13/11/09

ESCARBANDO en LQ Somos

La invivible brutalidad


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portada_058_2009En junio del 2009 un trabajador inmigrante sin papeles tuvo un accidente laboral. Sus patrones tiraron su brazo amputado a un cubo de basura y a él lo dejaron clandestinamente en las puertas de un hospital. Esta es la estampa insoportable del capitalismo salvaje. Este sistema es un monstruo que hace que el panorama del mundo sea un espanto.

El estado moderno consagró jurídicamente -contra el poder jerárquico de la nobleza- la igualdad que pregonaba de la especie humana. Siendo este es uno de sus fundamentos originarios, son innegables las políticas de desigualdades que desarrollan los estados modernos, como innegable es que el mercado impone las desigualdades.

Y en esta distribución determinada por los intereses económicos, el concepto de ciudadano no engloba universalmente a todos los “nacidos libres e iguales” (Art. 1. Declaración DDHH: "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos").
Ahondando en la realidad que abruma, el racismo y la xenofobia resquebrajan aún más el concepto de la igualdad natural humana, acotando los limites a la noción de ciudadano; sutil –quizás- en determinadas condiciones económicos sociales, pero en situaciones de confrontación y de crisis, los ya de por sí restringidos márgenes se convierten en los muros de las fronteras o en las alambradas separadoras. Se justifica, se expande el eliminar y apartar al otro desigual de las posibilidades de vida, mermadas ya por la comercialización del estado del bienestar, y reforzada esta conducta a su vez en la dimensión de “soberanía”.

Desigualar al otro, deshumanizarlo, excluirlo, expulsarlo del horizonte cotidiano y aferrarse a un sentimiento identitario de absurda propiedad: mi barrio, mi ciudad, mi país…

Esta proclama necia de mi verdad, de una identidad coyunturalmente “corporativa”, reducida, exigua, se enfrenta a las diferencias y a la diversidad como al enemigo devastador de la parcela individualista, separatista y aferrada a la creencia que le mantendrá a flote del naufragio económico, social y moral, que le arrastra irremisiblemente al fondo de su propia y común miseria.

Transitamos insoportablemente el concepto de “fascismo societario” que Boaventura de Sousa Santos definiera como la introyección en capas sociales de una mentalidad fascista, una situación que afecta a todos los pueblos de la región y del mundo.

Quizás todo esto se resuma en que el mundo es un espanto, porque es una y otra vez en que el desarrollo de la xenofobia y la barbarie atenta al más elemental sentido de reciprocidad.

En recientes estudios sociológicos se constata el aumento de ciudadanos españoles reacios hacia el colectivo de inmigrantes. El ascenso de esta xenofobia, como es obvio se potencia con el incremento del desempleo. El haber ensamblado delincuencia con inmigración desde los medios de comunicación e instancias gubernamentales, ha atizado el rechazo y la culpabilización de los efectos de la crisis económica a la población inmigrante. En las oficinas de empleo, en los ambulatorios de salud, en los autobuses, en el metro… en todos los avatares de la rutina urbana han germinado comportamientos racistas y xenófobos, algunos de ellos con dramáticos desenlaces. En tiempos de crisis debería urgir el reforzamiento de los servicios públicos básicos e impedir que los mismos pierdan calidad, como también sería responsabilidad gubernamental la invocación que los inmigrantes han contribuido al crecimiento económico que se disfrutaba no hace demasiado.

Pero este irrespirable panorama no es exclusivo del Estado español, ni siquiera se limita a los países de la Vieja Europa donde avanzan las leyes de extranjerías berlusconianas, sarkozianas… en el Estado de Maryland, considerado uno de los más progresista de EEUU, en el año 2008 se debatieron más de 25 proyectos de leyes contra inmigrantes, con propuestas tan excluyentes como aberrantes que los niños ilegales no puedan acudir a ninguna escuela y que ningún indocumentado reciba la más elemental asistencia sanitaria.

Este maldito cáncer xenófobo no se concentra solamente en Europa o en los países desarrollados, el Observatorio contra el racismo y la xenofobia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declara la preocupación por el aumento de conductas discriminatorias y violentas en Argentina, Chile, Venezuela, Perú, México….

En Argentina se multiplican los motes despectivos de “bolitas”, “paragüas”, “boligüayos”… siendo el ejemplo más bestial del odio a los inmigrantes, el asesinato de la obrera boliviana Marcelina Meneses y su bebé de 10 meses, arrojados desde el tren en un barrio obrero del gran Buenos Aires. En Chile durante la dictadura de Pinochet se fomentó al paroxismo el odio al extranjero, y cuál colonia de bacterias residentes, perduran en la médula social de quienes a su vez son emigrantes en Argentina donde sufren la discriminación y se les denomina despreciativamente «chilotes». Los conflictos políticos y fronterizos entre Colombia, Venezuela y Ecuador, han generado y multiplicado odios xenofóbicos. En Perú pasa algo similar que en Chile… También en el Caribe y Centroamérica.

A la discriminación por causas socio-económicas y políticas, se anexa la discriminación racista, que cuenta con abyectas teorías de diferencias y desigualdades biológicas que tanto horror y muerte han provocado en la historia. Así en los grandes medios de comunicación, siguen siendo invisibles o menospreciados los indígenas, tanto los del llano como en gobiernos, empresas de opinión que chapotean a diario en lo zafio y soez con el objetivo de cuotas de audiencia.

Un inmigrante o un joven que no acepta las condiciones impuestas y las infringe para buscar espacios de libertad individual y/o colectiva, es potencialmente un subversivo, y mucho más frente a quienes aceptan la exclusión y el rechazo como fenómenos naturales, como situaciones normales, donde la melancolía y la nostalgia son enfermedades curables o no, ya que este estadío depende del grado de aceptación, sumisión o rebelión de anular su propia identidad.

Es el espacio convivial donde confluyen experiencias de todo tipo, signadas por la violencia y la repulsión en sus diferentes circunstancias, enmarcadas en la barbarie domesticadora, y por mecanismo reflejo, la incertidumbre y la sumisión se infiltran en todos los poros sociales y personales, y la impunidad entonces se propaga a falta de contención y freno en cualquiera de los ámbitos de la actividad humana. No hay garantías para no terminar en un cubo de basura.

La náusea se agolpa frente a este panorama que sin demasiada imaginación, traza la deriva de la desaparición moral de la humanidad sino se reparan con premura los acontecimientos que golpean inmisericorde a la conciencia colectiva, que a su vez soporta la vergüenza de los desertores de las grandes utopías.

En este mundo infectado por el individualismo sectario, este mundo invivible que se asemeja cada día más a la tragedia de Antígona, apremia ensanchar nuestra fuerza vital disidente, aceptar sólo la reciprocidad como andares, la alteridad como identificación, que el quehacer sea solamente el renovar las pasiones, las ideas y el latido recuperando las promesas fracasadas, las alegrías postergadas.
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LQSomos. Andrea Benites-Dumont. Noviembre de 2009.
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LQSomos/13/11/2009

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