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Crédito: faramarz/flickr/creative commons
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TEHERÁN (IPS) - La crisis en Irán se reavivó con un muy esperado sermón de alto contenido político a cargo del ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani, representante de la disidencia, y la dura réplica, este sábado, desde filas del oficialismo de línea dura.
Rafsanyani desató la ira del campo conservador al referirse a la situación política como "crisis" en su sermón, pronunciado en la mezquita de la Universidad de Teherán el viernes, día santo de la semana musulmana, y en presencia de miles de personas.
Fue la primera aparición pública de varios dirigentes opositores desde la represión de las protestas iniciadas tras las elecciones presidenciales del 12 de julio, cuyo resultado es cuestionado por la disidencia.
Presidente de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Conveniencia, dos poderosos cuerpos clericales del régimen islamista, Rafsanyani es considerado el arquitecto del apoyo al perdedor de las elecciones, Mir Hossein Musavi, quien asistió al sermón.
Las puertas de la mezquita se cerraron a las 10 de la mañana hora local. Cientos de miles de personas que pretendían asistir se dirigieron pacíficamente hacia la entrada principal al campus de la Universidad de Teherán, uno de los principales bastiones de la oposición, Allí los esperaba un fuerte dispositivo de seguridad que golpeó a los manifestantes, lanzó gases lacrimógenos y disparó balas de goma. La multitud se dispersó, pero se reagrupó en otras áreas de la capital. El viernes fue, por lo tanto, otra jornada de violencia para Teherán.
Rafsanyani había estado casi dos meses ausente de su función de pronunciar el sermón en la Universidad de Teherán, que varios clérigos ejercen de forma rotativa, y cuatro semanas después del anuncio del resultado electoral, a los que la oposición cree fraguados a favor de la reelección del presidente Mahmoud Ahmadineyad.
El polémico triunfo de Ahmadineyad y el posterior apoyo que le brindó el líder supremo de la Revolución Islámica, Alí Jamenei, dejaron a la ciudadanía, la elite política y al clero profundamente divididos.
Irán es escenario desde entonces de manifestaciones masivas sin precedentes desde el triunfo de la Revolución, en 1979, sin previsiones de una resolución rápida.
Observadores previeron que, dados sus antecedentes conciliadores, Rafsanyani enfatizaría en la necesidad de la unidad y la solución del conflicto. Pocos preveían un apoyo directo a las acusaciones de fraude, o a los candidatos opositores, Musavi y Mehdi Karrubi.
Pero, a pesar de que fue fiel a su reputación como líder diplomático, el clérigo y ex presidente fue mucho más crítico de lo esperado hacia el ala conservadora del régimen, que apoya a Ahmadineyad.
Rafsanyani llamó a la unidad como medio para resistir a las amenazas, pero reclamó, como paso para restaurar la confianza del público hacia el gobierno, la liberación de los presos políticos, la anulación de las restricciones a la prensa y la imparcialidad de los medios de comunicación controlados por las autoridades.
La radio y la televisión estatales, que apoyaron a Ahmadineyad, fueron acusadas por Rafsanyani de alimentar el conflicto.
El ex presidente también llamó a un diálogo en forma de debate abierto entre los bandos en pugna y a un reconocimiento oficial del dolor de las familias de las víctimas de la represión.
"Las elecciones tuvieron un buen comienzo y fueron una buena competencia", dijo. "Los cuatro candidatos aprobados por el Consejo de Guardianes compitieron, el público confiaba en la naturaleza libre de los comicios y hubo una participación sin precedentes."
"Estábamos preparados para elevar nuestro orgullo (…), pero creo que las condiciones iniciales debieron mantenerse hasta hoy", advirtió Rafsanyani.
Según el ex presidente, las autoridades "no aprovecharon bien la oportunidad" que supuso el plazo de cinco días establecido para revisar los resultados de las cuestionadas elecciones por el Consejo de Guardianes, otro poderoso órgano del clero.
