China ha anunciado que concederá 10.000 millones de dólares a los países de Asia central para ayudarles a afrontar el desafío impuesto por la crisis económica mundial. El pasado 16 de junio, durante la novena cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), el Presidente chino Ju Jintao ha denunciado los peligros de un sistema basado en el dólar como moneda de referencia internacional y ha vuelto a resaltar el papel de China en la región, en detrimento de Rusia.
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Margherita Kochi
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¿Conseguirá China liderar el nuevo orden económico y monetario que se está definiendo?
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El sistema de Bretton Woods era un patrón cambio oro, un sistema de equilibrio ajustable según el cual Estados Unidos mantenía fijo el valor del dólar en oro y debía garantizar que la totalidad del valor de su moneda estuviera respaldado en oro por ese precio, sin ningún límite. El resto de países fijaban el valor de sus monedas en relación al dólar e intervenían en el mercado de cambio cada vez que los tipos de cambio se alejaban más del 1% del equilibrio fijado. El sistema de Bretton Woods funcionó bien durante veinte años, pero más tarde dejó de funcionar debido a los persistentes desequilibrios de la balanza de pagos estadounidense y a la expectativa de que, antes o después, Estados Unidos hubiera tenido que devaluar el dólar. Esta previsión negativa condujo a una fuga masiva de capital que indujo a Nixon, en 1971, a interrumpir la convertibilidad del dólar en oro. Desde 1973 el mundo tuvo una sistema de cambio de tipos basado en la fluctuación controlada. El sistema posterior a Bretton Woods funcionó bien y pudo garantizar un largo periodo de baja inflación y de aumento constante. Desde el año 2003, este sistema se denominó informalmente como “Bretton Woods 2”. Esta vez fueron las divisas de los países emergentes las que adoptaron el dólar con un cambio fijo infravalorado. Precisamente, el ingreso de las grandes potencias emergentes, desestabilizó el sistema de nuevo, provocando una sacudida en el lado de la oferta.
Hoy en día estamos asistiendo al final de ese segundo orden monetario que se había recreado con los años en torno al dólar. Diversos factores han sometido a duras pruebas a este sistema. Recordemos, por ejemplo, que el dólar ya no es la única moneda de reserva, especialmente tras la difusión del euro, y que hoy el grado de concertación de los países que han adoptado el dólar es muy inferior. La actual crisis financiera desencadenada por las hipotecas subprime ha provocado además una pérdida de confianza que a su vez ha conducido a una restricción pronunciada del crédito generalizada. Sin embargo la caída de este segundo orden mundial no supondrá el fin del dólar como moneda de referencia; probablemente determinará el fin de su posición central, pero no de su importancia. El euro se está reafirmando como la moneda de las transacciones internacionales, pero de todos modos parece que no tiene ninguna intención de luchar por el puesto de líder del sistema y, por consiguiente, de responsabilizarse del coste relativo en términos de renuncia a la posibilidad de devaluar la moneda para corregir temporalmente los desequilibrios en la balanza de pagos. Es otra la moneda que ambiciona el ocupar un papel económico mayor: el yuan renminbi. China, como el país con mayor crédito del mundo, está tratando de dictar las reglas en el nuevo orden económico y monetario que se está definiendo, basándose en el hecho de que ostenta el control sobre los mayores flujos de capital y que posee un régimen de equilibrio progresivo (desde julio de 2005) que garantiza las oscilaciones controladas de la moneda. Con su crecimiento impetuoso y delicado, China se está moviendo hacia el modelo occidental, y también parece verosímil que Pekín pueda liderar el nuevo orden económico mundial.
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Margherita Kochi
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¿Conseguirá China liderar el nuevo orden económico y monetario que se está definiendo?
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El sistema de Bretton Woods era un patrón cambio oro, un sistema de equilibrio ajustable según el cual Estados Unidos mantenía fijo el valor del dólar en oro y debía garantizar que la totalidad del valor de su moneda estuviera respaldado en oro por ese precio, sin ningún límite. El resto de países fijaban el valor de sus monedas en relación al dólar e intervenían en el mercado de cambio cada vez que los tipos de cambio se alejaban más del 1% del equilibrio fijado. El sistema de Bretton Woods funcionó bien durante veinte años, pero más tarde dejó de funcionar debido a los persistentes desequilibrios de la balanza de pagos estadounidense y a la expectativa de que, antes o después, Estados Unidos hubiera tenido que devaluar el dólar. Esta previsión negativa condujo a una fuga masiva de capital que indujo a Nixon, en 1971, a interrumpir la convertibilidad del dólar en oro. Desde 1973 el mundo tuvo una sistema de cambio de tipos basado en la fluctuación controlada. El sistema posterior a Bretton Woods funcionó bien y pudo garantizar un largo periodo de baja inflación y de aumento constante. Desde el año 2003, este sistema se denominó informalmente como “Bretton Woods 2”. Esta vez fueron las divisas de los países emergentes las que adoptaron el dólar con un cambio fijo infravalorado. Precisamente, el ingreso de las grandes potencias emergentes, desestabilizó el sistema de nuevo, provocando una sacudida en el lado de la oferta.
