Firme respaldo de la región a la restitución de la democracia
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Al final de esta edición se esperaba una conferencia de prensa del mandatario hondureño acompañado de varios presidentes de la región, entre los que se encontraba Cristina Fernández; que en la OEA, alertó sobre cierta mirada complaciente del derrocamiento de Zelaya.
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La Organización de Estados Americanos votó ayer por unanimidad sus- pender a Honduras como miembro
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Por Hernán Dearriba
Enviado especial
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Cuatro presidentes latinoamericanos, el secretario general de la OEA y el presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas repudiaron ayer en San Salvador la decisión del gobierno de facto de prohibir el regreso del presidente Manuel Zelaya a territorio hondureño.
Zelaya partió cerca de las 15.15 desde la base militar de Andrews en Washington DC, acompañado por el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto, pero nunca logró aterrizar en Tegucigalpa. Aviones de la Fuerza Aérea le impidieron el paso y obligaron su aterrizaje en San Salvador.
Lo esperaban allí para refrendar el gesto político de intento de regreso la presidenta argentina, Cristina Fernández, y sus pares de Ecuador, Rafael Correa; de Paraguay, Fernando Lugo; y de Costa Rica, Oscar Arias.
Los jefes de Estado, junto al secretario general de la OEA, Miguel Insulza, repudiaron la decisión del gobierno de facto y reclamaron la urgente restitución de Zelaya en su cargo. Terminaron así más de dos días de intensas gestiones que tuvieron a Cristina Fernández como una de las figuras centrales por su presión para buscar una solución consensuada y el firme rechazo a la interrupción democrática.
El convencimiento que imperaba entre buena parte de los negociadores ayer en El Salvador era que si el continente en pleno no imponía un freno a este tipo de embestidas contra el régimen constitucional, podría multiplicarse en el futuro ese esquema que Cristina Fernández llamó “golpes benévolos”.
“El protagonismo de esta movida política no lo han tenido los presidentes que respaldamos a Zelaya, sino que ha sido el regreso del multilateralismo como instrumento para resolver conflictos en la región”, afirmó Cristina en Washington.
En diálogo con Buenos Aires Económico, la Presidenta destacó la presencia del presidente de la Asamblea General de la ONU en la delegación y se mostró esperanzada en que haya nuevas señales de multilateralismo por parte de la Organización de Naciones Unidas.
La actividad había comenzado temprano en la mañana durante un encuentro en la residencia del embajador de Ecuador, de la que participaron el propio Zelaya, Cristina Fernández y sus pares de Ecuador y Paraguay, al igual que Insulza.
Allí se decidió que partieran dos comisiones desde Washington. Una, liderada por el presidente hondureño depuesto, iría hacia Tegucigalpa, y la otra, encabezada por la Presidenta argentina y su colega ecuatoriano, viajaría a El Salvador para esperar el resultado del intento de Zelaya por volver a su país.
Se trató de un claro gesto político para fijar posición, porque desde la madrugada del domingo la Argentina ya se había anoticiado de la decisión del gobierno de facto hondureño de revocar el permiso de aterrizaje para el Tango 01. Luego llegó el cierre del espacio aéreo.
La Presidenta argentina se había anticipado a la posibilidad de que Zelaya no lograra ingresar a su país y consideró que no puede entenderse esa situación como un fracaso. Puso como ejemplos las largas negociaciones de más de dieciocho meses que terminaron con la liberación de la colombiana Ingrid Betancour en manos de las FARC.
En la misma línea inscribió la reciente decisión del gobierno de Cuba de autorizar el viaje a la Argentina de la médica cubana Hilda Molina. “Es importantísimo lo que hemos logrado, no pensemos en términos tácticos sino estratégicos de una política orientada a un fin”, reclamó la Presidenta en diálogo con los periodistas argentinos en Washington, antes de partir hacia El Salvador.
SANCIÓN DE LA OEA. La Organización de Estados Americanos (OEA) adoptó ayer en Washington la sanción más importante de su historia contra un país y decidió por unanimidad suspender a Honduras luego del golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya e iniciar gestiones diplomáticas para reclamar su restitución en el cargo.
En una histórica sesión, de la que participaron además los presidentes de la Argentina, Cristina Fernández, y Paraguay, Fernando Lugo, el cuerpo de la entidad apeló al artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, que permite a la entidad suspender a un Estado miembro cuando sea escenario de “una alteración del orden constitucional”.
La separación de Honduras de la OEA significa además de un estricto aislamiento regional, el congelamiento de los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la suspensión de toda la asistencia y cooperación a nivel militar a través de la Junta Interamericana de Defensa, que ha sido un gran sostén a los militares hondureños en las últimas décadas. Se mantendrá, sin embargo, la asistencia humanitaria que requiere el país.
