Crédito: Ana Artigas/IPS | |
MONTEVIDEO, 11 dic (IPS) - Es una de las tantas paradojas de la modernidad en el mundo en desarrollo. A pesar del mayor acceso y mejor manejo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los jóvenes del Mercosur afrontan muchos más obstáculos que sus mayores a la hora de traducir sus estudios en oportunidades laborales.
El voluminoso Informe sobre Desarrollo Humano para el Mercosur 2009-2010, elaborado por el PNUD, aporta datos reveladores sobre la situación, tan heterogénea, que afronta un joven uruguayo medio, uno de Asunción, otro nacido y educado en las "favelas" (barrio marginal) de Río de Janeiro o aquel que transita las calles de la periferia de Buenos Aires.
A pesar de las realidades sociales, económicas y geográficas tan disímiles, los más de 64 millones de jóvenes que viven en los cuatro países del Mercosur (Mercado Común del Sur) se muestran, en su mayoría, preocupados por el sentimiento creciente de inseguridad y la violencia, señala el documento presentado en sociedad este viernes en un acto en el Paraninfo de la estatal Universidad de la República, en Montevideo.
La preocupación por el cuidado del ambiente, la falta de oportunidades laborales, la demanda de espacios públicos para relacionarse y un nuevo vínculo de los jóvenes con sus familias, con mayor diálogo ya que consultan todas sus decisiones, incluso a la hora de emanciparse, aparecen como una constante en la investigación del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
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El acto fue encabezado por la directora regional para América Latina y el Caribe del PNUD, Rebeca Grynspan, en compañía del coordinador del trabajo, el boliviano Fernando Calderón, el coordinador residente del PNUD en Uruguay, Pablo Mandeville, y el pro-rector de Enseñanza de la Universidad de la República, Luis Calegari.
También fue parte de la presentación el subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto del gobierno, Conrado Ramos, y el presidente de la Comisión Permanente de Representantes del Mercosur, el argentino Carlos "Chacho" Álvarez.
Entre los asistentes estaban el coordinador académico del Observatorio del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, Gerardo Caetano, el ex viceministro uruguayo de Educación Felipe Michelini, el viceministro del Interior, Ricardo Bernal, la ex ministra de Trabajo y dirigente del opositor Partido Nacional, Analía Piñeyrúa, legisladores del gobernante e izquierdista Frente Amplio y, obviamente, muchos jóvenes.
El informe, que cuenta con el auspicio de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, hace añicos algunos mitos y muestra que, aunque Uruguay mantiene los mejores indicadores del bloque en materia de lucha contra la pobreza, en educación y salud, en los últimos años se estancó en varias áreas del desarrollo humano.
Por ejemplo, Uruguay muestra las mismas tasas de asistencia y finalización a la enseñanza secundaria desde hace 15 años, y ya fue superado por Brasil y Paraguay.
El avance más notorio en la materia se registra en Brasil, que estuvo históricamente rezagado, al pasar la tasa neta de asistencia a los estudios secundarios de 19 a 78 por ciento entre 1991 y 2005.
Para el pro rector Calegari, este estudio constituye un nuevo llamado de alerta para intentar comprender porqué los jóvenes uruguayos se han apartado, lentamente, de la enseñanza formal, "algo que nos desvela profundamente".
Brasil es, además, el país con el mayor incremento en la cantidad de líneas telefónicas, computadoras y usuarios de Internet, mientras que Paraguay es la nación que registra menos avances.
Se deja constancia, como indicó Calderón a IPS en la presentación a la prensa hecha el jueves, que los datos no pudieron, por el momento en que se recogieron, incluir los avances logrados en Uruguay por el Plan Ceibal, que completó este año la entrega de una computadora por cada alumnos de la escuela primaria.
La investigación señala también que 61 por ciento de los habitantes de las favelas cariocas tiene en su casa al menos un teléfono celular.
La investigación devela que en los países del bloque los jóvenes "se ven a sí mismos como sujetos de derechos que aspiran al empoderamiento tanto individual como colectivo y esto es un gran capital social para la región", comentó a IPS Grynspan.
NUEVAS TECNOLOGÍAS, NUEVOS VALORES
La directora regional del PNUD sostuvo que, mientras los jóvenes reclaman, cada vez más, un mejor acceso a las TIC, al mismo tiempo pugnan por una mayor presencia en los espacios públicos (parques, plazas y otros) como una manera más directa y auténtica de socialización.
"De este estudio se desprende que quieren más Internet y más tecnología para comunicarse, pero también más espacios que no sean virtuales para mejorar las relaciones. Ellos mismos no quieren quedarse en un mundo meramente virtual", señaló Grynspan.
Calderón coincidió con Grynspan en la existencia de las mayores trabas que afrontan los jóvenes en la actualidad para lograr, sin traumas, la transición del mundo educativo al mercado laboral, algo que no se notaba tanto en las generaciones anteriores.
"Hay una tensión muy grande entre la creciente especialización educativa, que luego no se acompasa con la oferta del mercado laboral. Ellos sienten que es cada vez más difícil acceder a un empleo que les permita emanciparse de sus hogares, o mejorar la calidad de sus estudios", dijo a IPS el coordinador del estudio.
Opinó que la explosión de las nuevas tecnologías no es ni buena ni mala. "El mayor caudal de información es así, no es positivo, ni negativo, luego se verá la capacidad de cada uno de reflexionar, optar y manejar estos nuevos códigos de comunicación, sobre los que se están sentando las bases de nuevos valores para la sociedad".
EL VAIVÉN URUGUAYO
Aunque goza de los mejores índices de educación, salud y pobreza respecto del resto del bloque, la juventud de Uruguay no consigue tener una visión positiva del país, indica el estudio.
Al igual que el resto de los jóvenes del Mercosur, sus principales desvelos son las oportunidades laborales, el cuidado del ambiente, la seguridad y un mejor acceso a los espacios públicos de los que se sienten desplazados.
Los mayores problemas son la calidad de la educación, la emigración, una estructura demográfica que carga sobre los jóvenes el peso de la solidaridad intergeneracional, la subvaloración de sus capacidades y su escasa participación, agrega el estudio.
Actualmente, 23 por ciento de los uruguayos de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja. Pero esta tendencia que venía en aumento, el año pasado comenzó a retroceder.
"Que la curva empezara a bajar nos puso contentos, pero es un disparate que la cuarta parte de la población juvenil no estudie ni trabaje", explicó para esta investigación Fernando Panizza, coordinador de Projoven, un programa del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Uruguay, en acuerdo con el Instituto Nacional de la Juventud.
"El gran problema es la deserción del sistema educativo. No les resulta atractivo, no logra retenerlos", apuntó.
El otro problema es la emigración juvenil, directamente relacionada con la escasa oferta de empleos accesibles y atractivos.
"Uruguay tiene un problema estructural, grave, que está dado por el tema demográfico, su tendencia a disminuir la población joven. Tiene una alta emigración de los sectores medios calificados: se van con 30 años, 35, 40, con sus hijos y con su potencial reproductivo también", sostuvo para este estudio Pablo Mazzini, del Programa Infamilia del Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
"Por lo tanto, el peso de sostener una estructura de bienestar ¿en quién recae?: en 40 por ciento de los adolescentes y jóvenes", puntualizó.
La investigación reseña variadas críticas de la juventud uruguaya a la mentalidad un tanto conformista, al inmovilismo del "país de viejos", pero su contrapartida positiva es la humildad, un fuerte igualitarismo y la institucionalidad democrática.
"Quizás por eso sea bueno que todo lo que está plasmado en este informe pueda llevarse a la praxis, por el bien de este país y, sobre todo, del que vendrá", dijo al cierre de su exposición Conrado Ramos, mientras blandía con una de sus manos el voluminoso trabajo de 385 páginas.
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