Hoy en día estamos asistiendo al final de ese segundo orden monetario que se había recreado con los años en torno al dólar. Diversos factores han sometido a duras pruebas a este sistema. Recordemos, por ejemplo, que el dólar ya no es la única moneda de reserva, especialmente tras la difusión del euro, y que hoy el grado de concertación de los países que han adoptado el dólar es muy inferior. La actual crisis financiera desencadenada por las hipotecas subprime ha provocado además una pérdida de confianza que a su vez ha conducido a una restricción pronunciada del crédito generalizada. Sin embargo la caída de este segundo orden mundial no supondrá el fin del dólar como moneda de referencia; probablemente determinará el fin de su posición central, pero no de su importancia. El euro se está reafirmando como la moneda de las transacciones internacionales, pero de todos modos parece que no tiene ninguna intención de luchar por el puesto de líder del sistema y, por consiguiente, de responsabilizarse del coste relativo en términos de renuncia a la posibilidad de devaluar la moneda para corregir temporalmente los desequilibrios en la balanza de pagos. Es otra la moneda que ambiciona el ocupar un papel económico mayor: el yuan renminbi. China, como el país con mayor crédito del mundo, está tratando de dictar las reglas en el nuevo orden económico y monetario que se está definiendo, basándose en el hecho de que ostenta el control sobre los mayores flujos de capital y que posee un régimen de equilibrio progresivo (desde julio de 2005) que garantiza las oscilaciones controladas de la moneda. Con su crecimiento impetuoso y delicado, China se está moviendo hacia el modelo occidental, y también parece verosímil que Pekín pueda liderar el nuevo orden económico mundial.
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Pekín impulsa su papel económico con ocasión de la novena cumbre de la SCO
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El pasado 16 de junio, en la cumbre de Ekaterinburgo, las cuatro economías emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y los Cinco de Shanghai se reunieron para encontrar una solución común a la crisis financiera que está teniendo lugar. China ha aprovechado la ocasión para impulsar su papel económico en la zona, en detrimento de la propia Rusia, ofreciendo una financiación de 10.000 millones de dólares a los países de Asia central para ayudarles a superar las consecuencias derivadas de la actual crisis financiera. Aunque la cumbre había previsto la discusión de varios puntos en su agenda, la negociación más importante tuvo lugar al tratar de encontrar una moneda de referencia como alternativa al dólar que fuera relativamente estable, una característica propia del yuan, por lo que Pekín impide las fluctuaciones que no estén controladas. Los BRIC demostraron no estar suficientemente unidos en sus reivindicaciones, pero es lícito presuponer que cada uno de ellos quiera promover su moneda; en consecuencia no está tan claro que se escoja el yuan como moneda de reserva internacional. Pekín ha impulsado la propuesta de una extensión progresiva del yuan entre los estados vecinos y ha reivindicado la necesidad de un sistema monetario global más estable, que, desde su punto de vista, sería posible a través de la diversificación de las monedas de reservas internacionales.
Pekín impulsa su papel económico con ocasión de la novena cumbre de la SCO
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El pasado 16 de junio, en la cumbre de Ekaterinburgo, las cuatro economías emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y los Cinco de Shanghai se reunieron para encontrar una solución común a la crisis financiera que está teniendo lugar. China ha aprovechado la ocasión para impulsar su papel económico en la zona, en detrimento de la propia Rusia, ofreciendo una financiación de 10.000 millones de dólares a los países de Asia central para ayudarles a superar las consecuencias derivadas de la actual crisis financiera. Aunque la cumbre había previsto la discusión de varios puntos en su agenda, la negociación más importante tuvo lugar al tratar de encontrar una moneda de referencia como alternativa al dólar que fuera relativamente estable, una característica propia del yuan, por lo que Pekín impide las fluctuaciones que no estén controladas. Los BRIC demostraron no estar suficientemente unidos en sus reivindicaciones, pero es lícito presuponer que cada uno de ellos quiera promover su moneda; en consecuencia no está tan claro que se escoja el yuan como moneda de reserva internacional. Pekín ha impulsado la propuesta de una extensión progresiva del yuan entre los estados vecinos y ha reivindicado la necesidad de un sistema monetario global más estable, que, desde su punto de vista, sería posible a través de la diversificación de las monedas de reservas internacionales.