En su intervención, la Presidenta argentina alertó que detrás de los intereses que impulsaron el golpe en Honduras se agazapaba una estrategia para frenar el cambio de rumbo que adoptó la región en los últimos años y que se profundizó a partir de la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Barack Obama. Más allá de que por lo bajo algunos en la administración estadounidense no ven con malos ojos “el golpe benévolo”. (Ver nota de opinión en esta página.)
“Hay aquí otros intereses de quienes quieren torcer el rumbo que ha adoptado toda América latina”, sentenció la mandataria. En la misma línea, aseguró que “el ataque no es sólo contra el presidente Zelaya. Tal vez sea una estrategia más fina con la que se intenta frustrar una política diferente para todos los países que conforman la América”.
La Presidenta consideró sorprendente que, luego de ocho años sin disrupciones del orden constitucional en la región –más allá de la asonada finalmente frustrada contra Hugo Chávez en Venezuela-, haya surgido justo ahora y luego de los vientos de cambio que propone en la relación con la región Obama un nuevo golpe de Estado. “Cambió la administración en el país más poderoso del mundo y empiezan a aparecer estos movimientos”, consignó. Se corre el riesgo –señaló– de “legitimar la doctrina de los golpes benévolos”, que se producen “no sólo desde la interrupción del poder por parte del aparato militar, sino con una fuerte impronta de los medios de comunicación”.
TENSIÓN EN TEGUCIGALPA. “Si bajamos ahí nos meten presos a todos.” La frase, dicha por un altísimo funcionario de la OEA, rompió el tedio que imperaba en los pasillos del edificio administrativo de la entidad en Washington. Atrás habían quedado los fuegos artificiales que a las 21.09 iluminaron por espacio de unos veinte minutos los cielos de la capital estadounidense por la celebración del 4 de julio, pero que no alcanzaron para distraer la atención de las febriles negociaciones que se llevaban adelante en las oficinas del secretario general, José Miguel Insulza.
El informe del ex canciller chileno había terminado de cerrar el paso a la posibilidad de que el depuesto mandatario de Honduras, Manuel Zelaya, llegase a Tegucigalpa, la capital del país, acompañado por una comitiva de al menos cuatro presidentes de la región.
Con el correr de la tarde se sucedieron las reuniones. Cristina analizó la situación con Insulza y Zelaya, junto a Taiana y el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, además del embajador argentino en Washington, Héctor Timerman, y el representante ante la OEA Rodolfo Gil. Ya para esa hora quedaba claro que las posibilidades de bajar con el avión en Tegucigalpa eran mínimas.
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La Organización de Estados Americanos votó ayer por unanimidad sus- pender a Honduras como miembro
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Por Hernán Dearriba
Enviado especial
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Cuatro presidentes latinoamericanos, el secretario general de la OEA y el presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas repudiaron ayer en San Salvador la decisión del gobierno de facto de prohibir el regreso del presidente Manuel Zelaya a territorio hondureño.
Zelaya partió cerca de las 15.15 desde la base militar de Andrews en Washington DC, acompañado por el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto, pero nunca logró aterrizar en Tegucigalpa. Aviones de la Fuerza Aérea le impidieron el paso y obligaron su aterrizaje en San Salvador.
Lo esperaban allí para refrendar el gesto político de intento de regreso la presidenta argentina, Cristina Fernández, y sus pares de Ecuador, Rafael Correa; de Paraguay, Fernando Lugo; y de Costa Rica, Oscar Arias.
Los jefes de Estado, junto al secretario general de la OEA, Miguel Insulza, repudiaron la decisión del gobierno de facto y reclamaron la urgente restitución de Zelaya en su cargo. Terminaron así más de dos días de intensas gestiones que tuvieron a Cristina Fernández como una de las figuras centrales por su presión para buscar una solución consensuada y el firme rechazo a la interrupción democrática.
El convencimiento que imperaba entre buena parte de los negociadores ayer en El Salvador era que si el continente en pleno no imponía un freno a este tipo de embestidas contra el régimen constitucional, podría multiplicarse en el futuro ese esquema que Cristina Fernández llamó “golpes benévolos”.
“El protagonismo de esta movida política no lo han tenido los presidentes que respaldamos a Zelaya, sino que ha sido el regreso del multilateralismo como instrumento para resolver conflictos en la región”, afirmó Cristina en Washington.
En diálogo con Buenos Aires Económico, la Presidenta destacó la presencia del presidente de la Asamblea General de la ONU en la delegación y se mostró esperanzada en que haya nuevas señales de multilateralismo por parte de la Organización de Naciones Unidas.
La actividad había comenzado temprano en la mañana durante un encuentro en la residencia del embajador de Ecuador, de la que participaron el propio Zelaya, Cristina Fernández y sus pares de Ecuador y Paraguay, al igual que Insulza.
Allí se decidió que partieran dos comisiones desde Washington. Una, liderada por el presidente hondureño depuesto, iría hacia Tegucigalpa, y la otra, encabezada por la Presidenta argentina y su colega ecuatoriano, viajaría a El Salvador para esperar el resultado del intento de Zelaya por volver a su país.
Se trató de un claro gesto político para fijar posición, porque desde la madrugada del domingo la Argentina ya se había anoticiado de la decisión del gobierno de facto hondureño de revocar el permiso de aterrizaje para el Tango 01. Luego llegó el cierre del espacio aéreo.
La Presidenta argentina se había anticipado a la posibilidad de que Zelaya no lograra ingresar a su país y consideró que no puede entenderse esa situación como un fracaso. Puso como ejemplos las largas negociaciones de más de dieciocho meses que terminaron con la liberación de la colombiana Ingrid Betancour en manos de las FARC.
En la misma línea inscribió la reciente decisión del gobierno de Cuba de autorizar el viaje a la Argentina de la médica cubana Hilda Molina. “Es importantísimo lo que hemos logrado, no pensemos en términos tácticos sino estratégicos de una política orientada a un fin”, reclamó la Presidenta en diálogo con los periodistas argentinos en Washington, antes de partir hacia El Salvador.
SANCIÓN DE LA OEA. La Organización de Estados Americanos (OEA) adoptó ayer en Washington la sanción más importante de su historia contra un país y decidió por unanimidad suspender a Honduras luego del golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya e iniciar gestiones diplomáticas para reclamar su restitución en el cargo.
En una histórica sesión, de la que participaron además los presidentes de la Argentina, Cristina Fernández, y Paraguay, Fernando Lugo, el cuerpo de la entidad apeló al artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, que permite a la entidad suspender a un Estado miembro cuando sea escenario de “una alteración del orden constitucional”.
La separación de Honduras de la OEA significa además de un estricto aislamiento regional, el congelamiento de los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la suspensión de toda la asistencia y cooperación a nivel militar a través de la Junta Interamericana de Defensa, que ha sido un gran sostén a los militares hondureños en las últimas décadas. Se mantendrá, sin embargo, la asistencia humanitaria que requiere el país.
En su intervención, la Presidenta argentina alertó que detrás de los intereses que impulsaron el golpe en Honduras se agazapaba una estrategia para frenar el cambio de rumbo que adoptó la región en los últimos años y que se profundizó a partir de la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Barack Obama. Más allá de que por lo bajo algunos en la administración estadounidense no ven con malos ojos “el golpe benévolo”. (Ver nota de opinión en esta página.)
“Hay aquí otros intereses de quienes quieren torcer el rumbo que ha adoptado toda América latina”, sentenció la mandataria. En la misma línea, aseguró que “el ataque no es sólo contra el presidente Zelaya. Tal vez sea una estrategia más fina con la que se intenta frustrar una política diferente para todos los países que conforman la América”.
La Presidenta consideró sorprendente que, luego de ocho años sin disrupciones del orden constitucional en la región –más allá de la asonada finalmente frustrada contra Hugo Chávez en Venezuela-, haya surgido justo ahora y luego de los vientos de cambio que propone en la relación con la región Obama un nuevo golpe de Estado. “Cambió la administración en el país más poderoso del mundo y empiezan a aparecer estos movimientos”, consignó. Se corre el riesgo –señaló– de “legitimar la doctrina de los golpes benévolos”, que se producen “no sólo desde la interrupción del poder por parte del aparato militar, sino con una fuerte impronta de los medios de comunicación”.
TENSIÓN EN TEGUCIGALPA. “Si bajamos ahí nos meten presos a todos.” La frase, dicha por un altísimo funcionario de la OEA, rompió el tedio que imperaba en los pasillos del edificio administrativo de la entidad en Washington. Atrás habían quedado los fuegos artificiales que a las 21.09 iluminaron por espacio de unos veinte minutos los cielos de la capital estadounidense por la celebración del 4 de julio, pero que no alcanzaron para distraer la atención de las febriles negociaciones que se llevaban adelante en las oficinas del secretario general, José Miguel Insulza.
El informe del ex canciller chileno había terminado de cerrar el paso a la posibilidad de que el depuesto mandatario de Honduras, Manuel Zelaya, llegase a Tegucigalpa, la capital del país, acompañado por una comitiva de al menos cuatro presidentes de la región.
Con el correr de la tarde se sucedieron las reuniones. Cristina analizó la situación con Insulza y Zelaya, junto a Taiana y el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, además del embajador argentino en Washington, Héctor Timerman, y el representante ante la OEA Rodolfo Gil. Ya para esa hora quedaba claro que las posibilidades de bajar con el avión en Tegucigalpa eran mínimas.
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El Argentino - Argentina/08/07/2009
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