Los ciudadanos que desconfían de la transparencia del proceso electoral "no son pocos e incluyen una gran parte de la población más educada de nuestro país", agregó. "Debemos atender sus dudas. Éstos son tiempos difíciles. Todos hemos sufrido pérdidas. ¿Por qué tuvo que ser así?"
A pesar de su ecuanimidad, el mensaje de Rafsanyani hizo poco para enfriar a los disidentes que se enfrentaron con las fuerzas de seguridad y protestaron durante varias horas después del sermón, gritando consignas como "Allah-o-Akbar" ("Dios es grande"), "muerte al dictador", "muerte a Rusia" y "compatriota mártir, lograremos que se reconozca tu voto".
A pesar de la ecuanimidad del mensaje de Rafsanyani, el diario Kayhan, principal vocero del ala conservadora del régimen, lo recriminó por respaldar a "delincuentes" y "reiterar acusaciones ilógicas y sin fundamento".
"Si el pueblo iraní sospecha de algo es sobre el origen de los motines y sobre las personas que están detrás de ellos", advirtió el diario, cuyo director es designado de forma directa por el líder supremo, máxima autoridad religiosa de la República Islámica de Irán.
En lugar de cuestionar la represión, Rafsanyani "debió haber condenado el asesinato de inocentes, los saqueos y el incendio de edificios del Estado" por parte de los manifestantes, agregó el periódico.
El editorial de Kahyan sostuvo que en Irán no hay una "crisis" sino una "conspiración" dirigida por los disidentes.
Esta evaluación difiere radicalmente de la de Hossein Bastani, del diario electrónico Rooz Online, publicado en Francia, para quien Rafsanyani siguió fiel a su línea de "no actuar de manera que pueda ser considerado opositor", ni al régimen en general ni al Jamenei, el líder supremo, en particular.
En su carácter de presidente de dos poderosos cuerpos clericales del régimen, "no cruzará ninguna línea roja ni se arriesgará a perder sus posiciones de poder dentro del sistema", agregó Bastani.
En cambio, acotó, Rafsanyani sí podría usar su influencia para oponerse a Rafsanyani.
Rafsanyani desató la ira del campo conservador al referirse a la situación política como "crisis" en su sermón, pronunciado en la mezquita de la Universidad de Teherán el viernes, día santo de la semana musulmana, y en presencia de miles de personas.
Fue la primera aparición pública de varios dirigentes opositores desde la represión de las protestas iniciadas tras las elecciones presidenciales del 12 de julio, cuyo resultado es cuestionado por la disidencia.
Presidente de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Conveniencia, dos poderosos cuerpos clericales del régimen islamista, Rafsanyani es considerado el arquitecto del apoyo al perdedor de las elecciones, Mir Hossein Musavi, quien asistió al sermón.
Las puertas de la mezquita se cerraron a las 10 de la mañana hora local. Cientos de miles de personas que pretendían asistir se dirigieron pacíficamente hacia la entrada principal al campus de la Universidad de Teherán, uno de los principales bastiones de la oposición, Allí los esperaba un fuerte dispositivo de seguridad que golpeó a los manifestantes, lanzó gases lacrimógenos y disparó balas de goma. La multitud se dispersó, pero se reagrupó en otras áreas de la capital. El viernes fue, por lo tanto, otra jornada de violencia para Teherán.
Rafsanyani había estado casi dos meses ausente de su función de pronunciar el sermón en la Universidad de Teherán, que varios clérigos ejercen de forma rotativa, y cuatro semanas después del anuncio del resultado electoral, a los que la oposición cree fraguados a favor de la reelección del presidente Mahmoud Ahmadineyad.
El polémico triunfo de Ahmadineyad y el posterior apoyo que le brindó el líder supremo de la Revolución Islámica, Alí Jamenei, dejaron a la ciudadanía, la elite política y al clero profundamente divididos.
Irán es escenario desde entonces de manifestaciones masivas sin precedentes desde el triunfo de la Revolución, en 1979, sin previsiones de una resolución rápida.