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La inseparable unión entre el yuan y el dólar
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China ha denunciado los riesgos de un sistema basado en el dólar como única moneda de reserva internacional, debido a su persistente devaluación.Pekín es el principal poseedor de reservas con una cifra que asciende aproximadamente a 200.000.000 dólares y, por consiguiente, una repentina caída de la moneda americana provocaría la pérdida de valor de las inumerables reservas acumuladas a lo largo del tiempo. Los chinos están pagando los gastos de su estrategia mercantilista, que consiste en exportar a muchos países y a un bajo coste. Los tipos de cambio sobrevalorados, en efecto, han estimulado velozmente las exportaciones, contribuyendo al aumento en el balance de las entradas diarias. Así, las autoridades chinas han tenido que intervenir para esterilizar el valor de la moneda mediante la acumulación de enormes cantidades de reservas en divisa extranjera. Hoy, la depreciación del dólar crea preocupación en China por la posible pérdida de valor de sus reservas. Sin embargo, los datos facilitados por el grupo Economist Intelligenze Unit nos demuestran que los beneficios que derivan del crecimiento del PIB debido a la estrategia mercantilista son más elevados que los costes financieros.
La política monetaria de China adquiere especial importancia. El índice sobrevalorado del yuan continúa de hecho siendo una fuente de polémica con los Estados Unidos. Éstos, teniendo un gran déficit comercial con China, preferirían un yuan más fuerte para reducir la competitividad de los bienes chinos y disminuir el nivel de sus exportaciones al resto del mundo. También algunos gobiernos europeos contemplan con hostilidad la política del cambio de Pekín, sin considerar, además, que si cesara la compra de dólares por parte de China, el cambio euro/dólar aumentaría exponencialmente poniendo seriamente en peligro los niveles de competitividad de los productos europeos. Los americanos deberían comenzar a valorar la hipótesis de cooperar con las otras mayores potencias mundiales para encontrar así una solución a su equilibrio, por ejemplo iniciando un diálogo eficaz macromonetario con China. De hecho, seguir acusando a los chinos de “mercantilismo monetario” no es de mucha utilidad. En caso de que China dejara avaluar el yuan hasta que llegara a igualarse en el balance comercial, el déficit de la balanza de los pagos de los Estados Unidos se reduciría menos del 10%.
Las relaciones entre USA y China se han visto agravadas no sólo por la crisis financiera, sino también por el riesgo de volver al proteccionismo americano. Durante su visita a China, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Timothy Geithner, acusó a Pekín de manipular el yuan, que últimamente ha sufrido un parétesis en su lento proceso hacia la revalorización, iniciado en el 2008. La revalorización de la moneda china podría provocar reacciones en cadena imprevisibles. Lo que sí es cierto es que de esta manera los bienes chinos serían más costosos y,por consiguiente, las exportaciones menos competitivas. Por el contrario, las exportaciones a China serían más convenientes , pero es necesario considerar que China exporta a los Estados Unidos y Europa cinco veces más de los que importa. En lo que concierne a las inversiones, con una revalorización de yuan sería más costoso invertir en China, beneficiando así a otros países asiáticos en el extranjero que son sus competidores. Pero al mismo tiempo, para las grandes empresas chinas, sería menos costoso invertir en el extranjero. Ésto podría contribuir a favorecer nuevas inversiones y adquisiciones.
Finalmente una fuerte revalorización del yuan podría determinar grandes repercusiones incluso en los mercados de acciones extranjeros, ya que favorecería a las industrias con una significativa propensión a la inversión en China (por ejemplo Boeing) y penalizaría a aquellas que se basan en la importación de bienes (por ejemplo Wal-Mart).
La inseparable unión entre el yuan y el dólar
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China ha denunciado los riesgos de un sistema basado en el dólar como única moneda de reserva internacional, debido a su persistente devaluación.Pekín es el principal poseedor de reservas con una cifra que asciende aproximadamente a 200.000.000 dólares y, por consiguiente, una repentina caída de la moneda americana provocaría la pérdida de valor de las inumerables reservas acumuladas a lo largo del tiempo. Los chinos están pagando los gastos de su estrategia mercantilista, que consiste en exportar a muchos países y a un bajo coste. Los tipos de cambio sobrevalorados, en efecto, han estimulado velozmente las exportaciones, contribuyendo al aumento en el balance de las entradas diarias. Así, las autoridades chinas han tenido que intervenir para esterilizar el valor de la moneda mediante la acumulación de enormes cantidades de reservas en divisa extranjera. Hoy, la depreciación del dólar crea preocupación en China por la posible pérdida de valor de sus reservas. Sin embargo, los datos facilitados por el grupo Economist Intelligenze Unit nos demuestran que los beneficios que derivan del crecimiento del PIB debido a la estrategia mercantilista son más elevados que los costes financieros.
