¿Qué dirección tomará la política exterior de Johannesburgo con la nueva administración del presidente Jacob Zuma? ¿El gobierno continuará a dar prioridad al continente africano, como han hecho sus dos predecesores, o se concentrará principalmente en el refuerzo del hemisferio sur?
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Francesca Merletti
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Entre la colonización y la segregación
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Sudáfrica obtuvo su independencia en 1931, y casi inmediatamente el Partido Nacional, fundado por grupo de afrikaner, se hizo con el poder. Durante más de 40 años tuvo lugar una política de segregación, el apartheid. El objetivo era aislar a los diversos grupos étnicos, tanto en el interior de Sudáfrica, como estos con el resto del continente africano, dejando que cada uno de estos se desarrollase en un propio contexto social, económico y territorial. Muchos países del Sur de África sufrieron la presión del régimen segregacionista, y la máxima expresión de su voluntad de independencia fue el nacimiento de la Conferencia para la Coordinación y el Desarrollo del Sur de África (SADCC) en 1980.
En 1994 tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas, donde la victoria fue para el Congreso Nacional Africano (ANC) de Nelson Mandela, partido fundado para defender los derechos de la mayoría negra sudafricana. La Sudáfrica moderna y posterior al apartheid nace después de estas elecciones. El país ha experimentado muchos progresos en la dirección de la reconciliación, de la reconstrucción y del desarrollo.
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Francesca Merletti
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Entre la colonización y la segregación
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Sudáfrica obtuvo su independencia en 1931, y casi inmediatamente el Partido Nacional, fundado por grupo de afrikaner, se hizo con el poder. Durante más de 40 años tuvo lugar una política de segregación, el apartheid. El objetivo era aislar a los diversos grupos étnicos, tanto en el interior de Sudáfrica, como estos con el resto del continente africano, dejando que cada uno de estos se desarrollase en un propio contexto social, económico y territorial. Muchos países del Sur de África sufrieron la presión del régimen segregacionista, y la máxima expresión de su voluntad de independencia fue el nacimiento de la Conferencia para la Coordinación y el Desarrollo del Sur de África (SADCC) en 1980.
En 1994 tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas, donde la victoria fue para el Congreso Nacional Africano (ANC) de Nelson Mandela, partido fundado para defender los derechos de la mayoría negra sudafricana. La Sudáfrica moderna y posterior al apartheid nace después de estas elecciones. El país ha experimentado muchos progresos en la dirección de la reconciliación, de la reconstrucción y del desarrollo.
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El post-apartheid y el “Renacimiento Africano”
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Desde las elecciones, Mandela afirmó que Sudáfrica no podría “escapar de su destino africano”. El país era el más rico e industrializado entre todos los países africanos, y esto daba la responsabilidad de desempeñar un papel de liderazgo. Era fundamental, en los propios intereses de Sudáfrica, promover políticas pacifistas, buen gobierno y respeto a los derechos humanos para crear una África estable y próspera. La política exterior de cada país es una reflexión, cuando no, extensión, de la política interna y de las relaciones socio-políticas y económicas de cada momento. Por lo tanto, era necesario alcanzar un equilibrio interno para poder tener un papel importante más allá de los propios límites territoriales. El propio año de las elecciones, los otros países del Sur de África, aceptaron el ingreso de Sudáfrica en la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC). Además, el país se convirtió también en miembro, el último en todo el continente, de la Organización para la Unidad Africana (OUA), nacida en 1963 para garantizar el respeto a los derechos humanos y gestionar políticas de desarrollo coordinadas en todo el continente.
Entre 1994 y 1999, desde la administración Mandela, fue introducida la idea del “Renacimiento Africano”. Pero es con el siguiente presidente, Thabo Mbeki, desde mayo de 1999, cuando el concepto toma verdadera importancia. Es necesario defender las metas alcanzadas, animar a los otros países a seguir la misma vía y crear las condiciones con objeto de que la OUA actúe como un instrumento efectivo para alcanzar la paz y el respeto de los pueblos. Hacía falta combatir la pobreza, el hambre, la violencia y la corrupción a través de políticas comunitarias. Sudáfrica da prioridad a la reconstitución de la SADC, a la regeneración de las estructuras, de las políticas y de los procedimientos comunitarios. El 14 de agosto de 2001 viene enmendado el tratado de base de la organización, en nombre de una mayor cooperación, sobre todo en materias de políticas y de seguridad. En esos meses también nacía la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD), con objeto de acelerar la cooperación y la integración económica entre los países del continente. Uno de los tres mayores promotores fue el propio gobierno sudafricano. El presidente Mbeki contribuyó activamente a la transformación de la Organización para la Unidad Africana en la Unión Africana (UA), el 9 de julio de 2002. La OUA se mostró ineficiente en la coordinación de los países africanas y la creación de una organización completamente nueva en lugar de modificar la existente, tenía un valor simbólico. Mbeki pone mucho énfasis en la importancia de una Áfirca única y unida, que tendría que desarrollarse independientemente del resto del mundo.
El post-apartheid y el “Renacimiento Africano”
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Desde las elecciones, Mandela afirmó que Sudáfrica no podría “escapar de su destino africano”. El país era el más rico e industrializado entre todos los países africanos, y esto daba la responsabilidad de desempeñar un papel de liderazgo. Era fundamental, en los propios intereses de Sudáfrica, promover políticas pacifistas, buen gobierno y respeto a los derechos humanos para crear una África estable y próspera. La política exterior de cada país es una reflexión, cuando no, extensión, de la política interna y de las relaciones socio-políticas y económicas de cada momento. Por lo tanto, era necesario alcanzar un equilibrio interno para poder tener un papel importante más allá de los propios límites territoriales. El propio año de las elecciones, los otros países del Sur de África, aceptaron el ingreso de Sudáfrica en la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC). Además, el país se convirtió también en miembro, el último en todo el continente, de la Organización para la Unidad Africana (OUA), nacida en 1963 para garantizar el respeto a los derechos humanos y gestionar políticas de desarrollo coordinadas en todo el continente.
Entre 1994 y 1999, desde la administración Mandela, fue introducida la idea del “Renacimiento Africano”. Pero es con el siguiente presidente, Thabo Mbeki, desde mayo de 1999, cuando el concepto toma verdadera importancia. Es necesario defender las metas alcanzadas, animar a los otros países a seguir la misma vía y crear las condiciones con objeto de que la OUA actúe como un instrumento efectivo para alcanzar la paz y el respeto de los pueblos. Hacía falta combatir la pobreza, el hambre, la violencia y la corrupción a través de políticas comunitarias. Sudáfrica da prioridad a la reconstitución de la SADC, a la regeneración de las estructuras, de las políticas y de los procedimientos comunitarios. El 14 de agosto de 2001 viene enmendado el tratado de base de la organización, en nombre de una mayor cooperación, sobre todo en materias de políticas y de seguridad. En esos meses también nacía la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD), con objeto de acelerar la cooperación y la integración económica entre los países del continente. Uno de los tres mayores promotores fue el propio gobierno sudafricano. El presidente Mbeki contribuyó activamente a la transformación de la Organización para la Unidad Africana en la Unión Africana (UA), el 9 de julio de 2002. La OUA se mostró ineficiente en la coordinación de los países africanas y la creación de una organización completamente nueva en lugar de modificar la existente, tenía un valor simbólico. Mbeki pone mucho énfasis en la importancia de una Áfirca única y unida, que tendría que desarrollarse independientemente del resto del mundo.
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La presidenza Zuma: continuidad y cambio para Sudáfrica
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En mayo de 2009, el presidente Mbeki fue sustituido por Jacob Zuma, también candidato del Congreso Nacional Africano. Este cambio de poder tuvo lugar en un momento crítico para las políticas sudafricanas. En su interior, el país está viviendo una de las peores crisis socio-económicas desde la llegada de la ANC al poder. A nivel regional, mientras en Angola tuvieron lugar elecciones presidenciales, en Zimbabue, la presidencia de Mugabe fue puesta en discusión. La política exterior de la nueva administración se verá determinada profundamente por las exigencias nacionales para una mejora del nivel de vida, la distribución de la riqueza y la reducción de la pobreza. En el interior de la Unión Africana se encuentran por un lado quienes apoyan una integración continental gradual, lenta y metódica, a alcanzar a través de las Comunidades Económicas Regionales, mientras que por otro lado, los radicales, favorables a una creación inmediata de los Estados Unidos de África. Sudáfrica está seguramente a favor de un proceso gradual, en contra de las presiones del actual secretario de la Unión Africana, Gaddafi. En un momento de crisis, con una creciente inflación y una disminución de las inversiones exteriores, la doctirna del “Renacimiento Africano” no parece muy convincente, y el presidente Zuma ha subrayado en diversas ocasiones la importancia de las relaciones Sur-Sur. Esto significa apuntar hacia las organizaciónes regionales como la SADC y la SACU (Unión Aduanera del África Meridional), en cuanto a cooperación en un mayor grado como la IBSA, el foro trilateral nacido en 2003, que une en una asociación estratégica a India, Brasil y Sudáfrica. Verosímilmente, Sudáfrica continuará en su política africanista. En el Parlamento, Zuma declaró que su Gobierno contribuirá a construir una África mejor en un mundo mejor. El país permanecerá como un fuerte motor financiero para el continente, además como guía político y social. Además, teniendo en cuenta al nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Nkosazana Dlamini-Zuma, es improbable pensar en un brusco cambio de dirección en la actitud de Sudáfrica hacia el exterior. El nuevo gobierno, hasta ahora continuó promoviendo una agenda africana en el interior de los foros internacionales, tales como Naciones Unidas o el G-8. Sudáfrica continuará con un papel importante en situaciones de riesgo como en Zimbabue, República Democrática del Congo o Sudán. Una política de inserción de Sudáfrica en el contexto continental está adscrita en el Congreso Nacional Africano. Difícilmente el presidente Zuma podría ir contra la visión de su propio partido, además de contra los máximos exponentes de la UA y del NEPAD.
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La presidenza Zuma: continuidad y cambio para Sudáfrica
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En mayo de 2009, el presidente Mbeki fue sustituido por Jacob Zuma, también candidato del Congreso Nacional Africano. Este cambio de poder tuvo lugar en un momento crítico para las políticas sudafricanas. En su interior, el país está viviendo una de las peores crisis socio-económicas desde la llegada de la ANC al poder. A nivel regional, mientras en Angola tuvieron lugar elecciones presidenciales, en Zimbabue, la presidencia de Mugabe fue puesta en discusión. La política exterior de la nueva administración se verá determinada profundamente por las exigencias nacionales para una mejora del nivel de vida, la distribución de la riqueza y la reducción de la pobreza. En el interior de la Unión Africana se encuentran por un lado quienes apoyan una integración continental gradual, lenta y metódica, a alcanzar a través de las Comunidades Económicas Regionales, mientras que por otro lado, los radicales, favorables a una creación inmediata de los Estados Unidos de África. Sudáfrica está seguramente a favor de un proceso gradual, en contra de las presiones del actual secretario de la Unión Africana, Gaddafi. En un momento de crisis, con una creciente inflación y una disminución de las inversiones exteriores, la doctirna del “Renacimiento Africano” no parece muy convincente, y el presidente Zuma ha subrayado en diversas ocasiones la importancia de las relaciones Sur-Sur. Esto significa apuntar hacia las organizaciónes regionales como la SADC y la SACU (Unión Aduanera del África Meridional), en cuanto a cooperación en un mayor grado como la IBSA, el foro trilateral nacido en 2003, que une en una asociación estratégica a India, Brasil y Sudáfrica. Verosímilmente, Sudáfrica continuará en su política africanista. En el Parlamento, Zuma declaró que su Gobierno contribuirá a construir una África mejor en un mundo mejor. El país permanecerá como un fuerte motor financiero para el continente, además como guía político y social. Además, teniendo en cuenta al nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Nkosazana Dlamini-Zuma, es improbable pensar en un brusco cambio de dirección en la actitud de Sudáfrica hacia el exterior. El nuevo gobierno, hasta ahora continuó promoviendo una agenda africana en el interior de los foros internacionales, tales como Naciones Unidas o el G-8. Sudáfrica continuará con un papel importante en situaciones de riesgo como en Zimbabue, República Democrática del Congo o Sudán. Una política de inserción de Sudáfrica en el contexto continental está adscrita en el Congreso Nacional Africano. Difícilmente el presidente Zuma podría ir contra la visión de su propio partido, además de contra los máximos exponentes de la UA y del NEPAD.
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Conclusiones
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Después de la independencia, las relaciones de Sudáfrica con los países limítrofes y en el interior del continente se transformaron en la búsqueda de la supremacía a la asociación. Desde 1994, los gobiernos de la ANC sucesivos siempre han defendido una política de coordinación y de interacción con el resto de África. Hoy en día, el nuevo presidente Zuma, a diferencia de Mbeki, que se declaró a favor de una África unida e independiente, parece más propenso a interesarse por problemas internos sudafricanos considerando también las polémicas internas que contribuyeron fuertemente a la caída del delfín de Mandela y el acercamiento del nuevo líder del ANC a los partidos de izquierda. Dada la mayor consciencia del pueblo sudafricano y su mayor atención, las políticas exteriores aparecen influenciadas por las cuestiones y las necesidades internas. Sin embargo, Sudáfrica continuará manteniendo su papel de líder en el continente para favorecer la paz, la resolución de situaciones conflictivas, el desarrollo de la economía y de la política. Pero probablemente, a corto plazo, no será una gran promotora de la unidad africana.
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Traducido por Carlos Camino Cuesta
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Después de la independencia, las relaciones de Sudáfrica con los países limítrofes y en el interior del continente se transformaron en la búsqueda de la supremacía a la asociación. Desde 1994, los gobiernos de la ANC sucesivos siempre han defendido una política de coordinación y de interacción con el resto de África. Hoy en día, el nuevo presidente Zuma, a diferencia de Mbeki, que se declaró a favor de una África unida e independiente, parece más propenso a interesarse por problemas internos sudafricanos considerando también las polémicas internas que contribuyeron fuertemente a la caída del delfín de Mandela y el acercamiento del nuevo líder del ANC a los partidos de izquierda. Dada la mayor consciencia del pueblo sudafricano y su mayor atención, las políticas exteriores aparecen influenciadas por las cuestiones y las necesidades internas. Sin embargo, Sudáfrica continuará manteniendo su papel de líder en el continente para favorecer la paz, la resolución de situaciones conflictivas, el desarrollo de la economía y de la política. Pero probablemente, a corto plazo, no será una gran promotora de la unidad africana.
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Traducido por Carlos Camino Cuesta
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Equilibri - 15/06/2009
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