24/2/09

¿Quién pondrá fin al dolor?

Mirada al mundo
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Paul Krugman
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A principios de esta semana, la Reserva Federal (Fed) dio a conocer las actas de la última reunión del Comité de Mercado Abierto, organismo que establece las tasas de interés

La mayoría de los comunicados de prensa se enfocó en la degradación que hizo la Fed en su perspectiva a corto plazo o en el objetivo de 2% de inflación establecida a largo plazo .
No obstante, un pasaje alarmante captó mi atención (sí, las cosas están tan mal que las reflexiones de los banqueros centrales pueden mantenerte despierto toda la noche): “Todos los participantes anticiparon que para finales de 2011 la tasa de desempleo se mantendría por encima de su tasa sostenible a largo plazo, aun cuando no se presenten otros choques económicos; algunos indicaron que se necesitarían entre cinco y seis años para que la economía llegue a un punto en el que coincidan las tasas sustentables de crecimiento en la producción y el desempleo y un índice apropiado de inflación”.

Así que la gente de la Fed está preocupada por el mismo tema con el que me he obsesionado últimamente: ¿qué es lo que se supone acabará con esta depresión? Sin duda, ésta llegará a su fin pero ¿cuándo y cómo?

Para apreciar la magnitud del problema, es necesario entender que la actual no es la recesión de nuestros padres sino la nuestros abuelos o tal vez (como explicaré) la de nuestros tatarabuelos.

La depresión de nuestros padres fue la severa caída que sufrió la economía entre 1981 y 1982. Esa recesión fue, en efecto, una creación deliberada de la Fed, la cual incrementó las tasas de interés a 17%, en un esfuerzo por controlar la galopante inflación. Una vez que la Fed decidió que ya habíamos sufrido lo suficiente, cedió y la economía rápidamente se recuperó.

Por otro lado, la recesión de nuestros abuelos fue la Gran Depresión, la cual tuvo lugar a pesar de los esfuerzos de la Fed y no debido a ellos. Cuando las burbujas del mercado bursátil y crediticio se colapsaron, derrumbando gran parte del sistema bancario, la Fed trató de revivir la economía con tasas de interés bajas, pero incluso las tasas ubicadas apenas por encima de cero no fueron lo suficientemente bajas para terminar con una prolongada era de desempleo.

Ahora estamos en medio de una crisis que tiene una inquietante y difícil semejanza con los inicios de la Gran Depresión: las tasas de interés ya están casi en cero y la economía sigue en picada.

¿Cuándo y cómo terminará todo esto? Sin duda, la administración de Obama está tomando acciones para impulsar la economía, pero lo que intenta hacer es suavizar la caída, no terminar con ella. El plan de estímulo económico, según cálculos de la misma administración, detendrá el aumento del desempleo, pero se queda corto en cuanto a la restauración del pleno empleo. El plan de vivienda dado a conocer esta semana parece bueno, ya que ayudará a muchos propietarios, pero no estimulará un nuevo auge en el sector inmobiliario.

Entonces ¿qué es lo que realmente terminará con esta profunda depresión? Bueno, la Gran Depresión llegó a su fin eventualmente, pero eso debió a una guerra de grandes dimensiones, lo cual es algo que sería mejor no imitar. Al final, la profunda depresión que vivió Japón tras la “burbuja económica” también llegó a su fin pero sólo después de una década perdida. Y cuando Japón finalmente comenzó a experimentar un poco de crecimiento sólido, fue gracias al auge en las exportaciones, lo cual a su vez fue posible gracias a un vigoroso crecimiento registrado en el resto del planeta, experiencia que no cualquiera puede repetir cuando todo el mundo en crisis.

Entonces, ¿la depresión económica se mantendrá así por siempre? No. De hecho, ya se plantaron las semillas para una recuperación eventual. Piense en la construcción de vivienda nueva, que cayó a su nivel más bajo en 50 años. Esto tiene consecuencias negativas a corto plazo pues significa que el gasto en construcción disminuirá todavía más pero también significa que la disponibilidad de vivienda quedará rezagada con respecto al crecimiento de la población, lo cual eventualmente impulsará un resurgimiento inmobiliario. O considere la caída en las ventas del sector automotriz. Una vez más, esto es algo negativo a corto plazo, ya que como señala el blog Calculated Risk, con los actuales índices de venta necesitaremos 27 años para reemplazar el parque vehicular actual. La mayoría de los autos serán chatarra mucho antes de que eso ocurra —ya sea porque estén demasiado usados o porque se hayan vuelto obsoletos— con lo cual estamos construyendo una demanda acumulada de automóviles.

Lo mismo se puede decir de los bienes durables y activos en la economía: con el tiempo, la depresión actual llegará a su fin, como llegaron a su fin las depresiones registradas en el siglo XIX. Como dije, ésta podría ser la recesión de nuestros tatarabuelos pero la recuperación podría estar todavía muy lejos.

El paralelo más cercano que se me ocurre establecer entre el siglo XIX y la crisis actual es la recesión que precedió al Pánico de 1873. Eventualmente esa recesión llegó a su fin sin que se requiriera la intervención del gobierno pero duró más de cinco años, además se registró otra recesión prolongada apenas tres años después.

Con todo esto podemos ver entonces, porqué algunos funcionarios de la Fed son tan pesimistas. Seamos claros: las iniciativas de la administración Obama serán de gran ayuda en este difícil periodo, en especial si la administración hace de tripas corazón y absorbe los activos tóxicos de los bancos. No obstante todavía me pregunto: ¿quién pondrá fin a todo el dolor? (Traducción: Gabriela Cornejo)
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Riqueza imaginaria, depresión real
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El Universal - México/24/02/2009