La política monetaria de China adquiere especial importancia. El índice sobrevalorado del yuan continúa de hecho siendo una fuente de polémica con los Estados Unidos. Éstos, teniendo un gran déficit comercial con China, preferirían un yuan más fuerte para reducir la competitividad de los bienes chinos y disminuir el nivel de sus exportaciones al resto del mundo. También algunos gobiernos europeos contemplan con hostilidad la política del cambio de Pekín, sin considerar, además, que si cesara la compra de dólares por parte de China, el cambio euro/dólar aumentaría exponencialmente poniendo seriamente en peligro los niveles de competitividad de los productos europeos. Los americanos deberían comenzar a valorar la hipótesis de cooperar con las otras mayores potencias mundiales para encontrar así una solución a su equilibrio, por ejemplo iniciando un diálogo eficaz macromonetario con China. De hecho, seguir acusando a los chinos de “mercantilismo monetario” no es de mucha utilidad. En caso de que China dejara avaluar el yuan hasta que llegara a igualarse en el balance comercial, el déficit de la balanza de los pagos de los Estados Unidos se reduciría menos del 10%.
Las relaciones entre USA y China se han visto agravadas no sólo por la crisis financiera, sino también por el riesgo de volver al proteccionismo americano. Durante su visita a China, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Timothy Geithner, acusó a Pekín de manipular el yuan, que últimamente ha sufrido un parétesis en su lento proceso hacia la revalorización, iniciado en el 2008. La revalorización de la moneda china podría provocar reacciones en cadena imprevisibles. Lo que sí es cierto es que de esta manera los bienes chinos serían más costosos y,por consiguiente, las exportaciones menos competitivas. Por el contrario, las exportaciones a China serían más convenientes , pero es necesario considerar que China exporta a los Estados Unidos y Europa cinco veces más de los que importa. En lo que concierne a las inversiones, con una revalorización de yuan sería más costoso invertir en China, beneficiando así a otros países asiáticos en el extranjero que son sus competidores. Pero al mismo tiempo, para las grandes empresas chinas, sería menos costoso invertir en el extranjero. Ésto podría contribuir a favorecer nuevas inversiones y adquisiciones.
Finalmente una fuerte revalorización del yuan podría determinar grandes repercusiones incluso en los mercados de acciones extranjeros, ya que favorecería a las industrias con una significativa propensión a la inversión en China (por ejemplo Boeing) y penalizaría a aquellas que se basan en la importación de bienes (por ejemplo Wal-Mart).
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Conclusiones
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Si bien China quiere recuperar un puesto central en el nuevo sistema económico mundial, tiene aùn serios problemas internos que resolver antes de poder aspirar oficialmente a este puesto. De hecho, Pekín deve hacer frente a un sector público completamente ineficaz y a la expansión de la corrupción entre los funcionarios del gobierno. Sin embargo, no se puede ignorar el poder económico de un país que crece con un índice del 10% anual y que posee los recursos para ayudar a los otros países asiáticos a salir de la actual crisis financiera. En general, las grandes potencias occidentales y los Estados Unidos en particular, dificilmente podrán tomar decisiones colectivas sin tener en cuenta la opinión de China. Es por esto que Washington, a través del Secretario del Tesoro Gueithner, está intentando contactar con Pekín para encontrar una solución concertada que permita a las economías occidentales despegar de nuevo.
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Traducido por Alicia Gálvez y Natalia García
Conclusiones
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Si bien China quiere recuperar un puesto central en el nuevo sistema económico mundial, tiene aùn serios problemas internos que resolver antes de poder aspirar oficialmente a este puesto. De hecho, Pekín deve hacer frente a un sector público completamente ineficaz y a la expansión de la corrupción entre los funcionarios del gobierno. Sin embargo, no se puede ignorar el poder económico de un país que crece con un índice del 10% anual y que posee los recursos para ayudar a los otros países asiáticos a salir de la actual crisis financiera. En general, las grandes potencias occidentales y los Estados Unidos en particular, dificilmente podrán tomar decisiones colectivas sin tener en cuenta la opinión de China. Es por esto que Washington, a través del Secretario del Tesoro Gueithner, está intentando contactar con Pekín para encontrar una solución concertada que permita a las economías occidentales despegar de nuevo.
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Traducido por Alicia Gálvez y Natalia García
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Equilibri.net/01/07/2009
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