Observadores previeron que, dados sus antecedentes conciliadores, Rafsanyani enfatizaría en la necesidad de la unidad y la solución del conflicto. Pocos preveían un apoyo directo a las acusaciones de fraude, o a los candidatos opositores, Musavi y Mehdi Karrubi.
Pero, a pesar de que fue fiel a su reputación como líder diplomático, el clérigo y ex presidente fue mucho más crítico de lo esperado hacia el ala conservadora del régimen, que apoya a Ahmadineyad.
Rafsanyani llamó a la unidad como medio para resistir a las amenazas, pero reclamó, como paso para restaurar la confianza del público hacia el gobierno, la liberación de los presos políticos, la anulación de las restricciones a la prensa y la imparcialidad de los medios de comunicación controlados por las autoridades.
La radio y la televisión estatales, que apoyaron a Ahmadineyad, fueron acusadas por Rafsanyani de alimentar el conflicto.
El ex presidente también llamó a un diálogo en forma de debate abierto entre los bandos en pugna y a un reconocimiento oficial del dolor de las familias de las víctimas de la represión.
"Las elecciones tuvieron un buen comienzo y fueron una buena competencia", dijo. "Los cuatro candidatos aprobados por el Consejo de Guardianes compitieron, el público confiaba en la naturaleza libre de los comicios y hubo una participación sin precedentes."
"Estábamos preparados para elevar nuestro orgullo (…), pero creo que las condiciones iniciales debieron mantenerse hasta hoy", advirtió Rafsanyani.
Según el ex presidente, las autoridades "no aprovecharon bien la oportunidad" que supuso el plazo de cinco días establecido para revisar los resultados de las cuestionadas elecciones por el Consejo de Guardianes, otro poderoso órgano del clero.
Los ciudadanos que desconfían de la transparencia del proceso electoral "no son pocos e incluyen una gran parte de la población más educada de nuestro país", agregó. "Debemos atender sus dudas. Éstos son tiempos difíciles. Todos hemos sufrido pérdidas. ¿Por qué tuvo que ser así?"
A pesar de su ecuanimidad, el mensaje de Rafsanyani hizo poco para enfriar a los disidentes que se enfrentaron con las fuerzas de seguridad y protestaron durante varias horas después del sermón, gritando consignas como "Allah-o-Akbar" ("Dios es grande"), "muerte al dictador", "muerte a Rusia" y "compatriota mártir, lograremos que se reconozca tu voto".
A pesar de la ecuanimidad del mensaje de Rafsanyani, el diario Kayhan, principal vocero del ala conservadora del régimen, lo recriminó por respaldar a "delincuentes" y "reiterar acusaciones ilógicas y sin fundamento".
"Si el pueblo iraní sospecha de algo es sobre el origen de los motines y sobre las personas que están detrás de ellos", advirtió el diario, cuyo director es designado de forma directa por el líder supremo, máxima autoridad religiosa de la República Islámica de Irán.
En lugar de cuestionar la represión, Rafsanyani "debió haber condenado el asesinato de inocentes, los saqueos y el incendio de edificios del Estado" por parte de los manifestantes, agregó el periódico.
El editorial de Kahyan sostuvo que en Irán no hay una "crisis" sino una "conspiración" dirigida por los disidentes.
Esta evaluación difiere radicalmente de la de Hossein Bastani, del diario electrónico Rooz Online, publicado en Francia, para quien Rafsanyani siguió fiel a su línea de "no actuar de manera que pueda ser considerado opositor", ni al régimen en general ni al Jamenei, el líder supremo, en particular.
En su carácter de presidente de dos poderosos cuerpos clericales del régimen, "no cruzará ninguna línea roja ni se arriesgará a perder sus posiciones de poder dentro del sistema", agregó Bastani.
En cambio, acotó, Rafsanyani sí podría usar su influencia para oponerse a Rafsanyani.
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IPS/19/07/2009
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