrateniente, banquero, industrial y político.
Su familia, de origen croata, recaló en el oriente boliviano después de la Segunda Guerra Mundial y supo construir parte de la poderosa burguesía cruceña, beneficiada principalmente por las dictaduras militares que asolaron al país andino.
“Reclama autonomía, pero se le acusa de secesionista, de querer balcanizar Bolivia desde su departamento más rico. Es el croata en guerra con los indios. Es la némesis del presidente Evo Morales”, destaca Público.
En esta semblanza se detalla que las propiedades de Marinkovic incluyen unas 10.000 hectáreas para cada uno de sus cultivos (arroz, soja, girasol y maíz), además de unas 15.000 cabezas de ganado, y su empresa de aceite IOL mueve anualmente 100 millones de dólares.
A esta lista se le debe añadir la propiedad del Banco Económico y unos ingresos anuales de unos 300 millones de dólares.
Fue presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz y su figura llega a ensombrecer al prefecto Rubén Costas, uno de los más acérrimos adversarios del proceso de cambio boliviano.
“Si Evo Morales encarna el nuevo espíritu indígena que rige en Bolivia y que reclama el fin de siglos de explotación, Marinkovic es el gurú que dirige las almas de los cruceños, preocupados por mantener sus privilegios históricos”, señala Público.
El empresario, quien estuvo prófugo mientras la justicia lo investigaba por posesión ilegal de tierras, no busca medias tintas en sus declaraciones: “Si nos atacan, lo que yo pienso que no sucederá, tendrán que salir escapando de nuestra ciudad. Esto lo garantizo”.
Las imágenes conocidas el año pasado de la brigadas juveniles cruceñistas atacando y golpeando a pobladores indígenas de la región le dan la razón a Marinkovic.
Por una nación blanca libre de indios
“Los nietos de estos connotados genocidas son gente formada en duras ideologías racistas y anticomunistas”, indicó el periodista y escritor Antonio Gil, en referencia a las generaciones de croatas que mantienen con terror y presión el poder en el Oriente boliviano.
“Ellos buscan crear una nación blanca, laboriosa, ilustrada, que nada tenga en común con la altiplanicie colla a la que tienen que financiar diariamente con sus impuestos. Hay elementos de la Casa Blanca y el Pentágono que miran con muy buenos ojos la creación de un nuevo país en la región. O cuando menos la constante amenaza de ello”, aseveró.
Alberto Echazú escribió en el portal Bolpress que “en primer lugar se debe señalar con toda precisión que la oligarquía de la que estamos hablando no es boliviana ni cruceña y mucho menos camba. No es cruceña, porque sus componentes son en realidad croatas, alemanes y sirio-libaneses. La mayor parte de ellos hijos de emigrados fugados después de finalizada la Segunda Guerra Mundial donde participaron como esbirros y agentes del hitlerismo. Algunos apellidos son muy ilustrativos: Matkovic, Marinkovic, Teodovic, Kuljis, Dabdoub, Kreidler, Salek, Kempf, Elsner y Hecker”.
Estas definiciones pueden funcionar como una pequeña muestra de un sector que en la Bolivia actual se siente acorralado y agazapado, no por la represión estatal o la persecución política sino porque el cambio que atraviesa el país limita sus negocios que durante décadas estuvieron avalados por quienes manejaban el Estado.
Y por esta razón no es para nada curioso que la región de la Media Luna se denomine así en alusión a la Media Luna croata que en 1482 fue el último bastión europeo contra el avasallamiento del Imperio Otomano, pero donde ahora los enemigos a vencer son las naciones indígenas que defienden sus demandas históricas y milenarias que estuvieron acalladas desde siglos atrás.
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ABN - Bolivia/17/04/2009
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