ANTONIO IZQUIERDO*
Cree usted, como imagina la mitad de los españoles, que uno de cada cuatro habitantes de este país son inmigrantes extranjeros? Y, cuando se habla de inmigrantes, ¿piensa el lector de inmediato en africanos y luego en latinoamericanos? En resumen, ¿forjamos las actitudes positivas o negativas hacia la inmigración sobre esas bases tan falsas?
Así pensaban los 2.800 españoles entrevistados en septiembre de 2007, según el informe Evolución del Racismo y la Xenofobia en España, publicado en estos días por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE). Es probable que, cuando se publique el nuevo sondeo que el Observatorio realizó en 2008, se refleje el impacto de la crisis económica en un aumento de las percepciones
deformadas.
Lo cierto es que entonces la proporción de residentes extranjeros rozaba el 9% y no el 24% como creía la imaginación pública. En realidad, la proporción era de un 6%, es decir, cuatro veces menos, si descontamos a los extranjeros en régimen comunitario. ¡Cuatro veces menos de los imaginados! Porque los extranjeros están segmentados jurídicamente en comunitarios y régimen general, y esa división lleva aparejados distintos derechos y obligaciones. ¿Cuándo contestamos a las encuestas pensamos en todos los inmigrantes o sólo en algunos? Parece claro que los entrevistados no contaban a los británicos o franceses ni incluían a los rumanos entre los comunitarios, aunque la mayoría de ellos ya lo eran en esa fecha.
Tampoco acertaban en la composición de la inmigración por continentes. El 40% de los entrevistados pensaba de inmediato en los africanos, un 25% identificaba inmigrante con latinoamericano y el 16% con europeo del Este. Y no era así. El reparto de los cinco millones y cuarto de extranjeros que estaban empadronados indicaba que el 44% eran europeos (3% no comunitarios), un 34% latinoamericano, el 17% africano y los restantes asiáticos. Las estadísticas dicen todo lo contrario de lo que se piensa y el error puede deberse tanto a los prejuicios como a la dispar distribución de los extranjeros según la localidad.
Cuando se hizo la encuesta, la población inmigrante más numerosa era la marroquí, seguida por la rumana y la ecuatoriana. El panorama en 2008 ya no es así y las fuentes estadísticas certifican que hay más rumanos que marroquíes. Por este motivo, los extranjeros comunitarios ya suman la mitad del total de la población foránea. Todo esto nos demuestra que la inmigración cambia más deprisa que nuestras percepciones. Lo que no ha variado es que el 47% son mujeres.
No se vea en este editorial una defensa a ultranza de las estadísticas, que también tienen sus zonas ciegas. Ni tampoco supone un menosprecio de las percepciones que tanto influyen en nuestros actos. Tómese como una co-
rrección de la mirada que muchas veces nos engaña. Espero que estos datos nos ayuden a formar mejor nuestra opinión, aunque también es probable que al lector le dé igual cuál sea la proporción y la composición de la inmigración. En ese caso, estas líneas pueden leerse como un homenaje al libro ¡Dígalo con números!
*Antonio Izquierdo es Catedrático de Sociología
-
Cree usted, como imagina la mitad de los españoles, que uno de cada cuatro habitantes de este país son inmigrantes extranjeros? Y, cuando se habla de inmigrantes, ¿piensa el lector de inmediato en africanos y luego en latinoamericanos? En resumen, ¿forjamos las actitudes positivas o negativas hacia la inmigración sobre esas bases tan falsas?
Así pensaban los 2.800 españoles entrevistados en septiembre de 2007, según el informe Evolución del Racismo y la Xenofobia en España, publicado en estos días por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE). Es probable que, cuando se publique el nuevo sondeo que el Observatorio realizó en 2008, se refleje el impacto de la crisis económica en un aumento de las percepciones
deformadas.
Lo cierto es que entonces la proporción de residentes extranjeros rozaba el 9% y no el 24% como creía la imaginación pública. En realidad, la proporción era de un 6%, es decir, cuatro veces menos, si descontamos a los extranjeros en régimen comunitario. ¡Cuatro veces menos de los imaginados! Porque los extranjeros están segmentados jurídicamente en comunitarios y régimen general, y esa división lleva aparejados distintos derechos y obligaciones. ¿Cuándo contestamos a las encuestas pensamos en todos los inmigrantes o sólo en algunos? Parece claro que los entrevistados no contaban a los británicos o franceses ni incluían a los rumanos entre los comunitarios, aunque la mayoría de ellos ya lo eran en esa fecha.
Tampoco acertaban en la composición de la inmigración por continentes. El 40% de los entrevistados pensaba de inmediato en los africanos, un 25% identificaba inmigrante con latinoamericano y el 16% con europeo del Este. Y no era así. El reparto de los cinco millones y cuarto de extranjeros que estaban empadronados indicaba que el 44% eran europeos (3% no comunitarios), un 34% latinoamericano, el 17% africano y los restantes asiáticos. Las estadísticas dicen todo lo contrario de lo que se piensa y el error puede deberse tanto a los prejuicios como a la dispar distribución de los extranjeros según la localidad.
Cuando se hizo la encuesta, la población inmigrante más numerosa era la marroquí, seguida por la rumana y la ecuatoriana. El panorama en 2008 ya no es así y las fuentes estadísticas certifican que hay más rumanos que marroquíes. Por este motivo, los extranjeros comunitarios ya suman la mitad del total de la población foránea. Todo esto nos demuestra que la inmigración cambia más deprisa que nuestras percepciones. Lo que no ha variado es que el 47% son mujeres.
No se vea en este editorial una defensa a ultranza de las estadísticas, que también tienen sus zonas ciegas. Ni tampoco supone un menosprecio de las percepciones que tanto influyen en nuestros actos. Tómese como una co-
rrección de la mirada que muchas veces nos engaña. Espero que estos datos nos ayuden a formar mejor nuestra opinión, aunque también es probable que al lector le dé igual cuál sea la proporción y la composición de la inmigración. En ese caso, estas líneas pueden leerse como un homenaje al libro ¡Dígalo con números!
*Antonio Izquierdo es Catedrático de Sociología
-
Público - España/16/05/2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario